Concurso literario

EDICIÓN 2018/2019

CUENTO GANADOR EN LA CATEGORÍA DE 1º CICLO DE ESO.

AUTORA: EMMA BARBOSA SAN JOSÉ

La luna resplandecía de una manera especial aquella noche, la manada estaba en silencio, pero todos estaban inquietos porque Alana, la loba más adulta de la manada, estaba a punto de parir. No era la primera vez, pero esta sería especial, porque de esa camada saldría el nuevo macho alfa.

En un rincón de la cueva, Thor -aunque acostumbrado a esos momentos- también estaba inquieto, pues sabía que su tiempo como jefe estaba llegando a su fin.

Las horas pasaban y la pobre Alana seguía con los dolores del alumbramiento. Entonces en el silencio de la noche, desde lo más profundo de la cueva, se oyeron los tímidos llantos de un pequeño lobo. Thor se acercó aparentando tranquilidad, pero estaba ansioso por saber el sexo del cachorro.

Entonces con voz tranquila le habló a Alana: pequeña, ¿cómo estás? Bien Thor, es una hembra. Dijo con un hilo de voz.

No pasa nada, todo está bien. Y sin más volvió a su puesto en la cueva.

Pasaron las horas y Alana, exhausta, salió de la cueva a beber agua. Thor estaba tan dormido que no se dio cuenta y cuando Alana volvió, los cachorros se alborotaron e hicieron despertar al jefe.

Thor se acercó y antes de que pudiera hablar, Alana se le adelantó: he tenido dos hembras y un macho. Está bien, dijo Thor, te traeré algo de comer, debes de tener mucha hambre. Cuando se dio la vuelta, Alana le dijo: Thor, hay un problema.

¿Un problema? ¿Qué problema?

Es el pequeño macho. Entonces Thor se acercó para ver mejor a las tres pequeñas bolas de pelo que dormían junto a su madre.

Yo no le veo nada, no sé a qué te refieres, Alana.

Entonces Alana movió al pequeño macho con el hocico y dejo al descubierto un macho grande pero que… ¡había nacido sin cola!

Thor miró lo que Alana le mostraba, se dio la vuelta y mientras caminaba le dijo: lo siento, Alana, pero no podrá ser mi sucesor, y sin más se alejó.

Alana estaba triste, ella ya era mayor para tener más camadas y sabía que las demás lobas estaban ansiosas por caminar al lado de Thor y darle un macho que le sucediera, pero ya nada se podía hacer, el destino así lo había querido.

Cuando las demás lobas de la manada se enteraron de lo que le pasaba al pequeño macho, todas se compadecieron de Alana, pues era una hembra muy apreciada por todas Por todas menos por una.

Katia siempre había querido competir con Alana por estar al lado de Thor, pero él confiaba en Alana y sabía que era la mejor para mantener tranquila la manada. Pero para Katia esa era la oportunidad que llevaba esperando durante mucho tiempo. Se acercó a Thor y con voz apenada, sumisa, le dijo: lo siento Thor, toda la manada sabe lo tristes que estáis Alana y tú por lo del pobre cachorrito sin rabo. Thor era de pocas palabras y solamente dijo: está bien Katia. Se dio la vuelta y empezó a caminar. Entonces Katia le dijo: Thor, solo quería que supieras que estoy preñada y en un mes yo te daré unos estupendos cachorros y entonces podrás escoger un macho fuerte y sano para enseñarle todo lo que sabes y que sea un digno sucesor.

A su tiempo se verá respondió Thor, y siguió su camino.

Katia desde que supo lo del cachorro de Alana ya sabía lo que tenía que hacer, pues, aunque el cachorro no era digno de ser sucesor, ella sabía que Alana era su preferida y le daba miedo que Thor esperara a que tuviera otra camada. Así que tendría que alimentarse bien y cuidarse para tener unos cachorros sanos y fuertes.

Pasaron unos días y los cachorros de Alana crecían fuertes y sanos. El pequeño macho era precioso, con un pelaje magnifico, unas patas fuertes y grandes, todo apuntaba a que iba a ser un excelente ejemplar de lobo igual que su padre y su abuelo, pero el pequeño no tenía cola y Thor ya había sentenciado al pequeño, nada podría cambiar eso.

Pero en su interior algo le decía a Alana que ese macho podría llegar lejos y ella haría todo lo que estuviera en su mano para enseñar a su hijo e intentar que Thor cambiara de parecer.

Mientras tanto, Katia seguía su plan, menospreciar a Alana y a sus cachorros delante de la manada, ya que faltaba muy poco para que nacieran los suyos.

Y aquel día pronto llegó, Katia tuvo dos machos y dos hembras, y enseguida mando llamar a Thor para darle la noticia.

Mira Thor, nuestros cachorros han nacido, dos magníficos machos dignos de ser tus sucesores y dos hembras para hacer más fuerte la manada.

Pero Thor sabía cómo era Katia y tendría que pensar muy bien esa decisión, pues no le hacía ninguna gracia tenerla a su lado, porque ella era muy pretenciosa y poco trabajadora. Pero también sabía que sus días como jefe estaban contados y tenía que preparar a uno de sus hijos para que siguiera siendo el líder, como había hecho su padre con él y su abuelo y así sucesivamente seguir la saga.

Mientras tanto, Alana amamantaba feliz a sus cachorros, orgullosa de lo grandes y fuertes que estaban, ella siempre protegía al pequeño macho al que decidió llamar Koda, ella sabía de todas las habladurías y comentarios sobre su hijo, pero tenía la confianza de que llegaría un día en que podría demostrase que podía ser un gran líder.

Pasaba el tiempo y tanto los cachorros de Alana como los de Katia iban creciendo. Los cachorros de Katia eran desobedientes y alocados por mucho que ella intentaba que sus hijos se fijaran en Thor y aprendieran, puesto que uno de ellos sería el heredero y el otro tendría que irse a buscar su nueva manada.

En cuanto a los cachorros de Alana, eran juguetones y muy obedientes, ella siempre intentaba proteger a Koda de los demás cachorros cuando se burlaban de él por no tener cola, pero a Koda parecía no importarle, ya que su madre siempre le decía que un autentico lobo nace del interior, no de las paraciencias físicas.

Un día Thor llamó a Alana y le dijo que deberían hablar sobre Koda, ella pensó que él se había fijado en lo astuto y responsable que era el cachorro y que iba a felicitarla por ello. Pero no fue así, Thor seguía tradiciones ancestrales sobre la manada y pese a que veía las virtudes que tenía el cachorro, para él su defecto ensombrecía todo lo bueno que podía tener. Katia había ido sembrando comentarios y habladurías falsas por todos lados para menospreciar a Koda y ensalzar a sus hijos y todas esas cosas habían llegado a oídos de Thor y no le gustaban nada, y de ello habló con Alana.

-Alana, querida, tú sabes que siempre has estado a mi lado en los momentos buenos y los malos, yo siempre tuve claro que si alguien tenía que sustituirme sería un hijo tuyo, porque sin duda heredaría tu templanza y saber estar junto con mi valentía y mi fuerza, pero luego llegó el pequeño Koda y, como comprenderás, una manada fuerte y legendaria como la nuestra no puede estar liderada por un lobo que no tiene cola. Para un enemigo ver la cola erguida significa liderazgo y fortaleza y la cola baja es sumisión. Koda nunca podrá ser un líder.

Ella escuchaba pacientemente, desde siempre supo que tendría que tener esta conversación con Thor y de alguna manera estaba preparada para responderle.

-Thor entiendo todo lo que me dices y como siempre tienes razón por eso tu padre te escogió para ser nuestro líder, pero creo que deberías mirar más allá, deberías fijarte en cómo actúa nuestro hijo, lo valiente que es a pesar de no tener cola. Nunca se queda atrás ni es cobarde, al contrario, es todavía más valiente porque él tiene que demostrar siempre algo más que los demás. ¡¡¡Ya lo sé, Alana!!! La interrumpió Thor. Cuando tu hijo nació te dije que no podría ser mi sucesor, un macho alfa debe tener todas las cualidades para ello y lo único que hace tu hijo es que el grupo empiece a dudar de mí como líder, así que tengo que pedirte que lo prepares para marcharse.

-¿Marcharse? ¡¡Pero Thor, si aún es un cachorro, tú sabes que no aguantaría solo sin la manada ni un día!!

-Pues tal vez ese sea su destino desde un principio- sentenció Thor.

Alana irguió la cabeza, lo miró a los ojos y le dijo: -tal vez tu padre también se equivoco al escogerte a ti, no creo que él hubiese echado a nadie por un defecto físico, estás siendo injusto. ¿O tengo que recordarte que tu abuela no era una loba pura y sin embargo tu abuelo la mantuvo a su lado porque le demostró que ella estaría a su lado hasta el fin de sus días?

-¡¡Alana!! No te atrevas a decir eso, sabes que ese tema nunca se habla en la manda.

-Tú no quieres hablarlo, pero tu abuelo estaba orgulloso, porque no tenía prejuicios, igual el que tienes un problema eres tú y no Koda. Así que te advierto, si mi hijo se va yo me iré con él-. Se dio la vuelta.

-¡¡Alana !!- volvió a gritar Thor. -No te atrevas, tú debes permanecer a mi lado hasta el fin de nuestros días, es la ley.

-Lo sé, Thor, pero ahora mis hijos y yo ya no formamos parte de esta manada. Que tengas suerte.

-Alana, eres muy tozuda, si te atreves a sacar a los cachorros fuera de los dominios, nunca volverás.

-Pues que así sea, sentenció ella.

Katia estaba escuchando todo agazapada en un rincón y en cuanto tuvo ocasión fue a hablar con Thor.

-Hola, estás muy pensativo. ¿Qué sucede Thor? Últimamente no eres el mismo.

-No es nada, le respondió él.

-Puedes confiar en mí, no quiero ser entrometida, pero he de decirte que todo el mundo habla sobre el cachorro de Alana y el desprestigio que da a la manada tener un tullido. Algunas lobas hasta han insinuado abandonarla por miedo a que sus hijos nazcan así.

Estas palabras enfurecieron a Thor y dando un aullido tremendo mandó callar a Katia y se fue.

Ella se quedó muy satisfecha, había puesto otro poquito de sal en la herida de Thor y lo más probable era que sacara a ese maldito y a su madre bien lejos de allí.

Mientras tanto los cachorros, ajenos a todo lo que estaba sucediendo con los mayores, jugaban despreocupados. Entonces a uno de los hijos de Katia se le ocurrió una idea, cansado de jugar siempre a cazarse entre ellos propuso alejarse un poco e ir a cazar una presa de verdad. Los demás cachorros dijeron que era muy peligroso, pues sus madres solo les dejaban jugar alrededor de la cueva, pero ante la insistencia y la promesa de que no se alejarían mucho, todos aceptaron, todos menos Koda, ya que su madre no les dejaba jugar con él. Todos se alejaron y Koda se entretuvo en perseguir a un ratoncillo que estaba despistado.

Al rato una de sus hermanas llego corriendo.

-¡¡Koda!! Tienes que ayudarnos, uno de nuestros humanos ha caído en una trampa y no puede salir y todos los demás se han asustado y ella está allí abajo sola. Tienes que ayudarla, por favor.

-Está bien iré, pero tú tienes que ir a avisar a nuestras madres.

-¡Pero, Koda, nos reñirán! -

-Hazme caso, le gritó. -Corre y busca a nuestras madres y yo iré a ver qué puedo hacer.

Koda salió corriendo, olfateando y buscando el rastro de sus amigos hasta que se topó con un enorme agujero en el suelo, allí estaba la hija de Katia, que al verlo empezó a aullar y a pedir que lo ayudara.

-Shhhh, silencio -le dijo Koda- no aúlles, esta trampa está hecha por humanos, mamá me lo explicó, estate calladita o los atraerás.

-Buscaré una rama para que puedas acercarte y yo tiraré de ti.

-Vale, Koda, pero date prisa.

En cuanto se dio la vuelta para buscar algo para sacar al cachorro de entre los matorrales salió un humano. Koda no sabía qué hacer, su madre le había dicho que los humanos eran peligrosos y que si algún día veía alguno, debía correr sin mirar atrás, pero no podía dejar a un miembro de la manada dentro de aquel agujero.

Entonces tuvo una idea, el humano no era muy grande, así que intentó aparentar no tenerle miedo y se puso en posición de ataque, enseñando los dientes como había visto hacer a su madre muchas veces, entonces vio que el humano retrocedía y esto le hizo ser mas valiente y dar un paso adelante.

En esos momentos llegaban a lo alto de la colina Thor, seguido por Alana y Katia. Cuando el macho alfa vio aquella escena, las mando parar y agazaparse para no ponerse todos en peligro. Alana intentó protestar y Thor le dijo: hay que darle la oportunidad de actuar solo.

Koda seguía enseñando los dientes sin retroceder ni un paso, entonces vio cómo el humano se daba la vuelta y empezaba a correr gritando sin parar. Sin perder un minuto cogió una liana que había colgada de un árbol y se la echó al cachorro dentro del agujero, el cachorro la agarró con sus dientes y Koda tiró con todas sus fuerzas para sacar a su amigo de aquel lío. Justo cuando ya empezaban a fallarle las fuerzas notó que alguien cogía la liana y tiraba, cuando miró de reojo vio que era su padre y entonces tiró con toda la fuerza que pudo y entre los dos sacaron al cachorro del agujero. Una vez el cachorro estuvo a salvo les dijo a los dos: -vamos corriendo a la cueva, enseguida vendrán los humanos, yo iré detrás, correr y no paréis hasta llegar a la cueva. Y así llegaron los pequeños cachorros exhaustos de tanto correr.

Thor esperó hasta que parecía que todo estaba tranquilo en los alrededores y después también se fue con su manada. Una vez allí le dijo a Katia que quería hablar con ella.

-Tus malcriados hijos han puesto en peligro a sus hermanos y en vez de ayudarlo lo abandonaron a su suerte, eso no es propio ni digno de un miembro de esta manada y no tiene disculpa Katia. Así que desde este momento estáis expulsados de esta manada, ellos por irresponsables y tú por dedicarte a menospreciar a uno de nuestros miembros-

Katia quiso empezar a hablar en ese instante, pero Thor dio un paso al frente y encarándose a la loba, le dijo: -acata la ley, Katia, no me hagas usar la fuerza-.La loba cogió a sus hijos y se fueron ante la mirada de toda la manada.

Alana esperaba inquieta por el castigo que recibirían sus hijos.

-Alana, acércate con tus hijos.

Estos obedecieron y se sentaron enfrente de su padre. -Tú, le dijo a Dana, la hija de Alana, no deberías haberte saltado las reglas, sabes que está prohibido salir de los alrededores de la cueva sin un adulto, pero en tu favor diré que reaccionaste bien volviendo a pedir ayuda. Dana bajó la cabeza en símbolo de sumisión.

-En cuanto a ti… -dijo Thor dirigiéndose a Koda.

-Thor, lo interrumpió Alana. -Calla, Alana. Estoy hablando con nuestro hijo.

Al oír esas palabras, Alana dio un paso atrás y dejó hablar a Thor.

-Koda, hijo mío, hoy has demostrado ser un lobo responsable, inteligente y muy valiente. Has demostrado que sabes lo que significa la familia al no permitir que el humano se acercara a tu hermano y eso demuestra que todas las virtudes que tu madre describía eran ciertas. Yo no podía ver porque me cegaba el pequeño y dichoso defecto, pero hoy con tu decisión y valentía me has demostrado que eres un digno heredero de caminar junto a mí aprendiendo y algún día ocuparás mi puesto como yo hice con mi padre y algún día tú harás con tu hijo lo mismo que hice yo contigo.

Y ahora ve a dormir, por hoy ya hemos tenido demasiadas emociones.

Emma Barbosa San José (1º ESO B)

CUENTO GANADOR 2º CICLO DE ESO.

AUTORA: SARA MUÑIZ

BASADA EN HECHOS DE AMOR REALES

Querido diario:

Hoy, como todos los domingos, mi madre y yo fuimos a comer a casa de mis abuelos. La perspectiva era la siguiente: mi abuela estaba en la cocina preparando la comida, mi tía y mi madre hablaban de gente famosa en el sofá (aunque más bien parecía que los estaban criticando), y mi abuelo y yo buscábamos algo interesante que ver en la tele. Mi abuelo Pepe pulsó la tecla 1 y en la televisión empezó a aparecer gente en blanco y negro con la fecha: 1963. Mi abuelo me dijo:

-Sara, ¿ves esa fecha? Ese año fue cuando conocí a tu abuela.

Me quedé un poco sorprendida, intentando decirle cuánto tiempo ha pasado, pero no lo dije, me causó curiosidad y le respondí:

-Cuéntame más, abuelo.

-Bueno, tenemos tiempo de sobra hasta la hora de comer. ¡Ponte cómoda!

Entonces me sonrió, pero no con una sonrisa normal de todos los domingos, sino que era una sonrisa con muchísima expresividad y felicidad en el interior. Entonces supe que me iba a gustar la historia.

-Todo empezó ese mismo año, en 1963. Yo llevaba trabajando en la locomotora que conectaba el Pedroso con Santa Cruz y el lavadero de carbón desde que tenía trece años. Durante el viaje, pasábamos por Estrada, un pequeño pueblo que había al lado de Bustiello, que fue desapareciendo poco a poco. Allí vivía tu abuela, con sus siete hermanos (Rigo, Maruja, Daniel, Pura, Luci, Amor y Nando) y sus padres. Cada vez que pasábamos con la locomotora, la veía trabajar limpiando la casa con sus hermanas o lavando la ropa en el lavadero. Todas las mujeres se asomaban al vernos pasar y nos gritaban: “Ahí están los fogoneros del ferrocarril”

- ¿Qué es eso, abuelo?

-Un fogonero del ferrocarril es aquel que ayuda al maquinista alimentando el fuego de la locomotora para que pueda llegar al lavadero o a la mina y cargar el carbón. Bueno, continúo con la historia. El caso es que cuando nos veían pasar, ellas esperaban que les lanzáramos carbón para sus cocinas, pero no lo hacíamos. Todas las mujeres estaban ansiosas por vernos, aunque sigo sin entender aquella intriga. Luis (el actual marido de Luci) trabajaba conmigo y como él estaba saliendo con ella, le lanzaba el carbón. Fue entonces cuando vi a tu abuela. Me gustó tal y como era, sin más. Empecé a hablar con Luis más para preguntarle cosas sobre ella. Desde entonces, yo también le tiraba carbón.

- Pero, ¿tú a ella le gustabas?

-No lo sabía. Antiguamente se hacían fiestas y bailes a los que iba mucha gente de los alrededores. Coincidió que a uno de esos bailes al que fui con Luis, allí estaba ella con Luci y Pura. Le pedí bailar, me lo concedió, y nos lo pasamos muy bien. A partir de ahí empezamos a salir juntos, aunque tu abuela de aquella solo tenía diecisiete años. Tuvimos que esperar dos años para poder casarnos. En 1965 nos casamos y la verdad es que no me arrepiento.

Mi abuelo estaba a puntito de ponerse a llorar (nunca le había visto llorar, por cierto) hasta que mi abuela dijo:

- ¡A comer todo el mundo, dejaos de chácharas!

- ¿Luego me sigues contando más?

-Claro, aunque no sé qué más quieres que te diga, ya te lo he contado todo.

Entonces nos fuimos a comer, mi abuela había hecho una ensalada y pollo con patatas. Estaba muy rico. Mi tía y mi madre seguían hablando de la vida de una tal Elsa Pataky. La verdad, no sé porque tienen que hablar de esa señora cuando no les ha hecho nada, pero se supone que no tienen nada que hacer un domingo por la mañana. El caso es que mientras ellas hablaban sobre esa modelo famosa, yo les comentaba a mis abuelos el viaje a Dublín que quería hacer con mis compañeros de instituto.

-Abuela, este año me haría ilusión poder ir al viaje de Irlanda con mis amigos. Ya sabes cómo son papá y mamá y no creo que yo sola los pueda convencer. Es una experiencia en la que aprenderé mucho inglés e iré con mis amigos; si no, no iré nunca con ellos.

-A ver Sara, a mí no me importaría ayudarte, pero ¿si te pasa algo? Te ayudaré, pero no me gusta que viajes tan lejos sin tus padres.

- ¡Mil gracias, abuela!

- Ahora calla y come el pollo.

Entonces me callé, no quería que se enfadara. Luego comimos el postre, que era mi favorito: tarta de chocolate. A mis abuelos y a mí nos encanta el chocolate. La verdad es que estaba muy rica, como siempre. De nuevo estábamos sentados en el sofá, todos se tomaban un café con la tarta menos yo, que me tomé un Colacao, ya que no me gusta el café (sabe muy agrio, te mancha los dientes y te da insomnio)

-Abuelo, me habías dicho que me ibas a contar más, ¿te acuerdas?

- Ah sí, es verdad, Sara.

- ¿Contar más de qué? - preguntó mi abuela extrañada.

- Antes, mientras tu cocinabas, Sara me preguntó cómo nos habíamos conocido y le conté la historia de la “locomotora del amor”.

- ¿Y a qué se debe eso, Sara? -me preguntó ella

Mi madre y mi tía acababan de salir a pasear a Rocky, el chihuahua de la familia. Es muy adorable y pequeño, siempre tiene hambre y quiere jugar a todas horas. No sé de dónde saca tanta energía. A veces, de tanto jugar, me canso antes yo que él y me entra el sueño. ¿Por dónde iba? Ah sí, ya sé.

-Es que antes de ir a comer, encendimos la tele y salió la fecha de 1963 y el abuelo me dijo que ese año fue cuando os conocisteis y yo le dije que me lo contara todo.

-Bueno, pues creo que la segunda parte me toca a mí ¿no Pepe?

-Sí, sí, por mí puedes seguir tú...

Mi abuelo se durmió. Todos los domingos se levanta a las ocho de la mañana para bajar desde el Polígono hasta Mieres para ir a comprar a la plaza, entonces era lógico que estuviera cansado.

- Bueno, ¿supongo que ya te habrá contado todo lo anterior a nuestra boda, no?

-Sí

- Entonces ahora me falta contarte el resto. Después de casarnos, tu abuelo y yo nos fuimos a vivir a Estrada con mi familia. Al año siguiente, el 20 de febrero nació Pili, tu tía mayor, y en marzo de 1967, tu madre. Vivíamos muy felices allí. En 1973 llegó Sole, la pequeña de las tres. Cuando tu madre tenía ocho años y acababa de hacer la comunión, nos mudamos a Mieres, hasta el día de hoy que aquí seguimos. Por el verano íbamos toda la familia a Villalcón, un pueblo pequeño en la provincia de Palencia.

-Eso ya lo sabía abuela, fui tres veranos con vosotros cuando era más pequeña con papá y mamá, antes de que se pusieran feas las cosas entre ellos.

- ¡Es verdad, ya no me acordaba, cielo! Y nos lo pasábamos genial en las fiestas del verano. Con la guerra de globos de agua, la arrozada para todo el pueblo y más cosas.

- Ya, pero, ¿no tienes un álbum de fotos para enseñarme?

- ¿Uno solo?

Nos reímos, pero suave, no queríamos despertar a mi abuelo. Se levantó del sofá y fue a la mesita de al lado del televisor y sacó una caja llena de álbumes con mucho polvo. La abrió y me puse a estornudar (ya que soy alérgica).

- Empezaremos por este, que parece que es el más antiguo y luego iremos avanzando.

- Vale - respondí contenta.

Llegué a pensar que me aburriría pero, al contrario. La verdad que el tiempo se me pasó muy rápido y en nada nos quedamos sin álbumes para mirar. En esto, llegaron mi tía, el perro y mi madre. Mamá me preguntó:

- ¿Qué hacéis, Sara?

Entonces prefirió responder mi abuela:

-Estamos mirando fotos de cuando vivíamos en Estrada.

Estaba contenta de recordar aquellos “buenos tiempos”, como dice ella. Entonces se sentaron en unos sillones de al lado de la ventana y nos pidieron que les fuéramos pasando las fotos que ya habíamos visto.

- ¿A qué hora quieres bajar a casa? - me preguntó mamá.

- Pues no sé, cuando acabemos de ver las fotos - respondí

Entonces mi tía interrumpió y dijo:

-Yo tengo que coger el bus de las 20:00 para ir a Tineo.

Sole es profesora de Lengua en el instituto de Tineo (creo que ya te lo había contado). Es interina y el año pasado estuvo en Tapia de Casariego (un sitio precioso, me quedé enamorada cuando lo fuimos a visitar). Allí conocí a sus alumnos y me parecieron muy majos, pero este año no tuvimos tiempo de ir mamá y yo todavía a Tineo. Ella, nos trae unas infusiones muy ricas de Montecelio, a mí me encanta una que tiene chocolate. Para ir al pueblo, tiene que coger dos autobuses, uno hasta Oviedo y otro que llea a Tineo.

- ¿Qué te parece si vamos con ella y la acompañamos a la estación? - me preguntó mi madre.

- Me da igual, mamá.

El tiempo pasó volando, eran las 19:15 cuando mi tía se empezó a preparar. Ya habíamos acabado de ver las fotos. La mayor parte de ellas eran en blanco y negro. Las que más me gustaron fueron: una en la que estaba toda la familia en Villacón (estaba hasta yo y la foto ya tenía color, solo faltaba papá) y la otra en la que salían mis abuelos de la iglesia después de haber dicho el “sí quiero” tan famoso. Las guardamos en los álbumes y yo ayudé en cuanto pude. Mi abuelo seguía roncando hasta que Sole gritó desde su habitación:

- ¡MAMÁ!, ¿dónde está mi camisa de cuadros?

-Está colgada, te la doy ahora, tranquila- respondió mi abuela.

Mi abuelo se despertó en aquel momento y dijo:

- ¿Qué hora es, Ana?

- Son las 19:30

- ¡Vas a perder el bus como no te des prisa! -le gritó mi abuelo a mi tía.

-Ya estoy, ya estoy. - dijo Sole

Mi madre y yo nos calzamos mientras ella guardaba la camisa de cuadros en la maleta. Nos despedimos y nos dimos besos entre todos. Yo le dije a mis abuelos:

- Me gustó mucho la historia, nunca pensé que fuera tan bonito.

Él me guiñó el ojo y al final nos fuimos. Acompañamos a mi tía a la estación y allí le deseamos buen viaje, aunque tampoco es tan largo. Al llegar a casa nos pusimos el pijama, cenamos y yo preparé los libros para el lunes. Después me lavé los dientes y ya no me pasó nada más interesante; me eché encima de la cama a escribirte lo que me pasó hoy. Ahora acaba de llamar mamá a la puerta de mi habitación.

-Sara, ¿has preparado la maleta con el resto de cosas para ir con papá mañana?

- ¡Ay no, mamá, se me había olvidado!

- Pues deja de escribir en el diario ya que se te va a hacer tarde.

-Vale, dame 5 minutos.

Lo siento, no me acordaba que tenía que preparar el resto de cosas para la semana que paso con papá: el resto de libros, la pala de pádel... Te voy a guardar en la maleta para mañana contarte más cosas. Creo que hoy te he contado muchas, casi más que cuando estoy triste o llorando, pero así lo tengo todo guardado para cuando quiera leerlo. Y como siempre, gracias por estar ahí.

Buenas noches,

Sara

Sara Muñiz, 3º ESO C