Un veloz corcel cabalgó miles de li, mientras la luna brillante se reflejaba en el vasto río. Era el tercer día del viaje de Zhou Yu. Compró el mejor caballo en la orilla del río y vio a las personas en el camino, llevando a sus familias al sur en busca de refugio. Incluso Jingzhou fue devastada por la guerra, y la luna redonda brillaba sobre aquellos que habían perdido sus hogares y seres queridos.
Salió el sol, transformando la noche en día. Bajo el calor sofocante, Zhou Yu ya estaba sudando y mareado. Sabía que si no descansaba, llegaría a su límite. Sin embargo, finalmente llegó a su destino: la montaña Xian. Siguió hacia el norte a lo largo del río, preguntó en el camino, y finalmente encontró el campamento de las tropas de Changsha. Primero, indagó por la situación de Sun Ce, y se enteró de que Sun Ce estaba bien, pero que Sun Jian murió y los generales estaban en desacuerdo.
En ese momento, Zhou Yu finalmente soltó la gran piedra en su corazón.
Cuando los soldados quisieron detenerlo, Zhou Yu entregó la ficha de cintura de Sun Ce, lo que le permitió avanzar sin obstáculos y entrar al campamento militar.
Dentro de la tienda militar, un grupo de generales discutía tan alto como para que sus voces llegarán al cielo: Cheng Pu, Huang Gai, Han Dang, Zhu Zhi, Xu Kun y Sun Ce, cada uno al final de su cuerda.
—En este momento —dijo Xu Kun, enojado—, ¡no debemos vengarnos! Nos quedan menos de cuatro mil hombres y las puertas de Jiangxia están cerradas, ¿cómo podemos atacar?
—Si no asediamos la ciudad, ¿crees que Huang Zu simplemente nos dejará ir? —respondió Sun Ce, tomando el mando.
Huang Gai dijo:
—¡Sun Ce! Este anciano sabe que tu padre acaba de morir y quieres usar la ira de los soldados para vengar la sangre derramada por Huang Zu. Para los generales, nunca se debe actuar impulsivamente. Dime, ¿cómo vas a sitiar la ciudad?
—No ataquen Jiangxia —comentó Zhu Zhi—. Huang Zu unirá fuerzas con Cai Mao para bloquearnos en el camino a la retirada. Antes de salir de Jingzhou, caeremos en su emboscada.
Con los ojos enrojecidos, Sun Ce dijo:
—Ahora estamos en un dilema, ya hemos entrado en Jingzhou. General Huang, por extraño que parezca, tan pronto como retiremos nuestras tropas, todo Jingzhou nos rodeará, y las ciudades que hemos conquistado en nuestro camino también se rebelarán. Las dos grandes ciudades de Xiangyang y Jiangxia no nos dejarán escapar.
Cheng Pu dijo:
—Con la situación actual, solo podemos escribir una carta al general Yuan y pedirle que envíe tropas en nuestra ayuda.
—¡Es imposible! —rugió Huang Gai—. Si ustedes esperan que él tome medidas ahora, ¡eso es la muerte! ¡Sun Ce! Si puedes decirme cómo ganar, ¿qué hay de malo en qué este anciano te acompañe para perder la vida en Jiangxia?
Huang Gai era el más explosivo, además de ser el mayor y el que tenía más experiencia. Dio un paso adelante y agarró a Sun Ce por el cuello, continuando:
—¡¿Quién no quiere venganza?! ¿Crees que este anciano y todos los generales son cobardes y temerosos de la muerte?
—¡¡Informe…!!
—¡Zhou Gongjin del condado Shu, está pidiendo ver a todos los generales!
Inmediatamente, la tienda quedó en silencio y Zhou Yu entró sin esperar a que le dieran permiso desde adentro.
Sun Ce miró a Zhou Yu con incredulidad, como si nunca hubiera imaginado que vendría en este momento.
Zhou Yu estaba cubierto de polvo, y su túnica marcial estaba sucia. Su cuerpo estaba manchado de lodo, el cabello despeinado y usaba una espada larga alrededor de su cintura, e incluso había sangre seca en él.
Cheng Pu, Huang Gai y los demás también conocían a Zhou Yu. Después de todo, no hacía mucho, fue él quien rescató a la esposa y al hijo menor de Sun Jian, Sun Quan, de la mansión de Yuan Shu. Abandonó su alta posición de funcionario y la riqueza que tenía bajo la familia Yuan. Siguió a Sun Ce y trató a los miembros de la familia Sun amablemente.
Nadie habló en la tienda por un tiempo. Zhou Yu miró al grupo y asintió con una expresión incómoda. Después de todo, no estaba acostumbrado a interactuar frecuentemente con guerreros, ya que había estado rodeado de eruditos, por lo que evitó hablar precipitadamente. Si hablaba apresuradamente, sería demasiado fácil decir algo incorrecto.
Al final, solo pronunció dos palabras en voz baja.
Inclinándose ligeramente hacia Sun Ce, expresó:
—Saludos, zhugong.
Esa noche, cuando la luna brillante se ocultó y el cielo se llenó de estrellas, Zhou Yu se acostó junto a Sun Ce y se sacudió repentinamente, moviéndose un poco.
—¿Despierto? —preguntó Sun Ce.
Zhou Yu dejó escapar un suspiro de alivio, tenía un dolor de cabeza terrible, así que se sentó con cautela. Hace un momento, cuando salió de la tienda principal, su única intención era encontrar un lugar para dormir. Sun Ce no dijo una palabra, ambos se encontraban exhaustos hasta el extremo. El clima estaba soleado recientemente, por lo que los dos encontraron un pajar al azar y cayeron sobre él. Zhou Yu descansó en el brazo de Sun Ce y ambos durmieron profundamente.
A pesar de que el mundo estaba de cabeza y que todo parecía destruido, finalmente se habían encontrado, podían hablar después de dormir.
Sun Ce se despertó después de un breve sueño y abrió los ojos para mirar al cielo.
Un soldado trajo agua, y Zhou Yu se lavó las manos y la cara detrás del establo. Un poco más tarde, todavía pensaba que estaba demasiado sucio, así que llenó algunos cubos de agua y se bañó con Sun Ce en el patio. Ambos vestían solo sus túnicas interiores, y el viento de la noche de verano era seco pero refrescante. Después de lavar su piel, finalmente se sintió mucho más cómodo.
Sun Ce pidió que le trajeran comida, mientras que Zhou Yu se ocupaba de ahuyentar a los mosquitos, con el cuello rojo por las picaduras.
Sun Ce seguía sin hablar. Zhou Yu le sirvió un poco de vino y los dos bebieron en silencio.
—¿Has vuelto a tus sentidos? —preguntó Zhou Yu.
Sun Ce no dijo una palabra, y Zhou Yu continuó:
—Cuando estaba cruzando el río, el viento y las olas eran tan fuertes que el bote casi se hunde hasta el fondo. Adivina lo que estaba pensando en ese momento.
Sun Ce tomó un sorbo de vino, miró a Zhou Yu, con los ojos rojos, y murmuró:
—¿Qué estabas pensando? Viniste aquí imprudentemente sin siquiera enviarme una carta.
—Feiyu no lo habría logrado —dijo Zhou Yu con sinceridad—. Cuando recibí el mensaje, mi corazón se hundió en pánico. Si morías, realmente no sabría qué hacer. No pude dormir toda la noche, pensando si estabas vivo, quería verte, si estabas muerto, quería ver tu cadáver. No estaba resignado a dejar que las cosas siguieran como estaban, así que salí en medio de la noche.
—Cuando estaba cruzando el río —dijo Zhou Yu sonriendo—: Tenía miedo que el barco se hundiera, así que pensé, si se hunde, que se hunda. Ser un fantasma de agua también estaría bien, para que cuando un día cruzarás el río, pudiera llevarte de regreso…
Sun Ce sollozó y las lágrimas empezaron a correr por su rostro.
—¿Cómo está mi madre? —preguntó finalmente Sun Ce.
—Ella no lo sabe —contestó Zhou Yu.
Sun Ce llenó la copa de Zhou Yu y habló:
—En realidad, no es gran cosa. Encontré el cuerpo de mi padre en ese momento y le pedí a Feiyu que llevara la carta al general Cheng, pero no esperaba que fuera hacia ti en su lugar.
Zhou Yu dijo:
—Creí que querías verme.
Después de que Sun Ce bebió, los dos se sentaron en silencio nuevamente. Finalmente, Zhou Yu preguntó:
—¿Cómo están los informes militares?
—Están en mi tienda —respondió Sun Ce—. Léelos por la noche. Cuando mi padre murió, los corazones de las tropas se desplomaron y nadie quería pelear. En este momento, la situación es tal que nuestro enemigo es el cuchillo, y yo soy el pez en la tabla de cortar[1]. Necesitamos encontrar una manera de retirarnos de Yangzhou y volver otro día para buscar venganza.
—En —respondió Zhou Yu—. La situación aún no está totalmente desprovista de esperanza, veamos cómo son las circunstancias antes de tomar una decisión. Vamos, no lo pienses, estoy aquí, y ya sea que vivamos juntos o muramos juntos, eso puede considerarse un asunto feliz.
Sun Ce se echó a reír. Abandonaron el patio y caminaron lentamente por el sendero bajo la luz de las estrellas hacia la tienda militar principal. Mientras caminaban, Sun Ce se detuvo repentinamente, el corazón de Zhou Yu latía con fuerza y se volteó para mirarlo.
Sun Ce apretó las manos con fuerza y no pudo dejar de sollozar. Zhou Yu no habló. Dio un paso adelante y lo abrazó; los dos niños se abrazaron con fuerza en la noche tranquila. Pronto, Sun Ce se echó a llorar y el sonido de su dolor resonó bajo el cielo nocturno.
En el tercer geng de esa noche, Sun Ce estaba profundamente dormido. Zhou Yu se cubrió con una túnica exterior mientras leía los informes militares bajo la luz de la lámpara de aceite.
Después de la muerte de Sun Jian, no había nadie para liderar este grupo de dragones. Durante un tiempo hubo una serie de asuntos de los que ocuparse, pero no había un comandante principal que se ocupará de ellos. En este momento, las tropas estaban estacionadas a setenta li de Jiangxia, Xiangyang se hallaba cerca a su izquierda, y el mensajero secreto que se dirigía a Shouchun con un informe militar para Yuan Shu aún no se había enviado. Era verdaderamente un caos.
Este era el momento más peligroso que las tropas de Changsha se habían encontrado hasta ahora. En el interior, sus voluntades estaban dispersas, y en el exterior su enemigo estaba observando cada uno de sus movimientos. Si se retiraban, Xiangyang, Gong’an y el resto de las regiones enviarían tropas para tender una emboscada, probablemente ni siquiera lograrían salir de Jingzhou antes de que todo el ejército fuera aniquilado.
Luchando, ninguna de las ciudades cercanas eran objetivos que pudieran ser tocadas. Xiangyang tenía doce mil soldados, mientras que Jiangxia poseía seis mil. El arte de la guerra decía que era necesario tener diez veces más fuerzas para sitiar una ciudad. Para conquistar Jiangxia, se necesitaban al menos sesenta mil soldados. Ahora Sun Ce tenía menos de cuatro mil disponibles, la mayoría de ellos aún no escuchaban sus órdenes. Si atacaban repentinamente la ciudad, sería equivalente a usar un huevo para romper una roca.
Era imposible escribirle a Yuan Shu pidiendo ayuda. La familia Sun ya se había peleado con Yuan Shu hacía mucho tiempo. Aunque no se habían separado abiertamente por completo, codiciaba a lo sumo a los hombres y caballos que Sun Jian dejó atrás. Incluso después de la anexión, tampoco se los entregaría a Sun Ce para que los comandara.
—¿Qué debemos hacer? —preguntó Sun Ce—. Tú me enseñas.
Sun Ce cerró los ojos, y se recostó en silencio en la cama de la tienda, y dijo:
—A veces, preferiría dejar estos problemas así, sin tener que preocuparme por nada, sin tener que hacer nada. Sería pacífico.
Zhou Yu dijo:
—Siempre hay una solución para todo. Los cielos a veces empujan a las personas a un callejón sin salida y, a menudo, les da la oportunidad de dar la vuelta. Depende de ti si puedes entender eso o no.
Sun Ce sonrió amargamente y pronunció:
—Entreguémonos, ya sea que nos rindamos a Liu Biao o Yuan Shu. Deséame suerte y enviaremos un mensajero mañana.
—¿Rendirnos? —preguntó Zhou Yu—. Tu propuesta ni siquiera merece consideración.
—Los soldados también son humanos —dijo Sun Ce—. Yo, sin embargo, estoy solo en el mundo, y no tengo más remordimientos ni cargas.
Zhou Yu replicó:
—Los generales pueden rendirse, pero tú no.
Zhou Yu pasó tranquilamente el informe militar a la página siguiente, sacó un mapa, perdiéndose en sus pensamientos mientras examinaba la geografía de las orillas del río. Después de un rato, dijo:
—Si se rinden, seguirán siendo generales, pero si te rindes, ¿crees que Yuan Shu te dejará serlo? Eso es solo el sueño de un tonto.
Zhou Yu dibujó un círculo en el mapa con un pincel y Sun Ce guardó silencio.
Al día siguiente, llegó el mensajero de Yuan Shu.
—Zhugong conoce la situación de la batalla aquí —dijo el mensajero—. Le gustaría pedir la opinión del general Sun y del resto de los generales.
Zhou Yu miró la orden de Yuan Shu y preguntó:
—¿Qué dijo el gran general?
—El gran general —dijo el mensajero—, por supuesto, está dispuesto a enviar tropas para ayudar. Ya había discutido con el general Ji Ling que el general Sun debería volver en secreto conmigo primero. El general ya tiene tropas estacionadas a las afueras de Jingzhou. Cuando llegue el momento, entregará una parte de las tropas al general Sun para que las dirija, y luego regresarán a pelear.
Sun Ce asintió y comentó:
—Después de todo, no es bueno tener una confrontación con Liu Biao.
—Exactamente —se rio el mensajero—. El gran general también dijo que el prefecto de Changsha falleció y que los asuntos del pasado están en el pasado. Las numerosas contribuciones de Wentai durante la campaña contra Dong Zhuo no se pueden olvidar, y el gran general todavía está dispuesto a respetar la memoria de Wentai.
—Muy bien —expresó Zhou Yu.
Zhou Yu reconoció a esta persona. Era miembro de la casa de Yuan Shu. Intimidaba a hombres y mujeres, y corría desenfrenado por Shouchun, incluso cometió algunos asesinatos.
Sun Ce respondió:
—Entonces déjame comunicar esto con el resto. Señor, por favor, espera un momento.
Salieron Zhou Yu y Sun Ce, y Sun Ce dijo:
—Iré con él.
Zhou Yu pensó por un momento y preguntó:
—¿Qué crees que dirá?
—Mitad verdad y mitad mentira —comentó Sun Ce—. En el camino, intentará atacarme. Después de asesinarme, coordinará la ayuda con Huang Gai, Cheng Pu y los demás. Pero él no puede matarme; entonces, todo lo que tengo que hacer es escapar y retirarme.
—Si yo fuera tú, no iría con él —sugirió Zhou Yu.
Sun Ce pensó por un momento, pero no dijo nada, solo lo miró a los ojos.
—Mátalo —dijo Zhou Yu—. No dejes una salida para nadie. Iré a hacerlo y después de un ke, llamarás a todos los generales aquí.
Sun Ce respiró profundamente, apretó los puños, temblando incontrolablemente, pero Zhou Yu ya había desenvainado su espada, se dio la vuelta y entró en la tienda.
Cuando entraron los generales, el mensajero ya había sido asesinado por la espada de Zhou Yu. Su cuerpo reposaba sobre la mesa, la sangre fresca goteaba por todas partes. Zhou Yu se sentó a un lado, limpiando la espada Chijun en su mano y ocupándose de sus propios asuntos.
—Yo personalmente maté a esta persona en nombre del difunto general Sun —declaró Zhou Yu solemnemente a los generales—. Este hombre no dijo más que tonterías. Hizo comentarios groseros al prefecto de Changsha y lo humilló. La carta está aquí, por favor, pásenla a los generales.
Nadie culpó a Zhou Yu, solo Huang Gai resopló enojado. Sin embargo, la persona ya había sido asesinada, ¿qué más se podía hacer? No se podía revivir a un hombre, y ahora, incluso si quisieran buscar refugio con Yuan Shu, no podrían.
—Ahora solo queda un camino —dijo Sun Ce—. Rendirnos a Liu Biao.
—Sun Ce —dijo Cheng Pu—, ¿crees que Liu Biao, que es tímido y astuto por naturaleza, aceptará la rendición de alguien que le guarda rencor por matar a su padre?
—No hay necesidad de rendirse realmente —explicó Zhou Yu—. Enviemos la cabeza del mensajero, y el general Cheng y el general Huang mandarán a un mensajero secreto de nuestro lado, diciendo que se ha producido un cambio en las tropas, y que ya han capturado a Sun Ce, y deseamos ofrecer a los dos a Liu Biao a cambio de la rendición de todo el ejército, ¿qué tal esto?
Era imposible rendirse a Huang Zu, pero Sun Jian nunca luchó directamente contra Liu Biao. Los dos lados no habían tenido ninguna enemistad entre sí, por lo que era difícil decirlo, pero tal vez Liu Biao aceptaría la rendición.
—¿Y luego qué? —preguntó Huang Gai, mirando a Zhou Yu.
—Luego escapamos a mitad de camino —explicó Zhou Yu—. Ya he arreglado todo. El condado Shu enviará barcos y tropas navales para encontrarnos, solo tendremos que movernos por el río.
—¿Funcionará? —preguntó Sun Ce.
Zhou Yu respondió:
—Hay que intentarlo, esta es la única oportunidad. Mientras que Liu Biao baje la guardia y se vuelva insensible y descuidado cuando acepte la rendición, entretanto nos dirigiremos hacia el sur, definitivamente pasaremos a Gong’an. Esperaremos los barcos en el muelle de Gong’an y luego iremos hacia el norte contra el río en dirección de Xiangyang.
»En este momento, es el mejor plan que tenemos.
—¿Cuándo llegarán los barcos? —preguntó Zhu Zhi.
—No lo sé —contestó Zhou Yu—. La carta ya fue enviada.
—¿Cuántos botes tienes? —Huang Gai resopló con frialdad—. ¿Son suficientes para llevarnos a todos?
Zhou Yu no respondió y miró el cadáver del mensajero. Después de un rato, los soldados entraron, sacaron el cuerpo a rastras y lo arrojaron. Los generales también se dispersaron y regresaron para discutir estrategias.
Algunos asistentes trajeron agua para lavar el suelo de la tienda. Sun Ce se hallaba tensando las cuerdas de un arco mientras Zhou Yu leía los informes militares como si nada hubiera pasado.
Feiyu ya había llevado la carta y a continuación, tenían que ver cómo iban las cosas con Lu Su. Zhou Yu nunca antes se encontró en una situación así, y cada uno de sus movimientos, su propio destino e incluso el de Sun Ce, estaban en manos de otra persona.
Afortunadamente, esa persona era Lu Su, y solo podía ser él.
La lluvia comenzó a caer nuevamente, y en medio del incesante golpeteo de las gotas, era como si el mundo se hubiera hundido en una oscura confusión. Al tercer día, Feiyu finalmente regresó.
—Envía a alguien para que entregue la carta a Liu Biao de inmediato —Sun Ce salió de la tienda y ordenó—: Haz exactamente como lo discutimos.
Por este lado, cuando le dieran la bienvenida al mensajero, Zhou Yu soltaría al halcón de ese lado. Huang Gai y los generales ataron a Sun Ce, y Zhou Yu agregó:
—Átame también.
Sun Ce dijo:
—Solo yo soy suficiente.
Zhou Yu insistió:
—No has llegado al punto en que todos te hayan abandonado. Inclúyeme como el general de asuntos militares de la izquierda[2], parecerá más creíble.
Después de que Huang Gai, Cheng Pu y el resto lo discutieron, también ataron a Zhou Yu. Huang Gai dijo:
—Zhou Yu, la vida de todo el ejército está en tus manos.
—No hay problema. —Zhou Yu les explicó mientras le ataban las manos—: Lu Zijing es hijo mayor de la renombrada familia Lu del condado Shu, y ha sido mi amigo desde la infancia. Él no me defraudará.
Sun Ce dijo:
—Golpéenme unas cuantas veces más, generales, y ahórrenle a Gongjin su castigo.
—¡Tú! —Huang Gai estaba bastante perdido.
Zhou Yu le sonrió a Sun Ce y dijo:
—Solo te gusta encontrar razones para ser azotado.
—Estoy feliz —comentó Sun Ce.
Zhou Yu tomó el látigo y lo azotó superficialmente varias veces. Sun Ce dijo:
—¿Estás tratando de dejarme picaduras de mosquitos? ¡Otra vez!
Huang Gai estaba entre la risa y las lágrimas. También hizo que Zhou Yu le amarrara las piernas y levantara el látigo, azotando duramente a Sun Ce tres veces. De repente, Sun Ce gimió, sus túnicas exteriores se rasgaron y su piel se abrió por eso. Zhou Yu no pudo evitar sentirse angustiado.
—El mensajero ha llegado —dijo Zhu Zhi al ingresar.
Huang Gai levantó a Sun Ce y a Zhou Yu, quienes estaban atados, apoyándose el uno contra el otro. Zhou Yu dijo:
—General Huang.
Huang Gai miró hacia atrás y Zhou Yu advirtió:
—Actúa como mejor te parezca.
Huang Gai asintió. Se enviaron tropas para proteger fuera de la tienda. Las túnicas de Sun Ce estaban hechas jirones y rasgadas, su rostro tenía rastros de barro y suciedad mientras se apoyaba en su compañero. Zhou Yu frunció el ceño profundamente y se inclinó para examinar las heridas en el cuerpo de Sun Ce, pero este susurró:
—Está bien. En un momento, asegúrate de actuar de manera convincente.
—Estoy pensando, ¿qué debemos hacer cuando salgamos de aquí con éxito? —dijo Zhou Yu—. ¿Volver al condado Shu primero?
Sun Ce preguntó:
—¿Qué opinas?
Zhou Yu tampoco pudo decidir. Sun Ce continuó:
—Cuando todos escapen del peligro, probablemente tampoco podré luchar más.
—¿Eso es lo que estás pensando? —Zhou Yu miró a Sun Ce a los ojos, y él simplemente sonrió amargamente. Zhou Yu sabía que Sun Ce se había sentido frustrado una y otra vez y ya se había cansado. Sin embargo, esto no era algo en lo que Zhou Yu pudiera persuadir en este momento, por lo que solo podía no mencionarlo por ahora.
Un rato después, la puerta de la tienda se abrió y Sun Ce rugió enojado:
—¡Rebelde!
Cheng Pu entró con una persona y pateó enojado a Sun Ce en la cara. Zhou Yu se sorprendió mucho y su rostro perdió todo color.
—¡Bofu!
La nariz de Sun Ce sangraba profundamente por esa patada, mientras que Zhu Zhi protegía al mensajero a un lado. El mensajero sonrió y dijo:
—Generales, esto es un gran logro.
Huang Gai resopló con frialdad y el mensajero preguntó:
—¿Cuándo los atraparon?
—Hace tres días —explicó Cheng Pu—. Este pequeño bastardo estaba inquieto. Quería cortarle la cabeza y presentarla al señor Liu, pero pensando en como eso no podría justificarse desde el punto de vista del gran general Yuan…
—¡Bien! —dijo el mensajero—. ¡Muy bien!
Zhou Yu miró al mensajero con una cara oscura, con una expresión llena de rabia.
Huang Gai gritó:
—¡¿Qué estás mirando?!
Huang Gai dio un paso adelante y abofeteó a Zhou Yu dos veces, hasta el punto de sangrar por la comisura de la boca, pero Zhou Yu no apartó la mirada. El mensajero, vestido con una armadura de cuero y sosteniendo un látigo, levantó la barbilla de Sun Ce para mirarlo, pero Sun Ce aprovechó la oportunidad para escupirle en la cara y se puso furioso de inmediato.
Cheng Pu y Zhu Zhi se adelantaron, dándoles a los dos otra brutal paliza, lo que provocó que Sun Ce se desplomara a un lado. Zhou Yu estaba preocupado y sus ojos se pusieron rojos. El mensajero dijo algunas palabras más, pidiéndoles que los observarán de cerca, y luego salió con Huang Gai para escribir una carta y discutir los términos de la rendición.
—¿Estás bien? —preguntó Zhou Yu—. ¿Bofu?
Sun Ce respondió:
—Esos golpes fueron realmente duros…
Sun Ce no podía dejar de toser, escupiendo saliva mezclada con sangre. Su boca se había partido por la golpiza, por lo que Zhou Yu giró su cuerpo y usó su hombro para limpiarle la cara. Sun Ce frotó su boca con fuerza en el hombro de Zhou Yu y luego se apoyó en él.