Elisardo Becoña Iglesias es licenciado y doctor en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela donde es Catedrático de Psicología Clínica en el Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Facultad de Psicología. Ha ampliado estudios en varias universidades y su principal campo de especialización son las conductas adictivas, en especial el tratamiento del tabaquismo, el juego patológico o la cocaína. A lo largo de su trayectoria ha sido profesor visitante en varias universidades, consultor de Naciones Unidas y de la Organización Panamericana de Salud. Ha ocupado cargos en distintas sociedades científicas nacionales y ha participado en varias comisiones técnicas del campo sanitario, tanto en Galicia como en el Ministerio de Sanidad.
El profesor Becoña comenta que, en muchas ocasiones, “el consumo de tabaco empieza a partir de los doce a catorce años”. Por este motivo, él considera que una de las cosas más importantes es prevenir el inicio en el consumo; con lo cual, “debería estar incluido el tabaco como una asignatura más”. Otra cosa que aclara es que el consumo del tabaco ha bajado en los últimos diez o veinte años y explica que lo que había contribuido a esto fueron“las medidas restrictivas que se vienen implantando”. Esto lleva a que, el profesor Becoña afirme de forma tajante que “ “en diez o veinte años va a fumar muy poquita gente”.
—Usted es catedrático de psicología en la USC y responsable del equipo de investigación Evaluación y tratamiento de las adicciones. ¿Qué razones le llevaron a investigar el tabaquismo y cómo fue su formación?
—El motivo que me ha llevado a centrarme en el tabaco y llevar muchos años trabajando en ello es porque la gente que fuma tiene un alto riesgo de morir prematuramente. Otra de las razones es para conseguir que las personas puedan vivir más o puedan vivir mejor y no enfermen. Lograr que las personas dejen de fumar es muy importante.
—¿Cómo es un día normal de trabajo para un catedrático de psicología y responsable del equipo de investigación Evaluación y tratamiento de adicciones y cuáles son los proyectos realizados más queridos para usted?
—Un día normal es siempre muy variado, porque, por una parte, tenemos que dar clase algunos días a la semana, pero también tenemos que atender alumnos que tienen trabajos en realización. Luego, a nivel asistencial, lo que hacemos es ver gente que tiene problemas con el tabaco. En primer lugar, tenemos que evaluarlos y llevar a cabo tratamientos, Después, también tenemos labores de difusión pública, tenemos que elaborar informes y hacer artículos, con lo cual, estamos con muchas actividades a lo largo del día.
—¿Cuáles son las primeras medidas que toma cuando recibe a un paciente con una adicción al tabaco para atenderlo?
—Lo primero es que quiera venir, que es lo más importante. Actualmente fuma el 20% de la población, una de cada cinco personas adultas. Una vez que viene, lo que vemos es si quiere dejar de fumar en ese momento o si tiene alguna duda. Si tiene alguna duda, lo convencemos y a partir de ahí evaluamos su nivel de dependencia y qué problemas tiene vinculados con el consumo. Luego le damos una cita para empezar en unos de los grupos de tratamiento que hacemos a lo largo de todo el año.
—¿Cómo llegó a ser Catedrático de psicología y responsable del equipo evaluación y tratamiento de las adicciones?
—Por una larga trayectoria de muchos años dedicándose a estudiar este tema. Desde hace 40 años fuimos haciendo investigaciones que dieron muy buenos resultados en los tratamientos, porque hemos desarrollado uno que funciona muy bien y es de referencia a nivel de abandono.
——Entendemos que las ganas y la fuerza de voluntad a la hora de dejar de fumar son fundamentales. Teniendo en cuenta esto, ¿Dónde hay más casos de éxito y por qué: entre la gente que lleva poco tiempo fumando o entre la que lleva más años?
—Aunque pueda parecer una cosa contradictoria, la gente que lleva más años es la que lo deja más fácilmente. El motivo es que ya le afectó el tabaco directamente en su salud, entonces, tiene bronquitis crónica, problemas de enfisema o problemas vinculados con distintos órganos, fundamentalmente pulmonares. Sabe que tiene que dejar de fumar y le anima más. En cambio, la gente que es más joven todavía no tiene tan claro que el tabaco le va a afectar negativamente en la salud. Por lo tanto, a mayor edad, mayor posibilidad de abandono, pero también es cierto que la gente más joven es la que más se resiste a dejar de fumar, aunque, por suerte, cada vez fuman menos jóvenes.
—En Milán han prohibido fumar en la calle. ¿De qué modo cree que debería ser eso en Santiago y qué efectos tendría?
—En la calle no está prohibido fumar actualmente, pero en el futuro habría incluso que llegarlo a prohibir en la calle. Ahora lo que se pretende es que no se pueda en acontecimientos al aire libre masivos. Cuando son las fiestas del Apóstol, en la Plaza del Obradoiro la gente puede fumar, lo cual le afecta a los que están al lado. En los bares ya no se puede, que es un aspecto positivo, pero seguramente acabaremos viendo en 10 o 20 años que tampoco se puede fumar en la calle, porque lo que lleva al mayor nivel de mortalidad de conductas que podemos evitar es el tabaco. Entonces, hay que tomar medidas para que la gente no se muera. Es una responsabilidad de tipo social y sanitaria.
—Vimos, en una entrevista que concedió, que adolescentes de 15, 14 e incluso 12 años ya empiezan a fumar, ¿Cuáles son las acciones que considera usted que habría que llevar a cabo para prevenir este problema?
—Por eficacia, el consumo de tabaco empieza a partir de los doce a catorce años; primero, tonteando, luego descubriendo en qué consistirá y luego pensando que no es tan malo. Lo que habría que hacer para que la gente no fumase o para prevenir el consumo es poner en práctica programas preventivos en las escuelas de modo sistemático; es decir, se hacen distintas acciones, charlas, conferencias, hay unidades didácticas; pero realmente es un tema prioritario, igual que hay otros temas prioritarios a nivel de salud, a nivel de la economía y a nivel social. Entonces debería estar incluido el tabaco cómo una asignatura más, junto a otro tipo de prevención, entre otros problemas que tienen las personas.
—¿Cuáles son las mayores causas por las que la gente joven comienza a fumar?
—Básicamente es por la novedad, es decir, la gente joven quiere probar todo y también porque le dicen que no es tan malo y que se puede controlar. Hay dos tipos de personas, unos que empiezan y tosen mucho, les molesta, les produce mareos y ya no lo vuelven a probar más; pero otros continúan y, al continuar, aumenta el riesgo. Luego, también por la influencia de los amigos. Si uno tiene amigos que fuman lo hacen simplemente por probar. Eso aumenta el riesgo de que empiece el consumo y, por eso, las campañas preventivas deben indicar ese tipo de cuestiones y también la publicidad del tabaco. Porque ahora ocurre menos, pero, históricamente, la publicidad del tabaco se orientaba, a convencer a los jóvenes de que no era tan malo, de que podían hacer lo que les diese la gana. Por ejemplo, el tabaco lo han unido en la publicidad a la vida natural, al aire libre, al deporte. Todo mentira. Es decir, precisamente es incompatible. Una persona que fuma no puede hacer bien deporte, no puede hacer escalada, le molesta mucho porque le afecta a los pulmones, pero, claro, una cosa es lo que dice la publicidad, que es para vender un producto, y otra la verdad para las personas a quien se dirige el mensaje.
—¿Qué relación cree usted que puede haber entre la adicción al vapeo de los adolescentes y una posible futura adicción al tabaco?
—Está totalmente relacionada. La industria tabaquera lo que hace es ir cambiando cada década los sistemas de fumar para enganchar a personas diciéndole que no es problemático. Primero era el tabaco normal, luego fue el tabaco con filtro, luego el tabaco mentolado, luego fué el tabaco bajo en nicotina, luego el tabaco de liar y ahora, lo último, son los vapers diciendo que son menos problemáticos y que no causan daño. Pero realmente son adictivos porque llevan nicotina y, además, la gente que empieza fumando vapers acaba fumando tabaco, con lo cual, es el sistema que la industria del tabaco utiliza para enganchar a la gente.
Entrevistadores y entrevistado durante la entrevista en el IES Rosalía de Castro. | BRAIS VILLASENÍN
—Entendemos que no hay ninguna forma de hacer que el tabaco sea menos perjudicial para la salud. ¿De qué manera es esto cierto?
—El tabaco se puede hacer menos perjudicial, lo que pasa es que haciéndolo menos perjudicial seguramente sería menos adictivo. Por ejemplo, si en España se eliminase el amoníaco, sería menos adictivo. Eso está permitido. Mucha gente dice que cuando no tenían tabaco, nuestros abuelos o bisabuelos fumaban papel de cebolla. Pero el papel de cebolla no produce adicción. Yo siempre pongo el ejemplo de que uno puede ser adicto a muchas cosas, pero no conozco a nadie adicto al zumo de naranja, porque no produce adicción en receptores biológicos ni a otro tipo de niveles. Pasa lo mismo con el tabaco. Si lo hiciesen menos adictivo, venderían menos, con lo cual no les sería rentable. El objetivo de la industria es vender, vender y vender; la salud no les interesa.
—Usted ha llevado a cabo varias investigaciones sobre las adicciones. ¿Cuáles consideran que son los principales obstáculos para que una persona supere su adicción?
—El problema del tabaco es que lleva sobre todo nicotina, que es una droga adictiva. Además, se le pueden añadir otros componentes como el amoniaco, que multiplican la potencia adictiva. Lo que ocurre es que la persona quiere dejarlo, pero le cuesta, porque lo que tiene es que buscar un balance, entre lo que le gusta, debido a que es un proceso adictivo tanto biológico como psicológico, y lo que le cuesta. La gente deja de fumar porque empieza a tener problemas de salud y se lo plantea. Pasa lo mismo con el alcohol, las drogas ilegales y el juego. El riesgo que tienen las drogas legales, sobre todo, con las substancias adictivas es que se las hacen pasar porque aparentemente no causan problemas. Pero, cuando causan problemas, la gente se plantea el abandono. En algunos casos, incluso, las personas tienen que dejar sí o sí de fumar, porque, si no, corren un grave riesgo real de morirse, lo que es algo que les motiva mucho para abandonar.
—¿Por qué razones principales deciden dejar de fumar las personas?
—La principal razón para dejar de fumar en el 85 o 90 por ciento de los casos es por problemas de salud. Nosotros tenemos a veces casos que funcionan del siguiente modo: les acaban de dar de alta en el Clínico porque acaban de superar un infarto agudo de miocardio y les dicen que venga a la unidad de tabaco y que se plantee dejar de fumar. O porque han estado internados por un enfisema. En el caso específico del COVID de hace unos años, la gente que fumaba aumentaba el riesgo de mortalidad cuando tenían problemas pulmonares previos entre un cincuenta y un cien por cien más. Eso ha llevado a que mucha gente haya dejado de fumar. La salud es prioritaria, pero la industria procura engañar a la gente diciendo que no les afecta tanto.
Hay un segundo motivo que es el económico y, por eso, hay que subir más el precio del tabaco. El tabaco aún sigue siendo muy barato, ya que está a cinco euros la cajetilla. Hay países en los que cuesta veinte euros. Por lo tanto, si subes el precio, consigues que la gente reduzca el consumo y, sobre todo, que los chicos y las chicas jóvenes no se inicien en el consumo porque les es caro.
—Anteriormente ha mencionado que el porcentaje de personas fumadoras ha bajado en los últimos años. ¿A qué cree usted que se debe?
—Básicamente, ha sido gracias a las medidas restrictivas que se vienen implantando. Esto lleva ocurriendo desde la ley del año 95, que fue la primera que hubo, y de medidas que venían de atrás. Además, se ha subido el precio del tabaco y no se puede fumar en restaurantes, no se puede fumar en bares y hay una mayor concienciación social. Todo ese tipo de medidas han tenido resultados muy positivos.
Por eso estoy seguro de que va a ser así que en diez o veinte años va a fumar muy poquita gente. Sin embargo, aunque fume solo un diez por ciento, aumenta la mortalidad. En este caso, a día de hoy, año 2025, pero con los datos del año 24, en el último año murieron prematuramente en España por fumar cigarrillos 52.000 personas. Eso significa que, si no fumasen, esas 52.000 vivirían 20 años más. Por esta razón se está perdiendo una cantidad de años de vida enorme por una substancia que no tiene beneficios a largo plazo. Es decir, el tabaco lo que produce a corto plazo es un nivel de activación o un nivel de relajación puntual, pero a largo plazo hace que uno pierda mucha esperanza de vida y aumente mucho a nivel de enfermedades, sobre todo pulmonares, porque el humo entra por la boca y va a los pulmones e incide también en el sistema cardiovascular, que es una de las primeras causas de mortalidad. Además, produce cáncer y problemas gastrovasculares. Por eso es tan importante reducir y controlar el consumo del tabaco.
—¿Más o menos cuanto aumenta la probabilidad de tener cáncer si fumas diariamente 1 o 2 cigarrillos?
—La probabilidad es muy reducida, pero no hay casos de gente que fume 1 o 2 cigarrillos. La gente que empieza a tontear con el tabaco cuando tiene 12, 13, 14 años, pero el tonteo lleva a que en unos meses o se deja o lleva a que, cuando se tienen 18 años, ese uno o dos se conviertan en 10 o 20 cigarrillos. Incluso, la trampa que hace la industria tabaquera es que dice que el de liar es natural, pero de natural nada. Es mucho más peligroso que otros tipos. O dicen que si vapeas no pasa nada. El vaper lo que hace es que calienta el tabaco, pero precisamente es un tabaco que tiene nicotina y otros componentes y produce adicción. Entonces, no hay un modo seguro, porque uno o dos cigarrillos van a ir convirtiéndose en muchos más cigarrillos en el futuro.
—Actualmente, las cifras de mujeres con cáncer de pulmón está aumentando preocupantemente ¿De qué modo cree que es por causa del tabaco y que habría que hacer para prevenirlo?
—Si cogemos cien personas que tienen cáncer de pulmón, en el 85 por ciento de los casos se debe al tabaco; es decir, que el fumar es un factor causal en el cáncer de pulmón. Por encima, en mujeres, que es a donde se ha dirigido la industria tabaquera para captarlas, porque antes fumaban solo hombres y luego entraron las mujeres, es mucho más agresivo, mucho más letal e influye mucho más.
Con lo cual, actualmente, según la OMS y los organismos nacionales, prevenir el consumo de tabaco en mujeres es prioritario porque les daña mucho más, les produce más cáncer de pulmón y son mucho más agresivos. Por lo tanto, hay que conseguir que las mujeres no fumen o que no se inicien en el consumo.
—¿Cómo les afecta a las mujeres el tabaco durante y después de la gestación?
—Si la mujer siguiese fumando tiene grave riesgo. Si empieza a fumar a los dieciocho y a los cincuenta años sigue fumando, tiene los mismos problemas que el varón o agravados. Es decir, que tiene más problemas cardiovasculares y, si tiene un cáncer de pulmón, este es mucho más agresivo, con lo cual le aumenta muchísimo el riesgo. Además, aumenta todo tipo de riesgo, ya que es es una sustancia realmente muy nociva porque hay que pensar que, si una persona fuma veinte cigarrillos al día, le da de seis a diez caladas, con lo cual le está dando ciento veinte caladas continuamente. Es una cantidad enorme. Ciento veinte caladas al día multiplicado por treinta son cuatro mil caladas que le da al mes y son cincuenta mil caladas que le da al año. Es una cantidad enorme de picos nicotínicos que se está introduciendo. De eso la gente a veces no se da cuenta y dice que simplemente fuma veinte cigarrillos. Es verdad, , pero estás metiendo una cantidad de caladas impresionante en el cuerpo. De ahí el grave riesgo que tiene. Además en esa calada van componentes nocivos porque, el tabaco es un producto industrial,y no es como en el caso de nuestros tatarabuelos, que fumaban un cigarrillo o dos al día porque tenían que prepararlo. Además, tenía mucha nicotina y no sabía bien, pero ahora son productos industriales y entonces no pican, no rascan, ya que les meten componentes para que sepa mejor. Ahí está el riesgo que tiene.
—Acaba de hablar sobre las consecuencias que tiene fumar durante el embarazo para la madre. Pero, ¿qué más consecuencias tiene en el bebe?
—Bajo peso al nacer. Además, aumenta el riesgo de aborto si fuma mucho la madre. La suerte es que la mayoría de las mujeres embarazadas, cuando quedan embarazadas, el veinticinco por ciento automáticamente deja el consumo de tabaco y el cincuenta por ciento reduce el consumo porque es casi incompatible. El problema es que una vez que tienen al niño o a la niña suelen volver a recaer y vuelven a fumar, porque el tabaco en pequeñas dosis funciona como estimulante; es decir, la gente si tiene sueño se toma un café, pero si fuma lo estimula o lo activa. Ese es el riesgo que tiene en este caso, pero junto a eso tiene todo tipo de riesgo de enfermedades.
Lo que sí hay que indicar es un aspecto positivo: a las mujeres a día de hoy, como en el pasado, les preocupa más la salud que los hombres. Entonces, las mujeres dejan más de fumar, intentan más dejar de fumar y consiguen más dejar de fumar que los hombres. Por eso las mujeres viven más. El último dato que tenemos actualmente en España es que la esperanza de vida es de ochenta y un años en los hombres y de ochenta y seis en las mujeres, y esto es un dato muy positivo. Algo que se eliminaría si las mujeres fumaran lo mismo que los hombres. Por otra parte, el aspecto negativo es es la adicción al tabaco sobre todo en los hombres, históricamente, y hay que evitar que no ocurra también en las mujeres.
—¿En qué momento el tabaco pasa a ser una adicción y no un gusto, y por qué ocurre esto?
—El proceso adictivo es muy rápido en el tabaco. Si una persona empieza a probar algún cigarro de vez en cuando o si empieza a fumar dos o tres al día, es probable que se haga adicto, porque el problema que tiene la adicción es que se asocia luego a factores como el estrés, el malestar, la ansiedad o la depresión Por lo tanto, en el caso concreto del tabaco no se trata de una sustancia natural, como la vemos, sino que está procesada químicamente. El tabaco natural es casi infumable y tiene una cantidad de nicotina que a la gente le produce vómitos. Por ello le han reducido la cantidad de nicotina, lo han alterado genéticamente, han creado un producto que es manejable. Pero pasa lo mismo con el alcohol que hoy se bebe. Los vinos no tienen nada que ver con los que bebían nuestros abuelos. Hoy les añaden distintos componentes y ese es el gran problema. No es un producto natural, como la gente piensa, sino un producto alterado y, por eso, produce mucha adicción y cuesta luego abandonarla.
—¿Qué lleva el tabaco y cómo cree que puede afectar cada ingrediente a la adicción?
—Conocemos 4.000 componentes en el tabaco. La nicotina es el más problemático que produce adicción, pero en este momento se habla de adicción al tabaco, no a la nicotina. Por ejemplo, en España es legal añadirle amoníaco a la nicotina, algo que multiplica de dos a cuatro veces el poder adictivo. También le echan aditivos p como regaliz o azúcar, con lo cual se hace mucho más adictivo. Si uno cogiese el tabaco que es natural no lo podría fumar, es inaguantable, pero el tabaco actual lo han preparado químicamente para que funcione mucho mejor, para que sea más agradable. Es un producto que han puesto en el mercado porque es legal, aunque puede que en diez o veinte años solo se pueda vender en ciertos establecimientos regulados.
—¿Cuántas sustancias adictivas tiene el tabaco y qué efectos tiene en la salud?
—El tabaco tiene 4.000 componentes. Es una cantidad enorme. Sin embargo, no se sabe bien cómo funciona la combinación de los 4.000 porque 2 elevado a n da una combinación de millones y millones. Lo que hoy conocemos bien es que la nicotina es la que produce un proceso adictivo, porque tenemos receptores específicos cerebrales que la fijan y producen la satisfacción y el placer. Además, con el amoníaco se multiplica el poder adictivo. Pero incluso tiene polonio 210, que es una sustancia que puede producir la muerte. Tiene otros componentes como la acroleína o el benzopireno, que producen atontamiento. Además, el tabaco tiene otro problema , y es que sirve para estimularse. Se activa en pequeñas dosis y también sirve para relajarse en altas dosis, con lo cual es una droga perfecta. Si hoy apareciera el tabaco como droga, sería la droga más perseguida porque tiene todos los efectos: es estimulante y es relajante en función de la dosis, lo cual la hace muy peligrosa. Por eso hay tantos adictos.
—¿De qué modo considera que la prohibición de fumar en lugares públicos ayuda a las personas a desengancharse del tabaco?
—Hoy sabemos que las mejores medidas que hay para reducir el consumo de tabaco, de alcohol o de otras temas, es que no puedas llevar a cabo ese tipo de conducta en ciertos lugares. Si no se puede fumar en el instituto, la gente no va a tener interés en fumar ni en el instituto ni fuera del instituto; si no se puede fumar en un bar, la gente no va a tener interés, sobre todo los más jóvenes, en fumar en un bar. Además, se desregula la conducta: deja de ser una conducta normal y pasa a ser una conducta extraña. Los estudios han indicado que es de las mejores medidas que se pueden poner en práctica.
Hace veinticinco o treinta años en España fumaba el 55% de los hombres, hoy fuma únicamente el 25%. Ha bajado a la mitad, pero no porque haya muchos programas de tratamientos, sino porque se ha restringido y prohibido el consumo en distintos lugares. Siempre decimos que el ser humano es un ser racional, y si le dices que no debe hacer esto, no se hace. Pero, si no le dicen nada, hace cosas que no son correctas o adecuadas para él, para la salud y para los demás.
—¿Qué pasaría si, dentro de 10 años, el gobierno prohibiese la fabricación de tabaco?
—Lo que pasaría es que no se fumaría casi. Yo firmo que lo hagan ya si fuera preciso, pero el asunto es un poquito más complejo. Vosotros iréis viendo en las asignaturas cómo funciona el sistema social, porque son muchas variables: la economía, la salud, la hacienda, pero realmente las medidas que se están tomando, vía a la Organización Mundial de la Salud, en todo el mundo están restringiendo el consumo de tabaco, haciendo que suba el precio, con lo cual se está consiguiendo indirectamente lo que se está planteando, que sería prohibir el tabaco en el futuro.
—Si el tabaco es una droga masiva, ¿por qué está legalizada?
—Aquí es cuando entramos en las cosas curiosas de las drogas. Está legalizada porque hay dos grandes intereses en el tabaco: por una parte, está el tema de la salud, que hay que preservar por encima de todo, y, por otra parte, está el tema de los impuestos y que es un negocio que en este momento es legal.
Si pasara el tabaco a ser ilegal, produciría muchos problemas porque esta industria es muy potente. Si alguien dijera: “Ilegalizamos el tabaco y ya está”, sería muy difícil. Lo que hay que hacer es tomar medidas para regular el consumo y conseguir que vaya descendiendo. Sin embargo, aunque fuera una medida radical, no habría gobierno que fuese capaz de poner en práctica su prohibición, porque puede haber mercado negro y puede haber contrabando.
Esta es la contradicción que tiene siempre el tema de las drogas, ya que habría que hacer unas cosas, pero cuesta ponerlas en práctica. En este caso, porque la industria del tabaco es muy potente. Para hacernos una idea, el gasto en tabaco en España diario, es en torno a 50 millones de euros. Estamos hablando de una barbaridad y, de esa cantidad, la gran mayoría va para hacienda, con lo cual el gobierno también recauda con los impuestos del tabaco muchísimo dinero. Entre mil y dos mil millones de euros cada año.
Esta es la complejidad que hay entre lo que es el sentido común, la racionalidad, y otros factores, que a veces cuesta entender. O a algunos nos cuesta entender.
—Si se consume tabaco con mucha frecuencia, ¿cuáles son los riesgos que puedes tener y cuán graves pueden ser?
—Una persona que fume a partir de los catorce, dieciséis, dieciocho o veinte años, que es ese veinte por ciento de la población que tendremos actualmente, va a empezar a tener problemas en la salud ya en torno a los cuarenta y cinco años, que son veinte veinticinco años después. Eso le va a influir en distintos aspectos: a nivel cardiovascular empieza a tener más problemas de colesterol, más problemas cardíacos y le empieza a influir a nivel pulmonar, ya que tiene más gripes. Además, aumenta el riesgo de tener cáncer. En este caso, el gran problema del tabaco es que produce un cáncer muy concreto, que es el cáncer de pulmón en un porcentaje importante de fumadores a partir de cuarenta y cinco cincuenta años. Entonces se recomienda que la gente nunca debería fumar más allá de los treinta años. Por otra parte, lo peor del tabaco es que una persona que fume pierde veinte años de vida por fumar; es decir, si uno ve personas de ochenta años comprueba que casi no hay fumadores. Lo que pasa es que muchos se han muerto y no han llegado a poder tener ochenta años.
—¿Qué le recomendaría hacer a la gente que tiene una adicción al tabaco para superarla y cuáles son los pasos principales de ese proceso?
—Lo primero es que sepa que es una adicción y que tiene que buscar ayuda. Si busca ayuda, sí que es muy probable que lo pueda conseguir. Entonces, a partir de ahí tiene la posibilidad de buscar ayuda en múltiples lugares y lo puede hacer, o bien por sí mismo, porque la capacidad humana de cambio es impresionante, pero también lo puede conseguir por otros modos como buscar ayuda en unidades asistenciales a nivel médico y a nivel psicológico. Es decir, quien quiere puede conseguirlo. La cuestión es dar el primer paso, aunque, por suerte, cada vez más gente lo da; es decir, cada vez hay menos fumadores y cada vez habrá menos fumadores porque por fin la gente se ha dado cuenta de que fumar produce muchos daños. Y lo han visto en sus amigos, en sus compañeros o sus familiares, por lo que saben que el tabaco es malo y que realmente mata a muchas personas.
—Si estás mucho tiempo con una persona fumadora, o incluso vives con ella, ¿de qué modo puede llegar a afectarte?
—Afecta mucho. Es lo que se llama el fumador pasivo, el fumador de segunda mano. Las medidas que se han sacado, sobre todo para no poder fumar en ciertos lugares, es que los camareros de los bares, sin fumar, una parte de ellos cogían enfermedades vinculadas al tabaco; desde problemas cardiovasculares, a enfermedades vinculadas al pulmón, incluyendo el cáncer de pulmón. Las medidas hay que sacarlas para que la gente que está alrededor no fume y que no cojan enfermedades. Por ejemplo en una casa, si los padres fuman delante de los hijos, van tragando el humo pasivamente, con lo cual se están haciendo adictos al tabaco, y eso aumenta la probabilidad de que fumen. Por eso hoy se recomienda a los padres que, en caso de fumar, no lo hagan delante de los hijos. Que lo hagan en la ventana o fuera porque incide negativamente. Aunque no fumen en el coche, si fuman en casa es un factor negativo porque la familia está tragando humo de modo indirecto.
—El tabaco afecta fundamentalmente a los pulmones. ¿Y al resto del cuerpo?
—También, porque el problema es que cuando se fuma,el humo pasa por la boca, la faringe, la laringe, parte del estómago y, sobre todo, los pulmones. Pero el tabaco una vez que entra en los pulmones, entra en el torrente sanguíneo, con lo cual hay que eliminarla por el riñón, aunque primero pasa por el hígado. Por lo tanto, un fumador tiene el doble de probabilidad que un no fumador de cáncer de vejiga, por ejemplo, pero también aumenta más la probabilidad de tener un cáncer de estómago. Influye en todos los órganos, realmente, porque los componentes nocivos los hay que eliminar. Uno fuma y expulsa el aire, pero queda una parte que pasa al torrente sanguíneo y a todos los órganos corporales, con lo cual dispara uno de los efectos más impactantes que se sabe desde hace 100 años, y es que, si la mujer está embarazada y fuma, el niño o la niña que nazca va a pesar menos, 200 gramos o 250 gramos menos. Pero, claro, lo más grave no es eso, sino que aumenta el riesgo de aborto espontáneo o las enfermedades de la placenta, por lo cual hay que prevenir los asuntos vinculados con la gestación.
—En el futuro, ¿cómo cree que se solucionarán o desarrollarán los problemas del tabaquismo?
—De aquí a veinte años, no fumará casi nadie. Lo de las drogas es curioso, ya que sabemos que aparecen, se desarrollan mucho y luego, si son nocivas y letales, baja mucho el consumo. Esto en el tabaco es claro, ya que el índice de consumo de tabaco va para abajo en todos los países. Aquí sigue yendo para abajo yactualmente está fumando solo el veinte por ciento de la población adulta. Además, está bajando año a año, con lo cual en veinte años fumará no más del diez, por ciento de la población y quedará ya como un tema anecdótico. Esto ha ocurrido con otras drogas como la heroína o la cocaína. En cierto modo también ha ocurridocon el juego. Es decir, cuando algo es malo, la gente se empieza a dar cuenta y lo deja. En conclusión, puede haber veinte o treinta años en los que la gente no se da cuenta de que es malo ese tipo de conducta, pero, cuando se da cuenta, va tomando medidas y acciones para dejarlo.