Sopa de ajo sencilla, una receta elaborada por Karlos Arguiñano y pensada para personas vegetarianas y veganas.
50 g de pan de sopa
4 dientes de ajo
1/2 cucharadita de pimentón dulce
3 cucharadas de aceite de oliva
sal
Corta el pan en rebanadas finascon un cuchillo de sierra.
Pon 3 cucharadas de aceite a calentar en una cazuela, pela los dientes de ajo, córtalos en láminas finas y añádelos.
Cuando se doren, introduce el pan, rehoga un poco, removiendo bien.
Agrega elpimentón, mezcla y vierte 1 l de agua. Sazona y sube la potencia del fuego.
Cuando el agua empiece a hervir, tapala cazuela, baja el fuego y deja cocer durante 10 minutos.
Deshaz el panbatiendo bien con un tenedor o una varilla.
Una sopa de ajo se puede enriquecer de muchas formas: añadiéndole unos trozos de jamón o de chorizo a la cazuela a la vez que doras los ajos, o bien agregando un huevo batido en el último momento.
Si no tienes pan de sopa, puedes utilizar algún trozo de pan viejo que te haya sobrado. Si te gusta bien tostado, tuéstalo en el horno.
Precio: 0.7 €/persona
Calorías por 100g: 187kcal
10 dientes de ajo
6 huevos (1 por persona)
12 rebanadas de pan duro
150 g de jamón serrano
3 litros de caldo de carne o agua (depende de la cazuela donde la preparéis)
Sal y pimienta (al gusto de cada casa, recordad que lleva jamón)
2 cucharadas de pimentón dulce de la Vera
50 ml de aceite de oliva virgen extra
Ya tenemos el frío a la puerta y la Navidad prácticamente encima. El cuerpo nos pide recetas de sopas y es lo que toca cocinar. Hace unos días os presentaba una de mis preferidas, sopa de cebolla. La de hoy es una de las recetas más humildes y famosas de la gastronomía española, las sopas de ajo o sopa castellana. Imprescindibles en Semana Santa y desayuno frecuente en muchas zonas del campo español.
Nuestras abuelas y nuestras madres ya nos preparaban este plato tan natural, tradicional y reconfortante. Les bastaba con ajos, pan, pimentón, agua y un poco de jamón para que nos quedásemos embobados contemplando el fuego. Siempre mirando la cazuela para ver si ya estaban listas para cenar. Yo aconsejo un buen tazón de sopas de ajo como cena, la primera cucharada de sopa ya mete el calor en el cuerpo. Su toque de ajo y su aroma de pimentón me recuerda a las cenas viendo la tele en la casa de mi prima Miriam.
Hoy os dejo con su receta aunque no se porqué, nunca me salen al 100% como a ella… Seguro que tiene algún secreto que no me ha revelado. Esta sopa merece un lugar en vuestro menú semanal de otoño e invierno, espero que la disfrutéis.
Pelamos y fileteamos los ajos, no es necesario que sean muy finos. El ajo debe dar olor y también proporcionar la emulsión entre el agua y el aceite para que la sopa sea excelente. Reservamos en un cuenco.
Elegimos una cazuela grande, calentamos el aceite en el fondo e introducimos el ajo. Salteamos hasta que comiencen a coger un color dorado (pero cuidado que no se arrebaten). Añadimos también el jamón cortado en trozos pequeños. Removemos con una cuchara de madera de manera envolvente hasta juntar bien los sabores.
Cuando los ajos tengan un color miel tostado añadimos 6 rebanadas de pan duro y les damos unas vueltas. Retiramos la cazuela del fuego y espolvoreamos con el pimentón dulce. A mí me gusta así aunque mucha gente lo hace con pimentón picante. El pimentón cumple una doble función: colorea de rojo el pan y además proporciona aroma. Para ello con la cazuela fuera del fuego para evitar que el pimentón se queme. Y que todo quede con un desagradable sabor amargo que nos fastidiaría la sopa.
Removemos todo bien y que se junte el aceite con los ajos, el jamón, el pan duro y el pimentón. Volvemos a colocar la cazuela al fuego y añadimos el caldo o agua. Depende del tamaño de la cazuela, pero con 3 litros llega.
El caldo debe estar siempre bajito. Porque el truco de esta sopa es que el agua o el caldo nunca rompa a hervir durante el proceso de cocción. Rehogamos todo durante 2-3 minutos más y sin dejar de remover agregamos el caldo de carne. Si no tenéis caldo también se puede hacer sólo con agua. Os quedará muy parecida, no tan potente pero muy buena de sabor.
Cocemos a fuego moderado durante unos 20 minutos, en ese tiempo no hace falta remover la sopa. Pasados los 20 minutos añadimos el resto del pan, las otras 6 rebanadas que previamente hemos tostado con un poco de aceite de oliva virgen extra.
Colocamos en la superficie y las dejamos flotar hasta que se ablanden. Añadimos sal y pimienta negra recién molida. Probamos el caldo antes de añadir la sal puesto que dependiendo de la cantidad de jamón y lo salado que sea puede que no sea necesario.
Rompemos los huevos y los echamos a la sopa. Suelo añadir un huevo por comensal pero depende de cada uno, si queréis dos o tres… a vuestro gusto. Dejamos cuajar durante 2-3 minutos. Otra opción es la de separar las claras de las yemas y añadir sólo las claras a la sopa.
La yema la ponemos después en cada plato, se cocina con el calor de la sopa. Cuando añadimos la sopa al cuenco la yema se mezcla con la sopa y queda deliciosa. El huevo quedará o bien en forma de huevo hilado o en trocitos escalfado.
Servimos muy caliente en un cuenco o si tenemos en cazuelas de barro (es lo propio). ¡Qué aproveche! Se hacen muy rápidas y su elaboración es sencilla.
Un sopa muy completa que podéis tunear como más os guste. Se puede añadir jamón, chorizo, tocino frito, bonito…etcétera, un poco en función de los gustos de cada uno/a.
Dicen que la corteza del pan puede llegar a estropear la receta por eso en muchas panaderías al llegar la Semana Santa venden pan de sopa. Yo no he notado la diferencia, me imagino que será por el tipo de pan.
El mejor pan para estas sopas es el pan castellano, de trigo blanco. Las rodajas de pan suelen ser de entre 5 a 15 milímetros para que la sopa espese al ablandarse el pan.
Le va muy bien una hoja de laurel en la cocción. Y una de las recomendaciones más importantes, tal como os comentaba, es que el caldo nunca rompa a hervir durante el proceso de cocción.
Y por último no hace falta decir que lo que diferencia unas sopas de ajo corrientes de unas sopas de ajo extraordinarias son los ingredientes: el jamón, el aceite, los ajos, un buen pimentón… marcan la diferencia.
Vuestras sopas de ajo
Juanjo no comenta que las suyas son de aúpa. «Yo las preparo a la maragata, mucho más pobres, como siempre hicieron mis abuelos: En una cazuela se calienta el agua necesaria según los comensales.
Una vez que hierva se le añade un majao de ajo (al gusto) sin el germen central al que se añade sal, aceite de oliva, un dedal de unto y pimentón (dulce o picante). Se deja hervir 5 minutos, se le añade un par de huevos batidos que cuajan rápidamente.
Se retira del fuego y se añade el pan duro migado (preferible el de hogaza). Servir bien calientes en pucheros de barro y comer con cuchara de madera o a sorbos.
Al final había quien limpiaba el puchero con un chorro de vino. Si la sopa se hacía con caldo de un pote de patatas con carne, tocino, cecina y chorizo, entonces era indescriptible.»
Desde Pueblica de Valverde, un pueblo pequeñito pero precioso de Zamora, Jose Furones. Me ha mandado las suyas, me comenta que son mucho más pobres que las mías pero también muy ricas.
Los únicos ingredientes son: Pan de hogaza de unos días para poder cortarlo facilmente en rebanadas finas, ajos, manteca de cerdo. También sirve aceite de oliva por supuesto, pimentón dulce, una pizca de picante – al gusto – le da muy buen complemento de sabor y agua.
Si las preparamos para 4-6 personas (depende de lo que coman) necesitamos: Entre 3 una hogaza de ½ kg: 1 hogaza de ½ kg, 4 dientes de ajo – depende de lo fuerte que os gusten, 3 cucharadas de café de pimentón dulce ó agridulce (si os gusta el picante), una pizquita de pimentón picante (si ponéis pimentón dulce) y 2,5 a 3 l de agua, las podéis dejar un poco caldosas o secas… a gusto de cada uno.
Cortamos el pan en rebanadas muy muy finas y las echamos en la cazuela de barro. Hervimos el agua y majamos el ajoy la sal en el mortero, dejándolo muy muy fino.
Agregamos la manteca (preferentemente Ibérica) ó aceite de oliva virgen extra + pimentón al majado. Mezclamos bien el majado y cuando el agua está a punto de hervir, paramos el fuego. El ajo no debe hervir, hay un dicho por mi pueblo que dice: «ajo hervido ajo perdido«. Añadimos el majado, separando un cazo de agua para “lavar” el mortero (no se debe perder nada).
Mezclamos bien y vertemos sobre el pan. Disfrutaréis de unas sopas con sabor total a ajo. En el sabor influye mucho la calidad del pimentón. Y lógicamente se le puede poner un huevo, jamón, … antes de verter el agua + majado pero antes os recomiendo probarlas tal cual. Eso si, os tiene que gustar el sabor a ajo, ajo, a pimentón crudo, el sabor de la mezcla es realmente rico rico