1880-1900

Danza 1880-1900

Por Noel Allende Goitía, PhD.

Danza 1880

La década de los 1880s es una de grandes cambios en los géneros que componen el metagénero de la danza. Danzas-canción con títulos llamativos como Zabaleta rabo de puerco, ¡Hay yo quiero comer momdongo!, Menénde, boca é covacha, el Tereque, la Charrasca, El Merengazo y Rosa déjate tumbar, comienzan a estar bajo el ojo crítico de la élite criolla que, activamente, está en busca de un «hacer» musical que esté a la par de la música de concierto centroeuropea.

La creación musical de esta década está dominada, primero por Manuel Gregorio Tavárez Ropero y, luego, por compositores como Casimiro Duchesne (1857-1906), Genaro Aranzamendi (1831-1889), Adolfo Heraclio Ramos Buensot (1837-1891) y, su hermano, Federico Ramos Escalera (1857-1927). La popularidad del joven Juan Morell Campos (1857-1896) se establece mayormente en la década siguiente.

Durante esta década, también, se toma forma un discurso en el que «el hacer» musical se parea con «lo puertorriqueño». El debate ideológico se apodera de la producción musical y crea criterios de selección de cuál la danza es la que se utilizará como marca de identidad criolla. Para mediados de los 1870s, Alejandro Tapia y Rivera, en un número de su revista Azucena, de 1874, se refiere a Tavárez como el “artista [que] ennobleció algún tanto la composición de la danza despojándola del sabor del tango africano . . .”. Para inicios de los 1880s, el mismo Tapia consigna el mismo argumento al escribir en sus Memorias: “Todavía hoy suelen abusar algunos, haciéndola insulsa y rutinaria, otros poniéndole nombres grotescos y dándole un ritmo amanerado y propio para que resalte la influencia del vodú o del tango africano.” Para la misma fecha, Salvador Brau Asencio (1842-1912) lo resume ideológicamente de esta forma:

"El aduar indiano, la castellana carabela, la zapa del minero, la cabaña del pastor, el batey del ingenio, el alejamiento social, las corrientes inmigradoras, la atrofia de la colonia, el sensualismo del vicio, la luz fosforescente de la civilización,  el rebajamiento del espíritu, la intuición de la desgracia y la aspiración perenne a un porvenir mejor, todo, todo lo encontraréis condensado en el chirriar de ese güiro inarmónico, en la trepidación de ese salvaje timbal, en  ese lamento desgarrador de los clarinetes, vibrando en la octava alta, en los murmullos suaves, tenues, armonizadores de la cuerda que funde todo aquel piélago de sonidos, y sobre la cual descuellan por intervalos, los estallidos del metal, tratando, en vano, de imprimir ligeros tonos de vigor al conjunto."

De esta forma, la danza, como «hacer» musical es seleccionada, de entre otros géneros musicales vernáculos, igual o más, populares que ésta, como «marca de identidad». Esta generación establece la práctica de que hablado sobre los aspectos musicales de la danza se podía analizar la sociedad puertorriqueña, y viceversa.

La forma y manera en que Tavárez maneja musicalmente la danza empieza a ser tratado como La Danza entre todas aquellas formas de danzas. La primacía de esta forma de danza como una composición para piano de concierto, o de salón tanto aristócrata como burgués, es lo nuevo en esta década. Esta generación siguiendo el ejemplo de un Franz Liszt (1811-1886), Frederick Chopin (1810-1849), Félix Mendelssohn y Louis Moreau Gottschalk (1829-1869). Tavárez, pianista-compositor, como éstos, utiliza la danza para producir música de sala de concierto en sus composiciones Margarita, La sensitiva y su Souvenir de Puerto Rico. Esta última composición, junto al Pot-pourri sobre aires del país de Alfonso Heraclio Ramos, nos revela este impulso de utilizar la forma y los recursos melódicos y armónicos de la danza como el marco a través del cual presentar otros géneros vernáculos.

Compositores, intérpretes e instrumentistas:

Ejemplos representativos

Margarita.mp3

Margarita, Manuel G. Tavárez, Rina de Toledo

 ℗Orquesta del Instituto de Cultura · Lito Peña

Bazar de Olimpo Otero, Ponce, Puerto Rico (circa, 1900)

Danza 1890

Durante los primeros seis años de la década de los 1890s, el compositor, empresario y productor musical Juan Morell Campos es la figura dominante de la cultura musical, en general, y de la danza, en particular. Desde principios de la década anterior, su persona como director musical de diversos conjuntos musicales, era dominante en la región sur de Puerto Rico. Lo novedoso de la creación musical de Morell es el gran espectro de estilos y géneros musicales en los que su creatividad se desempeña tanto como compositor como arreglista: marchas, salves, danzas, mazurcas, guarachas, zarzuelas y óperas.

Sus danzas, en comparación con las de Manuel Gregorio Tavárez, muestran la incorporación de una mayor diversidad de las músicas vernáculas del archipiélago puertorriqueño a ésta. Llama la atención su «mirada» a tipos sociales: La Mulata, Las Artesanas, El Gordito, Siña Valentina y La Loca. Sus danzas festivas toman su inspiración directamente de las fiestas cívicas, religiosas y populares y la vida cotidiana: El Carnaval, La Conga, Corre que te coge tu papá, Baile de máscaras y Fuego a la lata. De su trabajo como maestro concertador, o director musical, de las compañías de ópera y zarzuelas que llegaban a Ponce, produce danzas como Don Juan, El Tambor Mayor y La Africana. Se pueden añadir una larga lista de títulos que se inspiran actividades políticas, experiencias amorosas, anécdotas personales o de amigos, y actividades mercantiles.

Contrario a Manuel Gregorio Tavárez y Adolfo Heraclio Ramos Buensot, quienes eran unos virtuosos del piano, Morell impregna a la danza un carácter popular y comercial. Su producción de la danza para piano está dirigida al consumo de estas tanto por las familias de la élite social insular como por la burguesía puertorriqueña que, aunque limitada, había convertido el piano en un símbolo de estatus social. Sus contemporáneos, Juan Ríos Ovalle (1863-1928), Jaime Pericás (1970-1939) y Olimpio Otero (1845-1911) y Arturo Pasarell (1866-1936) tomaron sus danzas para piano, muchas de ellas eran canciones sin palabras, no solo como modelo musical, sino que siguieron su visión empresarial y se dedican, como Morell, a publicar sus composiciones para la venta. Morell desarrolla una relación de amistad y de negocio con Olimpio Otero, el cual, además de ser un correctísimo compositor de danzas para piano, se desarrolla como una músico-comerciante. Crea una tienda de música, «El Bazar Otero» que, también, funciona como casa publicadora. Éste es quien, utilizando talleres de impresión musical en Barcelona, le publica la mayoría de las composiciones a Morell Campos.

Compositores, intérpretes e instrumentistas:

Conversación [Grabación sonora] :danza / J. Morell Campos

Fecha; 1922

San Juan (Puerto Rico) : Rollos Mesonora

Tomado de la Biblioteca Digital Hispanica

Ejemplos representativos

Retreta por la banda del Batallón de Cazadores de Colón en la cual presentaran la danza Felices Dias, de Juan Morel Campos. La correspondencia, sábado 17 de junio de 1893.  Nótese que Felices Dias en la única danza en el repertorio. 

Alma sublime.mp3

Alma Sublime, Juan Morel Campos. Interpreta: Elías López Sobá

℗ Grabaciones - Instituto de Cultura Puertorriqueña

Para escuchar:

El coquí.mp3

El Coquí ,José Ignacio Quintón & Juan Sorroche 

℗ Grabaciones - Instituto de Cultura Puertorriqueña 

____________________________

Mis Amores.mp3

Mis amores , Simon Madera. Interpreta:  Luz N. Hutchinson

℗ Grabaciones - Instituto de Cultura Puertorriqueña 

____________________________

El pipiol.mp3

El pipiol , Jose I. Quinton Interpreta Nydia Font 

℗ Grabaciones - Instituto de Cultura Puertorriqueña 

Danza 1900

La muerte de Juan Morell Campos en 1896 fue tomada como una que troncha muy temprano la promesa que representaba éste en el desarrollo de las músicas vernáculas burguesa. Tanto Morell Campos como Manuel Gregorio Tavárez, mueren a penas cumplidos los cuarenta años. El sentido de pérdida, en ambos casos, fue muy sentida y acentuada por el cambio de soberanía en 1898. Este sentido de pérdida fue tal que las nuevas generaciones de músicos y la élite política e intelectual, a la altura de los 1930s, todavía, estaría haciendo actividades conmemorativas y de recordación de estos dos compositores.

La nueva generación de compositores compuesta por Ana Otero Hernández (1861-1905), Tomás Milián Martínez (1875-1931), Luis Rodríguez Miranda (1875-1949), Arturo Pasarell Pasarell (1866-1937), Braulio Dueño Colón (1854-1934), Simón Madera Magallanes (1875-1957), Fernando Callejo Ferrer (1862-1926), José Ignacio Quintón (1881-1925) y Monserrate Ferrer Otero (1885-1966), se destacaron por seguir los modelos establecidos tanto por Tavárez como por Morell. Para los 1900s la danza se había reducido, en su mayor parte, a un género musical para sala de baile interpretado por conjuntos sinfónicos u orquestas de baile de composición irregular o para piano de concierto o reuniones sociales de salón.

Durante la primera década del nuevo milenio la danza se establece como una composición para piano o conjunto sinfónico, aunque, contradictoriamente, las bandas cívicas y militares y los conjuntos de cuerdas (tiple, cuatro, bordonúa, y guitarra) eran las que en su mayoría las interpretaban. A través de los diversos certámenes que se celebraron entre 1900 y 1910 se premiaron danzas como Isabel del compositor y flautista Rafael Márquez y La Reina de las flores de Luis Rodríguez Miranda. Para 1905, en Bayamón, se da una competencia entre dos orquestas de baile tocando danzas: la orquesta de Domingo “Cocolía” Cruz (1864-1934), tocando en el Casino Español, y la de Casimiro Duchesne en al ayuntamiento, en baile de artesanos. Se abren las ventanas y puertas de ambos establecimiento para que las orquestas alternen sus piezas y que el público congregado en la plaza las escuche.

Es el joven José Ignacio Quintón es el que esta generación proclama el heredero de Tavárez y Morell. Sus composiciones El pipiol (1900), El Coquí (1901), Dulces recuerdos (1902), Mi estrella (1903), Amelia (1904) y Cuando me miras (1908), entre otras, siguen el modelo de piezas para piano. Según la dedicatoria de algunas de estas se desprende que se componen para tocar en las salas de los hogares de sus estudiantes o de quienes adquieran las partituras impresas o copiadas por el autor. Su estructura va desde la más sencilla como El Coquí, con un paseo y dos merengues (forma AB o binaria), muy reminiscente de las antiguas contradanzas, hasta Mi estrella, con un paseo y cuatro merengues (ABCA), con una forma que sigue el perfil de la forma sonata.

Durante esta década se manifiesta la coexistencia de la danza, y su relación simbiótica, con géneros de piano, unos derivados, también, de la contradanza como el ragtime y, otros, del naciente metagénero del jazz, como el one step y el two step.

Compositores, intérpretes e instrumentistas:

Ejemplos representativos:

La cuñadita.mp3

La cunadida, Olimpo Otero

Interpreta: Narciso Figueroa

____________________________