Como relata Jorge Carballido, experto en drogodependencias de la Unidad Municipal de Atención a Drogodependencias (UMAD) de Santiago de Compostela, las adicciones más conocidas son aquellas que usan sustancias “ya que hay un elemento, principalmente una molécula en el exterior, y tenemos que introducirla a nuestro organismo”. En cambio, según este experto, hay otro tipo, tan peligroso como el anterior, que “son aquellas que no tenemos que introducir nada a nuestro organismo, y que son las adicciones sin sustancia”. A pesar de que parezcan muy distintas, todas estas adicciones tienen algo en común, tal y como comenta Elisardo Becoña, catedrático de psicología y profesor en la Universidad de Santiago de Compostela: “El proceso adictivo es muy rápido” en todas ellas. Además, según el técnico de la UMAD, “las adicciones a sustancias y a internet funcionan de una manera muy similar: cuando introducimos una sustancia a nuestro cuerpo y llega al cerebro, se crea una serie de receptores de placer, de estar bien y de querer repetirlo”. Particularmente, si hablamos de las adicciones con sustancias, “todas son peligrosas”, como afirma Ofelia Debén, directora del Proxecto Home y licenciada en psicología por la USC.
Como relata el profesor Becoña, “por eficacia, el consumo de tabaco empieza a partir de los doce a catorce años”. Esto sucede por varias razones: en primer lugar, porque “la gente joven quiere probar todo y también porque les dicen cosas sobre que no es tan malo y que se puede controlar”. Sin embargo, hay un problema muy concreto en esta adicción y es que “el proceso adictivo es muy rápido en el tabaco”, advierte el psicólogo. Lo que lleva ocurriendo hasta ahora es que, según él, “la industria tabaquera lo que hace es ir cambiando cada década los sistemas de fumar para enganchar a las personas diciéndoles que no es problemático”. Además, “ahora lo último son los vapers, que dicen que son menos problemáticos, y no causan daño”, pero que “realmente son adictivos, porque llevan nicotina”. A causa de esto, “la gente que empieza fumando vapers acaba fumando tabaco”, advierte enfáticamente el profesor Becoña.
En cuanto a los peligros que supone para la salud, este psicólogo advierte que “el tabaco tiene 4.000 componentes, y el que produce mayor daño es la nicotina, porque es la que produce mayor adicción y, por eso, es tan complicado salir de la adicción”. El profesor también describe que “la nicotina es la que produce un proceso adictivo, porque tenemos receptores específicos cerebrales que la fijan y producen la satisfacción y el placer.”
Pero ese placer, como afirma el psicólogo, trae muchas enfermedades porque “el gran problema del tabaco es que produce un cáncer muy concreto que es el cáncer de pulmón” , lo cual tiene efectos terribles porque “lo peor del tabaco es que una persona que fume pierde veinte años de vida por fumar”.
Además, las personas que viven con un fumador son fumadores pasivos, por lo que tienen más posibilidades de ser afectados por el humo. Según Becoña esto puede favorecer la adicción de otros miembros de la familia, ya que “si los padres fuman delante de los hijos, estos van tragando el humo pasivamente, con lo cual se están haciendo adictos al tabaco; y eso aumenta la probabilidad de que fumen”.
Un efecto, la adicción, que, según el psicólogo, solo se piensa en abandonar cuando la persona se empieza a encontrar mal: “En el tabaco la gente deja de fumar porque empieza a tener problemas de salud”. Sin embargo, para él, “lo que hay que hacer es tomar medidas antes para regular el consumo”. Aunque, afortunadamente, estas medidas están funcionando y cada vez está dejando de fumar más gente: “Actualmente está fumando solo el veinte por ciento de la población adulta, y está bajando año a año”. Y el profesor de la USC anticipa que, “en diez o veinte años, va a fumar muy poquita gente”.
Sin embargo, por otra parte, según Becoña, “pasar el tabaco a ser ilegal produciría muchos problemas” y esa es la razón por la que las empresas tabaqueras van cambiando de estrategia: “Primero era el tabaco normal, luego fue el tabaco con filtro, luego fue el tabaco mentolado, luego fue el tabaco bajo en nicotina, luego fue el tabaco de liar y ahora lo último son los vapers, de los que dicen que son menos problemáticos y que no causan daño, pero realmente son adictivos, porque llevan nicotina”.
Aparte del tabaco, las que habitualmente son consideradas "drogas" son las sustancias ilegales como la heroína, la cocaína, la marihuana o pastillas como las metanfetaminas. Sus efectos son más evidentes y rápidos y, cuando estas personas llegan a asociaciones como Proxecto Home, de ayuda a drogodependientes, “lo primero que hacemos en la primera fase de información y diagnóstico es escucharlas”, comenta Ofelia Debén, directora de esta entidad. Esta psicóloga afirma que si tiene “que elegir una sustancia peligrosa, no sé elegir, porque todas son sustancias peligrosas”. Particularmente, le preocupa una, el alcohol, “que es una droga socialmente aceptada, que parece que no pasa nada, y es una de las drogas que más problemas trae a nivel neuronal”. Debén es clara cuando le preguntan cuál es la peor: “No es tanto el nombre de la droga, sino el deterioro que causa en tí”. En particular, advierte sobre las llamadas drogas blandas: “El cannabis, THC, los porros, los petas, como le queramos llamar, siempre ha sido una substancia que se relaciona mucho con la adolescencia”, pero sigue siendo muy peligrosa.
Por eso, Ofelia Debén se muestra muy contundente sobre la edad de inicio: “Si en algún momento decidís probar o consumir, cuanta más edad tengáis, mejor”. Esto ocurre porque “el consumo de cannabis y el consumo de cocaína de una manera muy constante y muy habitual puede producir problemas de salud mental crónicos”. Pero estos efectos, según Debén, son tambien inmediatos: “Parece que los efectos son geniales, porque, claro, estoy un poco colocado, me relaciono mejor, me río y no pasa nada, lo que incluso fomenta las relaciones; pero, luego, a largo plazo, parece que nadie piensa en ellos y estos efectos a largo plazo son un problema aparte de la dependencia: te sientes desenfocado, desmotivado, pierdes interés en todo, y decir que cada vez te centras más en el consumo es muy grave”.
Carlos, de la asociación de Alcohólicos Anónimos (AA) en Santiago de Compostela describe la situación que lo llevó a buscar ayuda: “Yo, a los 29 años de edad, la única perspectiva que tenía era morirme borracho y en una orgía. Era lo que soñaba, lo que tenía en mi cabeza”. Con más de 50 años describe el cambio que consiguió con la ayuda de la asociación: “Hoy tengo una familia, llevo 25 años con la misma pareja, con una hija de 23 años que es trabajadora social y ya trabaja”. Sin embargo, admite que “no es tan fácil llegar a Alcohólicos Anónimos y no es tan fácil dejar de beber”. Un camino que recuerda como muy difícil: “Yo tuve un tiempo muy largo de tener lagunas mentales y no me acordaba absolutamente de nada de lo que había hecho”.
Asimismo, el colaborador de AA describe las tradiciones del grupo y su funcionamiento: “Tenemos unas tradiciones que hacen que nuestro grupo de Alcohólicos Anónimos funcione en todas las partes del mundo igual en los 180 países de todo el mundo en los que estamos. Un grupo de Alcohólicos Anónimos de España funciona igual que el grupo de Alcohólicos Anónimos en Alemania”. Una institución a la que sigue asistiendo y con la que sigue colaborando porque , afirma, él sigue "siendo alcohólico. Y es muy importante eso porque esta enfermedad no tiene cura”.
Además de no poder curarse, los alcohólicos sufren lo que Carlos llama estigma: “Generalmente hay el estigma de la calle por el que piensan que los alcohólicos son la gente que está en el cajero de un banco durmiendo o el perroflauta que está con las ratas y el perro al lado”. Sin embargo, afirma que ”los alcohólicos y adictos a otras drogas no son mala gente”.
Pero una persona puede ser adicta también sin necesidad de sustancias, tal y como explica Jorge Carballido, coordinador de la Unidad Municipal de Atención a las Drogodependencias (UMAD) de Santiago de Compostela cuando se refiere a las personas que se enganchan a los juegos de azar como las grandes loterías, como la de Navidad: “Una posibilidad entre 100.000 es como ir al supermercado y coger cuatro paquetes de arroz, echarlo en un caldero, coger un grano y pintarlo de rojo. Para ganar tienes que meter la mano y sacar solo el grano rojo para que nos toque el premio. Esa es la probabilidad aproximada de que te pueda tocar la lotería. Es decir, que puede tocar, pero la posibilidad es muy baja”. Sin embargo, en muchos casos esto provoca adicción: “Entre las adicciones sin sustancias, la que más engancha es el juego económico, es decir: el juego de loterías, apuestas, rascas y casinos. Son las que más acaban enganchando”, aunque, como afirma el experto, “los juegos de azar y las apuestas deportivas están diseñadas para no ganar”.
Por otra parte, según Jorge, todas estas formas de engancharse coinciden ya que “las adiciones a las sustancias y a cosas como internet o al juego funcionan de un modo muy similar porque en el cerebro se crea una serie de receptores de placer, de estar bien y de querer repetirlo”. Por eso el coordinador de la UMAD afirma que “en la mayoría de los casos de adicciones sin sustancia se recomienda casi siempre el tratamiento psicológico, nunca farmacológico”. Este solo se utilizaría “si hay una alteración muy severa para tranquilizar a las personas y empezar a trabajar”. Finalmente, Carballido afirma que “la mayor adicción depende de la persona”. Y de ella depende también querer salir. Algo que está sucediendo en dolencias como “la ludopatía, que en los últimos 3-4 años está bajando, después de un boom muy grande. Ahora mismo, debido a reglamentaciones que impiden jugar, está bajando el porcentaje de juego presencial”, aunque aumentan otros tipos como “jugar chateando con amigos o a través de distintas redes sociales”.
En suma, como relata Elisardo Becoña, catedrático de psicología y coordinador de la unidad de tabaquismo, todas estas adicciones “no tienen beneficios a largo plazo”. Además, aunque, según Jorge Carballido, hay “más personas adictas a sustancias que sin sustancias”, la rehabilitación siempre es difícil después de haber vivido un problema con una adicción. Por esa razón, en este proceso, según Carballido, “siempre se trata primero de tener una linea base para saber cuál es el problema o la situación concreta y después actuar para solucionarlo”. Pero esta solución no va a depender de si hay sustancias o no o del tipo de sustancia utilizada, ya que, según Ofelia Debén, directora de Proxecto Home, “si hay que elegir alguna sustancia por su grado de peligro, es imposible elegir, porque todas son sustancias peligrosas”. Por lo tanto, para ella, “no es tanto el nombre de la droga, sino el deterioro que causa en ti”.