Durante los últimos años el incremento de los problemas de salud mental son preocupantes, pero, por fortuna, esto va contrastando con el avance social y psicológico en cuanto a tratar estas problemáticas. Pero, en algunas ocasiones, aunque se tomen medidas, la recuperación tarda: “En el momento en que empiezas a tomar estas substancias, puede provocarte un episodio”, señalan Esperanza Rodríguez y Rocío Martínez Itínera, especialistas en esquizofrenia. Aparte de esto, la psicóloga Nadia Peláez, cuya modalidad es el trastorno obsesivo-compulsivo (abreviado como TOC), señala que en el momento de llegar a la consulta es muy importante “no juzgar ni criticar para que la persona se sienta en un espacio seguro. Cuando viene una persona, ese tiempo que estoy con ella me centro absolutamente en ella y se establece una alianza”. Aunque no están claros los orígenes de ciertos trastornos, como los TCA, sí se conocen mínimamente algunas de las causas, como señala Carmen Senra: “Hay algunas razones, una de ellas es que se aduce que históricamente el estereotipo estético ha pesado mucho más en las mujeres que en los hombres”.
Trastornos de la alimentación
Es muy posible que los trastornos de la conducta alimentaria, abreviadamente TCA, hayan comenzado a manifestarse desde el principio de la era humana, hace aproximadamente unos cinco millones de años, pero hasta el siglo XVII, alrededor del año 1690, no se supo en qué consistían realmente estos trastornos. Hubo un gran aumento de estas problemáticas al final del siglo XX y a principios del siglo XXI, y todavía se agravaron más en la pospandemia del COVID-19. Siempre se han asociado las preocupaciones por la estética del género femenino y basta con ver el efecto que tiene la presión mediática y social al ver lo trastocadas que quedaron numerosas mujeres a lo largo de la historia. En cambio, los hombres a los que esto les ha ocurrido se pueden contar con los dedos de las manos. El hecho de estar delgada siempre ha preocupado mucho más a mujeres que a hombres debido a la discrepancia de género que se ha ido creando a medida que pasaban los años. Ya lo dice la especialista en TCA Carmen Senra Rivera, psicóloga y profesora de la USC: “Una de las causas que se aduce es que históricamente el estereotipo estético ha pesado mucho más en las mujeres que en los hombres, y los estereotipos sociales todavía, a día de hoy, aunque las cosas parece que van cambiando, se cambian muy lentamente y a una mujer se le juzga más por el aspecto físico que al hombre. Entonces, no es de extrañar que la presión sociocultural se hace sentir más en las chicas que en los chicos”.
Pero dejando a un lado la desigualdad de género, la genética también influye, tal y como afirma Carmen Senra: “enorme brecha de género que hay respecto a la sobrerrepresentación femenina frente a la masculina. En esa edad se producen los cambios típicos de la pubertad y se desarrollan los caracteres sexuales secundarios. Por eso, en el caso de las chicas, se desarrollan al contrario de sus ideales estéticos. Eso es porque aumenta la adiposidad en el pecho, la cadera, los muslos y los glúteos, y eso puede hacer que esa nueva imagen sea más o menos asimilada. Por esas razones, ahí puede empezar la insatisfacción corporal con el nuevo cuerpo, porque a veces se ensancha o a veces se encoge, lo que lo va distanciando de lo que en su ideal estético le gustaría. Por lo tanto, esa discrepancia entre la imagen real y la imagen ideal es lo que genera insatisfacción”.
Aunque la bulimia o la anorexia sean las más conocidas, hay muchas otras problemáticas relacionadas con la alimentación, como el trastorno por atracón. La diferencia entre estos trastornos es que tanto en la bulimia como en la anorexia hay un temor muy acentuado a engordar, mientras que en el trastorno por atracón priman, como su nombre indica, una frecuencia exagerada en comer mucho en poco tiempo, y luego, unas pocas horas sin comer, pasando por el ciclo de ayuno-atracón.
La bulimia y la anorexia, aunque se parecen, son diferentes atendiendo al momento en que la persona asume su enfermedad. Una persona anoréxica niega estar padeciendo un trastorno, mientras que alguien con bulimia nerviosa, llegado un punto muy grave, decide asistir a consulta por miedo a perder la vida, ya que si no se toman precauciones, esta puede peligrar. Sin embargo, en vez de pedir ayuda para controlar el vómito, que es algo que una persona con bulimia suele hacer después de comer por la sensación de culpa y arrepentimiento que la invade, pide herramientas para controlar el atracón, lo que una vez más demuestra que, según la doctora Carmen Senra, “no solo hay que controlar el atracón, sino que también los períodos de restricción; es decir, pasar horas más de las convenientes, sin comer”.
Gracias a los avances sociales y a la ayuda que se está proporcionando en ámbitos de la psiquiatría y psicología, es posible que en un futuro los TCA se mantengan o disminuyan, y la especialista Carmen Senra afirma que “es importante que la gente joven, cuando se está formando, tenga información veraz y fidedigna, porque en internet algunas páginas web, algunos chats, algunos foros y redes sociales, difunden información que es una verdadera barbaridad, una atrocidad. No es que sea pseudocientífico, sino que es acientífico. El hacer apología de la anorexia y la bulimia lamentablemente no está legislado, no está prohibido, por lo que sería muy interesante que dentro de las campañas de prevención hubiese información en los institutos sobre las características de los TCA y ya no solo sobre las características de estos, sino, prevenir en aquellos elementos que pueden ser factores de riesgo, que pueden generar vulnerabilidad en los jóvenes”.
Esquizofrenia y paranoia
La esquizofrenia es un trastorno mental grave que, como menciona Esperanza Rodríguez, psicóloga de la Asociación Itínera, “la posibilidad de que empiecen pronto ahora mismo es mucho más alto por el consumo de drogas”. Es decir, es más probable que te diagnostiquen esquizofrenia si consumes drogas. Por lo tanto, según ella, su consumo puede afectar a nuestra salud mental: “Dani Martín publicó un libro al respecto en el que habla de cómo por consumo de sustancias acabó teniendo un brote psicótico”. Por eso, para Rodríguez, “cuando más temprano aparecen los síntomas es más fácil que se mantenga más a lo largo del tiempo”.
Padecer esquizofrenia también puede afectar a la convivencia “en el momento en que una persona, de repente, empieza a tener síntomas que se puedan diagnosticar como esquizofrenia les rompe toda su forma de funcionar en casa”, indica la experta. Por lo tanto, según ella, a las familias también les es difícil entender cómo funciona esta enfermedad: “Empiezan incluso a decir y a hablar, a evocar y escuchar voces o tener sensaciones que no están ahí, que no pueden existir. Entonces, para los demás es muy complicado ya entender los síntomas de la persona que los está sufriendo. Y eso rompe todo porque es muy difícil de entender para alguien que no lo está pasando”. Por eso, para la gente que padece este trastorno sus alucinaciones o sus delirios son reales y no hay nada que les convenza de lo contrario. Como describe Esperanza, “cuando tienen una alucinación o un delirio para ellos es real y no va a haber nada, ningún razonamiento lógico de ningún tipo, que los vaya a convencer de lo contrario”.
Las familias que tienen un hijo o hija con esquizofrenia deben actuar de forma rápida y buscar ayuda médica. A veces es complicado porque, como indica Rodríguez, “tú no puedes ingresar a una persona en contra de su voluntad” y, en la mayoría de los casos, la propia persona “no tiene en ningún momento la conciencia de que le está pasando algo porque para ellos es totalmente real y no entienden por qué los demás no lo ven como ellos”. Entonces se pueden dar dos diferentes tipos de opciones: que la persona acepte el ingreso después de dialogar con las familias o, si los síntomas son muy graves llamar a la policía y al servicio médico “para que dé fe de que esa persona está en una situación delirante y a través de esa denuncia conseguir hacer un ingreso involuntario”.
La esquizofrenia puede tener dos tipos de síntomas, los positivos o los negativos. Los positivos son más visibles porque son sobre todo alucinaciones; por ejemplo, “pueden decir que escuchan voces o que ven cosas que el resto de personas no ven porque no están ahí”, afirma la psicóloga. Los negativos son menos visibles, ya que estas personas “están totalmente catatónicas, apáticas y no reaccionan”.
La esquizofrenia es una dolencia muy poco habitual entre los 5 y 10 años, ya que según Esperanza Rodríguez, “en estas edades es muy difícil diferenciar entre lo que es la imaginación propia de un niño de esos años”, porque es normal que tengan amigos imaginarios, creen historias en su cabeza y es difícil diferenciarlo de una enfermedad mental. Además, según ella, “hay muy poco estudio en esquizofrenia infantil”.
Por eso, para esta psicóloga, si estamos ante una persona con un brote de esquizofrenia, lo mejor que podemos hacer es “acompañarlo con mucha calma, no llevarle la contraria en lo que te está diciendo porque para esa persona todo lo que está viendo es real” y lo mejor es buscar ayuda médica lo más rápido posible: “llamar a urgencias, para buscar un apoyo directo”.
Generalmente, es muy improbable que una persona con esquizofrenia admita su enfermedad, tal y como indica Esperanza Rodríguez: “Entonces ahí la manera que tienen de transmitir es: “Yo estaba mal, luego no estaba funcionando bien”, pero no te dicen: “Eso no era real, eran imaginaciones”. Es muy poco probable que lo convenzas, pero sí que te dicen: “Ahora estoy mejor”. Pero lo hacen porque no sienten esa ansiedad, esa angustia, y sus pensamientos no son tan intrusivos y no les dificultan tanto en el día a día”.
Hablando de la forma en la que la sociedad ve esta enfermedad, Rocío Martínez, integradora social en la misma asociación, cuenta que “al final lo que existe ahí es un estigma muy grande cara las personas con trastornos mentales en general, que están muy alimentados a veces por las propias imágenes que vemos”.
Por eso, para Esperanza, cuando aparecen los síntomas de la enfermedad “una de las mejores maneras de abordar a una persona son los medios físicos, es decir, hospitales o unidades especializadas con atención 24 horas”. Sin embargo, ya que no hay cura para esta enfermedad, Esperanza Rodríguez indica que “al haber un componente genético, no se puede prevenir totalmente”.
TOC
El TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo), fue descubierto en 1838 por Jean Étienne Dominiqués Esquirol, en Francia. En sus inicios, no se tenía casi información sobre su origen, sus síntomas o el cómo tratarlo, pero, según fue transcurriendo el tiempo, y sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, que fue la época dónde se empezó a tener más conocimientos sobre la salud mental, y en los últimos cinco años, en los que se empezó a tener muchos más conocimientos, los profesionales sacaron a la luz más información sobre cosas que afectan y maneras eficaces para ayudar a los pacientes que padecen de este trastorno. La psicóloga Nadia Peláez afirma que “puede afectar porque muchas veces no son entendidos, hacen cosas que los demás interpretan que son extrañas y, entonces, se les intenta corregir o no se les hace caso o no lo cuentan. Entonces, si esto no se trata, el sufrimiento es cada vez mayor y puede causar muchos problemas de ansiedad”.
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) no tiene un motivo único establecido, pero es posible que los factores genéticos, biológicos y ambientales influyen en su desarrollo. Los problemas a largo plazo con el TOC incluyen la dificultad para llevar actividades todos los días, el estrés y ansiedad constante y la posibilidad de desarrollar otras condiciones de salud mental.
Aunque la evolución de la sociedad y avances en general influyen en que los problemas de salud mental disminuyan, es importante no apartar el foco. También es de vital importancia que estos temas se hablen y se normalicen: “La medida principal para ayudar a los alumnos con TOC en las aulas es la prevención, que empieza por la información, porque una persona que escucha de qué se trata, se puede sentir identificada y puede hablar, puede contarlo y se siente validada”, señala Nadia Peláez.
Por lo tanto, en conclusión, otra parte crucial para que estos problemas disminuyan es que “la gente joven, cuando se está formando, tenga información veraz y fidedigna, porque en internet algunas páginas web, algunos chats, algunos foros y redes sociales, difunden información que es una verdadera barbaridad, una atrocidad. No es que sea pseudocientífico, sino que es acientífico”, afirma con contundencia Carmen Senra.