Cuento en grupo

¿Qué puede pasar si juntamos nuestros talentos para crear un cuento?

Como hacían nuestros antepasados, hemos creado una historia oral en la que todos hemos aportado algún elemento.

Mezclando a un adolescente intrépido llamado Umtití con un tiburón antropomorfo, un castillo de lapislázuli en Nazaré (Portugal) y otras ideas locas, hemos logrado salvar el mundo de una inundación apocalíptica.

¡QUÉ CUENTOS MÁS GENIALES HAN SALIDO!

TENER PODERES A LOS 16

Me llamo Umtití y tengo 16 años. Soy un estudiante como otro cualquiera si no fuera por una pequeña diferencia: tengo poderes. Pero no quiero daros miedo. Uso los poderes para hacer el bien y hoy quiero contaros mi última aventura.

Era enero y no había empezado bien el día. Sin querer se me escapó un balón y le di en la cabeza al profesor. Llamaron a mis padres y me castigaron sin salir, aunque solo fue unos días para que se olvidara el problema y yo controlara un poco mi fuerza (había lanzado desde el otro extremo del campo de futbol). Pero el castigo no iba a durar mucho tiempo.

Vivo en un pequeño pueblo pesquero llamado Nazaré, en Portugal, famoso por sus grandes olas que gustan tanto a los surfistas. La policía local conoce mis poderes y a veces me piden ayuda. Hoy han venido a casa para informar de una nota anónima que llegó al periódico local. Amenazaba con crear una gran ola que inundara el pueblo y estaba firmada por el “Rey Tiburón”. Había oído hablar de este villano y de su castillo azul lapislázuli de una isla cercana. Me preparé para enfrentarme a él y proteger la ciudad. Hacía poco que mi padre me había terminado una lanza dorada y pensé que llevarla podría ayudarme. Subí todo al barco que la policía me prestó en el muelle y puse rumbo a la isla del “Rey Tiburón”. Debía pararlo antes de que sus ganas de venganza de las vecinas por la matanza hace muchos años de un gran número de tiburones hiciera que cumpliera su amenaza.

En el barco había una caja con mi nombre que ponía “abrir solo cuando aparezca algo muy grande”. Navegué un rato y de repente noté cómo algo zarandeaba el barco. Vi un tentáculo gigante saliendo por el lado derecho del barco y me di cuenta de que era un Kraken. Intentaba pensar rápido que hacer y se me ocurrió abrir la caja. Dentro una máscara con forma de pulpo brillaba llamando mi atención. Me la puso y acercándome al Kraken empecé a hablar. Era increíble, pero el Kraken me entendía. Le conté lo que pasaba y se unió a mi llevando el barco más rápido hacia la isla. Una vez allí, ataqué al Rey Tiburón con la lanza, que se quedó incrustada en su aleta, pero logró escapar hacia el mar. El Kraken lo atrapó y se lo llevó al fondo, muy al fondo del mar. Durante mucho tiempo no volveremos a verle.

Ya puedo hacer vida normal, aunque nunca se hasta cuándo.

Emma Cuadrado Lucas

La loca aventura de un héroe adolescente

Era una mañana de noviembre y llevaba un rato mirando al mar desde mi terraza. Estaba preocupado porque desde que cumplí 15 años, mis poderes habían aumentado y no sabía cuánto tiempo podría esconderlos. Mis padres, pensando que sería mejor para mí, me habían prohibido salir de casa y me aburría muchísimo.

Por las noches había empezado a notar algo extraño. Un escalofrío me recorría el cuerpo y cuando abría los ojos una sombra con algo puntiagudo en la espalda me miraba desde la ventana. Pero al encender la luz desaparecía.

La mañana del domingo todo cambió. La televisión empezó a dar una noticia sobre un extraño personaje que se llamaba el Rey Tiburón y amenazaba con inundar la ciudad para vengarse de las personas que durante años mataron animales marinos. Sentí que tenía que pararlo. Subí a mi habitación y un objeto que había en la estantería y nunca había sabido para que sirve emitía por primera vez luz. Lo cogí con cuidado. Era una especie de bola de billar y la luz reflejaba en el techo una imagen que eran unas coordenadas. Con ayuda del Google maps encontré el punto exacto, que estaba en la playa que había al otro lado del pueblo. Con mucho cuidado para que mis padres no me vieran, salí de casa con una pala en la mano. La playa estaba vacía debido al mal tiempo. Me puse a cavar y pronto di con una caja llena de dibujos marinos de color morado. Al abrirla, descubrí una máscara con forma de pulpo que parecía ser mágica, aunque no sabía para que servía.

De vuelta a casa volví a consultar la bola. Salieron tres imágenes: una ola gigante, un enorme castillo azul lapislázuli y una lanza dorada antigua. Todo era conocido para mí excepto el castillo.

La ola era una de esas famosas olas que yo y mis amigos surfistas habíamos visto en muchas noticias. Sabía que esas olas se podían encontrar en esta época en el pueblo de Nazaré. Así que, si quería parar al Rey Tiburón tendría que ir a Portugal.

En cuanto a la lanza, era una reliquia que heredé de mi abuelo y que estaba expuesta en el salón.

Al día siguiente salí para Nazaré, con la bola, mi equipo de surf, la máscara de pulpo y la lanza, aunque primero dejé una nota a mis padres. Al llegar la bola se activó de nuevo. Me enseño el castillo, pero esta vez bajo el mar. Atravesar la ola no sería fácil, pero tenía que intentarlo. Esperé a que estuviera muy alta y la traspasé con mi tabla por debajo. Vi el castillo azul a lo lejos, muy al fondo, y pensé que sería imposible llegar hasta allí. Pero entonces recordé la máscara. Quizá fuera la solución. Con cuidado me la coloqué en la cara y metí la cabeza en el agua. Respiraba perfectamente. Buceé lo más rápido posible. Cuando me acercaba al palacete vi al Rey Tiburón de espaldas en un salón. Cogí la lanza y me dispuse al asalto. Pero me descubrió. Peleamos durante mucho rato sin que ninguno se rindiera. Una de sus patadas me hizo caer contra una pared que se rompió. Y por el agujero apareció para mi sorpresa un kraken gigante. Entró moviendo sus largos tentáculos y le dio a un botón rojo que emitía un sonido que vuelve locos a los animales marinos. Aproveché la oportunidad y acabé con el Rey Tiburón.

La ciudad estaba a salvo y una vez más el héroe venció al villano.

Naiara Cuadrado Lucas

¡SOY UN HÉROE!

No puedo salir de casa porque mis padres me han castigado, pero el Rey Tiburón quiere inundar la ciudad, así que no me queda otra opción que saltarme el castigo. He recibido como regalo de mis admiradores secretos una máscara con la que puedo respirar debajo del agua y que me ayudará a derrotar al villano. Vivo en Moreda y todo el mundo me conoce, pero nadie sabe que soy yo el misterioso héroe del que tanto se habla.

Con mi máscara de pulpo puesta, me dispongo a sumergirme en las profundidades del océano para encontrar la casa del Rey Tiburón. Cuando la encuentro, abro la puerta y voy a buscar la lanza que guarda el villano. Cuando encuentro dónde la tiene escondida, estiro mi brazo, pero antes de poder cogerla, alguien me tapa la boca por detrás. Después de un tiempo me despierto y el Rey Tiburón está sentado en frente de mí. Me ha dicho que en media hora se activará la alarma y toda la ciudad se inundará. Mientras tanto, yo estoy aquí, atado a esta silla y sin muchas maneras de liberarme. Sorprendentemente, consigo romper las cuerdas que me privaban de poder salvar mi ciudad. Salgo corriendo, me vuelvo a poner la máscara de pulpo y asciendo a la superficie. Sin saber cómo, consigo parar la alarma a la que solo le quedaban 30 segundos para que se inundase la ciudad y, una vez más, he logrado a mi pueblo.

Al final, todas mis historias acaban bien. 🙂

Tania Fernández Rodríguez


Umtití

Y ahí estaba otra vez, en mi casa en el pueblo de Moreda, encerrado en mi habitación.

Desde hace tiempo para mí era normal encontrarme castigado sin poder salir, pero no es mi culpa ser un superhéroe, y tener que proteger a la gente de Asturias, aunque tampoco es culpa de mis padres, que no saben nada sobre esto y se preocupan cuando llego tarde a casa o lleno de heridas.

Pero esta vez no podré quedarme aquí metido, no podré obedecerles, lo que está ocurriendo en estos momentos no se pasará solo, la policía no será capaz de pararlo. Ni siquiera el ejercito lo parará. El Rey Tiburón ha vuelto y esta vez no será tan fácil como la anterior, ya que ahora busca venganza. Quiere acabar con la humanidad, porque hace ya muchos años unos pescadores mataron a sus padres. Pero para que eso pase, antes deberá acabar conmigo, sé que sabe dónde vivo, y puede que incluso sepa quién soy de verdad, conseguiré acabar con él cueste lo que cueste.

El sonido del timbre hizo que me levantara de mi cama y dejara de buscar información sobre el Rey Tiburón y cómo acabar con él. Estaba solo y cuando abrí, me encontré con una figura vestida de negro con una capucha puesta. En sus manos traía un paquete.

-Hola, joven Umtití – dijo esa figura, que por su voz deduje que era un hombre.

-¿Quién es usted y por qué sabe mi nombre? - le pregunté yo al hombre.

-Eso es algo que no puedo responderte, pero tienes que confiar en mí, eres la última esperanza de Asturias, acepta este regalo y utilízalo contra el rey tiburón- contesto la figura, mientras me estregaba el paquete, lo cogí, cuando volví a mirar al hombre, este ya no se encontraba allí .Subí a mi habitación y abrí el paquete en este se encontraba una mascara con forma de pulpo y había también una nota que traía:


“ Destruye el diente de tiburón que se encuentra en el palacio del rey tiburón en el mar de Nazaré ,libera al pueblo marino ,con su ayuda destruye el diente y derrota al rey tiburón ,solo así podrás parar la inundación y salvar Asturias”.


Cogí la máscara y la examiné detenidamente, con ella podría respirar bajo el agua, el problema ahora era llegar desde Asturias hasta Portugal para poder encontrar el palacio submarino en Nazaré. Si me daba prisa, podría coger el próximo tren a San Juan de la Arena, desde donde podría ir en barco hasta Nazaré. Dos hora y cuarenta y cinco minutos después me encontraba ya en la costa, buscando algún barco que llevara a Portugal. Cuando lo encontré, me subí y unas seis horas más tarde el barco atracó en Nazaré. Ya estaba preparado para todo lo que pudiera pasar en el palacio submarino.

Me puse la máscara y me adentré en el mar. La luz que entraba atravesando el agua era escasa y todo se volvía muy oscuro. Encontré un brillante destello y nadé hacia allí. Me encontré con un impresionante palacio que brillaba, entré y comencé a buscar el diente, abrí una de las puertas, y ahí estaba el resplandeciente diente blanco. De pronto, detrás de mi apareció el Rey Tiburón. Se abalanzó sobre mí y comenzamos a pelear. Él era mucho más fuerte que yo, por lo que consiguió lanzarme contra una de las paredes, que se rompió y en ella se pudieron ver unos grandes ojos de un kraken que comenzó a perseguirme. Pude acercarme al brillante diente y lo cogí, pero mis enemigos se acercaban. Entonces usé mi mascara de pulpo, de la que salieron unos grandes tentáculos que desprendieron una densa tinta negra que consiguió cegarlos por unos minutos. Aunque el kraken me devolvió la tinta haciendo que tuviera que nadar hacia la salida conseguí nadar hacia la parte de abajo del palacio, donde encontré una puerta parecida a la de una cárcel. La impresión de lo que vi fue terrible: dentro se encontraban los habitantes del pueblo submarino de Nazaré. Inserté el diente de tiburón en un hueco que se encontraba en la pared y las puertas se abrieron, dejando salir a todos los presos.

Ahí empezó la guerra, con la ayuda del pueblo submarino, conseguí parar a los malos, mientras buscaba la forma de destruir el diente. Lo golpeamos con una piedra hasta que se rompió en muchos pedazos. Con el diente destruido, el Rey Tiburón perdió sus fuerzas y así pudimos finalmente acabar con ellos y liberar a los ciudadanos del pueblo submarino de Nazaré.

La vuelta a Moreda fue emocionante y todos nos recibieron de manera triunfal.

Emma Pérez Velasco