29 de noviembre de 2021
29 de noviembre de 2021
La violencia según la OMS (Organización Mundial de la Salud), es el uso intencional de la fuerza física y amenazas contra una persona, grupo o comunidad, que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o incluso la muerte.
“La violencia, sea cual sea la forma en la que se manifieste, es un fracaso”
Jean Paul Sartre
Actos de Violencia
Obligar a tener relaciones sexuales, golpear, insultar, hostigar, ejercer actos de control, entre otros.
Prohibir comunicarse a través de llamadas, mensajes, redes sociales, uso de internet o aparatos electrónicos.
Obligar a realizar las labores domésticas. Todo el grupo familiar debe compartir estas responsabilidades.
Privar de los recursos indispensables para satisfacer necesidades básicas.
Prohibir salir del hogar ante emergencias o situaciones justificadas, que no contradigan la restricción a la libertad de tránsito.
Cualquier acción que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, en el ámbito público o el privado.
Generalmente, las situaciones de maltrato siguen un mismo patrón, conocido como el Ciclo de la Violencia (Walker, 1979), el cual diferencia 3 fases que tienen un carácter cíclico.
Fase 1: Acumulación de la tensión:
En esta fase, la víctima percibe tensión por parte de su agresor e intenta poner todos los medios para pararla, sin ser consciente de que ella en este momento está asumiendo la responsabilidad de la violencia al creer que puede detenerla.
Fase 2: Explosión o agresión
En esta segunda fase se produce la explosión de violencia (física o psíquica) de mayor o menor intensidad en función de la tipología del maltrato. Suele ser la fase más breve, pero la que supone mayor riesgo para la víctima. Por lo general, en esta fase, la víctima reacciona con una paralización o huyendo de la situación.
Fase 3: Reconciliación o «luna de miel»
En esta fase, el agresor se arrepiente, se disculpa, pide perdón y promete no volver a hacerlo. En algunos casos, el agresor llega a iniciar un tratamiento psicológico o psiquiátrico como forma de convencer a la víctima de que realmente va a cambiar. La víctima, dependiendo del momento en el que se encuentre, perdonará al agresor y empezará a autopreguntarse qué es lo que puede haber hecho o no con la finalidad de poner remedio y que no vuelva a repetir la fase de explosión. Sin darse cuenta, la víctima estará volviendo a asumir la responsabilidad del acto.
Se parte de la solución.
A pesar de haber vivido un ambiente de violencia durante la crianza, hay que ser conscientes de que no se tiene que vivir siempre con violencia.
No es tu responsabilidad el estado emocional de tu pareja o seres queridos.
Independientemente de creencias culturales o religiosas, hay que reconocer que el fracaso en una relación de pareja no es sinónimo de castigo, sino por el contrario, es una oportunidad para cambiar y ser mejores personas con mayor sabiduría.
En muchas ocasiones las mujeres víctimas de maltrato, piensan que al depender económicamente del agresor, las obliga a permitir las agresiones, sin embargo, cualquier mujer es capaz de salir adelante sola de forma muy productiva, sólo es cuestión de reflexionar sobre las habilidades, capacidades con los que cuenta.
Otro aspecto que permite vivir con violencia, es el miedo a la soledad, pero como lo dice un refrán: “Es mejor estar sola, que mal acompañada”, ademas hay que pensar que la mejor relación es con uno mismo.
Encontrarse en un estado de indefensión es otro aspecto que agrava la decisión de vivir sin el agresor, sin embargo, hay servicios de protección en caso de violencia utilizando la Linea 100, servicio gratuito que funciona las 24 horas, los 7 días de la semana, un especialista dará asesoría y ayuda.
La falta de información y orientación adecuada inhibe la seguridad y confianza en las víctimas, así que es relevante conocer e informarse sobre las acciones y medidas que han de llevarse a cabo en un proceso de ruptura.
No esperes más y pon límite a relaciones tóxicas, porque mereces ser feliz.