Carmen Senra en la Universidad de Santiago de Compostela (USC). CEDIDA
Carmen Senra Rivera es doctora en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela con la tesis “Significación de los instrumentos escalares en la evaluación de pacientes con depresión mayor”. En este centro enseñó e investigó entre 1995 y 2022 en el Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología. Dirigió múltiples tesis y lideró diferentes proyectos de investigación sobre trastornos en la alimentación. En la actualidad es profesora en el 4º ciclo de esta universidad donde enseña psicología.
La doctora afirma que “uno de los interrogantes que nos llevó a investigar sobre los TCA, fue que se dispara en las mujeres y, sin embargo, en los hombres se mantiene o disminuye en determinado momento”. Por otra parte, comenta que su objetivo como especialista es “conocer los procesos cognitivos, el sistema emocional y el comportamiento de las personas que tienen algún tipo de alteración mental, con la finalidad única de modificar, mejorar su calidad de vida y su bienestar”.
—Es especialista en trastornos de la conducta alimentaria. ¿Por qué decidió especializarse en este ámbito?
—Inicialmente, lo que me impulsó a estudiar psicología fue el interés por conocer mejor por qué las personas piensan, sienten y actúan del modo que lo hacen. Como mi desarrollo tanto académico como profesional fue en el campo de la psicología clínica, lo trasladamos al ámbito de los trastornos psicológicos.
Desde este punto de vista, de lo que se trata es de conocer los procesos cognitivos, el sistema emocional y el comportamiento de las personas que tienen algún tipo de alteración mental, con la finalidad última de modificar y mejorar su calidad de vida y su bienestar.
Dentro de esta gran área de la psicología clínica, una de las líneas de investigación que llevamos a cabo en nuestro grupo fue conocer la vulnerabilidad hacia los trastornos alimentarios y depresivos. Nos llamaba mucho la atención que en determinado momento del desarrollo, sobre los once o doce años, las curvas entre los niños y niñas fueran incrementándose de manera desproporcionada y alarmante desde la pre-pubertad hasta la adultez respecto a la prevalencia de Trastornos de la Conducta Alimentaria y trastornos depresivos, y queríamos indagar en las causas que llevaban a ese desarrollo. Dentro del grupo no solo se trabajó sobre distintos aspectos de la conducta alimentaria, sino también sobre problemáticas asociadas a estos trastornos.
—¿Cuáles son las principales causas de enfermedades como la bulimia o la anorexia?
—En general, los TCA presentan un patrón gravemente alterado respecto a la alimentación, y este perfil es consecuencia de una preocupación exagerada e irracional sobre el peso y un temor mórbido y enfermizo a engordar. Esto es lo que define fundamentalmente la anorexia y la bulimia nerviosa. En el caso del trastorno por atracón, que como su mismo nombre indica, lo que es más llamativo es la frecuencia de atracones, una manera particular de comer y el temor mórbido a engordar. Pero la insatisfacción con el cuerpo no es tan acentuada como en la anorexia o la bulimia.
En la anorexia nerviosa hay tres pilares que lo definen: tener un peso significativamente bajo, es decir, que este esté en el mínimo esperable; el temor exagerado a incrementar peso y, algo muy importante, la sobrevaloración estética por encima de todo y la negación de que ese bajo peso conlleve una situación de salud grave. Llega un momento en que las constantes vitales empiezan a no ser compatibles con la vida.
En el caso de la anorexia restrictiva, la persona pierde o mantiene el peso mediante el ejercicio físico exagerado, el ayuno y se salta comidas. En la anorexia no solo se puede presentar de manera restrictiva, sino que la persona tiene una disciplina tan espartana que es capaz de controlar el apetito y también puede ser que la persona se inicie con las estrategias de la anorexia restrictiva. Aunque llega un momento en el que el organismo se niega a seguir pasando hambre. Puede llegar también un momento en el que la persona coma y pueda hacerlo exageradamente o no. Aquello que ingiere le parece que le causará un incremento de peso desproporcionado y, entonces, lo que hace es moderarse; es decir, crea un vómito autoprovocado, utiliza diuréticos y laxantes, o todo a la vez.
Así como en la anorexia lo que prima es la restricción de lo que digiere, es decir, los nutrientes que come son insuficientes para esa persona, en el caso de la bulimia nerviosa también lo más llamativo son los ciclos de atracón/purga. La persona come de manera compulsiva y una de las características definitorias del atracón tanto en la bulimia como en el trastorno por atracón es la sensación de perder el control sobre lo que se come; es decir, que la persona llega a manifestar que la comida controla su vida y come sin control, aunque esté desagradablemente llena. A continuación, le asalta ese sentimiento de culpa por la molestia de que puede incrementar peso, y, entonces, lleva a cabo conductas de carácter purgativo, que puede ser todo lo que dije anteriormente, además de mezclarlo con el ayuno.
Y en el trastorno por atracón, lo que prima es precisamente lo que comentaba, el empacho. Además, hay una serie de características que suelen acompañar a esa conducta de comer desaforadamente que es que la persona come, incluso sin tener hambre física. La persona siente un enorme malestar, asco, rabia, porque no es capaz de controlar ese impulso de querer comer. Por eso, el individuo suele preferir comer solo para que no vean el espectáculo, porque a veces da la impresión de que ni siquiera se mastican los alimentos. Se come con gran fluidez y se lleva a cabo en un corto período de tiempo; es decir, en el atracón hay una franja que es la que se suele utilizar de manera orientativa que es que en el plazo de dos horas, aproximadamente, la persona come muchísimo más de lo que una persona en las mismas circunstancias comería. Eso sería lo que define a los trastornos que llegan al diagnóstico clínico, porque aquí estamos hablando de un diagnóstico.
Sin embargo, los TCA no aparecen de la noche a la mañana. Lo normal es que la persona lleve a cabo ciertas conductas de riesgo que en un tiempo determinado puedan dar lugar a un TCA o no. Pero qué duda cabe de que ciertas conductas de riesgo aparecerán mientras más creencias irracionales tenga acerca del peso y de la figura, y más cercano estará para llegar a tener un diagnóstico crítico.
—¿Cómo se produce ese temor a subir de peso en la anorexia?
—El temor a incrementar el peso se produce tanto en la anorexia como en la bulimia, pero la estrategia de perder o mantener el peso es diferente. En ambos trastornos posiblemente el núcleo esencial sea un proceso de autoevaluación disfuncional, es decir, las personas que no tienen TCA, la mayoría las personas, juzgamos nuestra valía en función de diferentes aspectos de la vida: nuestras relaciones con la familia, nuestras relaciones con los amigos, nuestra competencia académica, nuestra competencia profesional o las actividades de ocio que realizamos.
En el caso de las personas que tienen anorexia o bulimia nerviosa, el elemento fundamental e incluso a veces único de valoración es su capacidad para controlar y mantener el peso, porque para ellos es el objetivo vital prioritario. Es como decir que ponen su vida en cumplir ese objetivo que a veces se convierte en un elemento casi único. Por lo tanto, el proceso por el que se llega a tener ese temor mórbido no es de la noche a la mañana. En la psicología del inicio de los TCA influyen factores de distintos ángulos: biológicos, psicológicos o socioculturales. Entonces, este complejo de interactuación de diferentes factores decimos siempre que es acumulativo; es decir, que mientras más elementos de riesgo tengas, más probabilidades tendrás de tener un TCA. Por lo tanto, las personas que tienen una vulnerabilidad de llegar a tener un trastorno alimenticio no quiere decir que vayan a desarrollarlo sí o sí.
—Como ha dicho mi compañera anteriormente, es especialista en los TCA. Usted me ha comunicado por correo electrónico que está jubilada, pero ¿cómo era el proceso de investigación que realizaba en la consulta y qué hacía en su día a día?
—Uno de los interrogantes que nos llevó a investigar sobre los TCA fue el hecho de que, llegado determinado momento, a partir de los once o doce años, la curva de crecimiento en cuanto a prevalencia de TCA y de depresión se dispara en las mujeres y, sin embargo, en los hombres se mantiene o disminuye.
Llevamos a cabo un estudio prospectivo, de seguimiento de siete años, en el que la primera toma de contacto se realizó con escolares de nueve y diez años. Les hicimos evaluaciones periódicas con una batería muy amplia de instrumentos cada dos años, con hasta siete u ocho visitas de seguimiento. Este estudio nos permitió solventar algunas de las deficiencias que se venían detectando en la literatura científica. La mayoría de los estudios se llevaban a cabo con mujeres universitarias, porque es un momento crítico para que se desarrollen los TCA, pero ese tipo de estudios no permitían conocer qué variables precedían a los trastornos y cuáles eran concurrentes con ellos.
Nuestra intención era saber qué elementos eran los que hacían que en las mujeres hubiera mucha más frecuencia de TCA que en los hombres, y deberíamos cogerlo en una edad en el tránsito de la preadolescencia a la adolescencia, que es el momento crítico para la aparición de estas problemáticas.
—Está comprobado que los trastornos alimenticios causan comportamientos extraños. ¿Cuáles considera los más notables en la conducta de una persona?
—Hay una gran variabilidad. En cuanto a comportamiento, en el caso de la anorexia nerviosa hay conductas estereotipadas que están relacionadas con la centralidad del temor que tienen, por ejemplo, a la hora de comer: cortar la comida en trozos muy pequeños, irla extendiendo sobre el plato, llevar el bocado a la boca, pero no meterlo, volver a dejar el tenedor o la cuchara. Es decir, dilatar el momento de ingerir la comida. También lo que es muy característico es esconder la comida, tirarla, o masticarla y después salir a escupirla.
En el caso de la bulimia hay la posibilidad de provocar el vómito después de haber comido.
—Tras todos los años de experiencia en su trabajo, ¿cómo definiría el término “salud mental”?
—El término salud mental es tremendamente amplio. La definición que da la OMS es un tanto utópica, porque, desde su punto de vista, no es solo la ausencia de enfermedad, sino que es la presencia del bienestar. Utópicamente hablando, sería el tener relaciones interpersonales satisfactorias, apoyo emocional y estrategias para afrontar situaciones estresantes. Eso sería salud mental en el “top”; es decir, maximizando lo que sería ideal.
Sin llegar a esa situación tan ideal, son muy importantes las relaciones interpersonales satisfactorias; es decir, la existencia de gente alrededor, sea la familia o la red de iguales, con la que te sientas apoyado emocionalmente y te genere confianza, además de estar con la gente con la que puedas hablar y que te escuche. Es un eslabón muy importante dentro de la salud mental.
—¿Cómo reaccionan los pacientes de los TCA al ver los efectos que tiene su enfermedad?
—En el caso de la anorexia los niegan, ya que el hecho de estar delgada es conseguir controlar el peso y está por encima de todo. Es como si corriera una cortina sobre todo lo negativo. Valoran sobre todo la consecución de ese logro, que para ellas es vital.
En el caso de la bulimia nerviosa, cuando las consecuencias son muy importantes, acuden a consulta por temor a lo que les pueda pasar, pero generalmente también es curioso que lo primero que suelen pedir es tener capacidad y herramientas para ser capaces de controlar el atracón, no el vómito, cuando realmente el ciclo se produce por la restricción; es decir, el ciclo atracón-vómito se produce cuando la persona está restringiendo la alimentación y el organismo se revela a seguir pasando hambre.
Por eso, no solo hay que controlar el atracón, sino también los períodos de restricción; es decir, pasar más horas de las convenientes sin comer.
—Basándonos en una fuente de salud mental, la web de la asociación de TCA de Aragón, hemos podido comprobar que la edad que más afecta a la anorexia es menor a los veintiséis años ¿A qué se debe esto y qué efectos tiene en las personas adolescentes y preadolescentes?
—En la prevalencia de los TCA, en la población general, es baja. Eso no parece congruente con el hecho de que los TCA se hayan convertido en un problema muy grave de salud mental y es así porque la presentación de casos se acumula en mujeres y, además, se produce en edades que están en la pubertad e irrumpen en la biografía de las personas de manera muy temprana. Puede hacer que algunas vidas se trunquen, porque los TCA, sobre todo si no se atienden pronto, tienden a ser crónicos y esa cronicidad va acompañada de consecuencias físicas y psicológicas irreversibles. Además, suelen ir acompañados de otros trastornos mentales, los cuales hacen que se complique el uso del trastorno. Lo que es realmente grave es que se produzca en una franja determinada de edad y que ahí se acumulen los casos; y sobre todo en las chicas.
—Sin embargo, la misma fuente afirma que la bulimia alcanza su punto máximo cerca de los cuarenta y siete años. ¿Por qué dos trastornos tan similares afectan a edades tan diferentes y cuáles son las diferencias de su impacto en los pacientes?
—La anorexia irrumpe antes y tiene algún pico que son los doce o trece y los dieciséis y diecisiete años. La bulimia, que parece que tiene una connotación sociocultural todavía más importante que la anorexia, suele empezar a los diecisiete o a los dieciocho. Es más, respecto a ese dato que tú me acabas de dar, hasta hace muy poco era muy raro que hubiera nuevos casos y que hubiera incidencia de anorexia o bulimia a los cuarenta y en adelante. Por eso digo que realmente la acumulación de casos es en estas franjas de edad tempranas.
—Según un estudio de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, los trastornos de la conducta alimentaria afectan a ambos sexos, pero son dos veces y media más frecuentes en mujeres. ¿Cuáles son las causas de esto y en qué se diferencian hombres y mujeres?
—Los trastornos alimentarios, según los estudios epidemiológicos, y esto es un dato contrastado, tienen una proporción de nueve a uno, o de ocho a dos, mujer/hombre; es decir, hay una sobrerrepresentación femenina mucho más alta de lo que me acabas de señalar, sobre todo en la anorexia y la bulimia.
En el caso de trastorno por atracón, la discrepancia no es tan alta: tres y medio mujeres y dos por ciento hombres. Esto es porque hay algunas razones. Una de las que se aduce es que históricamente el estereotipo estético ha pesado mucho más en las mujeres que en los hombres, y los estereotipos sociales todavía, a día de hoy, aunque las cosas parece que van cambiando, cambian muy lentamente. Por eso, a una mujer se le juzga más por el aspecto físico que al hombre, por lo que no es de extrañar que la presión sociocultural se haga sentir más en las chicas que en los chicos. Otra de las razones es que realmente los TCA se consideran trastornos femeninos; entonces, algunos chicos pueden tener reparo a la hora de manifestar esa problemática. También hay otra razón importante: como los TCA se manifiestan sobre todo en mujeres, la mayoría de las investigaciones y de los estudios se han realizado con mujeres, de tal forma que los criterios de diagnóstico, los instrumentos de evaluación y los cuestionarios están diseñados en función, sobre todo, de los intereses y las preocupaciones de las mujeres, y tal vez hayan desatendido cuáles son las preocupaciones de los chicos. Porque, mientras que a las mujeres les interesa el peso y la silueta, a los hombres les interesa la masa muscular, la estatura y tienen otro tipo de intereses en relación con la fuerza. Sin embargo, es cierto que los chicos tampoco están a salvo de los TCA, aunque los sufran en una proporción mucho menor.
—¿De qué modo cree que una edad puede afectar a la forma que te ves estéticamente?
—Esto está relacionado con lo que hablamos antes de la enorme brecha de género que hay respecto a la sobrerrepresentación femenina frente a la masculina. En esa edad se producen los cambios típicos de la pubertad y se desarrollan los caracteres sexuales secundarios. Por eso, en el caso de las chicas, se desarrollan al contrario de sus ideales estéticos. Eso es porque aumenta la adiposidad en el pecho, la cadera, los muslos y los glúteos, y eso puede hacer que esa nueva imagen sea más o menos asimilada. Por esas razones, ahí puede empezar la insatisfacción corporal con el nuevo cuerpo, porque a veces se ensancha o a veces se encoge, lo que lo va distanciando de lo que en su ideal estético le gustaría. Por lo tanto, esa discrepancia entre la imagen real y la imagen ideal es lo que genera insatisfacción.
En los chicos ese desarrollo no va en contra, sino que va a favor, porque ganan masa muscular, peso y estatura; en general, son más positivos para ellos que para ellas no solo los cambios físicos, sino que estamos hablando de cuando se produce la transición a la adolescencia, el momento en el que los adolescentes o los preadolescentes están tratando de ganar identidad propia, de tener una cierta autonomía, empiezan a tomar decisiones que antes no tomaban y comienzan también las relaciones con el sexo opuesto.
Esto hace que, en la mayoría de los casos, aún no esté desarrollado el componente crítico para saber cuándo lo que me dicen es una barbaridad o un error o, cuándo lo que me están diciendo es correcto; es decir, la capacidad para seleccionar la información fiable.
—Hemos visto imágenes muy impactantes de pacientes con anorexia o bulimia. ¿Cómo afectan los trastornos de alimentación al físico de la persona y de qué modo son perjudiciales tanto física como mentalmente?
—En el caso de la anorexia, la persona ingiere menos nutrientes de los que su cuerpo necesita, por lo que el organismo lo que hace es ralentizar todos los procesos orgánicos. Hay hipotermia, el organismo no gasta calorías dando calor; hay bradicardia, el pulso es más lento; pero también hay hipotensión, mareos o vértigos.
El hecho de que no haya suficientes nutrientes también influye en la masa ósea, en la densidad de esta, y puede generar osteopenia, osteoporosis, puede dar lugar a la deshidratación, pero también a piedras, cálculos renales, pelo quebradizo, uñas endebles, y el tono de la piel es más opaco. Incluso, en algunos casos, aparece el lanugo, que es vello en la espalda o en el rostro. En casos graves, esto puede incluso dar lugar a prolapso de la válvula mitral o cifosis.
En el caso de la bulimia nerviosa, la mayoría de las consecuencias físicas se producen por el vómito. Cuando este se provoca, los jugos gástricos que están en el estómago y que ahí no hacen daño por la mucosa gástrica, salen de este y pasan por el esófago hasta que llegan a la boca. Eso puede producir esofagitis, caries dentales, deshidratación o desequilibrios electrolíticos, porque con el vómito no se vomita grasa, sino que se vomitan líquidos, electrolitos y minerales, que son muy necesarios para el funcionamiento del cuerpo. Además, en las chicas también se producen desarreglos menstruales.
Algunas de las complicaciones que generan la anorexia y la bulimia son reversibles; es decir, cuando la persona inicia un patrón alimentario saludable, revierten y van desapareciendo. Otras no, como es el caso de la osteopenia o el de osteoporosis.
En un ensayo que se llevó a cabo en el siglo pasado, muy interesante, en el que se analizó, entre otras cosas, los efectos que produce la desnutrición en hombres alejados del perfil de los TCA, es decir, sanos, tanto física como psicológicamente, ante el hecho de bajar la ración de dieta, se vio que generaba cantidad de complicaciones físicas y, además, de carácter psicológico: alteraciones de sueño, ánimo triste, ansiedad, pensamientos obsesivos o soñar con la comida, pero también comer de los desechos de la basura o comer desaforadamente.
—Ya que nos ha hablado sobre ese estudio, ¿podría darnos datos más concretos sobre él?
—Se conoce como el experimento de Minnesota. Este no tenía como objetivo estudiar los TCA, ya que realmente fue en la época de la guerra de Corea y lo que se quería analizar era ver los efectos que causa la desnutrición en las personas. Se presentaron voluntarios para llevar a cabo el estudio, que duró en torno a tres meses, y paulatinamente se les fue rebajando la ración de comida. Se fue viendo que el proceso de desnutrición tiene consecuencias físicas y psicológicas, y esto dio lugar a que los estudiosos de esta temática fueran conscientes de que algunos de los elementos son característicos de la anorexia, es decir, que tienen que ver con el propio trastorno, pero que otros tienen que ver con el estado de desnutrición, un estado a veces caquéctico, de infra peso.
—Leímos en la prensa que no hay un número suficiente de psicólogos en el Sergas. ¿De qué modo piensa que en unos años habrá más profesionales tratando los trastornos alimenticios y qué se conseguiría si su número aumentase?
—Efectivamente, sería deseable que el número de psicólogos en estos campos aumentase, tanto los clínicos como los generales sanitarios.
—¿De qué modo cree que en el futuro se reducirá o aumentará la cantidad de personas con trastornos alimenticios y por qué?
—Desde luego, espero que al menos no siga aumentando, pero no creo que se rebaje de manera importante, al menos de forma cercana. De todos modos, es importante que la gente joven, cuando se está formando, tenga información veraz y fidedigna, porque en internet algunas páginas web, algunos chats, algunos foros y redes sociales, difunden información que es una verdadera barbaridad, una atrocidad. No es que sea pseudocientífico, sino que es acientífico. El hacer apología de la anorexia y la bulimia lamentablemente no está legislado, no está prohibido, por lo que sería muy interesante que dentro de las campañas de prevención hubiese información en los institutos sobre las características de los TCA y ya no solo sobre las características de estos, sino, prevenir en aquellos elementos que pueden ser factores de riesgo, que pueden generar vulnerabilidad en los jóvenes. Creo que sería muy interesante para prevenir el incremento de los TCA.