Esa noche, una gran nevada, como no se había visto en cien años, comenzó a caer, susurrando mientras los copos se deslizaban por el cielo. Más tarde, las linternas rojas se apagaron y surgió el sonido de un qin.
La melodía del qin se derramaba a su alcance, como si una gran pintura se extendiera a lo largo de las montañas, a través de la vasta tierra.
Después de que Sun Ce consumó su matrimonio, se sentó en la habitación, bebiendo la sopa que su madre le había llevado.
El sonido del qin se desvaneció, como si fuera una despedida. Poco a poco se alejó hacia el vasto mar y el cielo ilimitado.
Después de dudar un par de veces, Sun Ce se levantó para irse, cuando Da Qiao preguntó:
—¿Qué pasa?
Sun Ce pensó por un momento, antes de cuestionar:
—¿También enviaron la sopa allí?
Da Qiao sonrió.
—Sí. Ve a decir lo que quieras. Parece que ustedes dos no pueden separarse ni por un momento.
—Oh, bueno —respondió Sun Ce—. Estuvimos juntos, día tras día antes de esta ceremonia. No me preocuparé por él, vamos a dormir.
—¿Zhou lang? —preguntó Xiao Qiao suavemente.
Zhou Yu volvió a cubrir el qin y se volteó para preguntar:
—¿Estás dispuesta a venir conmigo a Danyang?
Xiao Qiao sonrió antes de responder.
—Ya que me casé contigo, naturalmente, te seguiré.
—Tu padre y tu hermana mayor… —dijo Zhou Yu, después de pensar por un momento.
—Danyang no está lejos de aquí —contestó Xiao Qiao.
La voz de Xiao Qiao era muy agradable, como un fresco manantial que fluía en una noche tranquila, haciendo que la nieve y el hielo en el corazón de Zhou Yu se derritieran lentamente.
A la mañana siguiente, los pájaros no dejaban de cantar y las flores de ciruelo de invierno se cubrieron por una capa gruesa de nieve.
Xiao Qiao y Da Qiao habían venido a ver a sus tíos. Sun Quan aún no regresaba de la batalla, por lo que solo Sun Shangxiang estaba allí para aceptar los regalos de las esposas y sus reverencias a los antepasados.
Durante el desayuno, Zhou Yu dijo:
—En unos días, partiré a Danyang.
Sun Ce se quedó perplejo, y la mano que sostenía sus palillos se congeló en el aire.
—Tan pronto como Sun Quan se vaya, dejando a Lu Meng —continuó Zhou Yu—, estaré preocupado.
—Inicialmente, planeaba consultar tu opinión cuando nos dirigiéramos a Jingzhou. ¿Es posible que puedas hacerlo en unos meses? —preguntó Sun Ce.
El ambiente era un poco incómodo. Zhou Yu miró a las madres de ambos, como buscando la opinión de la señora Zhou, pero ella notificó:
—Me quedaré en el condado Wu. No los molestaré, están recién casados todavía, y con la dama Sun cerca, podré charlar.
Zhou Yu asintió. La expresión de Sun Ce se oscureció nuevamente y pronunció:
—Entonces, vete.
Zhou Yu aún no había tenido la oportunidad de partir cuando Sun Quan regresó. El primer día después del matrimonio de Sun Ce, Sun Quan había viajado a toda velocidad y finalmente llegó, pero se perdió la ceremonia de anoche. La ira de Sun Ce volvió a caer como una tormenta y le dijo a Sun Quan que se arrodillara en el patio cubierto de nieve como castigo.
Zhou Yu hizo que los sirvientes guardaran sus cosas, se cambió a su túnica oficial y salió. Cuando pasó por el patio, miró a Sun Quan.
Sun Quan ahora sabía que tenía miedo frente a su hermano, y vaciló y balbuceó varias veces, antes de ver a Zhou Yu.
Zhou Yu sonrió y habló:
—Me has causado un gran daño —avisó Zhou Yu mientras sonreía.
—El padre de Cao Pi dijo... que en algún momento, en el futuro, te invitará a tomar una copa con él. —comentó Sun Quan.
—Es mejor si no bebemos ese vino. No me atrevo a beber su vino. —Se despidió Zhou Yu.
Sun Quan comenzó a sonreír.
—Ven a conocer a tu saozi, me voy ahora de regreso a Danyang. Sigue correctamente a tu hermano, no lo enojes —instó Zhou Yu.
Sun Quan se levantó e intercambió un saludo con Xiao Qiao.
Zhou Yu condujo a sus hombres fuera del condado Wu. Cuando se dirigían a Danyang, una vez más discutió los asuntos de la ciudad con Lu Meng, y cuando se despidió de él, Zhou Yu le repitió una y otra vez que cuando regresara, debería hablar y actuar con cautela.
Después de volver a Danyang, Zhou Yu se sintió aliviado al llegar a casa. Sin nadie para vigilarlo y sin nadie a quien le importara lo que hiciera, pasó todos los días tocando su qin y leyendo algunos libros. Aunque Xiao Qiao era hija de una familia aristocrática, mantenía los asuntos del hogar en excelente orden.
Terminó el invierno y llegó la primavera. Este año no hubo más desastres, ni motines, y todo transcurrió como si hubiera pasado una vida. Aunque el condado Wu no estaba lejos de Danyang, la velocidad a la que viajaban las noticias parecía como si estuvieran separados por miles de li. Bajo el gobierno de Zhou Yu, el almacenamiento de granos de Danyang creció metódicamente.
Los eruditos a menudo venían de visita, por lo que el primero y el quince de cada mes, Zhou Yu organizaba un banquete literario, y él y los eruditos discutían los asuntos del mundo. Las habilidades médicas que dejó intactas durante muchos años, también comenzó a recuperarlas gradualmente.
Lo único que todavía le preocupaba era la campaña contra Jingzhou este año. Si pudieran conquistar Jingzhou, Cao Cao y Sun Ce gobernarían cada uno sobre un lado del río. Sin darse cuenta, el gran deseo de aquellos años de Zhou Yu y Sun Ce, ya se había realizado casi a la mitad.
Después del Año Nuevo, llegaron noticias del condado Wu de que Da Qiao estaba embarazada. Xiao Qiao estaba encantada y Zhou Yu preguntó:
—¿Quieres ir de visita?
Xiao Qiao dijo:
—Después de que pasen unos días más. —Luego, cuestionó—: ¿No tienes trabajo?
Zhou Yu estaba actualmente tratando de encontrar una manera de enviar una carta a Kuaiji, para ganarse el apoyo de los grandes clanes del sur de Wu. Estaba al borde de un gran avance con ellos, y cuando llegara el momento de que Sun Ce partiera con sus tropas, sería bueno que cooperaran con él. Como había organizado una visita de los clanes aristocráticos de Kuaiji, no era posible que Zhou Yu se fuera pronto.
—¿Qué tal si envío a algunos hombres para que te escolten? —preguntó Zhou Yu.
—Esperaré a que vengas conmigo —respondió ella.
Además de mandar una carta, Sun Ce también envió una caja. Xiao Qiao encontró esto muy extraño, y cuando abrió la caja, encontró un manojo de hilo dentro.
—¿Qué significa esto? —Xiao Qiao preguntó, riéndose.
Zhou Yu no dijo nada. Un momento después, comentó:
—Vamos a guardarlo.
—¿No es esta la cuerda que se usa para volar cometas? —añadió Xiao Qiao.
—Lo que quiere decir es que soy esa cometa que está colgada en el pasillo, y en sus manos sostiene la cuerda que me sujeta. Si él me dice que vuelva, entonces tendré que regresar —explicó Zhou Yu.
Xiao Qiao comenzó a reír, antes de guardar la cuerda. Zhou Yu suspiró de nuevo, antes de contestarle una carta a Sun Ce. No escribió una sola palabra; en cambio, una imagen de dos niños, parados en una balsa de bambú, volando una cometa, llenó toda la hoja de papel.
En el sexto mes, Xiao Qiao descubrió que ella también estaba embarazada. Zhou Yu estaba encantado con esto e inmediatamente escribió una carta. Esta vez, fue el turno de Lu Su de cruzar su umbral.
Lu Su dijo, burlándose de la seriedad:
—Déjame darte buenas noticias. Sin embargo, antes de eso, ¿Xiao Qiao también está embarazada?
—Sí.
Lu Su continuó:
—Tu madre y la dama Sun acordaron que si son un niño y una niña, se casarán en el futuro.
—¿Y si son dos niños? —preguntó Zhou Yu.
—Naturalmente, serán como tú y Bofu —contestó Lu Su.
Zhou Yu sonrió.
—No es una buena vida, ¿verdad?
Lu Su comenzó a reírse en voz alta, antes de continuar con seriedad:
—Está a punto de partir hacia Jingzhou.
—Él no puede irse ahora —dijo Zhou Yu—. Me temo que habrá inundaciones este año. Si el Changjiang se inunda, ni siquiera podrá regresar.
—Esto es algo en lo que todos estuvieron de acuerdo el año pasado —respondió Lu Su.
—Mira cómo llueve ahora —mencionó Zhou Yu—. Sigue cayendo sin fin.
Después de varios días de fuertes lluvias, los aleros goteaban sin cesar. Zhou Yu continuó:
—Aparte de eso, si realmente comienza a llover, Jingzhou definitivamente también recibirá la noticia.
—Liu Biao ha envejecido —respondió Lu Su—, y esos dos hijos suyos están incluso peor que los perros o los cerdos[1]. Si no lo tomamos ahora, ¿cuál es la diferencia entre eso y ofrecérselo a Cao Cao?
—Tomarlo ahora —pronunció Zhou Yu con seriedad—, solo funcionará si puede tomarlo.
Lu Su y Zhou Yu se miraron en silencio durante mucho tiempo, antes de que Lu Su hablara:
—Escríbele. Nadie podrá persuadirlo, sin importar que esto es algo que ya se acordó.
—Estaba a punto de hacerlo.
—Casi eres padre —dijo Lu Su—, así que será mejor que sepas lo que debes decir y lo que no debes.
Zhou Yu asintió y contestó la carta.
Esta vez, sin embargo, la respuesta de Sun Ce fue inesperadamente simple. Sencillamente le notificó que no se preocupara por eso, y que cuando llegara el momento, todo lo que tenía que hacer sería cuidar el frente interno.
Después de que Zhou Yu recibió la carta, se preguntó: «¿Qué significa esto?». Así que inmediatamente partió hacia el condado Wu. En ese momento, Sun Ce había reunido a un grupo de sus asesores y actualmente estudiaban la dirección desde la cual atacarían Jingzhou.
—Estás aquí —comentó Sun Ce, sonriendo.
Después de casi medio año de diferencia, Sun Ce se había vuelto más maduro, como si hubiera ganado algo de la estabilidad de un hombre adulto. Ya no era ese joven despreocupado de entonces. Había un poco de barba en las comisuras de su boca, y asintió hacia Zhou Yu.
—El verano de este año puede traer consigo lluvias torrenciales. Si el Changjiang se inunda… —habló Zhou Yu.
Sun Ce agitó una mano en respuesta.
—No hay necesidad de preocuparse. Estaba a punto de llamarte.
Zhou Yu tomó asiento. Lu Meng le guiñó el ojo a Zhou Yu, indicando que no hablara.
Sun Ce dejó el mapa y explicó:
—Cuando me vaya, te corresponderá a ti cuidar el frente interno. Xiao Qiao está esperando, y dado que nuestras madres cuidarán de Da Qiao en este lado, regresaras y te harás cargo del condado Wu, Danyang y las ciudades circundantes. Asegúrate de que haya suministro adecuado de grano para la gente.
Zhou Yu no respondió. Él simplemente asintió.
—¿Quién dirigirá la marina? —preguntó Zhou Yu.
—Zhang Zhao, Zhu Zhi y Lu Su —informó Sun Ce—. Si la situación en el frente cambia, será tu deber liderar los refuerzos. No me atrevo a dejar el condado Wu bajo el gobierno de nadie, así que por ahora, Sun Quan estará a cargo, con Lu Meng como su lugarteniente. Cada cambio debe ser enviado a Danyang y aprobado por ti primero.
—Escucho y obedezco —dijo el grupo de comandantes.
—Escucho y obedezco —respondió Zhou Yu.
Sabía que no había lugar para discutir. Como Sun Ce lo había convocado, estaba aquí para darle órdenes, no para solicitar su opinión. El Sun Ce de ahora ya no era el Sun Ce de antes.
—Tienes que acostumbrarte —le comentó Lu Su a Zhou Yu después de la reunión.
—Debes tener cuidado —dijo Zhou Yu—. Esta es una batalla difícil de pelear. Aunque somos superiores en número, el peligro a menudo aparece cuando la victoria está al alcance de la mano.
—Lo sé —pronunció Lu Su—, pero esta es una batalla que debe librarse tarde o temprano. El mes pasado, Zhang Zhao sugirió que primero pidiéramos tu opinión sobre esto, pero zhugong dijo frente a todos que no tienes ambición y que definitivamente estarías en contra de hacerlo.
Zhou Yu suspiró y respondió:
—¿Por qué no querría enviar nuestras tropas cuanto antes? Es solo que todavía nos quedan diez años. Si ganamos esta batalla, esto nos empujará a una confrontación directa con Cao Cao. Además, la situación en la comandancia Wu en este momento es incierta... Dejaré de hablar, me iré.
Zhang Zhao se acercó a ellos por el pasillo, por lo que Zhou Yu y Lu Su se enderezaron y lo saludaron correctamente. Zhang Zhao los saludó de la misma manera.
—Zibu xiong —dijo Zhou Yu.
Lu Su le hizo un guiño, pero Zhou Yu fingió no verlo. Zhang Zhao intercambió algunas bromas con él, antes de que Zhou Yu continuara:
—¿Esta vez no hay lugar para argumentar en contra de enviar las tropas?
Zhang Zhao pensó por un momento, antes de responder con impotencia:
—No tenemos derecho a discutir.
—Tengo algo que pedirte. Zibu xiong, si pudieras hablar por mí ante zhugong —platicó Zhou Yu.
Zhang Zhao se quedó en silencio durante mucho tiempo, antes de finalmente asentir.
Ese día, Zhou Yu no dejó descansar a su caballo, ya que tenía que regresar a Danyang ese mismo día. Pero justo cuando salía por las puertas de la ciudad, un veloz corcel lo alcanzó. Zhou Yu miró de reojo y vio que era Sun Ce.
Una lluvia ligera y brumosa había comenzado a caer. Ambos galoparon hacia delante, hombro con hombro, y Zhou Yu no se detuvo ni un solo momento mientras avanzaba por la carretera principal.
—¡Oye! —Sun Ce gritó, sonriendo mientras lo hacía.
Contra la lluvia, Zhou Yu volvió la cabeza para observarlo.
—¿Me estás maldiciendo para que mi campaña no tenga éxito? ¡Gongjin! —expresó Sun Ce.
—¡De ninguna manera! —respondió Zhou Yu, disminuyendo finalmente la velocidad de su caballo.
Sun Ce prosiguió:
—¡Ni siquiera has anhelado que alcance la victoria en el instante en que despliegue mi bandera!
—¡Deseo que zhugong pueda obtener la victoria tan pronto como se levante su bandera! —Zhou Yu exclamó—. ¡Que todos tus pasos sean firmes y que avancen con cautela y prudencia!
Sun Ce se rio entre dientes, antes de detenerse bajo la lluvia. Zhou Yu dio la vuelta a su caballo, con expresión seria mientras miraba a Sun Ce.
—Sigues siendo igual —observó Sun Ce, con una sonrisa—. Criticando sin parar, quejándote sin motivo. ¿Puedes encontrar un poco más de alegría?
Zhou Yu asintió y vociferó:
—Espero que regreses victorioso y que no avances imprudentemente.
—¡Bueno! ¡Obtuve una frase auspiciosa tuya, así que me voy ahora! —dijo Sun Ce.
Sun Ce desapareció bajo la lluvia. Zhou Yu observó durante mucho tiempo su silueta alejarse, incapaz de moverse tras un shichen de lluvia.
Varios días después, Zhou Yu regresó a Danyang. Sun Ce partió hacia Jingzhou al frente de cien mil marinos, cuatrocientos mil de caballería y cien mil soldados a pie. Los informes militares les llegaron, y todos fueron entregados directamente a la residencia de Zhou Yu. Después de revisarlos, Zhou Yu hacía comentarios primero antes de que se ejecutaran las órdenes por parte del condado Wu. Cuatro rondas de mensajeros iban y venían entre los dos lugares a toda velocidad para transmitir los anuncios.
Zhou Yu sabía que la batalla esta vez era muy importante, que incluso afectaría la situación en la que se encontraba el mundo entero. A menudo, no dormía durante dos o tres noches, tosiendo sin control.
A altas horas de la noche, Zhou Yu estaba tan mareado por los informes militares. Tosió un par de veces, y Xiao Qiao se acercó para cubrirlo con una túnica exterior y darle palmaditas en la espalda.
—Zhou lang, ¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que dormiste? —preguntó Xiao Qiao, frunciendo el ceño—. Si sigues así, colapsarás antes de que Sun lang regrese victorioso.
—Está bien. —Zhou Yu tosió violentamente unas cuantas veces más antes de beber un poco de medicina—. Me iré a dormir en cuanto termine de leer los informes militares. La tos es consecuencia de una vieja enfermedad, y una vez que finalice esta batalla, me recuperaré en unos meses.
El clima se enfrió gradualmente y llovió unas cuantas veces más.
—Escuché al mensajero decir que esta vez, las regiones superiores de Changjiang se han inundado —comentó Xiao Qiao.
Zhou Yu asintió, frunciendo el ceño profundamente, mientras respondía:
—Me temo que podría regresar sin éxito.
Regresar sin ningún logro estaba bien, lo que más lo atemorizaba era que Sun Ce se encontrara atrapado en Jingzhou. Zhou Yu tenía un miedo innato de la última vez que Sun Jian había avanzado, y temía que el hijo cayera en la misma situación que el padre. Pero tres días después llegó un informe militar; esta vez Feiyu trajo la carta, deteniéndose directamente frente al escritorio.
La situación era más grave de lo que imaginó Zhou Yu: el Changjiang se había desbordado, causando inundaciones en las montañas. Los caminos estaban llenos de lodo, lo que los hacía difíciles de transitar, y fuera de la ciudad de Jiangling, Sun Ce había sufrido la primera gran derrota de su vida. Al desbordar el río, la armada de Cai Mao y Lu Su se habían enfrentado en una batalla. Los dos bandos estuvieron en un punto muerto, y se habían encontrado con un deslizamiento de tierra en su última batalla, que atrapó a los soldados de infantería y la caballería de Sun Ce.
Zhou Yu fue inmediatamente al condado Wu y envió a Lu Meng con refuerzos. Pero las aguas no menguaron y Sun Ce no tuvo más remedio que retirarse.
Da Qiao daría a luz en cualquier momento. Sun Ce, después de haber sufrido una derrota aplastante, condujo al resto de su ejército de regreso al condado Wu.
El día en que Sun Ce retiró sus tropas, un rayo rasgó los cielos y comenzó una lluvia torrencial. Tras su retorno, se negó a recibir a nadie, y sus asesores se mostraron indiferentes.
Zhou Yu, empapado hasta los huesos por la lluvia, se paró afuera de la puerta y llamó tres veces.
—¿Quieres salir y beber un poco de vino? —preguntó Zhou Yu.
No hubo respuesta desde adentro. Zhou Yu siguió:
—La victoria y la derrota son habituales en el ejército. ¿Por qué no lo comprendes?
La voz de Sun Ce, teñida de indiferencia, respondió:
—Entonces, incluso antes de que saliéramos a la batalla, ¿el general Zhou sabía que esta batalla daría como resultado una derrota?
Los corazones de los consejeros dieron un vuelco ante eso, y sabían que Sun Ce, después de regresar derrotado del combate, muy bien podría afilar su espada con la sangre de alguien, pero nunca pensaron que sería Zhou Yu, quien era el menos indicado para ser castigado. Sin embargo, Zhou Yu encontró esto muy razonable, como si supiera hace mucho tiempo que esta sanción caería sobre él. Hizo un gesto y los consejeros se dispersaron.
Zhou Yu se arrodilló bajo la lluvia y contestó con voz profunda:
—Escuché que cuando Yuan Shao reunió a sus tropas para luchar por Guandu, la única persona que intervino para impedir que fuera a la batalla con Cao Cao fue su asesor más cercano, Tian Feng.
El interior de la habitación permaneció en silencio.
Llovía a raudales. El cabello de Zhou Yu estaba suelto, la túnica oficial se empapaba mientras seguía arrodillado, bajo la lluvia.
—Y como resultado, antes de que Yuan Shao comenzara su campaña —continuó Zhou Yu—, metió a Tian Feng a prisión y le dijo que esperara hasta que regresara victorioso.
»Cuando escuchó la noticia de su derrota, el carcelero felicitó a Tian Feng diciéndole que sus cálculos no habían fallado y que, de hecho, su zhugong había sido derrotado. Esta vez, cuando su zhugong regresará, definitivamente lo trataría bien, pero en ese momento, Tian Feng rompió a llorar: “¡Mi vida está perdida! ¿Crees que un hombre como mi zhugong, que ha vuelto de una derrota, me perdonará la vida? Si zhugong hubiera ganado, podría invitarme a salir de mi celda, burlarse un poco de mí, y, aun así, dejarme servirle como siempre lo he hecho, pero ahora que ha sido derrotado, lo primero que hará una vez que regrese será matarme”.
Zhou Yu parpadeó para alejar el agua que nublaba su visión, antes de proseguir:
—Fui yo quien habló de la derrota antes de la batalla, y si me ejecutan por eso, no me importará.
»Pero zhugong no debe seguir el ejemplo de Yuan Shao —dijo Zhou Yu—. Solo escuchando los consejos de los demás puedes minimizar tus derrotas. Estoy muy feliz de que zhugong haya perdido, porque después de todo, en el pasado, el Hegemón de Chu, Xiang Yu, nunca había probado la derrota en toda su vida, y el día en que fue derrotado, fue el día en que pereció. A partir de ahora, con la Batalla de Jingzhou resultando ser una persecución inútil, zhugong puede tomarse un respiro y reorganizar sus planes. La lucha al otro lado del río con Cao Cao ciertamente también se retrasará hasta al menos diez años.
»Esto es algo bueno —jadeó Zhou Yu, temblando mientras la fuerte lluvia caía sobre él—. Si zhugong me odia, entonces concédeme la muerte. Cuando nazca mi hijo, lo dejaré, como siempre, a zhugong para que lo críe... La familia Zhou ya tiene descendientes, por lo que la vida de Zhou Gongjin, mientras sea tomada por las manos de Sun Bofu, cualquier tipo de muerte será lo mismo. Siempre que decidas tomarla, siéntete libre de hacerlo.
»Mientras seas feliz —dijo Zhou Yu al final.
La preocupación y el agotamiento lo habían carcomido durante días. La carga continua de papeleo lo puso nervioso y drenaron toda su energía, por lo que arrodillarse en medio de la lluvia torrencial de esta noche causó que llegara a su límite. En aquel entonces, después de despedirse de Sun Ce bajo el paso de Hangu, Zhou Yu había resultado herido, y cuando se fue del condado Shu a Shouchun, viajó mientras estaba enfermo.
En este momento, el cuerpo de Zhou Yu finalmente no resistió por más tiempo. Mientras caía la lluvia, tosió violentamente, jadeando como si estuviera a punto de morir allí mismo en el patio. Finalmente, tosió una bocanada de sangre y se desplomó inconsciente en el suelo.
Cuando Sun Ce escuchó la conmoción, abrió la puerta y salió.
—¡Gongjin! —gritó Sun Ce, sorprendido—. ¡Despierta!
Días después, cuando Zhou Yu abrió los ojos, se encontraba en Danyang. Sun Ce había invitado a un médico de renombre para que lo cuidara. Originalmente, quería mantener a Zhou Yu en el condado Wu mientras se recuperaba, pero Xiao Qiao se hallaba preocupada. Ella también estaba embarazada, y Da Qiao, temerosa de que se inquietara demasiado y que pudiera sufrir un aborto debido a los golpes del carruaje, envió a Zhou Yu de regreso a Danyang.
—Esta enfermedad suya no es grave —informó el médico—, pero debido a que su corazón ha sido dañado, los efectos persistirán.
Zhou Yu asintió. También había sido entrenado en medicina, y probablemente él mismo sabía cuál era la condición de su cuerpo con mayor claridad. El médico continuó:
—Debe cuidarse, de lo contrario, después de cumplir los cuarenta, los problemas solo aumentarán.
Xiao Qiao dijo:
—Zhou lang tiene demasiadas cosas en mente. Deberías regresar al condado Shu para recuperarte.
El médico explicó:
—A toda costa, debe evitar embotellar sus emociones, ya que desgastarán su espíritu. Involúcrese menos en los asuntos oficiales, y recuerde no dejar que las emociones fuertes le atrapen.
Zhou Yu respondió afirmativamente. Luego, el médico revisó el pulso de Xiao Qiao, dio una predicción de cuándo sería el parto, empacó su caja de medicamentos y se fue. Después de que pasaron unos días más, Zhou Yu ya podía caminar, por lo que todos los días se sentaba en silencio en el pasillo, con una túnica sobre los hombros. No tocaba su qin, solo miraba al pasillo, perdido en sus pensamientos.
—¿Cómo se llamará nuestro hijo? —preguntó Xiao Qiao.
—Deja que a mamá se le ocurra un nombre —mencionó Zhou Yu—. O puedes ir a preguntarle a Bofu.
Xiao Qiao se rio entre dientes.
—Ese lado ya envió una misiva, pidiéndote que primero veas si hay alguno adecuado, para que podamos elegir uno.
Zhou Yu asintió, antes de cuestionar:
—¿Y cómo está el condado Wu?
—Después de ese alboroto —respondió Xiao Qiao—, las cosas también han estado tranquilas. Lu Zijing pasó y dijo que no enviarán más tropas antes de fin de año. Sun lang simplemente se sentía sofocado, por lo que hizo que sus hombres lo acompañaran a dar un paseo como una forma de resolver eso. La madre comentó que después de que nazcan los niños, volveremos, y Da Qiao y yo podemos pasar el mes[2] juntas.
—Está bien —dijo Zhou Yu.