Ángeles Caso

ÁNGELES CASO, La aventura de leer

IES Bernaldo de Quirós, 27 de octubre de 2017

LECCIÓN INAUGURAL

Antes de nada, muchísimas gracias a la Directora, al AMPA, al Alcalde de Mieres. Estoy impresionada por el espectacular instituto que tenéis y que yo no conocía. Llevo muchos años fuera de Asturias y desconocía que hubiera aquí esta colección: estoy impactada. Quiero deciros que sois afortunados, sobre todo los alumnos de Arte, porque todas estas obras son sin duda un motivo de inspiración, un acicate para desarrollar el talento y la vocación, que son fundamentales en este territorio del arte.

Hay algunas cosas que son muy importantes pero que no en todas las familias se aprenden. Yo soy una privilegiada. Mi padre era catedrático de literatura en la Universidad de Oviedo y, como podéis imaginar, me crié entre libros y oyendo las historias que él nos contaba a mis hermanos y a mí de pequeños. Como si se tratase de cuentos infantiles, cada tarde nos iba narrando poco a poco El Quijote o la Odisea de Homero; nos recitaba poemas maravillosos, y desde que éramos muy pequeños –recuerdo todo esto con cuatro o cinco años- nos fue enganchando al amor por las palabras, que son uno de los elementos más específicamente humanos, uno de los más extraordinarios. Así se han construido las civilizaciones y las culturas: a través de esa narración, de ese relato hablado y escrito acerca de quiénes somos los seres humanos, de qué hemos hecho, de nuestras equivocaciones, de nuestros sueños y aspiraciones, de nuestras frustraciones y nuestros logros: todo eso es la literatura.

Luego está todo ese otro espacio extraordinario de la razón, del análisis, de los planteamientos morales, religiosos, políticos, que también se expresa por medio de la palabra en ese ámbito que llamamos de manera genérica “no ficción” y que incluye casi todo: la ciencia, la historia, el pensamiento político, las religiones, etc. Hay un universo que se abre ante nosotros a través de las palabras escritas, en los libros, pero también en las pantallas: no se trata de rechazar el libro electrónico, la lectura en pantalla o las redes sociales; al contrario, creo que si los utilizamos bien, todos los avances de la tecnología son maravillosos y hacen que nuestras vidas sean mejores y mucho más completas. Usados con un sentido constructivo constituyen una aportación más al mundo de la cultura en el sentido más amplio de la palabra.

Fijáos lo grandes que pueden ser nuestras vidas y cómo podemos disfrutarlas, ampliarlas, cambiarlas si somos capaces de bucear en ese territorio que nos ofrece la literatura, tanto la de ficción como la de no ficción. Vosotros sois muy jóvenes, pero os iréis dando cuenta con el paso del tiempo de que nuestras vidas en realidad son muy pequeñas, son limitadas, no sólo en el tiempo, sino también en sus posibilidades, porque no vamos a poder ser todo lo que hemos querido ser. Yo soy escritora, pero también quería haberme dedicado a la música, al ballet, a la danza contemporánea; también hubiera querido ser escaladora y subir al Everest o ser arqueóloga. Se trata de algunas de las cosas que hubiera querido hacer y para las que no he tenido tiempo: hubiera necesitado siete vidas para llegar a hacer todo lo que deseaba con la misma pasión que he puesto en la literatura. Pero hay que ir reduciendo las posibilidades, porque no queda otro remedio que elegir hacer esto y no lo otro, vivir aquí y no allí, tener o no pareja o hijos. A veces no se trata siquiera de elecciones, sino que es la vida misma la que va marcando las pautas. Pero en cualquier caso es una vida nada más. Y esa vida única que tenemos es a la vez inmensa y pequeña, nos queda pequeña… salvo que leamos. Cuando leemos, la vida se hace muchísimo más grande, muchísimo más rica. Yo he subido al Everest. No he subido físicamente, pero he leído libros que describen cómo es el ascenso al Everest, he vivido en el siglo XIX, en el siglo VI a. C., he sido mujer, hombre, niño, anciana, rusa, estadounidense, argentina, francesa, noruega inglesa o alemana; he viajado a lugares insospechados, en el espacio y en el tiempo; he vivido amores extraordinarios, grandes aventuras; he pasado mucho miedo, he gozado de mucha felicidad, he disfrutado de infinidad de cosas que me han regalado los libros, y en particular las novelas y los relatos. Eso ha ampliado mi vida, la ha multiplicado. Vivimos otras vidas que no son la nuestra, tan pequeñita. Mientras estamos leyendo formamos parte de este otro tiempo, de esos otros mundos, países, vivencias, personajes; y muchas veces somos esos personajes, o al menos uno de ellos, ese con el que hemos decidido identificarnos. Y creo que esas experiencias que nos proporcionan las novelas las llevamos con nosotros, forman parte de nuestra memoria. Los personajes de nuestras novelas favoritas son nuestros amigos, hasta creemos que existieron de verdad, tenemos una extraña comunicación con ellos. Todo eso hace nuestra existencia muchísimo más rica.

En cuanto al territorio del ensayo, del pensamiento, parece muy aburrido, pero hay que hacer un pequeño esfuerzo, porque resulta fundamental en nuestras vidas. Porque los seres humanos necesitamos entender las cosas, explicárnoslas, comprender los mecanismos profundos por los que el mundo, el universo, es como es. Ahí se incluye ese territorio del pensamiento político, de la historia, la ciencia, el ensayo en general. ¿Os imagináis cómo sería vivir hace unas cuantas décadas en algún pueblo de Asturias, cuando las condiciones de vida no eran como las actuales, sin luz ni agua corriente, sin calefacción, sin teléfono ni coches ni internet, sin los avances de la medicina? Hay muchas cosas de las que nos debemos sentir orgullosos como seres humanos y a las que tenemos que contribuir en la medida de lo posible. Cada uno tiene su tarea, su talento, que es fundamental para mantener el compromiso con los demás, con nuestros contemporáneos y con quienes vendrán después, porque todos somos responsables del mundo que dejaremos a nuestros hijos y a nuestros nietos. Creo que hay que transitar por la vida pensando en ellos y dejarles un mundo mejor.

Todas estas cosas se encuentran en los libros. Esa es la aventura de leer, la inmensa aventura de ser, simplemente, seres humanos. En los libros está toda la sabiduría, toda la capacidad para ser mejores, y también toda la profundidad de sentimientos, actitudes y acciones del ser humano. En los libros encontraréis lo mejor de nosotros, y a través de ellos podréis tener una vida mejor, más rica, más feliz y menos solitaria. Escritores que vivieron hace siglos, desde Homero hasta el siglo XX, todavía nos están diciendo cosas hoy a nosotros, en el siglo XXI. La Odisea tiene casi tres mil años, y sin embargo nos sigue hablando a nosotros de asuntos fundamentales. En nuestras casas llenas de comodidades, con móvil e internet, nos podemos comunicar con seres que vivieron hace milenios y compartir con ellos sentimientos, temores, esperanzas, reflexiones sobre la condición humana, el sufrimiento, la alegría, el éxito y el fracaso. Eso es tan conmovedor que, aunque os dé pereza empezar a leer, porque hay muchas otras cosas entretenidas y que exigen menos esfuerzo, os animo a que lo intentéis, que os acostumbréis. Los libros no se agotan en los que debemos leer en clase. Buscad, bucead en el mundo de los libros porque seguro que encontráis vuestros libros, vuestros autores, vuestros compañeros de vida, esos que harán que vuestras existencias sean una aventura, sean mucho más ricas y mucho mejores.

Muchas gracias.

¿QUIÉN ES ÁNGELES CASO?

Nací en Gijón en 1959. De mi madre y su familia heredé el carácter creativo. De mi padre, la curiosidad y el rigor intelectual. Él, José Miguel Caso González, era catedrático de Literatura en el Instituto Jovellanos de Gijón y más tarde en las universidades de La Laguna y de Oviedo. Él fue quien me transmitió el amor por la literatura, el arte y la música, y también por la naturaleza, las más poderosas pasiones de mi vida, aparte de las humanas.

Quería ser escritora desde pequeña, desde que él, todas las tardes, me contaba los “cuentos” de Ulises, de Alonso Quijano, de Platero, o me recitaba los misteriosos poemas del Romancero. Claro que también quería dedicarme a la música, a la danza, a la historia del arte, a la arqueología y hasta a la escalada.

Danza, teatro y música, los hice como aficionada. Historia del arte, como estudiante primero –me licencié en esa especialidad en la Universidad de Oviedo–, e investigadora y divulgadora después. La literatura, ya se sabe. Se me ha quedado pendiente para otra vida subir al Everest. ¡No lo descarto!

También he trabajado como periodista en diversos medios. O, más bien, como comunicadora. Nunca he tenido vocación de periodista y, aunque me he ganado la vida con ello en algunos momentos de mi vida y le debo mucho a esa profesión, en realidad nunca acabé de encajar del todo: el periodista tiene que creer en lo que está sucediendo. A mí, mi mentalidad de historiadora me hace en cambio desconfiar de todo. Siempre pienso que no conseguiremos saber nada de lo que está pasando de verdad hasta que pasen al menos cincuenta años.

En cualquier caso, voy ganándome la vida como escritora, a trancas y barrancas, con momentos mejores y peores, desde 1995. Procuro alternar la novela con el ensayo, la biografía, los guiones de cine, la traducción (de francés, inglés, italiano y portugués) y cualquier otra posibilidad que se ponga a mi alcance y me suponga un reto intelectual, salvo la poesía: el dios Apolo no me ha elegido para el más noble de los empeños literarios.

Y siempre, con los artículos, pequeñas piezas de reflexión sobre la vida y los acontecimientos diarios, que me permiten mantener un compromiso permanente con la realidad y, como a menudo me gusta decir, prestar mi voz a quienes no la tienen para que sean escuchadxs.

Información de la web de la autora: www.angelescaso.com