Los antiguos peruanos creían que en el otro mundo sus seres queridos echarían en falta los últimos adelantos de la vida precolombina, y por ello les enterraban en gruesos fardos que contenían vestidos, alimentos, vajillas, joyas, mantones y algún garrote, por si acaso. Los arqueólogos, esos aguafiestas del eterno descanso, bautizaron como «ajuar funerario» aquel melancólico menaje, sin saber que así revolucionarían el siempre vivo negocio de las pompas fúnebres.
F. I. C.
Sevilla, invierno de 1998
¿QUÉ TIENES QUE HACER CUANDO LEAS EL LIBRO?
Crearás un microrrelato inventado por ti, inspirado en los de Fernando Iwasaki, y luego lo convertirás en un pódcast.
Fase 1: lee la selección de cuento del libro Ajuar funerario en este enlace .
Fase 2: elige un microrrelato para inspirarte.
Fase 3: inventa un nuevo microrrelato sobre un tema que te dé miedo
Fase 4: entrega a mano el borrador (miércoles 22)
Fase 5: en clase, pasaremos los textos a ordenador
Fase 6: entrega la tarea en Teams (viernes 24)
Fase 7: grabación en la radio
FECHA FINAL DE ENTREGA DEL BORRADOR: 22 DE OCTUBRE
FECHA FINAL DE ENTREGA DE LA VERSIÓN DEFINITIVA EN TEAMS: 24 DE OCTUBRE
Para escribirlo, debes tener en cuenta las siguientes características:
· SÉ BREVE. Condensa tu historia en pocas palabras: es un texto completo pero breve (tiene acción, personajes, tiempo, espacio y narrador, pero todo ello recogido en pocas palabras). La extensión mínima es una línea y la extensión máxima serían 10 líneas.
· EMPIEZA CON BUEN PIE. Selecciona muy bien el primer enunciado: debes comenzar intrigando al lector.
· VETE AL GRANO. Elimina los detalles, no des rodeos en la acción.
· TITULA CON IMPACTO. No olvides que el título debe dar sentido a tu historia.
· ACABA CON UN GOLPE DE EFECTO. Elige un final impactante. También puede ser un final abierto.
· Revisa tu texto y cuida la presentación, usa un vocabulario rico y fíjate en la ortografía.
RELATOS DE CURSOS ANTERIORES...
Tania Fernández
YO SOLO...
Siempre le habían gustado las perlas, por eso supe que era ella. No distinguí su rostro, pero sí su collar al cuello. Apareció de repente, no sentí miedo, llevaba tiempo esperando su venganza, porque lo que yo había hecho había sido cruel. Puso su mano sobre mi hombro y sentí como absorbía toda mi energía. Se llevó mi vista, mi oído, mi voz, mi movimiento... Y allí me dejó, muerta en vida, cuerpo inerte y mente despierta para que pudiera recordar y atormentarme para siempre.
¿Pero qué cruel venganza era esa? Si yo solamente la había... matado.
Adriana García Rojo
LA BOA
Siempre le había gustado mucho cuidar su imagen. Escogía sus ropas con especial cuidado para cada ocasión; no escatimaba tiempo en su maquillaje y peinado. Le encantaba como la miraba el resto de invitados cuando entraba al salón.
Para la última celebración llevaba varias semanas en busca de algo especial. Hasta que vio aquella boa. Aquello si que era un complemento especial y original. Pensó que se vería como una de las protagonistas de aquellos musicales que tantas veces había ido a ver. Y no dudo en ponérsela, consiguiendo sin duda el efecto que esperaba. Desde luego había pasado la noche de su vida.
A la mañana siguiente nunca despertó. Un rastro de baba inundaba la habitación.
Emma Cuadrado Lucas
HAY UN HOMBRE EN EL BOSQUE
Todo empezó en un día normal, yo estaba en el patio de la escuela cuidando de los niños. Al lado del colegio había un bosque al que iban a coger flores. Ese día también fueron, luego empezó a crecer un rumor entre ellos que decía que había un hombre malo en el bosque. Siempre le decíamos a los niños que no mintieran, pero uno de ellos no hizo caso y se inventó aquello para asustar a sus compañeros y que no le robaran las mejores flores. Poco a poco, el rumor fue a más hasta que llegó a los padres. La primera en venir fue una madre de aquel niño que no quería creer que su pobre angelito hubiera mentido. Por culpa de las quejas me despidieron. Ese día llegué a casa y reflexioné.
Ahora hay un hombre en el bosque...
Alejandro Fernández López
EL ASCENSOR
Le ocurría desde niño. Veía un ascensor y se ponía nervioso, las manos le sudaban y empezaba a respirar entrecortadamente. A veces hasta se le aceleraba el corazón y tenía taquicardias durante varios días. Si además subía junto a otras personas, se obsesionaba con que el aire se iba a acabar y hacía que su ansiedad creciera aún más de lo normal.
Muchas veces escogía subir por las escaleras. Pero cuando el edificio tenía muchos pisos y a medida que cumplía años, ya le fue imposible llegar sin coger el ascensor.
Un día despertó y no sabía dónde estaba. Había pasado toda la noche soñando con pesadillas que parecían más reales que nunca y estaba en ese momento entre los sueños y la realidad en el que todo se confunde. De repente notó un pequeño traqueteo. Se puso a escuchar atento y pudo distinguir el chirriar de las poleas de un ascensor al moverse. Notaba cómo su cuerpo descendía por un ascensor más pequeño de lo normal. Y notó la humedad en su espalda y como el aire se volvía más denso.
De una cosa estaba seguro: era su último viaje en ascensor.
Naiara Cuadrado Lucas
¿SUEÑO O REALIDAD?
Unas manos me estaban apretando mi garganta. Intenté por todos los medios soltarlas, pero no pude. Al día siguiente soñé que estaba muerto y al otro día que me enterraban.
Las demás noches no soñé; intentaba despertarme, pero no pude.
Alejandro Casas González
Sheila Fernández Luis
Fotos: cementerio de Pere Lachaise