Querer ser mejor cada día es maravilloso, es estar vivo, es seguir la pauta de la VIDA: la evolución, la perfección de las formas y sus naturalezas. Lo curioso es que estando todos de acuerdo en este punto, a la hora de llevarlo a la práctica no todos saben qué elementos concretos deben ser mejorados, o al menos no todos entienden lo mismo. Bajo una generalidad indefinida se pasa de lado este asunto, que queda en una declaración de intenciones simplemente.
El “debemos ser mejor” es una frase hecha, y desgraciadamente, vaciada de sentido en la mayoría de los casos. “Hay que ser más comprensivos, tolerantes, voluntariosos, fuertes, sencillos,...”, muy hermoso todo esto, pero eso ya es sabido, incluso aburre el hecho de leerlo o que te lo digan, muchos dirán: “bueno, sí, ¿y ahora qué?”. Es lo mismo que si al emprender una carrera, en el mismo punto de salida, se les dijera a los corredores hasta dónde tienen que ir, y en el momento mismo de la partida dijeran: “ya sabemos el destino, ¿y ahora qué?”. Es evidente que, o no se tienen ganas de salir (tal vez estén muy a gusto en el punto de salida, dando la espada al universo con su actitud), o que conociendo la meta ignoran el camino.
Muchas veces ocurre que no se emprende dicha carrera por carecer de vida interna, sólo viven hacia el exterior, y sin él no serían nada. Por lo tanto los elementos internos son ignorados, negados, o en el mejor de los casos, no saben cómo reconocerlos, manipularlos, arreglarlos y mejorarlos. Al pertenecer al mundo de lo invisible (al que hoy no se le presta atención alguna), no se observa, no se le dedica tiempo, y tampoco se sabe cómo hacerlo (todo lo que no se vea con los ojos, piensan muchos, no es serio).
Otros dirán: “si apenas tengo tiempo para mis asuntos externos (que se sienten como imperativos), ¿cómo voy a sacarlo para aquellos otros que nadie ve (incluso ni él mismo)?, ya se hará cuando haya un rato libre, puesto que sólo afecta a mi entorno inmediato, nadie repara en ellos, y además, con los problemas externos ya tengo bastante como para buscarme otros.”
A estas personas que así piensan sólo cabe decirles que si de ellos dependiera la forma de llover, llovería hacia arriba. Sostienen el triángulo, no por la base, sino por un vértice. Creen que la casa se comienza a construir por el tejado. Pero no seré yo quien les haga mirar hacia dentro, deben colmar su recipiente, y nadie puede hacerlo por ellos. Es tarea de la vida y fruto de sus experiencias.
Para los que sí entrevean los elementos internos les propongo un enfoque filosófico-práctico. Que se olviden de mejorarse, que se descarguen del peso de esa frase, respiren profundamente, alivien la carga y sigan leyendo.
Es muy raro encontrar una persona que en estos tiempos no tenga multitud de cosas que hacer. Todas las queremos llevar adelante, estamos en un estado febril de actividad. Bueno, si las cosas están así, vamos a acomodarnos a la situación y trabajar con ella, vamos a evitar enfrentamientos internos. Si lo único que proclamamos saber hacer es manejar elementos externos, vamos con ello.
Si toda nuestra atención se vuelca hacia acciones externas debemos hacerlas lo más perfectamente posible, a nivel laboral, familiar, personal e íntimo. Prestar la máxima atención y conciencia a lo que en cada momento tengamos entre manos, como si en ello nos fuera la vida, como si fuera el mejor regalo que pudiéramos dar al ser más querido. Si estamos en el trabajo entusiasmarnos con él para que lo realicemos lo más perfectamente posible, si es coser, la mejor costura posible, si es construir, la construcción mejor y más estable; si es enseñar, que llegue a calar profundamente a las personas. Así con todo. Tal vez algunos piensen que es pedir mucho, pero está al alcance de cualquiera el hacerlo. Vertebremos nuestras acciones y no perdamos de vista lo que en cada momento estemos realizando. Hemos de sentir entusiasmo por lo que hacemos.
De la misma manera proceder en otros asuntos como el familiar, el personal, haciéndolo lo mejor y más perfectamente posible. Cada acción debe estar completamente acabada, debe quedar como con vida propia, independiente de nosotros. Si hemos de dormir, relajaremos conscientemente todo el cuerpo y la respiración, manteniendo la mente o relajada o en alguna actividad serena, a esto se le llama prepararse para dormir. Si hemos de comer, seleccionaremos conscientemente los alimentos así como sus mezclas y momentos de tomas para no dar problemas a nuestro organismo, ya que tenemos a millones de células pendientes de nuestras decisiones alimentarias, y eso es una responsabilidad. Si amamos hacerlo de la manera más pura y desapegada, sin temores ni exigencias, respetando otras vidas que son independientes. Si pensamos, hacerlo sin intereses personales que falseen la realidad de las cosas. Así seguiríamos con cada actividad del ser humano. Tal vez no consigamos ser perfectos, que será lo más probable, pero llenaremos el mundo de acciones perfectas.
Cuando las acciones se vayan realizando conforme a las pautas de la perfección, iremos confeccionando perlas que al final de nuestras vidas se convertirán, con una mirada atemporal, en un hermoso collar que hemos regalado al mundo y a sus habitantes. Estas perlas tiene además una repercusión interna, nos dan confianza en nosotros mismos, sosiego, paz y completura. Si estos sentimientos nos vuelven más seguros y felices, ¿no es haber conseguido de alguna manera ser más libres, ya que las circunstancias externas han sido moldeadas, y no implican coacción alguna?. Y si somos más libres, ¿no habremos adquirido la misma facultad de la esfera, que se desliza en cualquier sentido, sin ser ella jamás un obstáculo para ella misma?. Si esto es así, y hemos obtenido la cualidad de la esfericidad, habremos llegado a la forma más perfecta, pero sin pensar en ello, de forma inconsciente, de forma consecuente.
De esta manera podemos transmutar lo que no sabemos manejar (el elemento interno del hombre) con aquello que sabemos manipular (lo externo), ya que todo el universo está interrelacionado, lo de afuera afecta a lo de dentro y viceversa, en este caso lo externo cambia lo interno. Sirvámonos de la maravillosa inteligencia del universo y sus leyes.
Aprendamos.