Ajuar funerario

Fernando Iwasaki

Los antiguos peruanos creían que en el otro mundo sus seres queridos echarían en falta los últimos adelantos de la vida precolombina, y por ello les enterraban en gruesos fardos que contenían vestidos, alimentos, vajillas, joyas, mantones y algún garrote, por si acaso. Los arqueólogos, esos aguafiestas del eterno descanso, bautizaron como «ajuar funerario» aquel melancólico menaje, sin saber que así revolucionarían el siempre vivo negocio de las pompas fúnebres.

¿Por qué conformarse con cargadores de librea o un ataúd tallado a mano, si por un pequeño suplemento uno puede lucir alicatado de alhajas en su propio velatorio? Las funerarias de mi país -más pomposas que fúnebres- han rescatado el milenario arte de empedrar difuntos con insignias, medallas, leontinas, collares y cualquier abalorio capaz de conferir la piedad de un obispo, el aplomo de un general o la majestad de un Inca. Más tarde, una vez consumida la capilla ardiente, discretos monosabios recogen la bisutería de la muerte para investir y vestir a otros cadáveres.

Las historias que siguen a continuación quieren tener la brevedad de un escalofrío y la iniquidad de una gema perversa. Perlas turbias, malignos anillos, arras emputecidos... un ajuar funerario de negras y lóbregas bagatelas que brillan oscuras sobre los desechos que roen los gusanos de la imaginación.

F. I. C.

Sevilla, invierno de 1998


¿QUÉ TIENES QUE HACER CUANDO LEAS EL LIBRO?

Incluye una portada con el título del trabajo y tu nombre

Incluye un índice con los siguientes apartados:

  1. Autor: quién es y qué obras ha escrito

  2. Tema de cada cuento

  3. Mi microrrelato favorito. Explica cuál te ha gustado más y por qué.

  4. Inventa un microrrelato mezclando terror y humor, al estilo de los del libro. Preséntalo decorado libremente para colgar en clase.

EN CLASE HAREMOS UNA TERTULIA EN HALLOWEEN PARA HABLAR DE LOS CUENTOS Y PARA LEER VUESTROS MICRORRELATOS.

FECHA LÍMITE DE ENTREGA: 1 DE NOVIEMBRE


Puedes presentarlo en el formato que quieras: a mano o a ordenador


¿Cómo tengo que crear el microrrelato?

Para escribirlo, debes tener en cuenta las siguientes características:

· SÉ BREVE. Condensa tu historia en pocas palabras: es un texto completo pero breve (tiene acción, personajes, tiempo, espacio y narrador, pero todo ello recogido en pocas palabras). La extensión mínima es una línea y la extensión máxima serían 10 líneas.

· EMPIEZA CON BUEN PIE. Selecciona muy bien el primer enunciado: debes comenzar intrigando al lector.

· VETE AL GRANO. Elimina los detalles, no des rodeos en la acción.

· TITULA CON IMPACTO. No olvides que el título debe dar sentido a tu historia.

· ACABA CON UN GOLPE DE EFECTO. Elige un final impactante. También puede ser un final abierto.

· Revisa tu texto y cuida la presentación, usa un vocabulario rico y fíjate en la ortografía.

ESTOS SON VUESTROS TERRORÍFICOS RELATOS...


MI CUMPLEAÑOS

Aquella noche todo estaba raro: la carretera estaba desierta, estaba muy oscuro a pesar de que solo eran las ocho de la tarde y cuando me fui de la oficina ya no quedaba nadie. Parecía que solo yo estaba en el mundo en ese momento. En los edificios que me iba cruzando todas las luces estaban apagadas y las cortinas echadas. Había un silencio extraño en mi calle, que siempre estaba repleta de gente. Cuando llegué a casa y abrí la puerta, los interruptores no iban, así que me dirigí a la cocina a coger una vela para encenderla. Pero antes de que pudiera llegar, todas las luces se encendieron de repente y todos mis amigos, compañeros de oficina y vecinos salieron de los armarios y de detrás de los sofás y gritaron: ¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!! Iban vestidos con disfraces de Halloween. Pasamos toda la noche celebrando mi cumpleaños y cuando por fin llegó la hora de que cada uno se fuera a su casa yo ya estaba agotado.

Es raro, pero aquella noche en mis pesadillas no había nadie por la calle...

Tania Fernández

YO SOLO...

Siempre le habían gustado las perlas, por eso supe que era ella. No distinguí su rostro, pero sí su collar al cuello. Apareció de repente, no sentí miedo, llevaba tiempo esperando su venganza, porque lo que yo había hecho había sido cruel. Puso su mano sobre mi hombro y sentí como absorbía toda mi energía. Se llevó mi vista, mi oído, mi voz, mi movimiento... Y allí me dejó, muerta en vida, cuerpo inerte y mente despierta para que pudiera recordar y atormentarme para siempre.

¿Pero qué cruel venganza era esa? Si yo solamente la había... matado.

Adriana García Rojo


LA BOA

Siempre le había gustado mucho cuidar su imagen. Escogía sus ropas con especial cuidado para cada ocasión; no escatimaba tiempo en su maquillaje y peinado. Le encantaba como la miraba el resto de invitados cuando entraba al salón.

Para la última celebración llevaba varias semanas en busca de algo especial. Hasta que vio aquella boa. Aquello si que era un complemento especial y original. Pensó que se vería como una de las protagonistas de aquellos musicales que tantas veces había ido a ver. Y no dudo en ponérsela, consiguiendo sin duda el efecto que esperaba. Desde luego había pasado la noche de su vida.

A la mañana siguiente nunca despertó. Un rastro de baba inundaba la habitación.

Emma Cuadrado Lucas


HAY UN HOMBRE EN EL BOSQUE


Todo empezó en un día normal, yo estaba en el patio de la escuela cuidando de los niños. Al lado del colegio había un bosque al que iban a coger flores. Ese día también fueron, luego empezó a crecer un rumor entre ellos que decía que había un hombre malo en el bosque. Siempre le decíamos a los niños que no mintieran, pero uno de ellos no hizo caso y se inventó aquello para asustar a sus compañeros y que no le robaran las mejores flores. Poco a poco, el rumor fue a más hasta que llegó a los padres. La primera en venir fue una madre de aquel niño que no quería creer que su pobre angelito hubiera mentido. Por culpa de las quejas me despidieron. Ese día llegué a casa y reflexioné.

Ahora hay un hombre en el bosque...


Alejandro Fernández López


EL ASCENSOR

Le ocurría desde niño. Veía un ascensor y se ponía nervioso, las manos le sudaban y empezaba a respirar entrecortadamente. A veces hasta se le aceleraba el corazón y tenía taquicardias durante varios días. Si además subía junto a otras personas, se obsesionaba con que el aire se iba a acabar y hacía que su ansiedad creciera aún más de lo normal.

Muchas veces escogía subir por las escaleras. Pero cuando el edificio tenía muchos pisos y a medida que cumplía años, ya le fue imposible llegar sin coger el ascensor.

Un día despertó y no sabía dónde estaba. Había pasado toda la noche soñando con pesadillas que parecían más reales que nunca y estaba en ese momento entre los sueños y la realidad en el que todo se confunde. De repente notó un pequeño traqueteo. Se puso a escuchar atento y pudo distinguir el chirriar de las poleas de un ascensor al moverse. Notaba cómo su cuerpo descendía por un ascensor más pequeño de lo normal. Y notó la humedad en su espalda y como el aire se volvía más denso.

De una cosa estaba seguro: era su último viaje en ascensor.


Naiara Cuadrado Lucas



¿SUEÑO O REALIDAD?

Unas manos me estaban apretando mi garganta. Intenté por todos los medios soltarlas, pero no pude. Al día siguiente soñé que estaba muerto y al otro día que me enterraban.

Las demás noches no soñé; intentaba despertarme, pero no pude.


Alejandro Casas González



FIESTA SORPRESA

Era la noche de Halloween, como siempre se veían niños disfrazados pidiendo caramelos. Llegaron las 12 de la noche y se podía ver muy poca gente. Decidí ir con un amigo a explorar aquel bosque al que nunca nos atrevíamos a ir. Al entrar, empezamos a oír ruidos extraños, un montón de animales como osos, lobos, pájaros… Vimos un camino por el cual parecía que algún coche había pasado hacía poco y decidimos ir a ver a dónde llevaba. Finalmente nos llevó a una casa en medio de la nada, a través de las ventanas se veía a un señor cortando carne con un hacha. De repente vino otro hombre por detrás de nosotros, nos tapó la cara y nos llevó dentro de la casa. Dentro había un montón de sangre... ¡Pero todo era mentira, ya que dentro no había más que una actuación de Halloween para niños!

Habíamos pasado miedo para nada.

Sheila Fernández Luis

Fotos: cementerio de Pere Lachaise