Don Juan Tenorio
TEORÍA TEATRAL
· En los siguientes fragmentos, debéis fijaros en los siguientes aspectos:
· La obra se divide en partes (en este caso, Primera y Segunda parte), y cada una se divide en actos (similares a los capítulos en una novela). Cada acto se divide, a su vez, en escenas. Cada vez que entra o sale un personaje, hay cambio de escena y se debe reflejar en el texto.
· Las acotaciones sirven para explicar lo que hay en el decorado (luces, muebles, objetos…) o lo que hacen los personajes sin hablar (llorar, desmayarse, besarse…). Todo lo que no se acote, debe conocerse por lo que digan los personajes.
· El aparte indica que un personaje habla simulando que no le escuchan el resto de personajes (el público sí, obviamente).
DON JUAN TENORIO, JOSÉ ZORRILLA
PARTE I
ACTO 1
Hostería de Cristófano BUTTARELLI. Puerta en el fondo que da a la calle; mesas, jarros y demás utensilios propios de semejante lugar.
Escena I
DON JUAN, con antifaz, sentado a una mesa escribiendo, CIUTTI y BUTTARELLI, a un lado esperando. Al levantarse el telón, se ven pasar por la puerta del fondo máscaras, estudiantes y pueblo con hachones, músicas, etc.
DON JUAN
¡Cuál gritan esos malditos!
¡Pero mal rayo me parta
si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos!
(Sigue escribiendo.)
BUTTARELLI
(A CIUTTI.)
Buen Carnaval.
CIUTTI
(A BUTTARELLI.)
Buen agosto 5
para rellenar la arquilla.
BUTTARELLI
¡Quiá! Corre ahora por Sevilla
poco gusto y mucho mosto.
Ni caen aquí buenos peces,
que son casas mal miradas
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por gentes acomodadas,
y atropelladas a veces.
CIUTTI
Pero hoy…
BUTTARELLI
Hoy no entra en la cuenta,
Ciutti; se ha hecho buen trabajo.
CIUTTI
¡Chist! habla un poco más bajo,
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que mi señor se impacienta
pronto.
BUTTARELLI
¿A su servicio estás?
CIUTTI
Ya ha un año.
BUTTARELLI
¿Y qué tal te sale?
CIUTTI
No hay prior que se me iguale;
tengo cuanto quiero, y más.
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Tiempo libre, bolsa llena,
buenas mozas y buen vino.
BUTTARELLI
Cuerpo de tal, ¡qué destino!
CIUTTI
(Señalando a DON JUAN. Aparte)
Y todo ello a costa ajena.
ACTO IV
Escena I
Quinta de DON JUAN Tenorio, cerca de Sevilla y sobre el Guadalquivir. Balcón en el fondo. Dos puertas a cada lado.
DON JUAN
Que os hallabais
bajo mi amparo segura,
y el aura del campo pura
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libre por fin respirabais.
(Vase BRÍGIDA.)
Cálmate, pues, vida mía;
reposa aquí, y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.
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¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga llena
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de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
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la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
Esa armonía que el viento
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recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento,
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
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de sus copas morador
llamando al cercano día,
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
Y estas palabras que están
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filtrando insensiblemente
tu corazón, ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
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un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
Y esas dos líquidas perlas
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que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas
convidándome a beberlas,
evaporarse a no verlas
de sí mismas al calor,
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y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿no es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?
¡Oh! sí, bellísima Inés,
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espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos
como lo haces, amor es;
mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
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de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.
DOÑA INÉS
Callad, por Dios, ¡oh don Juan!,
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que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que oyéndoos me parece
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que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
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la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
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Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora
y el amor que negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
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sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan; en poder mío
resistirte no está ya;
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yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
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y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.
(DON JUAN se hinca de rodillas, tendiendo al cielo la mano que le deja libre la ESTATUA. Las sombras, esqueletos, etc., van a abalanzarse sobre él, en cuyo momento se abre la tumba de DOÑA INÉS y aparece ésta. DOÑA INÉS toma la mano que DON JUAN tiende al cielo.)
PARTE 2
Acto III
Escena III
DON JUAN, la ESTATUA de don Gonzalo, DOÑA INÉS, sombras, etc.
DOÑA INÉS
No; heme ya aquí,
don Juan; mi mano asegura
esta mano que a la altura
tendió tu contrito afán,
y Dios perdona a don Juan
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al pie de mi sepultura.
DON JUAN
¡Dios clemente! ¡Doña Inés!
DOÑA INÉS
Fantasmas, desvaneceos:
Su fe nos salva… volveos
a vuestros sepulcros, pues
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la voluntad de Dios es;
de mi alma con la amargura
purifiqué su alma impura,
y Dios concedió a mi afán
la salvación de don Juan
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al pie de la sepultura.
DON JUAN
¡Inés de mi corazón!
DOÑA INÉS
Yo mi alma he dado por ti,
y Dios te otorga por mí
tu dudosa salvación.
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Misterio es que en comprensión
no cabe de criatura,
y sólo en vida más pura
los justos comprenderán
que el amor salvó a don Juan
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al pie de la sepultura.
Cesad, cantos funerales;
(Cesa la música y salmodia.)
callad, mortuorias campanas;
(Dejan de tocar a muerto.)
ocupad, sombras livianas,
vuestras urnas sepulcrales;
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(Vuelven los esqueletos a sus tumbas, que se cierran.)
volved a los pedestales
animadas esculturas;
(Vuelven las estatuas a sus lugares.)
y las celestes venturas
en que los justos están,
empiecen para don Juan
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en las mismas sepulturas.
(Las flores se abren y dan paso a varios angelitos, que rodean a DOÑA INÉS y a DON JUAN, derramando sobre ellos flores y perfumes, y al son de una música dulce y lejana, se ilumina el teatro con luz de aurora. DOÑA INÉS cae sobre un lecho de flores, que quedará a la vista, en lugar de su tumba, que desaparece.)
Escena IV
DOÑA INÉS, DON JUAN y los ángeles.
DON JUAN
Clemente Dios, ¡gloria a Ti!
Mañana a los sevillanos
aterrará el creer que a manos
de mis víctimas caí.
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Mas es justo; quede aquí
al universo notorio,
que pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
es el Dios de la clemencia
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el Dios de DON JUAN TENORIO.
(Cae DON JUAN a los pies de DOÑA INÉS, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas, representadas en dos brillantes llamas que se pierden en el espacio al son de la música. Cae el telón.)
Fin de la Parte II. Acto III. Escena IV.
FIN DE LA OBRA DON JUAN TENORIO