1850-1860

Bomba

Por Noel Allende Goitía, PhD 

Bomba 1850

Las referencias que tenemos de las prácticas musicales afropuertorriqueñas nos llegan en su mayoría de documentos y relatos escritos por oficiales del gobierno español o por puertorriqueños identificados como «blancos». Lo primero que aprendemos es que el criollo euro-descendiente hablaba de los bailes de bomba, como se les identificaba para 1849, como prácticas musico-danzarias extranjeras, no puertorriqueñas.

Para estas personas, eran músicas de negros, afrodescendientes que provenían de África, Curaçao, St. Croix o St. Thomas. A pesar de esta negación de la «puertorriqueñidad» de estas prácticas musico-danzarias los testigos de la época afirmaron que los bailes con bombas eran muchos, diversos y que se podían observar a través de todo el archipiélago puertorriqueño.


Esta variedad de músicas afropuertorriqueñas aparece con frecuencia en los documentos de la época. En 1843 se registra la descripción de “las trullas de los negros con sus bombas y banderas, ataviados con fajas de todos colores, sombreros de tres picos con plumas, y mil adornos raros con que les gusta engalanarse para pedir el Aguinaldo en un lenguaje especial” (Aguinaldo Puerto-Riqueño). En 1844 las autoridades multan a Don Guillermo Beldón, por haber permitido salir de su hacienda a “siete esclavos la noche víspera de los Santos Reyes a pedir aguinaldo y tocar bomba” (Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 7 de marzo de 1844, Nº29, Vol. 13, p. 4). Para el 1849 los bailes de «negros bozales» [africanos esclavizados recién llegados] y los afrodescendientes nacidos criollos los bailes y toques de sus músicas estaban permitidas solo con permiso de los ayuntamientos durante fiestas en el calendario civil y religioso como la de los Santos Reyes, San Miguel, San Juan, San pedro, Santiago, Santa Rosa, Fiestas de Cruz de Mayo y Corpus Cristi [Día del Santísimo Sacramento]. Las músicas y bailes de sus naciones estaban prohibidas en velorios de párvulos [niños], en las casas de los difuntos y, tampoco, en las marchas fúnebres al cementerio (Bando de policía y buen gobierno). Estas normativas estaban en vigor para las fiestas conmemorativas del nacimiento de María Isabel, Princesa de Asturias, en 1852, y en las que celebraban el natalicio de Don Alfonso, en 1858.


La historia de la Bomba, como resultado del desarrollo de prácticas centenarias de los géneros músico-danzarios afroboricuas, debe tomar en cuenta dos factores extra-musicales. Entre 1814 y 1868 se publicaron y se ejecutaron los Bandos de buen gobierno y los Bandos de vigilancia y policía, en ellos se publicaron ordenanzas que restringían el movimiento y el comportamiento tanto de los africanos y sus descendientes esclavizados como de aquellos considerados libres. Las ordenanzas son muestras del tipo de mecanismos de control esta población. El segundo es la entrada continua de africanos y afrodescendientes, algunos como parte de los cargamentos nuevos de esclavos provenientes de África Occidental, luego de puertos intermediarios como Curaçao, Haití y Jamaica, y, otros, como parte de la continua inmigración de éstos procedentes de las islas de habla inglesa, danesa, francesa y holandesa. Estos factores, racismo estructural e inmigración, añaden un factor de cambio, renovación e iniciación de procesos de fertilización cruzada que hay que tomar en cuenta a la hora de hablar del meta-género de la Bomba.

Bomba 1860

Durante esta década llama la atención el reporte que hace el Ayuntamiento de San Juan con motivo de las celebraciones a su Santo Patrón. El cronista del ayuntamiento describe de la siguiente manera la intervención de «Los congos finos»: Llegados que hubieron ante los balcones del Palacio de su S.S.E.E. cantaron y bailaron largo rato á usanza de su país, siguiendo el compás marcado por los especiales instrumentos que constituyen las orquestas en el mismo; y despúes de los vivas de costumbre, marcharon á recorrer la Ciudad, seguidos de un numeroso pueblo, para terminar su alborada con un bailecito que tenían preparado en la casa de uno de los cabezas (Crónicas de San Juan, o sea Descripción de las Fiestas, 1864).

La manifestación de prácticas músico-danzarias dentro y fuera de las murallas de San Juan no es particular a esta década. En 1830, se reportaron “reuniones de pueblo, con bombas y otros instrumentos propios en los bailes de morenos” y en 1844 y 1846, las crónicas de las celebraciones hablan de bailes con bombas en la Cruz de Santa Bárbara. En 1868 Federico Asenjo (1837-1893) escribe el reporte de Las Fiestas de San Juan. Nos debe llamarla atención de que, contrario a los reportes anteriores, al final de la década, no se hace mención alguna de la participación de los africanos y afrodescendientes en dicha festividad. 

Las celebraciones de africanos y afrodescendientes, en los días de fiestas designados, eran días que marcaban momentos significativos para dicha comunidad. En 1837, como parte de las ordenanzas de buen gobierno, el artículo 16 de estas estuvo dirigido directamente a los “bailes, velorios y bombas de negros”. En una forma directa prohibía los bailes en altares de cruz, velorios de cadáveres de párvulos y adultos, y “bombas o bailes de negros” (Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 29 de abril de 1837, Nº51, Vol. 6, fol. 205 [p. 3]). En 1840, Ciriaco Sabat, auto-identificándose como «Rey de los Negros Congos» de San Juan, le dicta a un escribiente una carta dirigida al Gobernador Santiago Méndez Vigo pidiéndole que autorice una celebración de los llamados negros Congos, en el día de San Miguel Arcángel (septiembre 29) y la Señora del Santo Rosario. La misma se llevaría acabo en la Plaza del mercado. Para 1860, en Vieques, se registra el arresto de un pardo por conducta desordenada en un baile con bombas. 

Otro evento significativo en esta década fue la traducción al español del capítulo correspondiente a Puerto Rico del libro Voyage aux îles de Ténériffe, la Trinité, St-Thomas, Ste-Croix et Porto-Rico, exécuté par ordre du gouvernement français, de septembre 1796 à juin 1798 (1810). El puertorriqueño Julio Vizcarrondo Coronado (1829-1889) traduce uno de los pasajes más antiguos donde se hace relación a un pequeño tambor llamado, en francés, bamboula, y que Vizcarrondo traduce a la voz española bomba. Esto es significativo porque reafirma la práctica del criollo blanco de identificar cualquier género músico-danzario afroboricua no por la denominación del baile sino por el nombre genérico del instrumento utilizado: bomba = tambor.


Descripcion de  Bailes de Bomba finales del siglo XIX  de Robert Junghans 

 Archivo General de Puerto Rico, Coleccion Robert Junghanns, CP25-Caja45, Exp, 1785 (consultado y digitalizado por Hugo R. Viera Vargas)