Contextualización Histórica

Hugo R. Viera Vargas, PhD

El largo siglo XIX (1850-1900)

El siglo XIX fue fundacional para el desarrollo económico, social y cultural de Puerto Rico. La economía de plantación, vinculada a la producción de azúcar y la mano de obra de seres humanos esclavizados en los albores del siglo, produjo una sociedad jerárquica fundamentada en raza y clase que ha persistido hasta nuestros días. Las bases económicas durante la primera mitad del siglo XIX, por lo tanto, estructuraron relaciones humanas desiguales entre los habitantes que poblaban el archipiélago puertorriqueño. Sin embargo, los reducidos pero múltiples espacios y momentos de contacto entre humanos produjo formaciones culturales que, si bien contenían reminiscencias y fragmentos de otras experiencias y latitudes, eran insoslayablemente únicas. Este proceso de transculturación, bajo condiciones desiguales y traducido en quehacer musical, fue fundamental en el gusto y el desarrollo de las músicas en Puerto Rico.

El siglo XIX fue, además, un periodo de cambios producto de los vaivenes de la política metropolitana. Desde la invasión Napoleónica a la península ibérica en 1808 hasta la implantación (a medias) de la carta de autonómica de 1897 en la isla transcurrieron periodos de gobiernos y políticas de control absoluto con otros de mayor representación y libertad. Estos procesos socioeconómicos y políticos fueron cardinales en el surgimiento de una elite criolla que produjo una visión y ambición de ser política y culturalmente.

Las manifestaciones artísticas que intentaron representar las experiencias y perspectivas de la elite criolla se plasmaron parcialmente en la literatura, en el arte y en la música. No nos cabe duda que estas estas últimas representaciones sonoras son el producto de relaciones de poder entre diversos componentes de la sociedad como he acotado mas arriba. Es decir, las músicas criollas que muchos de los puertorriqueños crearon, escucharon y bailaron a finales del siglo XIX fueron el resultado de múltiples interacciones entre diversos actores sociales en posiciones de poder desiguales.

En el panorama musical a finales del siglo XIX se destaca la danza como uno de los géneros de mayor popularidad en Puerto Rico. La danza era un género criollo, desarrollado en el suelo caribeño con elementos sociales y musicales de diversas procedencias y prácticas musicales de Europa, el Caribe, África y América Latina. La popularidad de la danza puertorriqueña de finales del siglo XIX estriba, en parte, en su capacidad de transitar entre diversos espacios sociales y ser ejecutada en diversos formatos instrumentales. Las danzas se amoldaban tanto a las grandes bandas militares y municipales, como a los formatos mas reducidos de los conjuntos de baile de marcada raigambre humilde.

Puerto Rico cuenta con un caudal de compositores de danza que fueron pioneros en el desarrollo musical del género. Las aportaciones de las danzas de Manuel G. Tavárez fueron puntales e influyeron en la conceptualización creativa de futuras generaciones de compositores que se abocaron en la composición de danzas. Otros importantes compositores lo fueron Adolfo Heraclio Ramos Buensot, Genaro de Aranzamendi, Casimiro Duchesne, Juan Ríos Ovalle (1863-1928), Jaime Pericás (1970-1939), Olimpo Otero (1845-1911) y Arturo Pasarell.

No obstante, fue Juan Morel Campos el compositor más destacado de la danza puertorriqueña durante las últimas décadas del siglo XIX. Nacido en la ciudad señorial de Ponce en 1857, Morel Campos fue prolífico en su creación musical destacándose en una diversidad de estilos y géneros musicales. Vale decir, Morel Campos, como muchos otros compositores puertorriqueños, transitaban con soltura entre la pluralidad de géneros musicales que se practicaban en la Isla. Así lo afirman sus incursiones en la guaracha, en himnos de corte religioso, lanceros o polkas que atestiguan no solo los malabares que muchos músicos tuvieron que hacer para sobrevivir del arte, si no, además, la coexistencia de múltiples espacios socio- musicales en Puerto Rico. Sus danzas abordaron la diversidad de la experiencia humana en el terruño. Algunos títulos de sus composiciones son: La Mulata, Las Artesanas, El Gordito, Siña Valentina, La Loca y Alma Sublime. Felices Días, composición de Morel Campos, fue una de las danzas mas populares, que, de acuerdo a una nota en el rotativo La Correspondencia en 1892 Felices Días “goza desde su estreno gran popularidad y esta de moda entre la juventud que se divierte y baila y ríe”.

En el siglo XIX musical cabe destacar, además, la presencia de compañías españolas y cubanas de zarzuelas y teatro bufos como ámbitos musicales de gran importancia y popularidad en Puerto Rico. Estas, por lo general, se establecían en diversos pueblos y ciudades de la Isla y constituían centros de trabajos y enseñanza para músicos puertorriqueños. Este espacios de trabajo fueron idóneos para el intercambio de saberes musicales de diversa índole entre los músicos de ambas islas caribeñas.

Un nuevo siglo (1900-1910)

La invasión estadounidense a Puerto Rico luego de la guerra hispano-cubano-americana marcó indubitablemente el desarrollo económico, social y cultural del siglo XX. La invasión conllevó la exploración del nuevo territorio por parte de agentes coloniales que buscaban conocer y describir a Puerto Rico y a los puertorriqueños para un público estadounidense que especulaba sobre las posibilidades de la Isla.

Music of the Poor, Boletín Mercantil, 1903 . Formato Original: 1 tarjeta postal: byn; 8 x 13.7 cm. de la Colección de Tarjetas Postales, disponible en la Colección Puertorriqueña del Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

En este nuevo contexto de reconocimiento mutuo se afincó un gobierno militar que dictaminó, sin permitir el despliegue de las prometidas libertades democráticas, las políticas que debían seguir los administradores coloniales en la configuración de la nueva colonia. En 1900 el gobierno estadounidense afianzó su poder político e impulsó la Ley Foraker. Este nuevo capítulo en la Isla estimuló, entre otras cosas, una reorganización partidista al fomentar la creación de nuevas alianzas políticas y la creación de nuevos colectivos que lucharon por el poco control administrativo de la colonia . Se instituyó, además, el Departamento de Instrucción Pública, el cual fungió como el aparato ideológico más importante en el proceso de americanización de los puertorriqueños.

El nuevo gobierno civil subsidió tímidamente el quehacer musical en Puerto Rico. No obstante, la falta de recursos no afligieron las musas de los músicos puertorriqueños y las prácticas musicales continuaron su cauce. Las transformaciones que se suscitaron en el quehacer musical fueron paulatinas, casi imperceptibles. Estas transformaciones se manifestaron a través de los cambios de instrumentación, de géneros y estilos y de los gustos musicales de la población puertorriqueña. Las músicas se manifestaron en las bandas militares, escolares y municipales que sirvieron de espacios para el disfrute sonoro. Algunas de estas fueron La Banda de la Policía Insular, la Banda de Bomberos de Ponce y La Banda del Regimiento de Puerto Rico. La danza-canción, Alondras en el bosque compuesta por Carlos Padilla e interpretada por Francisco “El Paisa” Quiñones y Salvador de Jesús en 1924 fue una de las mas exitosas durante estas primeras décadas. El Sombrero de Gaspar fue otra pieza muy popular y compartió el éxito con los nuevos géneros populares importados desde la nueva metrópolis como el one step, two steps y el foxtrot.

Banda de música de los niños de Beneficencia, Moscioni, A. (1898 -1917). Formato original: 1 foto: byn; 24x19cm. de la Colección de Fotografías de A. Moscioni del Sistema de Bibliotecas, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

Fuente: Cristóbal Díaz Ayala, San Juan-New York: Discografía de la música puertorriqueña, 1900-1942 (San Juan: Publicaciones Gaviota, 2009)

Grafica: Hugo R. Viera Vargas, PhD

CAMBIOS Y CONTINUIDADES EN EL QUEHACER MUSICAL PUERTORRIQUEÑO (1910-1920)

La pauperización de miles de trabajadores puertorriqueños a partir de la intensificación de la inversión de capital estadounidense en la producción de azúcar y tabaco en conjunto con la labor de miles de mujeres y niños en la industria de la aguja imprimió un panorama mísero en el País durante los primeros años de la invasión norteamericana a Puerto Rico. En este periodo, y bajo condiciones deprimentes, miles de trabajadores tomaron conciencia de su posición histórica y se organizaron colectivamente en pos de luchar por mejorar sus paupérrimas condiciones existenciales.

Al amparo de la recién promulgada ley Jones se les otorgó la ciudadanía estadounidense a los habitantes de Puerto Rico en el 1917. Esta ley se implementó en el contexto de la primera guerra mundial en el cual los Estados Unidos procuró asegurar sus recién adquiridas posesiones y zonas de influencia en el Caribe (Puerto Rico, Cuba, Canal de Panamá). La concesión de la ciudadanía estadounidense pretendió garantizar la lealtad de los puertorriqueños a la nueva metrópolis. La nueva medida concedió, además, el derecho al voto a todos los varones mayores de diecinueve años y creó una legislatura bicameral. No obstante, la otorgación de la ciudadanía no significó la incorporación política de Puerto Rico a los Estados Unidos. La isla pertenecía a los Estados Unidos pero no era parte de los Estados Unidos.

Los elementos sociales y políticos esbozados en los párrafos anteriores fueron parte del contexto que encontró entre 1914 y 1915 el antropólogo estadounidense John Alden Mason cuando recopiló las primeras grabaciones etnográficas en Puerto Rico. Entre estas grabaciones se hayan las primeras bombas grabadas Puerto Rico. Es importante señalar que los bailes de bombas eran espacios de expresiones sociales y culturales de las comunidades Afro-puertorriqueñas que pertenecían a una urdimbre de expresiones culturales y musicales. En la colección se incluyen guarachas, recitaciones, claves cubanas, aguinaldos, canciones de Baquiné, seis chorreos, mazurcas, valses, danzas y otras.

Las primeras grabaciones comerciales, por su parte, confirman la popularidad de la variedad géneros musicales con los que los puertorriqueños se recreaban en tiempos de ocio. La Columbia grabó en San Juan en 1910 a la Orquesta de Domingo Cruz (Cocolía), la Orquesta de Manuel Tizol, la banda del Regimiento de Infantería de Puerto Rico y la Orquesta de Julián de Andino. Grabó, además, a Arturo Ygaravidez, Parrilla y la tiple Teresina Moreno Calderón. La inmensa mayoría de las grabaciones son danzas puertorriqueñas. Algunos de los títulos de las danzas mas populares eran La Borinqueña, La margarita e Improntu. Las primeras dos fueron grabadas por la Orquesta de Manuel Tizol y la última fue grabada por la Banda del regimiento de Puerto Rico. Por su parte la Orquesta de Cocolía grabó cincuenta y cuatro títulos de los cuales se destacan las danzas Laura y Georgina, Alma Sublime, y Vano empeño.

UNA NUEVA ERA EN LA MúSICA POPULAR (1920-1930)

La segunda década del siglo XX continuó el proceso de adaptación y resistencia política, social y cultural a la nueva metrópolis norteamericana. La producción agrícola de caña de azúcar, tabaco y algunos frutos menores continuaron siendo los principales renglones económicos del País. Las condiciones materiales, sin embargo, aun eran muy deplorables para una inmensa mayoría de los habitantes de Puerto Rico. En 1928 la situación empeoro cuando el huracán San Felipe sorprendió a muchos con sus vientos destructores. La devastación material y el dolor humano fueron de gran magnitud.

El músico e historiador de la música puertorriqueña, Héctor Campos Parsi, recalca que durante la década 1920 se palpó en el ambiente musical un marcado interés por el Jazz norteamericano y el tango argentino. Dos elementos fueron fundamentales para la propagación, alcance e inclusión de los géneros Afro-norteamericanos y otros géneros en la narrativa musical puertorriqueña; la radio y las grabaciones fonográficas.

La primera estación de radio se inauguró en Puerto Rico en 1922. Ese día el publico se deleitó con José “Pepito” Figueroa junto a su madre Carmen Sanabia, el barítono Antonio Vidal y Rafael Balseiro, quien interpretó dos valses de su autoría. La trasmisión culminó con el himno de los Estados Unidos por la Orquesta Rialto. El 10 de diciembre volvieron a participar Carmen Sanabia y su hijo Pepito Figueroa quienes ofrecieron un concierto auspiciado por la “Porto Rico Radio Dealer Association”. El repertorio durante esta trasmisión incluyó Moto Perpetuo de Fernando Ries, Chanson Palonaise de Henryk Wieniawski y una selección de danzas de Juan Morel Campos y Ángel Mislán.

La incipiente comunidad puertorriqueña los Estados Unidos se convirtió en el epicentro de la producción musical isleña durante esta década y las subsiguientes. Las agrupaciones compuestas por guitarras, percusión menor (bongó, clave, maracas) y trompeta, marcaron la instrumentación de los tríos y cuartetos más famosos de la década de 1920 a 1940. Sin embargo, también se incluyeron en algunos conjuntos el Cuatro puertorriqueño, la marímbula y el acordeón.

En 1925 el insigne compositor Rafael Hernández fundó el Trio Borinquén, junto a Salvador Ithier y Manuel “Canario” Jiménez. Hernández y Jiménez serán por años importantísimas figuras del repertorio popular puertorriqueño. El primero es harto conocido por su prolifera carrera como compositor y músico en los Estados Unidos, México y Puerto Rico. Canario, por su parte, fundó su propia agrupación e incursionó en la plena y otros géneros de raigambre popular. Nos legó las primeras grabaciones de plena en 1929. Entre estas se incluyen: El Obispo, Temporal, Santa Maria, Cuando las mujeres quieren a los hombres, Maria Ingracia, Candela, Tanta Vanidad y otras.

En Puerto Rico el Trio Criollo, compuesto, por José Díaz, Pepito Monserrat y Fausto Delgado grabaron las canciones El Lirio e Imposible y la guaracha Lucero de la mañana. Por su parte los Reyes de la Plena eternizaron, En la ciento diez y seis y Los Misterios de Lenox en alusión a las experiencias iniciales de la comunidad puertorriqueña en la Gran Manzana. Grabaron, además, La prohibición nos tiene y El nuevo gobernador las cuales versaban sobre acontecimientos sociales y políticos en Puerto Rico. Las grabaciones de Los Jardineros del cuatrista Heriberto Torres ponen de manifiesto que los géneros puertorriqueños como el seis y el aguinaldo continuaron siendo muy importantes entre la población.

MELODIAS AGRIDULCES EN LA DECADA DE 1930 (1930-1940)

La caída de la bolsa de valores de los EEUU en 1929 provocó que las condiciones materiales empeoraran considerablemente para muchos puertorriqueños. El proletariado agrícola, en particular, vio mermada sus posibilidades de sustento y por medio de la lucha organizada reclamó mejores condiciones de trabajo. Entre 1933 y 1934 se llevó a cabo una de las huelgas mas importantes del sector cañero. Sin embargo, la producción sacarosa no fue el único renglón de importancia de la economía de Puerto Rico. La siembra e industria del tabaco, así como la industria de la aguja fueron importantes en el desarrollo económico de la Isla.

El ambiente político estuvo matizado por las denuncias del Partido Nacionalista al fracaso del proyecto colonial de los Estados Unidos en Puerto Rico. Es durante la década de 1930 que el PN antagoniza violentamente contra el régimen de los Estados Unidos en dos episodios transcendentales; la masacre de Rio Piedras en 1935 y la masacre de Ponce en 1937. Las luchas sociales se enmarcaron, ademas, en otros renglones de la vida en la colonia caribena. El sufragio femenino, por ejemplo, fue un proceso que involucró el trabajo continuo de mujeres desde las primeras décadas del siglo XX. La primera organización sufragista feminista que busco el pleno y equitativo desarrollo político fue la Liga Femínea Puertorriqueña durante las primear decadas. Uno años más tarde, en 1921 se fundó la Liga Social Sufragista en pos del mismo objetivo y finalmente en 1925 se creó la Asociación Puertorriqueña de Mujeres sufragista. La legislatura puertorriqueña reconoció el voto a todas las mujeres que supieran leer y escribir en 1929. En las elecciones de 1932 la participación y elección de mujeres a escaños públicos significó un paso hacia una democracia más justa y participativa. Finalmente, en 1935 se concede el voto universal.

En la década del treinta emergen una pléyade de compositores, interpretes y conjuntos de gran importancia para la historia musical. La mayoría de las grabaciones entre 1929 y 1940 son boleros, guarachas y boleros-son. Las composiciones del aguadillano Rafael Hernández, junto a la notoria sensibilidad de Pedro Flores fueron fundacionales en un nuevo giro de la música popular en Puerto Rico. El bolero Lamento Borincano, penetró mas allá de los asuntos románticos entre parejas heterosexuales e intentó plasmar las condiciones existenciales de muchos puertorriqueños que subsistieron con grandes dificultades durante uno de los periodos mas críticos de la historia del País. Ambos compositores utilizaron géneros y estilos que reafirmaban el carácter e idiosincrasia de los sectores populares quienes hicieron sentir su presencia pública a través de la música. Se destacaron, además, el director y trompetista Plácido Acevedo, Johnny Rodríguez, Pedro “Davilita” Ortiz Dávila y el conjunto de Industrias Nativas de Ladislao Martínez. En este último grupo participaban Don Felo y el virtuoso del güiro Patricio “Toribio” Rijos. Se destacaron, además, las orquestas de Mingo y su Whoppe Kids y la Orquesta de Augusto Cohen.

Para escuchar:

Cuarteto FloresDespedidaBolero
Tomado de: The Arhoolie Foundation's Strachwitz Frontera Collection of Mexican and Mexican American Recordings, UCLA
Orq. Cesar Concepcion A San German: Guaracha/Plena
Tomado de: The Arhoolie Foundation's Strachwitz Frontera Collection of Mexican and Mexican American Recordings, UCLA

"VENGO A DECIRLE ADIOS A LOS MUCHACHOS": MUSICA POPULAR EN LA DECADA DEL 40 (1940-1950)

La consolidación del Partido Popular Democrático (PPD) y el programa económico basado en la industrialización fungió como telón de fondo en este periodo histórico. Estos años fueron de transición de una economía agraria a una economía de base industrial. Este cambio repercutió en una paulatina transformación de trabajadores agrícolas a proletarios industriales. El gobierno de Puerto Rico fue el principal propulsor de estas y otras medidas.

Por otra parte, a partir de la incursión de los Estados Unidos en la segunda guerra mundial cientos de puertorriqueños son trasladados a trabajar para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en diversas partes de Europa y América Latina, en particular a las bases del ejército en la zona del Canal de Panamá en Centroamérica. La composición de Pedro Flores, Despedida e interpretada por el popular cantante Daniel Santos versifica la experiencia de las familias puertorriqueñas que vieron partir a sus seres queridos a este conflicto bélico.

Los trios de las décadas pasadas compartieron el espacio sonoro con grandes agrupaciones como la de Cesar Concepción, la Orquesta de Rafael Muñoz, la Orquesta Siboney de Pepito Torres, y la Orquesta de Carmelo Díaz Soler. El género más cultivado lo fue el bolero y sus variantes como el Bolero-Cha, bolero-son y otros. Piel Canela de Bobby Capó y en Mi viejo San Juan de Noel Estrada fueron de gran popularidad en la Isla y en la diáspora puertorriqueña.

Delano, Jack, photographer. San Juan, Puerto Rico. Orchestra in the "Escambron," a nightclub. Puerto Rico San Juan San Juan Municipality San Juan, 1942. Jan. Photograph. https://www.loc.gov/item/2017798810/.