21 de junio del 2020
Alfred Adler
En varias ocasiones hemos reprimido el externar emociones o pensamientos por considerar que no es conveniente en ese momento hablar de lo que sentimos, o porque no tenemos los recursos para defender lo que pensamos, como lo es el carecer de confianza en nosotros mismos; por lo que preferimo quedarnos callados, pensando que en otra ocasión diremos lo que sentimos como si estuviéramos seguros de que habrá un mañana.
Es muy necesario no reprimir constantemente nuestro sentir ya que se van acumulando una serie de pensamientos y emociones colmados de enojo, frustración e impotencia, que nos inducen a una gran vulnerabilidad. Estando en una posición de riesgo podemos explotar ante cualquier detonante que surja en el entorno, dejándonos con culpas o una profunda sensación de malestar, ya que enojados, decimos cosas que en realidad no sentíamos o no estaban de acuerdo al hecho suscitado.
Sugiero que te des un tiempo por cada emoción que surge, en especial de enojo o frustración, y te preguntes, qué opinión te merece esa sensación experimentada y analices cuál es la razón principal que genera estas emociones en tu interior, para que vayas a la raíz de la problemática, aprendas, conozcas más sobre tu sentir y puedas tener una sensación de un mejor manejo emocional tan necesario y vital.