Herri Torrontegui vuelve al podio para una carrera de leyendas

Post date: Jun 23, 2015 12:28:10 PM

DIARIO DEIA, 23-06-2015

BILBAO - “¡Me ha costado un poco ponerme el mono, eh, pero he sido el único que se ha podido volver a meter en él. Para mí es un honor!”, dice, jocoso, Herri Torrontegui (19-IV-1967, Gorliz), pionero vasco en el Campeonato del Mundo de Motociclismo. “Tengo unas agujetas que me duele hasta el último pelo de la cabeza”, añade. Está exultante, emocionado. Le invade la nostalgia. Lo que ha vivido este pasado fin de semana en el circuito de Jerez, el más señalado por su currículo, en el que ondeó la ikurriña en 1989 después de firmar la primera victoria de la historia para Euskadi, ha sido “bufff..., impresionante, indescriptible”. Ha podido retrotraerse, reverdecer una época pretérita, enfundarse el mono 19 años después.

“Ha sido uno de los momentos más especiales que he vivido sobre una moto en toda mi vida”, atestigua. Se ha montado en la máquina del tiempo, en su Honda de 125 centímetros cúbicos -reactualizada en la puesta a punto-. La montura con la que se jubiló en 1996. La oportunidad se la ha brindado la invitación para el World GP Bike Legends, que ha congregado a pilotos de la década de los ochenta y noventa para evocar al pasado con carreras de mitos en las que han tomado parte figuras como Freddie Spencer, Wayne Gardner o Kevin Schwantz, quien precisamente animó a Herri a participar al cruzarse con él dos semanas atrás en Montmeló. “Herri, see you next weekend”, le dijo el que fuera su compañero de equipo y campeón del mundo de 500c.c., una de las cilindradas que corrieron, como las de 250c.c. y 125c.c. “Lo siento cariño, este fin de semana me voy a Jerez”, le comunicó a su mujer, decidido por el reclamo, “porque tuve dudas de si ir o no. Tanto tiempo después volver a subirme a una moto...”.

Herri, que después de piloto fue mánager de Efrén Vázquez y actualmente es relaciones públicas del equipo Avintia Racing de MotoGP, terminó tercero una competencia de “unos diez pilotos”, en la que venció Jorge Martínez Aspar y Champi Herreros fue segundo. “Hubo varias motos que se rompieron”, añade. “De todos modos, era una carrera tratando de no asumir riesgos, de que nos viera el público, aunque también es cierto que te ves en pista y te calientas, surgen piques y claro, nadie quiere ser último. También está el amor propio, el querer que se te vea bien en las fotos, ya sabes, metiendo rodilla”, describe, sonriente, feliz, Torrontegui.

“Vuelvo a ser el piloto vasco más destacado, de leyendas sí que sí, porque a Efrén todavía le quedan unos cuantos años hasta que tenga mi edad, o sea que le costará”, suma, bromeando.

MUNDIAL DE LEYENDAS Esta cita de colosos de las dos ruedas ha servido no solo para “volver a sentirme piloto”, además ha sido una prueba piloto tanto a título personal como a nivel colectivo pensando en certámenes posteriores. “Hay ideas de proyectos de este tipo muy ambiciosas. Incluso Dorna (empresa organizadora del Mundial de MotoGP) se está planteando la posibilidad de crear una competición de viejas glorias con unas cinco pruebas por el mundo”, comenta el gorliztarra. “Lo que es seguro es que se harán más cosas como la de Jerez, así que habrá que ponerse en forma”, prosigue, “porque el viernes, en los entrenamientos, bien; el sábado ya...; el domingo menos mal que eran ocho vueltas de carrera, porque a la quinta estaba muerto y me llevaba la emoción. Se hace eterno”.

¿Volvería a competir en el hipotético Mundial? “Sí, me gustaría correr”, dice ahora, sin albergar las dudas que manejaba para acudir al trazado jerezano, donde se ha envenenado por la picadura del gusanillo. “Nunca he sido demasiado partícipe en este tipo de cosas, pero volver a montarte otra vez y recuperar los que considero mis mejores recuerdos...”, prolonga, con el corazón en la mano, con la pasión que irradia la expresividad de un debutante, de un juvenil. “Eso sí, habría que bajar un par de kilos”, dice.

Spencer y Schwantz se repartieron victorias en 500c.c., mientras que Carlos Cardús ganó la prueba de 250c.c. en unas jornadas de exhibición que sentaron las bases del futuro. Por el momento el resultado fue lo de menos, quién sabe el día de mañana. Por de pronto, esto fue una puesta a punto, un regreso al pasado, una revitalización de sensaciones y emociones. Algo “indescriptible”.