1910-1940

Danza

Por Noel Allende Goitía, PhD 

Danza 1910

Durante segunda década del siglo XX la danza, como metagénero, completa su proceso de «encogimiento». Este proceso se resume a la reducción de la danza como un género, principalmente, para piano. Las bandas cívicas municipales la mantienen viva en las «retretas» dominicales, en la que la alternan con marchas, pasodobles y músicas vernáculas como los valses y mazurcas criollas. Los certámenes celebrados en el ateneo y otras instituciones culturales, también refuerzan esta tendencia: las marchas triunfales de José Ignacio Quintón, Luis Rodríguez Miranda y Justo Pastor Torres, comparten espacio con las danzas de Rafael Balseiro Dávila, Monserrate Ferrer Otero, Juan Ríos Ovalle y los ya mencionados compositores

Entre el 1916 y el 1917, la RCA Víctor (reimpreso en 1995 por Harlequin, HQ CD 67) graba varias agrupaciones puertorriqueñas interpretando danzas: El Quinteto Borínquen, la Orquesta Azul, de San Juan, dirigida por Manuel Tizol y la Orquesta Arguinzoni, de Ponce. El Quinteto Borinquen estaba integrado por José López en la mandolina, Felipe Rodríguez en la violarina, Joaquín Rivera en el cuatro y Francisco Paniagua y Alberto Mitchell en las guitarras. Este conjunto interpreta dos piezas, ambas, derivadas de la antigua contradanza: la danza Ausencia, de Morel Campos, y el ragtime Diamante negro de Felipe Rodríguez. La Orquesta Azul, bajo la dirección de Tizol graba la danza-seis Valor (1878) de Julián Andino, con un viejo Andino interpretando las variaciones en los diferentes merengues, y la danza-two steps Zaza de Juan Ríos Ovalle. La Orquesta Arguinzoni interpreta las danzas Ensueño de gloria de Ferrer Otero.

Estas nuevas fusiones entre la danza y los géneros pertenecientes al metagénero del jazz, como el one step, el two steps y el fox trot, se explican a través de la información dispersa que encontramos de los programas de baile de las primeras décadas del siglo XX. Al inicio del siglo la danza, como baile de salón, sigue ocupando una alta preferencia en el gusto del público pero comparte espacio con el fox trot. Para la década comprendida entre el 1911 y 1920, la danza va perdiendo el sitial preferencial en los bailes de salón y comienza a observarse un aumento en las interpretaciones de los géneros identificados como jazz. La compatibilidad métrica entre el pasodoble, la danza y el two steps, permite que durante este período la escritura y la interpretación de éstos dieran paso a un proceso de fertilización cruzada dando paso, aunque en forma breve, la fusión de la danza y el two steps.

Lo que sorprende al final de esta década es la danza-canción de Carlos Padilla Alondras en el bosque. Esta danza-canción no es para piano, ni para orquesta, es para voces y guitarras. Se canta el paseo y los subsiguientes merengues de la misma. Pero es una danza-canción que ha tomado mucho de los dúos de zarzuelas y óperas, y que eran interpretadas en su mayoría por conjuntos de voces y guitarras de tabaqueros. Los primeros que graba esta danza-canción fueron los cantantes Francisco “El Paisa” Quiñones y Salvador De Jesús, en 1917 para la RCA Víctor. Esta composición es un quodlibet, [HRVV1] dos canciones con texto independiente que se interpreta en dúo y que el público la escucha como textos complementarios. Este tipo de danza-canción da paso a un género musical llamado canción criolla o criolla puertorriqueña.

Fuente: Cristóbal Díaz Ayala, San Juan-New York: Discografía de la música puertorriqueña, 1900-1942 (San Juan: Publicaciones Gaviota, 2009) 

Grafica: Hugo R. Viera Vargas, PhD

Compositores, intérpretes e instrumentistas:

Ejemplos representativos

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Alondras en el Bosque, Carlos Padilla

Interpreta: Dagmar y Andres Jiménez

Centro de Bellas Artes de Caguas 

28 de diciembre de 2019

11 Alma Sublime.mp3

Alma Sublime, Juan Morel Campos. Interpretada por Gregorio Ponce de León y Juan Sanabria en Coamo, Puerto Rico. ______________________________________

“Instrumental Dance Music: Danza Alma sublime Danzón” [Escrito en la parte inferior de las cajas donde se guardaban los cilindros] Consultado por Hugo R. Viera Vargas, PhD

Courtesy of Indiana University Libraries’ Archives of Traditional Music  Indiana University, Media Collections Online/[Puerto Rico, Utuado, 1914-1915]/collected by J. Alden Mason  

Deposited at the Archives of Traditional Music by the American Museum of Natural History.

Danza 1920

Durante la década de los 1920s continúa el desarrollo de la canción criolla como un género musical que emerge de la danza-canción. Las criollas se forman de la fertilización cruzada entre la danza como canción «Popular», las romazas, el repertorio de canciones de serenata y los dúos de zarzuelas y óperas. Danzas-canción como Alondras en el bosque, se cantaban con regularidad por conjuntos de cuerdas y voz compuestos por tabaqueros. Amor perdido, de Ladislao “Ladí” Martínez Otero (1898-1979) es una danza-­canción que tiene las mismas características de composición de Carlos Padilla.

Muy a pesar de las protestas de los músicos que avanzaban la idea de que la danza puertorriqueña la constituyen aquellas que siguen el modelo establecido por Tavárez y Morell, encontramos que el reconocido compositor y ensayista Braulio Dueño Colón, musicaliza un texto del poeta Virgilio Dávila, en una canción-criolla titulada Montañesa. La notoriedad de la misma descansa en el hecho de que fue impresa y distribuida por la casa J. Fisher & Bro. de Nueva York, y fue popularizada en Puerto Rico por la llamada «Reina del Couplet» la valenciana Consuelo Mayendia. En la partitura de la misma observamos como en la parte cantada se indica que se interprete en Tempo de danza. Esta apropiación formal de la danza-­canción, su formato de cuerdas y voz, se [puede escuchar en composiciones como Estando contigo (Madrigal) de Felipe Rosario Goyco [Don Felo] (1890-1954) y Venus de Rafael Hernández.

Los programas de las orquestas de bailes, como las de Clodomiro Rodríguez Colón (1865-1930), la Orquesta de Paco Tizol, Orquesta Cuervos de la Noche, Jolly Kings, La Gran Orquesta de Puerto Rico, los Midnight Serenaders, el conjunto de Julio Alvarado y la Humacao Jazz Band, mostraban cómo la danza coexistían con pasodobles, valses criollos, danzones y danzonetes cubanos, two-steps, fox-trot y el nuevo charleston. La danza se reducía a un género para piano como canción con y sin palabras y como baile de sociedad estaba en franca vía de desaparición. En los clubes como El Escambrón Beach, se podía observar la brecha generacional en los «Te Danzantes», entre quienes todavía bailaban y aquellos jóvenes que mostraban su preferencia por los nuevos géneros del jazz, los géneros bailables cubanos y el nuevo género puertorriqueño de la plena.

José Ignacio Quintón muere en sus 40 años en el 1925. Compositores jóvenes como Jesús María Escobar, Rafael Alers, Carmelo Díaz, Juan Peña Reyes, (1879-1948), José Antonio Monrozeau (n. 1902) y Jesús Figueroa Iriarte (1878-1969) junto con otros veteranos como Luis Rodríguez Miranda y Braulio Dueño Colón no solo mantienen y canonizan lo que se llamaría la escuela de Tavárez y Morell sino que reafirmarían la danza como un género principalmente pianístico. La visión más conservadora la representa Arístides Chavier Arévalo (1867–1942), quien 1924 compone la ­«danza-aguinaldo» Aguinaldo puertorriqueño. Esta pieza, escrita en un prolijo lenguaje de contrapunto académico centro europeo, combina los aguinaldos De tierras lejas, como la melodía cantante, y Si me dan pasteles, como el bajo acompañante. Conocido por sus ataques a la danza, escribe esta pieza, que luego orquesta para una orquesta sinfónica de cámara como un tema con variaciones, para indicar qué lenguaje musical era el que tenía que servir de modelo.

Compositores, intérpretes e instrumentistas:

La Criolla.mp3

La Criolla , Braulio Dueno Colon. Interpreta:  María Luísa Muñoz 

℗ Grabaciones - Instituto de Cultura Puertorriqueña 

Danza 1930

Una de las características del desarrollo de los géneros de la danza fue su popularidad a través de gran parte del espectro de la población del archipiélago puertorriqueño. Esta es la base social que hace posible que la construcción de una particular definición de «lo puertorriqueño» creara una correlación [homología] entre danza e identidad. Cuando las condiciones coloniales alcanzan un nivel de crisis durante la década de los 1930s una puesta al día de la identidad puertorriqueña, desarrollada durante el siglo XIX y ya madura a principio del siglo XX, igualmente retoma el tema de la «danza puertorriqueña» como metáfora de «lo puertorriqueño»

Braulio Dueño Colón, María Trinidad Padilla de Sanz [La Hija del Caribe], Arístides Chavier Arévalo, Antonio S. Pedreira, María Cadilla de Martínez y Concha Meléndez son los intelectuales que reviven el argumento que la africanización de la danza, en el estilo de Tavárez y Morell, muy bien reflejaba los problemas de la identidad puertorriqueña.

Los compositores José María Rodríguez Arresón, Monserrate Ferrer y el pianista José Enrique Pedreira (1904 -1959) representan la proyección modernista de la danza para piano. El más fecundo compositor de danzas en esta década es Juan Francisco Acosta Arce (1890-1968). Éste compone en su vida alrededor de 844 composiciones las más de ellas danzas. Durante esta década compone su más recordada danza Bajo la sombra de un pino (1936). A pesar de estar décadas aparte, esta composición de Acosta Arce está muy en línea con la estética ya establecidas en la década anterior por Impromptu, grabada por la orquesta de Carmelo Díaz Soler en 1920 para la compañía disquera Verne,  y Recuerdos de Borinquen, ambas, de Luis Rodríguez Miranda. La llamada «Escuela de Morell» ya estaba establecida.

Las décadas comprendida entre 1929 y 1939 muestra la completa desaparición de la danza de baile de salón. Conjuntos como la Puerto Rico Dance Orchestra (1929), pasando por la primera orquesta de Rafael Muñoz, The Collegians Dance Orchestra (1930), la Honey Moon (19131) dirigida por Juan Madera y Balbino Trinta, la orquesta Mickey-Mouse, la orquesta de Rubén Berríos (1936) y la orquesta de Rafael Duchesne, todas ellas dirigidas por músicos, compositores de danzas los meas de ellos, educados en la escuela de Morell, son testigos de cómo los boleros cubanos, los fox trot afronorteamericanos y las plenas de salón van sustituyendo a la danza en la preferencia del público danzante.

Este cambio en la preferencia del público se puede percibir a través del programa de una transmisión radial llevada a cabo el 6 de abril de 1930. El conjunto vegabajeño Caribbeans Serenaders, de las ocho piezas que tocarán al aire una es la danza Soñando de Juan Morell Campos; interpretaron tres valses, dos foxtrot y un danzón de Modesto Escalera. La historia de la danza como un género musical particular queda establecido como una historia particular del siglo XX.

 La danza puertorriqueña,[undated. c.a. 1930s] Trina Padilla de Sanz papers, 1845-1968 (Bulk: 1902-1957), Mss 0020. The Monsignor William Noé Field Archives & Special Collections Center, Seton Hall University Libraries, South Orange.                                                                                                                                 Consultado por Hugo R. Viera Vargas, P hD

Amor Perdido, Conjunto Típico Ladí. Canta: Pablito y Rafael 

Record Label: Victor;Recording Format: 78 Notes: Matrix Number Unknown

Strachwitz Frontera Collection of Mexican and Mexican American Recordings

Compositores, intérpretes e instrumentistas:

Impromptu, Luis Rodriguez Miranda

Interpretan: Maestro Ladi (Ladislao Martinez)

Ejemplos representativos

Danza 1940

José Enrique Pedreira Kehrham (1904 -1959) y Narciso Figueroa Sanabia (1906-2004) fueron dos pianistas de conciertos que se dedicaron a la composición. En un clásico proceso de fertilización cruzada, ambos procesaron sus creaciones a través de las respectivas escuelas de piano en las que ambos se desarrollaron y, en cierta forma completando el trabajo iniciado por José Ignacio Quintón, revisten la danza de los arabescos melódicos y armonías del modernismo musical centro-europeo.

José Enrique Pedreira Kehrham, para 1922, estudia en el Instituto de Artes Musicales, en la ciudad de Nueva York, cuyo fundador y directo era el afamado pianista y compositor polaco Zygmunt Denis Antoni Jordan de Stojowski (1870-1946). Para 1924 este instituto se convertiría en el Julliard School of Music. Con esta formación, para el 1934, se establece en Puerto Rico y funda la Academia de Música Pedreira, donde enseña piano y violín. Además de su producción de música de concierto se destaca en la composición de danzas para piano con creaciones como Ensueño de Marta (1942), Tus caricias (1948) y Súplica (1949).

Por su lado, Narciso Figueroa Sanabia inicia sus estudios de música con su padre Jesús Figueroa Iriarte y los de piano con su madre Carmen Sanabia Ellinger. Su educación formal la completa en el Real Conservatorio de Madrid (1928), donde logra premios en piano y en música de cámara, y luego en la Ecole Normale de Musique de París. Su producción de danzas para piano rebasa esta década. Entre sus creaciones se encuentran Porta Coeli, Nostalgia, Bello amanecer, Homenaje a Elia, Recuerdos, Ensueño, Danza jíbara, Mayra y Soledad. Sus composiciones, incluyendo sus danzas, tienen una audible impronta de compositores como Isaac Manuel Francisco Albéniz y Pascual (1860 -1909), Enrique Granados Campiña (1867-1916) y Joaquín Turina Pérez (1882-1949).

Otros compositores como Plácido Acevedo (1904-1974), Rafael Hernández Marín y Julio Alvarado (1886-1970), representan a compositores que se destacan en otros géneros musicales pero que también producen algunas danzas. Rafael Hernández compone, antes de su regreso a Puerto Rico en 1947, Danza Capricho, Nº7, en cumplimiento de completar sus estudios en el Conservatorio nacional de México.