Las nubes oscuras se disiparon y la luz del sol de la tarde cayó a raudales.
Mientras Zhou Yu se lavaba las manos, escuchó la discusión que venía del salón de té.
Era la voz de Sun Ce:
—Anoche tuve una conversación con Gongjin y considerando las circunstancias actuales parece que no sería favorable quedarnos aquí por mucho tiempo. Incluso si el condado Shu no muestra preocupación al respecto, no es una estrategia viable a largo plazo.
Zhou Yu guardó silencio mientras colocaba la tetera debajo del pico de bambú para llenarla de agua y observaba cómo las mariposas revoloteaban entre las flores.
—¿Qué tienes planeado? —Huang Gai preguntó—. Zhou Yu te dio prioridad como su señor, y tal vez no todos tengan el mismo pensamiento. Pero eres impulsivo y rápido para actuar, por lo que debes pensar las cosas antes de hacerlas. Nosotros, los tíos, no te hemos mencionado esto, pero debes tener cuidado.
Sun Ce se quedó en silencio por un momento y luego continuó, como si hubiera tomado una decisión.
—Ha llegado la carta de Yuan Shu y yo también lo he decidido. Generales, levanten el campamento y partan, regresaremos a Shouchun.
—¿Realmente lo has reflexionado? —preguntó Cheng Pu.
—En. —Sun Ce asintió con la cabeza mientras observaba la figura de Zhou Yu en el patio. La tetera estaba llena hasta el borde y el agua goteaba lentamente creando un sonido constante. Zhou Yu mantenía los brazos cruzados dentro de sus mangas y no se volvió para mirar hacia atrás.
—Gongjin tenía razón —dijo Sun Ce, dejando escapar un suspiro—. Yuan Shu solo me teme a mí, Sun Ce. Si ustedes, los generales, se comprometen a servirle a él, definitivamente serán tratados con generosidad. Y hoy, mi familia en Changsha está sin hogar y en la indigencia, sin un hogar para cruzar el umbral, sin mencionar la situación actual de este mundo, sin un lugar para descansar. Sería mejor mantener sus fuerzas y unirse a las tropas de Yuan Shu. Permítanme tiempo para redactar una misiva —pronunció, mirándolos a los ojos, uno por uno—, para que pueda soltar mi control sobre este poder militar y esconderme en la montaña Gu. Generales, cuando Yuan Shu los tome bajo su mando, recuerden no mencionarme demasiado. Solamente digan que mi corazón era como ceniza y que no tenía deseos de vengarme. Simplemente quería ser una tortuga escondida en su caparazón en la montaña Gu, a orillas del lago Chao, y eso será suficiente.
Sun Ce todavía se burlaba de ellos, pero nadie se rio. Continuó:
»En cuanto a cambiar las lealtades a Yuan Shu, cuanto antes lo hagan, mejor. Lo que hagas después de eso, permitiré que los tíos se encarguen de manera conveniente. Yuan Shu es un hombre que pierde de vista su objetivo debido a la codicia, y también es mezquino…
Zhou Yu habló desde dentro del patio:
—Yuan Shu ha obtenido el sello imperial y, con su personalidad, elegirá un día y se declarará emperador.
En el salón de té, nadie tenía una respuesta a eso. Zhou Yu entró con la tetera y la puso en la estufa, y dijo con seriedad:
—Quien se proclame emperador en la situación actual será acusado de traidor a todos. Las respiraciones de Yuan Shu están contadas. Todo lo que tenemos que hacer es esperar a que provoque su propia desaparición, antes de que podamos aprovechar la oportunidad y conquistar a Shouchun.
»Y aunque los generales aquí se habrían unido a Yuan Shu —comentó Zhou Yu—, me imagino que ninguno de ustedes está al mismo nivel de basura que ese bastardo. Aquellos que recorren caminos diferentes no podrán elaborar planes juntos, por lo que todo lo que deben hacer es ocultar sus habilidades y aguardar el momento oportuno, esperando a que llegue el edicto de Sun lang.
—Exactamente —respondió Sun Ce—. Oculten sus habilidades y esperen su momento. Traigan a cuatro mil personas y una carta a Yuan Shu. Dejen a cien personas conmigo en el condado Shu, eso será suficiente. ¿Qué les parece este plan?
Feiyu se fue y regresó, y el día que las tropas de Changsha levantaron el campamento y partieron, Cheng Pu y el resto tenían los ojos enrojecidos. Aunque el plan de Zhou Yu parecía completamente impecable, todo en este mundo era capaz de sufrir un sinfín de cambios y nadie sabía lo que les esperaba en el futuro. Después de que el grupo se despidió de Sun Ce, dirigieron la fuerza principal de las tropas de Changsha lejos de la montaña Gu.
Zhou Yu y Sun Ce caminaron lentamente por el sendero de la montaña. El aire otoñal era claro y fresco, y el viento de la montaña susurraba entre los árboles. En los últimos días, Sun Ce había hablado muy poco, tan poco que estaba casi mudo. A veces, Zhou Yu incluso sospechaba que Sun Ce quería permanecer en la montaña Gu, liberarse de las pasiones y los deseos del reino de los mortales e ir a practicar la meditación con el monje mudo. Pero después de que tomó una decisión, todo su ser era como una hoja en la nieve del invierno, que gradualmente volvía a cobrar vida.
—Sun lang —dijo Zhou Yu.
—Llámame «oye» —contestó Sun Ce desde el frente, donde caminaba sin siquiera voltear. Había un atisbo de sonrisa en su voz—. ¿Por qué estás tan distante? Todos los demás me llaman Sun lang, ¿y estás siguiendo su ejemplo al llamarme así?
Zhou Yu comenzó a reírse. Sun Ce se dio la vuelta, lo miró y preguntó:
—¿Quieres ir a volar cometas?
—Está bien —Zhou Yu asintió y, Sun Ce levantó sus cejas. Compró una cometa en el mercado junto al lago. Al igual que cuando eran pequeños, Sun Ce tiró de la cuerda y caminó al frente, mientras que Zhou Yu soltaba la cometa directamente hacia el cielo azul.
—Voy a decir algo, que no te gustará escuchar —dijo Zhou Yu.
—¡Dilo! —Sun Ce tiró de la cuerda, observando atentamente la cometa volar en el cielo.
Zhou Yu pronunció:
—Los generales de tu padre son como una facción de Jianghu. Si las cosas continúan de esta manera, no será apropiado a largo plazo.
—El anciano nunca pensó que moriría —dijo Sun Ce, girando la cabeza y mirando a Zhou Yu—. ¿Entiendes?
Cuando escuchó a Sun Ce hablar de esta manera, Zhou Yu finalmente supo que ya había decidido seguir adelante.
El dolor y la pena de Sun Ce parecieron calmarse más rápido que los suyos. En ese entonces, cuando su padre murió, Zhou Yu había usado tres años completos para cambiarse a sí mismo, antes de lograr superar ese incidente. Pero Sun Ce ya podía sonreír en este momento.
—El ministro no es el ministro, mientras que el maestro no es un maestro —expresó Sun Ce—. Desde que reunió un ejército y comenzó a servir a la corte imperial, las cosas han sido así. Era como el hermano mayor de una facción, y llamaba hermanos a sus subordinados, haciendo que ninguno de ellos estuviera dispuesto a inclinarse ante otro, y solo él podía mantenerlos bajo control. Cuando todavía estaba aquí, eso funcionó bien, pero ahora que ya no está, dejó un desastre para que yo lo limpiara, por lo que están surgiendo todas estas malas prácticas.
—¿Cómo planeas manejar esto? —preguntó Zhou Yu.
Sun Ce levantó la vista. La cometa ya estaba volando alto en el cielo, por lo que le entregó la cuerda a Zhou Yu y habló:
—Ya que hiciste esa pregunta, está claro que hace mucho se te ocurrió un plan.
—Tus subordinados —indicó Zhou Yu—, incluye mucho más que solo ellos. Si este plan sale bien, debes comprender que eres el joven maestro de Changsha, por lo que no puedes repetir los errores de tu padre.
Sun Ce asintió y Zhou Yu continuó:
—Un señor es un señor, mientras que los subordinados son subordinados. Ya que has entendido, entonces comencemos conmigo.
Zhou Yu tenía un atisbo de sonrisa en su rostro mientras hablaba. Originalmente, pensó que Sun Ce se congelaría por un momento, pero no esperaba que respondiera con su rostro brillante y sereno:
—No.
Zhou Yu:
— …
—Solo que en este asunto —dijo Sun Ce—, no puedo comprometerme.
Zhou Yu estaba desesperado tratando con él, quien simplemente se dio la vuelta y dijo:
—Pero no te preocupes, sé qué hacer.
Como Sun Ce había dicho eso, Zhou Yu no podía hacer nada más que confiar en él. Después de todo, no deseaba que Sun Ce siguiera completamente cada palabra que decía. Al menos, con cosas en las que pensar, su estado de ánimo mejoraría lentamente, al igual que en el pasado, cuando el padre de Zhou Yu había muerto, Sun Ce había pasado todos los días sin decir nada, simplemente haciéndole compañía a su lado.
Sabía que a veces, aunque Sun Ce lo mencionara, no estaría feliz de vivir el resto de su vida en el condado Shu. En solo unos días, el nudo en su corazón se había deshecho lentamente y comenzó a actuar como un gran mono nuevamente, jugando y causando problemas. Llegó el solsticio de otoño de otro año, y ya había aparecido una carta secreta de Shouchun. Cheng Pu y el resto cambiaron su lealtad, y Yuan Shu estaba muy complacido. Había dispuesto puestos para ellos de inmediato, y también envió dinero y raciones para aplacar a Sun Ce, junto con una carta en la que lo persuadía de abandonar la montaña una vez más y ser un oficial militar. Sun Ce sabía que esto era una trampa para atraer al enemigo. Si fuera a la mansión de Yuan Shu para tomar una posición, ¿cómo saldría de allí con vida? Con eso, tuvo una discusión con Zhou Yu, y Zhou Yu dictó mientras Sun Ce escribía sus vocablos, respondiendo con mil palabras. La esencia general era que necesitaba presentar sus respetos a su padre durante tres años y no podía abandonar ese deber; luchó toda su vida y ya le habían brotado canas a una edad tan temprana. A partir de hoy, su cuerpo estaba lleno de heridas y su corazón se hallaba agotado. Solo permaneciendo en el condado Shu podría realmente sentir un momento de paz.
Zhou Yu todavía no estaba muy satisfecho, pero no tuvo más remedio que enviar esa carta en su nombre. Sun Ce dobló la hoja y respondió con una sonrisa:
—Realmente pienso eso.
—¿Piensas qué? —preguntó Zhou Yu, guardando la caja de tinta.
Como si ya lo hubiera meditado, Sun Ce respondió:
—Cuando estaba peleando en Luoyang y Changsha, a menudo pensaba en tu casa, así que cuando me dijiste que dejara que mi madre y la tuya vivieran juntas, no respondí con nada más, pero fue un acuerdo voluntario.
»No importa cuán grande sea el mundo —sonrió Sun Ce, guardando la carta—, solo este lugar es un hogar. El resto del mundo no es más que un sitio temporal de descanso, y solo las olas azules del lago Chao y las hermosas vistas del monte Gu pueden traer paz a mi corazón.
Zhou Yu contestó:
—El paisaje aquí es realmente pintoresco. Durante la dinastía anterior, la gente solía decir que esta era una tierra de abundancia, que no fue tocada por las llamas de la guerra, incluso durante la dinastía Qin. Pero solo podemos discutir esos asuntos después de que hayamos terminado con nuestra batalla, ya que la tierra amable es la caída de los héroes. Después de este año, no debemos tardar mucho aquí.
—¿De quién es la tierra amable? —preguntó Sun Ce, sonriendo.
Zhou Yu envió una copa de madera volando hacia él, que esquivó ágilmente. Le arrebató la taza, pero el agua le salpicó la cabeza y se rio mientras salía por la puerta para entregarle la carta a un mensajero. La dama Wu y la matriarca Zhou parecían estar completamente fuera de los asuntos de ambos. Sun Ce originalmente quería ayudar a Zhou Yu a organizar el negocio familiar durante su tiempo aquí, pero cuando encontró un libro de cuentas, descubrió que casi todos los campos y puestos de seda habían sido liquidados, dejando atrás algunas decenas de acres de tierra ancestral y menos de mil taeles de plata.
Sun Ce cuestionó:
—¿Vendiste todas las propiedades que te heredaron tus antepasados?
Zhou Yu tenía un brazo envuelto alrededor de Sun Quan mientras le enseñaba a escribir. Levantó la cabeza ante eso y lo miró, respondiendo:
—¿Todavía no están todos los campos ancestrales?
Sun Ce respondió:
—¿En qué gastaste todo el dinero?
—Comprando barcos, entrenando tropas y reuniendo soldados —explicó Zhou Yu—. Se lo entregué todo a Lu Zijing.
Sun Ce sostuvo el libro de cuentas y se quedó allí durante un largo rato sin hacer ruido, luego se giró para buscar en los informes sobre el funcionamiento del ejército que Lu Su había enviado todos los meses. Los analizó por un momento, luego a Zhou Yu, y después volvió al informe.
—¿Qué estás mirando? —Zhou Yu no sabía lo que estaba tratando de hacer—. ¿Hay algo en mi cara?
—Lu Zijing es un hombre talentoso —se rio Sun Ce, pero cuando volvió a mirar el informe, parecía haber algo goteando de su ojo a la página. Luego guardó el libro y caminó hacia el patio, se sentó y miró fijamente el claro cielo otoñal.
Con un tono amable, Zhou Yu le estaba enseñando a Sun Quan cómo redactar un ensayo. Comparado con el impaciente Sun Ce, Sun Quan evidentemente prefería más a Zhou Yu. Sin ninguna causa justificada, abrazaba el cuello de Zhou Yu y actuaba malcriado y, a veces, incluso hacía bromas sobre él.
—¿Qué planeas hacer cuando llegue la primavera? —Sun Ce preguntó, sin siquiera girar la cabeza desde su posición en el pasillo, de espaldas a Zhou Yu y al pegajoso Sun Quan en su regazo.
—No tengo ningún plan —respondió Zhou Yu despreocupadamente—. Me quedaré aquí. ¿Qué proyectos podría tener?
—Estoy planeando cruzar el río para ir a buscar a mi tío materno —explicó Sun Ce.
—Oh —contestó Zhou Yu a la ligera, con una sonrisa astuta y engreída colgando de las comisuras de su boca—. ¿Finalmente no puedes quedarte quieto por más tiempo?
—¿Puedo ir? —Sun Quan intervino de inmediato.
Zhou Yu hizo un gesto de silencio hacia Sun Quan, indicando que no interrumpiera.
—También planeo cruzar el río[1] para encontrar a mi tío —respondió Zhou Yu fácilmente—. Ve a buscar a tu tío, mientras yo voy a buscar al mío.
Desconcertado, Sun Ce preguntó:
—No trates de engañarme. ¿Dónde está tu tío?
—Por parte de mi padre —dijo Zhou Yu, comenzando a sonreír—. El hermano mayor de mi padre.
—¿Para qué lo vas a buscar? —preguntó Sun Ce.
Zhou Yu no respondió a eso. Sun Ce agregó:
—¿Puedes llevarme?
—Mm —dijo Zhou Yu, con una sonrisa en los ojos—. Déjame pensarlo.
Sun Ce agregó:
—Escuché que alguien ofreció una ciudad como dote antes…
Zhou Yu respondió con una cara seria:
—Si sigues siendo tan elocuente con las palabras, entonces no te llevaré.
Sun Ce se apresuró a pedir perdón, se levantó y dijo:
—Tu tío es el prefecto de Danyang, Zhou Shang, ¿no es así?
Zhou Yu asintió levemente.
El invierno de este año fue particularmente frío, y justo cuando llegó el último mes, fuertes nevadas sellaron las puertas. Los barcos de guerra en las orillas del lago Chao fueron detenidos en la orilla y Lu Su ya no entrenaba a las tropas. Zhou Yu y Sun Ce hicieron todo lo posible para ver cómo estaba, y los tres presentaron sus respetos a la señora Zhou y a la señora Sun en la casa de Zhou Yu. Bebieron un poco de vino ligero y comieron verduras de cuatro colores[2]. Era casi Año Nuevo y, por un tiempo, el clima se calentó, por lo que el jardín se llenó de flores frescas color púrpura y rojo, cada pétalo floreciendo vívidamente.
Después de celebrar el Año Nuevo, el segundo día del primer mes, la familia Zhou y la familia Sun presentaron sus respetos a sus antepasados. Sun Ce y Zhou Yu también presentaron sus respetos a sus padres fallecidos y luego empacaron sus cosas. Eso coincidió con una ola de frío antes de que llegara la primavera, por lo que las montañas y los valles se llenaron de frescura. Los dos se envolvieron en gruesas capas de piel, se despidieron de sus madres en casa y se prepararon para partir.
Zhou Yu había traído menos de cien taeles de oro, preparándose para visitar, junto con Sun Ce, primero a Zhou Shang en Danyang, luego a Wu Jing en el condado de Wu. Después de todo, ambos eran de sus propias familias. Dado que la situación política actual aún no se estabilizó, probablemente podrían recibir algún tipo de atención.
Desde que Sun Ce llegó al condado Shu antes de fines del año pasado, había transcurrido medio año desde que dejó la montaña Gu. Cuando llegó, estaba muy animado, acababa de salir del campo de batalla, mientras que hoy se sentía solo en el mundo; afortunadamente, todavía se hallaba Zhou Yu para hacerle compañía. Los dos viajaban tranquilamente durante el día, admirando el paisaje, mientras que por la noche dormían en la misma cama, tan cerca que no había espacio entre ellos. A veces, una fuerte nevada cubría el cielo, y cuando el clima frío descendía hacia el sur, no insistían en apresurarse. En cambio, se quedaron en las estaciones de paso, charlando, bebiendo vino y calentándose junto al fuego. Todo lo que hablaron fueron asuntos elegantes e interesantes[3].
Ese día, al cruzar el río, la superficie nunca se congeló. Ahora, estaban parados en medio de la pesada nieve que bailaba a su alrededor como algodón, mientras se dirigían hacia el norte en un bote. Zhou Yu no sabía por qué, pero cuando escuchó una melodía en particular, comenzó a recordar al arrogante y mandón Gan Xingba.
—¿Qué estás pensando? —Sun Ce tenía las manos metidas en las mangas, expulsando un vapor blanco. Zhou Yu lo miró y sonrió, pero no dijo nada.
—Cuando nos encontremos con mi tío —advirtió Zhou Yu—, será mejor que no seas tan resbaladizo al hablar.
Sun Ce llevaba una maleta de viaje en la espalda. Saltó del bote y contestó:
—En.
Zhou Yu continuó:
—Frente a él, no discutas conmigo. No hagas caso a los demás, ya estás acostumbrado a refutar conmigo solo por conversar, pero mi tío siempre ha sido muy prudente. Unas pocas frases burlonas lo harán sentir despreciado.
Sun Ce respondió:
—¿Cuándo he discutido contigo solo por conversar? Simplemente no puedes vencerme en una batalla verbal, por lo que a menudo encuentras fallas sin razón…
—¡Estás discutiendo por conversar ahora mismo! —Zhou Yu habló enojado, con las venas verdes sobresaliendo en su frente.
Sun Ce se rio de eso. Zhou Yu agregó:
—Cuando lo veas, asegúrate de seguir lo que dice. Puedes darme algo de cara, pero será mejor que no exageres…
—¿Por qué parece que me voy a encontrar con mi suegro? —preguntó Sun Ce—. ¿Eres mi esposa? No pensará que su esposo es pobre y me mandará a la basura con unos cuantos golpes, ¿verdad?
Los nudillos de las manos de Zhou Yu crujieron por la fuerza de su agarre. Sun Ce se apresuró a contestar, burlándose de la seriedad:
—Juro que no diré tonterías.
—Tú… —Zhou Yu agarró el cuello de Sun Ce—. En un rato, si te haces el tonto, te van a golpear dos veces.
—Entiendo —dijo Sun Ce, comprendiendo de inmediato su significado y asintiendo con la cabeza—. Una paliza será tuya, mientras que la otra será de tu tío.
—Es bueno que lo entiendas —respondió Zhou Yu, sonriendo tan suavemente como la brisa primaveral.
Cuando Zhou Yu llegó a la mansión de Danyang y entregó su tarjeta de visita, inmediatamente sorprendió a toda la gente de la mansión. Sun Ce todavía miraba a escondidas, siguiendo a la otra parte como un asistente. Zhou Shang estaba en medio de una sesión del ayuntamiento, por lo que había un grupo de eruditos en el patio y no tenía tiempo en este momento para atenderlos. Como un carro ligero que viaja por caminos familiares[4], Zhou Yu ordenó a la cocina que prepararan algunos bocadillos, que él personalmente llevó a Sun Ce. Los dos luego comieron en la entrada de la casa.
Aunque la primavera ya había llegado, todavía hacía un frío cruel, y los rostros de ambos estaban rojos. Sun Ce preguntó:
—Podrías haber venido a Danyang sin ir a Shouchun originalmente, la propiedad de tu tío no carece de nada. ¿Por qué te fuiste corriendo a Shouchun?
Las comisuras de la boca de Zhou Yu se torcieron y contestó:
—Me pregunto qué persona olvidadiza, me dijo que me encontrara con él en Shouchun. De lo contrario, ¿por qué iría corriendo allí sin razón?
Sun Ce recordó. Zhou Yu había ido allí especialmente para trabajar como esclavo de Yuan Shu, sin otra razón que la de Sun Ce. Ante eso, se rascó la cabeza y sonrió avergonzado, tratando de encontrar algo que decir. Sin embargo, Zhou Yu seguía tan nervioso como antes y le comentó:
—Mi tío siempre ha menospreciado a los demás, así que, por mi bien, si te acosa con una o dos oraciones, no debes molestarte con él.
Sun Ce observó a Zhou Yu, sin saber si reír o llorar.
Zhou Yu todavía estaba preocupado por eso, así que agregó:
—¿Me escuchaste?
Sun Ce palmeó el dorso de la mano de Zhou Yu y lo tranquilizó.
—Puedes estar seguro. ¿Soy tan fácil de provocar? Si es por ti, incluso me las arreglé para recibir un montón de puñaladas, entonces, ¿qué tan difícil puede ser mantener la cabeza baja?
Pero Zhou Yu respondió:
—No necesitas mantener la cabeza baja para que él te mire por encima del hombro.
—Entonces, ¿qué quieres que haga? —Sun Ce preguntó impotente—. Si simplemente no hablo, eso funcionará, ¿verdad? Luego, dentro de un rato, te culpará por traer un trozo de madera.
Zhou Yu también sintió que estaba demasiado ansioso por nada, por lo que no pudo resistir a reírse a carcajadas por eso. Un momento después, pensó un poco, y pronunció:
—Ah, bueno, deja todo eso. Di lo que quieras, no está mal unas pocas palabras.