Fecha de publicación: 06-jul-2011 21:39:01
Todos los amaneceres y puestas de sol son maravillosos, pero no lo son porque los rayos solares impresionen nuestra retina con un paisaje más o menos soberbio. Ese momento mágico tan sólo surge cuando la parte más áurea de nuestro interior, la más noble, la más alta, la más luminosa y "solar" sale de nosotros para recibir o despedir al Astro-Rey. Es entonces cuando los dos soles se reconocen como uno indiviso y único,... sólo entonces ocurre el milagro de intuir lo Eterno, lo Grandioso, lo Bello y Sublime... Sobran las palabras, los gestos. Sobran las sensaciones y los pensamientos. Molesta hasta tener cuerpo.El Sol-Padre llama al Sol-Hijo. El Sol-Hijo se inflama, responde a la llamada y recuerda su origen y esencia. Silencio...Ya los párpados se pueden cerrar. No importa no ver con los ojos físicos el sol. Estos ya cumplieron su papel. El puente está construido. El mundo externo se cierra porque el interno se ha abierto y es mucho más perfecto, acabado y real. Y si todo es tan maravilloso, ¿no es una pena relegarlo para cuando tengamos alguna vez tiempo y oportunidad de asistir a un amanecer o un atardecer?. El sol nunca deja de existir, aunque haya nubes, aunque se encuentre bajo nuestros pies, aunque seamos ciegos externa o internamente.
Seríamos más dichosos si pudiéramos realizar ese pequeño milagro con más frecuencia, si aprendiéramos a independizarnos de las circunstancias externas que obligan a nuestro cuerpo a estar en otro lugar a una hora concreta. Si nos subyugamos a lo externo dependeremos de él, no existirá libertad, seremos esclavos que esperan a que sus amos les permitan hacer lo que desean. Lo peor es que tenemos al amo dentro nuestra, pero sin formar parte de nuestro interior, aunque parezca contradictorio.
El amo no son los trabajos, las obligaciones, los deberes que cumplir para con nuestro entorno particular. El amo es aquel que cuando disponemos de un momento para nosotros mismos hace que lo invirtamos hacia el mundo externo, olvidando el interno.
En verdad, para los que tienen amos poderosos, ¡cuánto cuesta sacar ese sol interior sin ayuda externa, sin ese marco especial del atardecer, por ejemplo!.
Cuando todo te incita a las prisas, a lo cómodo, al placer, a las sensaciones, a los colores, a los sonidos, a las formas, ... ¿cómo fijar la mirada en la serenidad de lo Eterno, en nuestro Ser Interior?. Sabemos que la fuerza interior cuesta muchísimo más desarrollarla que la fuerza exterior, mas también sus beneficios son incomparablemente mayores.
¿Qué hemos de hacer para desarrollarla?. En primer lugar hemos de quererlo con tal constancia (no uso la palabra fuerza, porque ésta pone el sentido de ímpetu, y todo lo que es impetuoso acaba en nada), que no quepa otro anhelo dentro nuestro. Es necesario que estemos saciados de lo que el mundo nos da, saturados y hartos de lo que esta vida terrena nos ofrece.
No nos puede llenar nada de lo de aquí abajo. Si algo hay que nos mueva al deseo eso mismo nos tirará al suelo una y otra vez, sin poder escalar hasta nuestro sol, salvo cuando las circunstancias exteriores nos lo permitan. Hemos de recordar que son nuestras debilidades las que mandan y ordenan en un principio, ellas son nuestros amos.
Existiendo verdadera Voluntad manifestada en términos de constancia imperturbable, y no buscando nada en este mundo, se puede comenzar a caminar por los senderos que llevan hasta el Rey Interno. Digo bien al decir "senderos" pues son muchos los señalados por los grandes Maestros de la humanidad que conocemos. Mencionaré algunos tan sólo sea para ver su variedad y riqueza: el sendero del servicio, de la acción, del arte, de la religión, de la ciencia, de la disciplina corporal, de la meditación, del ascetismo, etc. ... Tantos como naturalezas humanas puedan hoyarlos. Cada cual debe encontrar el suyo, con la ayuda de su intuición, del conocimiento de su naturaleza y de su propia experiencia.
Que nadie tenga miedo a equivocarse, todo es necesario, las victorias y los fracasos. Al final algo nos dice que todo es para bien. Lo que sí merece la pena recalcar es la importancia que tiene el no dar marcha atrás a la ligera, sino por fruto de una profunda meditación y recogimiento, sacando todas las enseñanzas de cada lágrima derramada, entendiendo que el único responsable de lo que nos pueda ocurrir es el lobo ciego que llevamos en nuestro interior.
Seamos disciplinados con nuestras decisiones, cambiemos las prisas por la constancia, ya que la primera viene del mundo terrenal, donde las cosas se transforman, perecen y nada permanece; la segunda proviene de un mundo superior donde la Eternidad es su característica.
A los que buscáis lo Invisible en lo Inapresable...
A los que buscáis lo Eterno en lo Interno...
A los que el mundo no os dice nada nuevo...
A los que ni odian ni desean las cosas terrenas...
Que los vientos del Mundo Superior llenen vuestras velas Solares y os lleven a ese Amanecer pleno de conciencia y de energía, pletórico de Espiritualidad, para que ilumine vuestras almas.