Zhou Yu frunció el ceño, mientras seguía a Cao Pi a los jardines oeste, vio a Zhen Mi hablando con una mujer noble de mediana edad.
—¿Eres Zhou Yu? —se rio la dama de inmediato.
Zhou Yu preguntó asombrado:
—¿Me conoces?
—¿No eres el hijo de Zhou daren? —La mujer noble era la esposa de Sun Jian y la madre biológica de Sun Ce y Sun Quan, la dama del clan Wu. Dio un paso adelante, tomó la mano de Zhou Yu y sonrió—: Te vi cuando eras pequeño, aiya, has crecido tanto. Cuando Ce'er está en casa, nunca para de hablar de ti. No esperaba verte aquí.
Un indicio de preocupación apareció en la frente de Zhou Yu, incluso cuando dijo:
—Saludos a la señora[1] Sun.
—Solo llámame tía[2] —dijo la dama de Wu.
Zhou Yu asintió, pero justo cuando estaba a punto de abrir la boca, recordó que Zhen Mi estaba a un lado y no se atrevió a decir demasiado. Tan pronto como la dama de Wu se dio cuenta, lo entendió, por lo que Zhou Yu encontró una excusa y preguntó:
—¿Dónde está didi?
—Didi está enfermo —dijo la dama Wu—. Ve a verlo, estaré allí más tarde.
Una sirvienta llevó a Zhou Yu al patio trasero de los jardines oeste, pero la expresión de la dama Wu se mantuvo como de costumbre, riendo y charlando ociosamente con Zhen Mi.
En las habitaciones del patio trasero, un niño estaba acostado con la cara enrojecida. Tenía aproximadamente la misma edad que Cao Pi, y su frente ardía por la fiebre.
—Un escalofrío ha invadido su cuerpo —dijo Zhou Yu.
Eran los mismos síntomas que él mismo había contraído en su viaje anterior. Cao Pi se desplomó a un lado de la cama y ahora le dio a Zhou Yu una mirada, diciendo:
—Eres demasiado asombroso, ¿incluso sabes cómo diagnosticar la enfermedad de alguien? Todo lo que necesitas es levantar los párpados, ¿y sabrás qué enfermedad tiene?
Antes de que Zhou Yu emprendiera su viaje, Lu Su le empacó especialmente cuatro paquetes de medicamentos que se prepararon para que los llevara con él. Sin embargo, la salud de Zhou Yu era buena y no los había tocado, por lo que le dijo a Cao Pi:
—Ve a mi habitación y trae los paquetes de medicamentos que están en la parte superior del estante.
Mientras hablaba, Zhou Yu acarició la cabeza de Sun Quan y dijo:
—Está bien, después de tomar la medicina, te sentirás mejor.
Sun Quan se acostó en la cama, jadeando, con los labios de un rojo brillante. Zhou Yu pensó que había sido afectado por el viento en el camino hacia aquí. Cuando los niños pequeños se enfermaban, para los adultos siempre era insoportable de ver. Pronto, Cao Pi regresó con la medicina y Zhou Yu la coció en la habitación, intercambiando la medicina que el subordinado de Yuan Shu había preparado para Sun Quan por la del monje mudo. Esa misma noche[3] la vertió en la garganta de Sun Quan.
La dama de Wu acudió a ver cómo estaba, por lo que Zhou Yu le habló de la situación actual mientras estaba dentro de la habitación. El rostro de la dama era serio, y al enterarse de la noticia no dijo una sola palabra. Finalmente, preguntó:
—Yu'er, ¿tienes una forma de salir de la ciudad ahora mismo?
—Le pedí a Feiyu que entregara una carta —Zhou Yu dijo—: Todavía tengo que quedarme en Shouchun estos días para evitar contratiempos.
—Está bien —suspiró la dama de Wu—. El temperamento feroz de este padre e hijo... Está bien, ahora lo sé. Feiyu es más rápido de lo que un humano puede viajar, y definitivamente podrá alcanzarlo.
Zhou Yu también estaba muy preocupado. Mientras cuidaba de Sun Quan, también se preocupaba por cuándo Yuan Shu haría su movimiento. Lo único que temía era que Feiyu llegara demasiado tarde, lo que ocasionaría un baño de sangre.
Cao Pi palmeó a Zhou Yu en el hombro y dijo:
—No te preocupes, todo estará bien.
Zhou Yu comenzó a sonreír y Cao Pi continuó:
—¿Sabes cómo tratar las migrañas[4]?
Zhou Yu respondió:
—No, ¿por qué? Mis habilidades médicas se limitan a enfermedades comunes y heridas externas.
Cao Pi no sabía qué hacer. Luego de pensar un rato, dijo:
—Mi padre tiene migrañas muy fuertes.
Zhou Yu pensó por un momento y dijo:
—Escuché que hay un médico famoso que viaja por el mundo, su nombre es Hua Tuo. Si puedes encontrarlo, quizás haya una manera.
Cao Pi preguntó:
—¿Cuándo me sacarás?
Zhou Yu respondió:
—Paciencia, primero tengo que encontrar un ayudante para poder sacarte de la ciudad, al lado de tu padre.
Cao Pi cuestionó:
—¿Sun Ce es el ayudante?
Zhou Yu no respondió.
Cao Pi:
—Parece que ya es difícil proteger sus propias vidas. ¿Realmente podrá llevarme fuera de la ciudad? Si no es así, tendré que encontrar otra manera.
—¿Qué puedes hacer? —Zhou Yu ya estaba familiarizado con Cao Pi, y cuando charlaban, nunca le había importado la diferencia de edades. Se burló—: ¿Crees que puedes caminar solo al campamento de tu padre? Es probable que no puedas identificar el sitio donde se encuentra.
—Ai —suspiró Cao Pi—. Los asuntos del mundo mortal, tanto felices como tristes, son como el rocío de la mañana, que se desvanece bajo el sol, y los años que han pasado han sido dolorosos… Una lástima, una lástima.
Zhou Yu:
—… ¿Quién te enseñó esto?
—Mi padre.
Sintiéndose como si hubiera perdido ante Cao Pi, Zhou Yu comentó:
—Espera un poco más, debe haber una manera. No podemos actuar precipitadamente.
Cao Pi asintió, indicando que entendía.
Justo en ese momento, Sun Quan se despertó.
—Gran… hermano mayor... —Sun Quan jadeó para levantarse, Zhou Yu apresuradamente presionó sus pequeños hombros y le pidió que se recostara de nuevo.
—¿Le has enviado una carta a mi hermano? —preguntó Sun Quan.
Zhou Yu sabía que Sun Quan probablemente había escuchado lo que acababa de decir, así que lo consoló:
—Feiyu se ha ido, Feiyu es más rápido que un ser humano, tu madre lo dijo.
Entonces Sun Quan asintió y dijo:
—Gracias…
Cuando Zhou Yu vio que Sun Quan todavía estaba frunciendo el ceño, pensó que tampoco se sentía cómodo con esto. Entonces pensó: «¿cómo es que todos estos niños ahora tienen almas tan viejas?».
Pasó la noche y cuando amaneció, la enfermedad de Sun Quan mejoró un poco. Su frente ya no estaba caliente, y fue solo entonces cuando Zhou Yu regresó a su habitación para dormir. Durante varios días, no recibieron noticias y Feiyu tampoco regresó, lo que lo preocupó aún más. No se atrevió a acercarse demasiado a la dama de Wu. Un día, cuando vio que no había nadie en la habitación de guerra, se arriesgó y entró. Se movió para hojear los informes militares en el escritorio del asesor, solo para descubrir que Yang Hong todavía guardaba rencor, porque esas provisiones todavía se mantenían y aún no se habían enviado.
Entonces, Zhou Yu tuvo la audacia de copiar a Yang Hong al aprobar los documentos, antes de guardarlos en el fondo del montón para enviarlos.
Después de guardarlo, Zhou Yu repentinamente estalló con sudor frío en su espalda, salió rápidamente, pero se topó con una persona de frente en el pasillo.
—Este pequeño xiongdi, puedo preguntar —dijo cortésmente el hombre, y los dos se quedaron atónitos cuando se encontraron cara a cara.
—¿Zilong?
—¿Gongjin?
Zhou Yu preguntó:
—¿Cómo es que estas…?
Zhao Yun respondió:
—Zhugong me envió aquí para traer una carta al general Yuan. Hoy, esperé un día completo, pero él está ocupado discutiendo asuntos, así que no pudo reunirse conmigo…
Zhou Yu inmediatamente tuvo una idea y preguntó:
—¿Viniste aquí solo?
—Con el hijo del general Sun, Bofu —respondió Zhao Yun—. Está con el general Yuan en el salón.
Zhou Yu y Zhao Yun esperaban bajo los aleros del pasillo. Un segundo después, Feiyu voló desde el techo, aterrizando sobre los hombros de Zhou Yu.
Los gritos enfurecidos de Yuan Shu llegaron desde el interior del salón, así como el sonido de una taza rompiéndose; claramente, estaba desahogando un torrente de ira contra Sun Ce y su padre. Zhou Yu respiró hondo. Parecía que eso no se iba a poder resolver pronto, por lo que le dijo a Zhao Yun:
—Zilong xiong, ¿puedes ayudarme con algo?
Zhao Yun respondió:
—Por favor, habla libremente sin temor a consecuencias.
Cuando Zhou Yu vio a Zhao Yun, tuvo una idea: si iba a buscar un ayudante, Zhao Yun era obviamente el mejor que había, porque nadie sospecharía de él.
—Te llevaré a conocer a un joven amigo. —Zhou Yu decidió resolver primero el asunto de Cao Pi. Sun Ce había llegado, lo que significaba que ya había recibido la carta. Sun Jian no había venido, lo que equivalía a que las cosas aún estaban bajo su control.
Entonces, Zhao Yun siguió a Zhou Yu a través del patio trasero, hacia los jardines, y la escena que vio frente a sus ojos fue a dos niños dando tumbos y peleando en el lodo.
—¡Fuiste criado por un bastardo![5] —rugió Sun Quan.
Cao Pi gritó:
—¡Apúrate y llama a Su Majestad!
Zhou Yu rugió:
—¡Basta!
Los dos corrieron hacia delante, cada uno agarrando a un niño y separándolos. Zhao Yun agarró a Cao Pi y Zhou Yu tomó a Sun Quan. Los rostros de los dos niños todavía estaban rojos por el esfuerzo, y Zhou Yu estaba al límite de su ingenio para saber cómo lidiar con ellos.
—Este joven... amigo —le dijo Zhou Yu a Zhao Yun—, te lo entrego a ti ahora, ustedes dos se acercarán.
Zhao Yun preguntó:
—¿Qué asunto te hizo entrar en una pelea así? ¡¿Cómo puedes usar tus puños sin siquiera intercambiar algunas palabras primero?! Ven conmigo.
—¡¿Qué vas a hacer!? —Cao Pi luchó, negándose a escucharlo.
Zhao Yun respondió:
—Te voy a dar una lección.
Zhou Yu miró a Cao Pi, y en el momento en que sus miradas se encontraron, Cao Pi supuso vagamente que Zhao Yun era el ayudante al que Zhou Yu había invitado, por lo que dejó de luchar y siguió a Zhao Yun para lavarse la cara.
Por su parte, Zhou Yu llevó a Sun Quan adentro y se lo entregó a la dama de Wu. Cuando salió y regresó a la habitación, vio a una persona parada en el jardín, quien, sin decir una sola palabra, saltó hacia él, agarrándolo con fuerza en un abrazo.
En ese momento, la visión de Zhou Yu casi se puso negra[6] y dijo:
—Gracias a los cielos y a la tierra, finalmente estás aquí.
—Por suerte, recibí tu carta —manifestó Sun Ce—. Mi padre estaba a punto de movilizarse y venir.
Zhou Yu apretó los dientes y escupió su pregunta:
—¿De qué discutían exactamente ustedes dos?
Sun Ce dijo:
—Tengo el sello imperial, pero no se lo entregué.
En ese instante, Zhou Yu se quedó congelado.
—Un ciudadano no es culpable por su propia voluntad, pero si lleva el jade, entonces será declarado culpable. Debes entregar el sello de jade de inmediato.
—Estás bromeando…
—¿Cuánto tiempo te he estado esperando aquí? ¿Quién está bromeando contigo? En este momento, nadie debería haber regresado, ¡las cosas estarían bien si no hubieras regresado! ¡Yuan Shu odia a tu familia Sun hasta el fondo desde hace mucho tiempo!
—Mi padre me pidió que viniera para resolver este asunto por completo. No le daré el sello de jade imperial. De esa manera, puedo garantizar que no podrá conseguirlo, por lo que será fácil…
—¡Resolverlo por completo! ¡Qué broma! ¿Crees que Yuan Shu te escuchará? ¡¿Si te atrapa, no te registrará?!
—Zhou Gongjin, pensé que dirías algo más, ¿no puedes decir algo agradable?
—Aquí estaba yo, preocupado por ti, ¿quién te crees que eres?
—Tú... ¡Detente! ¡Zhou Gongjin! ¡¿Es así como tratas a la persona que te salvó la vida?!
—Ustedes… ¡Dejen de pelear! —Sun Quan gritó—: ¡Voy a llamar a mi madre!
Zhou Yu retorció las solapas de Sun Ce, empujándolo contra un pilar, apretó los dientes y habló:
—No sabes lo peligrosa que es la situación de tu familia Sun ahora…
—¡Cállate! —dijo Sun Ce furiosamente—. Estás en mi contra ahora, ¿verdad…? ¡Zhou Yu!
Sun Ce empujó a Zhou Yu con fuerza. Al ver qué las cosas no iban bien, Sun Quan se echó a correr. Zhou Yu y Sun Ce comenzaron a golpearse mutuamente en el jardín, pero Sun Ce se dio cuenta de que no debería luchar contra Zhou Yu, así que gritó:
—¡Estás loco! ¡Ya no pelearé!
Zhou Yu agarró a Sun Ce hacia arriba un par de veces, tratando de que se pusiera de pie, pero Sun Ce solo siguió jalando hacia abajo. Por fin Zhou Yu no pudo soportar más, tiró del cinturón de Sun Ce y le dio una patada por detrás.
Con un huala, Sun Ce cayó al estanque, salpicando unas cuantas veces, luciendo avergonzado en el agua mientras se levantaba y gritaba furiosamente:
—¡Ya veo, quieres venganza!
Zhou Yu no habló, se quedó de pie en la orilla, mirándolo. La escena sorprendió a muchos espectadores. Incluso la dama Wu salió y le dijo fríamente a Sun Ce desde la distancia:
—¡Ce'er! ¡¿Qué estás haciendo?!
Zhou Yu estaba parado al lado del estanque, mirando a Sun Ce, pero no extendió la mano. Sun Ce buscó a tientas en su túnica un poco, sintiendo que algo estaba mal. Sin embargo, las cejas de Zhou Yu se elevaron ligeramente, y fue solo entonces que Sun Ce lo entendió.
Zhou Yu extendió su mano y sacó a Sun Ce del agua. Sun Ce miró atrás, hacia el estanque, y no dijo nada más.
Un shichen más tarde, el incienso se encendió en la habitación de Zhou Yu y el humo ligero se elevó por el aire. Zhou Yu estaba leyendo en el escritorio, mientras Sun Ce se sumergía en la bañera, suspirando de mucho cansancio.
—No hay necesidad de esperarnos más —dijo Zhou Yu a las sirvientas fuera de la habitación.
—Sí, daren,[7] oficial de los registros.
Cuando las sirvientas se fueron, cerraron las puertas, y fue solo entonces cuando Zhou Yu dejó su libro y se acercó a limpiarle la espalda a Sun Ce. La fuerte y esculpida espalda de Sun Ce estaba expuesta fuera de la bañera y sus jóvenes músculos estaban bien definidos, su cabello mojado. Zhou Yu preguntó:
—Esta vez, ¿cuánto tiempo te quedarás en Shouchun?
Sun Ce respondió perezosamente:
—Me iré después de que celebremos el día quince del primer mes[8]. Mi padre me pidió que...
Cómo era invierno, el vapor salía del agua caliente y en el cuello y la espalda de Sun Ce se acumulaban gotas de agua y sudor. Zhou Yu sumergió su dedo en el agua y escribió cuatro palabras sobre el hombro desnudo de Sun Ce: las paredes tienen oídos.
Sun Ce continuó:
—… viniera aquí para que envíen a las tropas de Changsha a sitiar Chang'an después del Año Nuevo.
—En —respondió Zhou Yu suavemente—. Entonces descansa bien estos próximos días.
Sun Ce alzó la mirada para ver el alero del techo, donde la esquina de la túnica de alguien pasó como un relámpago. Luego movió su mano para que descansara frente a él, mientras Zhou Yu exprimía el jugo verde de las hojas de langosta[9] para limpiarle la espalda. Sun Ce palmeó suavemente el dorso de la mano de Zhou Yu en señal de que podía estar tranquilo.
Con el sonido del agua, Zhou Yu se arremangó de nuevo y se sentó en el pasillo exterior mientras limpiaba el barro de las botas marciales de Sun Ce. Con un huala, Sun Ce salió del agua y se quedó completamente desnudo en la entrada.
Zhou Yu rugió enfurecido:
—¡Ve a ponerte ropa!
Zhou Yu se levantó y se arremangó las mangas para golpear a Sun Ce, pero Sun Ce rápida y ágilmente se levantó, y agarrando su bata, se la puso con unos pocos movimientos veloces y escapó.
Esa noche, Sun Ce llevó a Zhou Yu a presentar sus respetos a la dama de Wu, como una reunión formal. Zhou Yu sabía que Yuan Shu definitivamente sospechaba de él. Cuando Sun Ce regresó, luchó ferozmente con él, lo que equivalía a decirle a Yuan Shu que en realidad era una persona de la familia Sun.
Esto significaba quedarse atrapado en el barco de la familia Sun, pero también tenía algún beneficio: servía como una pequeña advertencia. Fuera como fuera, el padre y el hijo de Sun todavía tenían a alguien en la mansión del gran general Yuan Shu para realizar las tareas por ellos. Sin importar los medios que Yuan Shu quisiera usar para lidiar con Sun Ce, esos medios no podían ser demasiado descarados.
La conversación entre Sun Ce, su madre y su hermano pequeño Sun Quan no era más que cómo había comenzado el frío invernal, cómo estaba la salud de Sun Jian, cuánto comía, si estaba en algún problema y otros asuntos triviales que tenían relación con las tropas. No se mencionó cosa relacionada con el sello de jade imperial o Yuan Shu. En ese momento, el sello de jade se había hundido en el estanque fuera del pequeño patio lateral donde vivía la dama Sun, Zhou Yu lo había logrado sin que nadie lo notara.
En las profundidades de la noche, Sun Ce y Zhou Yu regresaron a la habitación a través del pasillo. Sus zuecos de madera hicieron un ligero ruido en el suelo del pasillo. Una luna creciente apareció sobre las montañas distantes, y Sun Ce podía sentir los ojos ocultos por todas partes observándolos.
—Después del Festival de Shangyuan[10], vayámonos juntos —dijo Sun Ce con seriedad.
—¿A dónde? —Zhou Yu preguntó—: ¿Changsha?
Sun Ce pensó por un momento y respondió:
—Wujun.[11]
Zhou Yu comentó:
—Creo que Shouchun es bastante bueno.
Con una sonrisa, Sun Ce levantó a Zhou Yu en un brazo. Zhou Yu protestó:
—Bájame rápidamente, ¿cómo piensas que se ve esto?
Un hombre alto y robusto, abrazando a otro, corriendo por el pasillo; Zhou Yu estaba entre la risa y el llanto. Sun Ce luego dijo:
—¿Sabes cómo nuestro ejército de Changsha recluta a hombres fuertes para el servicio militar? Bueno, no se puede evitar, no fuiste…
»Primero es así… luego te amarran firmemente y te tiran al lomo del caballo...
—¡Suéltame! ¡Sun Bofu! —gritó Zhou Yu enojado.
Justo cuando Sun Ce se estaba burlando de él, escucharon sonidos en el pasillo cuando varías personas se acercaron. Los dos se separaron apresuradamente. La persona que iba al frente iluminó una pequeña parte del pasillo con una linterna.
—Zhugong[12]. —Zhou Yu se apresuró a saludar.
—Wu. —No había alegría ni ira en el rostro de Yuan Shu. Cuando Sun Ce levantó la mirada, vio que había mucha gente. Yuan Shu, Yuan Shao, Yang Hong y varios consejeros y generales bajo el mando de Yuan Shu. Todos estaban parados en el pasillo.
—Tío. —Saludó Sun Ce.
Yuan Shao dijo con una sonrisa—: Ustedes dos realmente tienen una relación tan buena, je, je.
—Por favor, disculpe nuestro comportamiento —respondió Zhou Yu con suavidad—. Mi padre y el tío Sun se conocían anteriormente.
Yuan Shu simplemente hizo un gruñido, con una sonrisa falsa:
—Se hace tarde, descansemos temprano.
Zhou Yu asintió, esperando que pasara el grupo. Cuando Yuan Shu pasó, le rozó el hombro y dijo:
—A partir de mañana, no tienes que ir a la Oficina de Registros. Cuando comience la primavera, habrá un nuevo trabajo para ti. Joven, será mejor que trabajes duro.
—Sí —respondió Zhou Yu. Yuan Shu le dio una palmada en el hombro y de repente sintió un aura asesina. Cuando se enderezó, vio que todos lo miraban.
Yuan Shu ni siquiera se molestó en hablar con Sun Ce y se fue solo. La boca de Sun Ce se crispó, aparentemente alguien había ofrecido su opinión sobre él a sus espaldas, y la expresión de Sun Ce parpadeó mientras arrastraba a Zhou Yu de regreso a la habitación.
De vuelta en la habitación, hubo otro ruido suave en el techo. Ninguno de los dos levantó la cabeza y Sun Ce como si no pasará nada, se sentó en la cama con una sonrisa. Se quitó los zuecos de madera, cruzó las piernas y se movió para hervir un poco de agua para hacer té mientras decía:
—La mansión del general nunca te privará de comida, así que cualquier comida sabrosa que tengas, ofrécele ahora.
Zhou Yu señaló casualmente debajo de la cama y dijo:
—Hay pasteles de té en la caja.
De un vistazo, Sun Ce detectó que la caja había sido alterada. Antes de salir, vio con sus propios ojos a Zhou Yu haciendo una marca, y luego de mirar a sus alrededores, estaba claro que habían registrado toda la habitación. Pensó en cómo Yuan Shu y Yuan Shao se habían encontrado con ellos antes, y entendió que probablemente fueron ellos quienes enviaron a la gente a buscar, pero aún no estaban convencidos, por lo que tuvieron que venir y mirar en persona.
La expresión de Sun Ce no era muy agradable, pero Zhou Yu sonrió levemente. Se ajustó un poco las mangas, se sentó, levantó el agua hirviendo y preparó el té para Sun Ce.
—¿Eres infeliz ahora? —Las cejas de Zhou Yu se movieron.
—Justo ahora, ¿cómo lo llamaste? —Sun Ce parecía molesto y no sabía qué pequeña queja tenía en este momento.
Zhou Yu respondió:
—No recuerdo cómo me dirigí a él, ¿qué tal si te llamo zhugong?
Sun Ce negó con la cabeza un poco impotente, y los dos estaban en silencio mirando la tetera. Después de beber té, Zhou Yu bostezó y dijo:
—Sírvete, tengo sueño.
Sun Ce dijo:
—Vamos a dormir juntos.