Fecha de publicación: 05-may-2011 17:59:50
¿Cómo realizar el TAO? ¿Cómo practicarlo si ese concepto en sí no se puede definir? ¿Cómo realizar el VACÍO, cómo nutrir igual que lo hace la Tierra y crear igual que lo hace el Cielo? Al Tao no se llega haciendo tal o cual cosa, vistiendo tal o cual ropa, comiendo tales alimentos, ayunando tales días, visitando templos sagrados; tampoco se llega negando la realidad, ni creyéndola ciegamente, no se consigue viviendo en ninguna ermita, ni mortificándose, ni buscando placeres. Realizar el Tao no es pertenecer a una religión, ni orar a tales dioses o santos, no es seguir ningún rito ni obligación. No es la dejadez insípida y anodina de quien permanece sentado viendo pasar el mundo delante de sí. Tampoco la actividad es sinónima de alcanzar el Tao. Llegar y mantenerse en el Tao no es cosa fácil de explicar, y muchos menos, de vivir. Los razonamientos mentales sólo nos sirven para saber qué no es, y por intuición pura aprehender lo que queda después de liberar nuestra mente de los conceptos estrechos que la limitan y acotan. ¿Cómo realizar lo oculto, lo que se escapa de una definición? No es llevar a cabo una acción determinada y definida. Más bien me inclino a sentir que es el espíritu con el que llevamos a ejecución la acción o la omisión. Los maestros taoístas no hacen algo particular por lo que se les pueda reconocer su condición de taoístas. Es su forma de realizar todo aquello que, en alguna medida, llevamos a cabo la mayoría de las personas, pero con otro espíritu, cabalgando la senda del TAO. Si un taoísta enseña, no se ata a lo que dice, ni a quién lo dice, ni cómo lo dice, sino que simplemente libera el momento para que le moldee y se realice la enseñanza. El taoísta renuncia a sí mismo, no espera, ni rehuye, disfruta retirándose de la acción y, de esta manera, no actúa personalmente, sino como agente de la Vida, de la situación, no tiene interés por lo que conlleve la acción, ni tampoco temor a sus consecuencias. Así nutre al mundo, él permanece en el centro, vacío, libre.
La clave parece estar en quitarse del escenario y dejar que las cosas surjan naturales, siendo conductos y puentes en vez de padres de la acción. Para ello pulen y trabajan el corazón hasta dejarlo puro y, de esta manera, se entregan a la intuición y a la improvisación, con la seguridad de que aquello que surja no estará manchado por el personalismo, sino por la magia del momento, y por ello, será hijo de la Vida que viene a la luz porque no hay sombras que lo oscurezcan ni distorsionen. De esta manera, cada momento atrae al siguiente, de forma natural, consecuente con la naturaleza misteriosa de las cosas. El maestro taoísta deja que la situación presente reclame la siguiente, al igual que el poder de atracción de un imán. Una persona normal no puede, pues interfiere esa fuerza de atracción con la que proviene de ese imán de deseos y temores que es su corazón salvaje, y la naturaleza del momento se ve modificada de forma artificial por un elemento ajeno, el personalismo.
El verdadero taoísta tampoco está apegado a la acción, no la busca ni la rehuye. Cuando la ola de la actividad no transita por su lado, el maestro desaparece en sus profundidades insondables y serenas, ahora él se está nutriendo del Vacío, del Silencio, con plena conciencia. En esos momentos está más conectado que nunca a su raíz, al Tao, lo que, en verdad, nunca abandona cuando actúa en el mundo. En el silencio interior va nutriéndose de la magia del Vacío. Hablo de magia porque cuantos más elementos externos elimina de su mente y de su corazón, más lleno se siente. Es un crecer en el Vacío. Y ¿qué es lo que crece cuando no hay nada? Pues lo que siempre ha existido y nunca puede dejar de existir. Lo que ocurre es que cuando hay elementos, éstos se interponen delante y nos enturbian la visión impidiéndonos ver el telón de fondo que hay tras el muro de lo personal. Estos elementos los crea la personalidad, construyendo un escudo entre nuestra conciencia parcial y el Tao.
Realizar el Tao es intentar imitar su “modus operandi”. Realizar sin activar lo personal. Esto es la no-acción. Hacer y retirarse. Nutrir todo lo que existe sin apropiarse. Estar vacío, para que todo pueda originarse. Que ningún ser sufra tu peso. Que todos sientan que funcionan por sí mismos, sin ayuda.
Realizar el Tao es nutrir como la Tierra, crear como el Cielo. Ser uno con todo. Sobreponerse a la personalidad. Volver al origen. Re-Crear el Vacío.
La mente se aligera y el corazón se inflama.
Paz.