Javier Santos Burgos Muñoz (Valencia, 1971) es licenciado en Ciencias Biológicas con la especialidad de Bioquímica por la Universidad de València y doctor en Ciencias con la especialidad de Biología Molecular, por la Universidad Autónoma de Madrid. Burgos ha sido profesor e investigador en la UAM, en el Keck School of Medicine de la University of Southern California (USA), en el Instituto de Ciencias Básicas de la Salud de la Universidad Federal del río grande del Sur (Brasil), en el Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona) y en el Hospital Universitario La Fe (Valencia). Burgos ha ejercido como director gerente de la Fundación para la Investigación Biosanitaria de Andalucía Oriental (Fibao Salud) y el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada. También había ocupado el cargo de director general de la empresa biotecnológica Neuron Bio, centrada en la búsqueda de fármacos contra la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades del sistema nervioso central, combinando responsabilidades propias de la gestión de una gran empresa con su trabajo como investigador.
—Usted es licenciado en ciencias biológicas por la Universidad de Valencia. ¿Por qué se interesó por ese tema y, particularmente, por la experimentación con animales?
—Yo empecé con las ciencias biológicas porque me gustaban las cosas de la naturaleza. En lo que antes era 1º y 2º de bachiller tuve un profesor de Biología que me gustó mucho, y me interesó. Yo sabía que quería hacer biológicas, y lo que sí que hice durante la carrera fue ver que me interesaba mucho la biomedicina para resolver enfermedades y entender cómo se podrían curar, lo cual me llevó a la experimentación animal. Sin embargo, después de acabar el doctorado vi que se requiere la experimentación animal para, por ejemplo, desarrollar fármacos, y me tuve que formar en eso.
—Ha sido director de varias empresas de investigación biomédica como FIBAO, Neuron Bio o BioFarma. ¿Qué aprendió sobre la experimentación con animales en esas firmas?
—Al final a uno no le gusta utilizar animales porque cuando uno utiliza animales ve como sufren y padecen, pero también, por otra parte, en todos los sitios que tú has nombrado lo que nos dedicamos, de una forma u otra, es a buscar soluciones médicas para los seres humanos pero también para los propios animales. Porque tanto los animales como los humanos tomamos fármacos para estar mejor y para eso se necesita experimentar con animales. Por esa razón hay tres principios que son obligatorios para los que nos dedicamos a experimentar con animales que se llaman las 3 erres: reducción, refinamiento y reemplazo. Reducción es que cuantos menos animales tengas que usar, mejor. Refinamiento es que cuanto menos dolorosa sea la técnica que se le aplique al animal, mejor. Y reemplazo es utilizar otras técnicas alternativas si puede ser y están disponibles. Se trataría de otras técnicas que no utilicen animales.
Por otra parte, no cualquiera puede trabajar con animales, sino que necesitas una formación y una especie de carnet; es decir, el ministerio o la comunidad autónoma te tiene que habilitar para poder trabajar con animales y no cualquiera puede trabajar con ellos.
—Además, es creador y director de aRukon, una iniciativa que busca minimizar el uso de animales en la experimentación científica. ¿Qué es la plataforma aRukon y cómo puede ayudar a no utilizar animales en la experimentación?
—Esa es una idea que se nos ocurrió a nosotros en nuestro grupo de investigación, que no sé si sabes cómo funcionamos , pero nosotros trabajamos en la universidad y, de repente, se nos ocurre una idea. Después de trabajar mucho tiempo, intentamos desarrollar un producto y hacer un proyecto de experimentación. En mi caso particular, durante muchos años he hecho experimentación animal y la cuestión es que, cuando tú utilizas un animal y guardas sus muestras, normalmente esas muestras las metes en un congelador, en un armario o en cualquier sitio y las tienes ahí durante mucho tiempo; pero no las tiras porque piensas que, primero, te ha costado mucho esfuerzo, que un animal ha tenido que sufrir para tener esas muestras y que, en segundo lugar, te han resultado muy caras, porque hacer experimentación con animales es muy caro. Entonces a mí se me ocurrió que esas muestras que tenemos todos los investigadores en nuestros laboratorios podrían ser de utilidad para otros investigadores que trabajasen en algo parecido a nosotros. Entonces hemos hecho una especie de Wallapop pero con muestras de animales. Un Wallapop pero un poco más sofisticado, de tal forma que yo, que trabajo en la enfermedad de alzheimer, si tengo muestras de ratones con alzheimer y ya no lo voy a utilizar más, lo puedo poner a disposición de otros investigadores que podrían comprar esas muestras igual que en Wallapop y utilizarlas en su laboratorio. Eso supondría que no tendríamos que sacrificar nuevos animales para seguir experimentando. Por eso pensamos que aRukon va a ser una plataforma que haga que se utilicen menos animales en la experimentación.
—Como usted nos dijo antes, se usan millones de animales en la experimentación. ¿Cómo cree que se podría reducir esa cantidad con medidas específicas?
—De diferentes formas. Por ejemplo, en la Unión Europea tenemos una legislación muy restrictiva, lo que significa que aquí es mucho más difícil hacer experimentación animal que en otros sitios del mundo. Por eso, lo primero es que haya una serie de leyes que hagan que los científicos no podamos hacer cualquier cosa, sino que nos ciñamos a una serie de métodos que solamente nos autorizan; es decir, primero las leyes nos tienen que decir lo que podemos y lo que no podemos hacer, para que cualquier científico no haga lo que le dé la gana. Los científicos normalmente somos gente que tenemos la sensibilidad suficiente para no hacer ninguna barbaridad, pero, como en cualquier otra profesión como taxistas, médicos o albañiles, también hay gente que necesita tener las normas muy claras para no pasarse de ahí. Por otra parte, nosotros siempre buscamos los métodos que hagan sufrir menos a los animales. Eso lo hacemos siempre. Ese es el objetivo de la plataforma aRukon. También están los comités de ética que te dicen lo que puedes y lo que no puedes hacer e, incluso, te pueden sugerir aspectos de mejora para que los animales sufran menos. La ética es igual que con los humanos: si puedo hacer algo para que la persona sufra menos, pues lo haré. Por lo tanto, no voy a hacer un procedimiento más masivo. Es decir, que si yo tengo que operarle, si puedo hacerle una rajita de 1 cm. mejor que una de 5, ¿no? Con los animales es exactamente igual.
—¿Cuáles son los principales sufrimientos de los animales con los que trabaja, y de qué modo se ha avanzado desde que usted comenzó a experimentar?
—Se ha avanzado muchísimo en bienestar animal desde que yo empecé a investigar en el año 1997. Cuando empecé a investigar no había ninguna normativa para trabajar con animales. Tú podías hacer con animales lo que quisieras y eso no está bien. En el año 2005 es cuando cambió todo. Ahora, para sacrificar a un animal se utilizan medios de sedación que son mucho menos dolorosos, ya que el animal no se entera mientras lo haces. Cuando yo empezaba, tú tenías que verificar un animal y lo sacrificabas como querías. Había muchas formas y en algunas de ellas veías que el animal sufría. No teníamos otras técnicas para sacrificar el animal, pero ahora ya hay anestesia. Cuando tienes que operar a alguien, no tiene sentido que a estas alturas una persona sufra la misma operación con todas las anestesias que tenemos. Con los animales, igual. Pero hay casos en los que tienes que replicar los síntomas de la enfermedad y, entonces, no queda más remedio que ese animal sufra. Lo que tenemos que hacer es que sufra lo menos posible. En mi trabajo de laboratorio con el Alzheimer lo que hacemos es que a los animales se les olviden las cosas. Utilizamos técnicas para producirles problemas de memoria en el cerebro. No hay otra forma. Si queremos buscar formas para combatir una enfermedad como el Alzheimer, necesitamos tener animales que pierdan la memoria. Ha cambiado muchísimo y ha cambiado a mejor porque ahora los animales se utilizan mucho menos, sufren menos y el trabajo de los científicos es más complicado. Es una responsabilidad hacer las cosas bien.
—¿En qué partes del mundo es más abundante la experimentación con animales y qué diferencias hay entre los países?
—Depende de los países. Yo no conozco la legislación de todo el mundo, pero, por ejemplo, los países más avanzados tienen normas más estrictas de experimentación animal, pero cada país es soberano de hacer la experimentación animal como crea conveniente. Para nosotros la legislación es europea y todos los países miembros de la Unión Europea tenemos que cumplir la misma legislación. Por poneros un ejemplo: en EE.UU ni siquiera contabilizan los ratones, ya que no los cuentan como experimentación animal cuando es el modelo más utilizado. Cada país lo hace como cree que es conveniente. Los países menos avanzados supongo que tendrán normativas menos estrictas de experimentación animal, pero cuanto más controlado esté esto, mejor para todos.
—En la web aRukon pone que quieren minimizar la experimentación con animales. ¿De qué modo se proponen conseguirlo?
—Compartiendo las muestras que tenemos todos los científicos en nuestros laboratorios lo que vamos a conseguir es que se utilicen menos muestras. No sé si sabéis cuántos animales se utilizan para hacer experimentos en España. Al principio parecen muchos,perose utilizan un millón al año. Todas esas muestras de ese millón de animales pueden ser útiles para otros investigadores para no volver a trabajar con animales vivos.
—¿Por qué se usan ratas y ratones mayoritariamente en los laboratorios y qué alternativas hay para no tener que usarlos?
—Normalmente, nosotros trabajamos con ratas y ratones por dos razones diferentes. Las ratas, porque llevamos muchos años trabajando con ellas por cuestiones históricas, y por esto conocemos muy bien al animal, sabemos lo que le pasa, sabemos cómo se comporta y, entonces, tenemos tanta información que seguimos usando ratas. Pero lo que más se utiliza son ratones. Del millón de animales que se utilizan, más de medio millón son ratones. Esto es por una razón diferente a la de las ratas. Los ratones los podemos modificar genéticamente, lo cual es muy importante, porque eso nos permite curar las enfermedades de los seres humanos mucho mejor. La razón de las ratas es histórica y la de los ratones porque se pueden manipular genéticamente. Aparte de eso, una de las tres erres es el reemplazo, lo que significa utilizar otros modelos que no requieran el uso de animales. Nosotros, por ejemplo, en el laboratorio tenemos diferentes modelos que se asemejan a lo que pasa en un organismo, pero sin utilizar animales de experimentación.
—Hay una nueva Ley de bienestar animal. ¿Qué aspectos cambiaría de esta norma para mejorar las condiciones de los animales en los laboratorios?
—En España desde el año 2005 hay normativa para que los animales se utilicen correctamente para fines científicos y para fines docentes. Porque yo soy profesor de universidad y le tenemos que enseñar a los futuros médicos, biólogos y químicos que tienen que aprender a trabajar con animales. Por esa razón esos animales se utilizan en experimentos científicos y también para enseñar a la gente. Por tanto, esas leyes se requieren para que los animales se utilicen correctamente para fines científicos y para fines docentes. Porque yo soy profesor de universidad y le tenemos que enseñar a los futuros médicos, biólogos y químicos que tienen que aprender a trabajar con animales. Por tanto, esos animales se requieren para hacer experimentos científicos y enseñar a la gente. Por lo tanto, desde el 2005 han aparecido una serie de normas y cada vez van mejorando para que los animales tengan menos sufrimiento y se utilicen de forma más ética.
—¿Por qué se usan tantos animales y de qué modo son fiables los resultados de los experimentos que se realizan?
—Lo primero tenemos que pensar es si son muchos o si son pocos. Por ejemplo, si lo comparas con los animales que sacrificamos para comer, son muy pocos. En España al año aproximadamente sacrificamos unos 50 millones de cerdos para comer. Entonces, estos son 115 millones de animales en todo el mundo para la experimentación y la primera reflexión es que el número no es tan grande como parece. En segundo lugar, tenemos muchísimas enfermedades que todavía no hemos resuelto. Seguro que conoceréis a un familiar que tenga alguna enfermedad, y para poder investigar para solucionar esas enfermedades tenemos que usar los animales de experimentación. Cualquier medicamento que toméis o que tomen vuestros padres o abuelos ha sido experimentado previamente en animales y, por otra parte, si lo pensáis bien, si alguien de vuestra familia tiene una enfermedad de la que no hay medicamentos todavía y te dicen, tenemos un medicamento nuevo que podemos probar contigo, ¿qué prefieres? ¿Que os digan que ha sido previamente probado en animales o que no los hubieran probado en animales? Seguramente que los hubieran probado en animales porque si el medicamento produce efectos secundarios peores en la solución de la enfermedad, pues nadie se lo tomaría y para eso necesitamos hacer experimentación animal.
Pero que sepáis que la experimentación animal en la gran mayoría de países se hace de forma muy regulada y no puede hacerla cualquiera. Tienes que tener una licenciatura o un grado y tienes que tener una serie de cursos. Es decir, que la autoridad competente tiene que darte permiso. Cada experimento que tú haces te lo tienen que evaluar. Nosotros, como científicos, no nos levantamos una mañana, se nos ocurre un experimento y esa misma tarde estamos utilizando animales. Para nada. Tenemos que escribir una memoria, enviársela a un órgano competente, que nos lo evalúe, que nos diga si está bien o está mal y qué cambiaría. Es decir, es una cuestión muy regulada. Aunque todavía, desgraciadamente, tenemos que utilizar animales de experimentación porque no tenemos alternativa, sobre todo para el desarrollo de medicamentos.
—Usted fue profesor en la escuela de doctorado internacional de la Universidad de Santiago con un curso titulado “Formación en experimentación animal: reducción en el uso de animales de experimentación”. ¿Qué propuestas le hizo a su alumnado en esta actividad?
—Me invitaron de la Universidad de Santiago a explicar el proyecto que he comentado antes de aRukon. Por una parte, requiere conocimiento en investigación y en experimentación animal y, por otra parte, requiere mucho conocimiento informático porque, junto con una empresa, hemos desarrollado esta plataforma de intercambio de muestras de animales. Entonces, es lo que yo expliqué en la Universidad Santiago de Compostela y también en otras universidades para que los científicos la conozcan y la utilicen para que se sacrifiquen menos animales de laboratorio.
—En la web de la Universidad Jaume I usted afirma que “el comité ético de experimentación animal, aparte de revisar los estándares legales, promueve el uso de métodos alternativos, la reducción del número de animales utilizados y el refinamiento de los procedimientos experimentales”. ¿En qué consiste cada uno de los procesos para reducir el número de animales en experimentos en su universidad y cuáles son las principales funciones de ese comité ético?
—Cuando se me ocurre una idea, si no tengo que hacer experimentación en animales, no tengo que pedir personal y lo voy a hacer en mi laboratorio. Eso supone trabajar en células, tubos de ensayo o, incluso, con el ordenador. Nosotros tenemos un proyecto de desarrollo de fármacos, que en las primeras etapas, antes de llevar animales, hacemos toda la modelización en el ordenador. Vemos que las moléculas que nosotros diseñamos pueden ser un fármaco. Cuando tú vas a hacer un experimento con animales, entonces tienes que pasar varios filtros. Entonces, todos los organismos, todas las universidades en este caso, tienen un comité de ética. A ese comité de ética, tú le mandas un montón de documentación, empezando con una memoria del proyecto, donde tú dices qué vas a hacer, para qué lo vas a hacer y el para qué es muy importante. Uno no hace las cosas porque las sabe hacer, sino para resolver algo. Tienes que decir qué animal vas a utilizar, cuántos animales vas a utilizar y qué le vas a hacer a cada animal. Entonces, ese comité de ética, que es independiente, se junta, lo estudia y te responde. Te pueden decir que en vez de quince animales, te dan permiso para trabajar con cinco. O si vas a utilizar un método, te indican que utilices otro método por el que los animales van a sufrir menos. O incluso te pueden indicar directamente que no te autorizan a hacer esos experimentos y, por tanto, no los puedes hacer. Entonces el comité de ética es muy importante porque es un órgano independiente que evalúa lo que proponemos los investigadores, y si está o no de acuerdo a la legislación.
Y otra cosa que también quiero que se sepa es que también se experimenta con humanos. Una vez se han acabado los experimentos en animales y sabemos muy bien lo que les pasa, entonces hay una serie de fases, sobre todo para fármacos, para probarlos en humanos. Pero para eso previamente tenemos que haber hecho los experimentos con animales.
—De todas las propuestas que hizo para evitar la experimentación con animales, ¿cuál le parece más eficaz y por qué?
—Hay muchas. Ya os contaba antes que hay experimentos con ordenador, que por cierto es un campo súper chulo y que algunos de vosotros podríais dedicaros a esto si os gusta la biología. Pero también hay otras alternativas, utilizamos mucho células, tanto de animales como de seres humanos. Las tenemos congeladas normalmente en nuestros laboratorios . Lo que hacemos es que cuando las necesitamos investigar las descongelamos, las sembramos en unas placas que se llaman placas petri con unos medios, las hacemos crecer y sobre esas hacemos experimentos. Por ejemplo, yo que trabajo en la enfermedad de Alzheimer, tengo neuronas congeladas. Tengo tanto neuronas humanas como neuronas de animales. Se descongelan, se siembran y se hacen experimentos con ellas. Pero también hay otra estrategia de hace unos cuantos años que se llaman organoides, son como órganos pequeñitos. Tú pones una serie de células en una matriz e incluso puedes hacer por impresión 3D o como tú quieras. Esas células se organizan y, si son células del corazón, se organizan haciendo un mini corazón. Eso es un organoide. Tú ves que ese organoide puede latir y puede dar la respuesta que tendría un corazón. No es un animal, no viene de un animal y, por tanto, lo que podemos hacer es utilizar esos organoides. También se utilizan animales invertebrados, que están muy alejados del ser humano como por ejemplo la mosca de la fruta o la mosca del vinagre, que es un insecto muy pequeñito, y cuyo nombre científico es Drosophila Melanogaster. Con esa mosca se pueden hacer un montón de experimentos. También con un gusano se hacen muchos experimentos.
Claro, no es lo mismo el sufrimiento de un gusano o de una mosca que el de un mono. No sé si lo sabéis, pero los grandes monos no se pueden utilizar en experimentación bajo ningún concepto. El gorila, el orangután, el chimpancé y no sé si hay alguno más, pero los grandes primates está prohibidísimo utilizarlos para experimentación animal.
—Hemos leído que el 89% de los científicos están a favor de la experimentación con animales. ¿De qué modo convencería a sus colegas de las posibles alternativas a estas prácticas tan habituales en los laboratorios?
—Primero decir que está muy bien que casi el 90% pensemos que es como se tiene que hacer, pero lo que piense el otro 10% da igual. Las normas son las normas y tú no puedes ir a 200 km/h por la carretera porque si te pilla la policía probablemente te multará. Aquí pasa lo mismo: si tú haces un procedimiento que no corresponde a un animal y te pillan, o a una persona que no tiene el carnet para tratar con animales la pillan le pueden incluso hasta cerrar el animalario y hasta ponerle una multa de 600.000€.
Entonces, yo creo que la gente que no está convencida lo estará porque no queda más remedio que ser lo más ético posible para trabajar. Y la pregunta es: ahora un 89% estamos de acuerdo, pero igual hace 6 años era mucho menos. Yo creo que la gente, poco a poco, se va dando cuenta que hay que hacer las cosas bien y de que hay muchas normas. Por ejemplo, antes en los bares se fumaba. Todo el mundo lo hacía y, cuando lo prohibieron, mucha gente estaba enfadada. Ahora no es normal que alguien fume dentro de un bar. Al final la gente va entendiendo que es mejor para todos, para nuestra salud y que, por tanto, hay que cumplir las normas.
—¿Cómo propone curar enfermedades como el cáncer con modificación biogenética y sin usar animales?
—Lo primero que utilizamos son células de cáncer. Y utilizamos células de cáncer en nuestros laboratorios porque están inmortalizadas. Una de las cosas que tiene el cáncer, es que las células se dividen muy rápidamente y se unen muchas células fijas. Y eso para nosotros es muy bueno porque podemos tener muchas células en poco tiempo.
Tenemos muchos modelos de células cancerosas y son los primeros estudios que se hacen, pero luego hay que ir necesariamente al animal y aquí os voy a contar un par de cosas que yo creo que son chulas. Una es que el conocimiento del cáncer ha ido avanzando mucho en los últimos años. Al principio pensábamos que era una enfermedad y ahora sabemos que son muchas enfermedades diferentes, que dependen de dónde empiece, qué tipo de células son y, conforme vamos avanzando, vamos a encontrar mejores opciones porque nos permite refinar mucho más la utilización de medicamentos. Eso hace que la supervivencia cada vez aumente más, excepto en algunos cánceres concretos en que la supervivencia es prácticamente cero. En casi todos los cánceres con los que nos enfrentamos, la supervivencia ha aumentado mucho en los últimos años. Y eso es porque cada vez sabemos mucho más del cáncer. Y para eso, más que experimentar con animales, lo que tenemos que hacer es investigación, saber las bases de la enfermedad.
Lo último que se está haciendo en muchos casos es lo que se llaman avatares. Si tengo un paciente con un cáncer en un hospital y sé la mutación que tiene exactamente, la causa de ese cáncer, lo que hago es hacer la misma mutación en un animal, que es el avatar. Y sobre ese animal yo pruebo fármacos para ver cuál es mejor. Aquel que encuentre que es mejor en un animal, es el que pruebo en el humano. Somos capaces de cambiar una base, una letra en el ADN en un animal mediante tecnologías como CRISPR, que es una tecnología de edición genética. Nos permite editar el ADN de un paciente y probar sobre esto los medicamentos.
Por otra parte, cuando empezamos a experimentar con humanos, es decir, cuando ya han pasado todas las fases en animales, tenemos un fármaco que necesitamos probar en personas. Inicialmente se administra a voluntarios sanos y jóvenes. Así comprobamos si ese fármaco es seguro o no seguro antes de usarlo en pacientes, excepto con el cáncer. Como en el cáncer, si tú esperas y la gente puede morirse, pues muchas veces se experimenta directamente en pacientes enfermos y nos hace tener la seguridad de que estos fármacos se prueben para evitar que avance la enfermedad. Por lo tanto, en el caso de cáncer no vamos a utilizar animales; lo utilizamos directamente en pacientes con esta grave enfermedad.
—La Inteligencia Artificial abre nuevos caminos en muchos ámbitos. ¿De qué manera se podrá utilizar para reducir el número de animales en los laboratorios o para eliminar totalmente la experimentación animal en el futuro?
—No solo la Inteligencia Artificial, sino lo que se llaman los métodos in silico, que significa en ordenador, nos permiten avanzar mucho. Hace unos cuantos años no te quedaba más remedio que probar ciertas moléculas directamente en animales. Ahora ya no, ya que hay programas de ordenador y con Inteligencia Artificial que te dan muchísima información. Si yo hace unos años tenía diez moléculas y quería probar si funcionaban, las tenía que probar en animales. Ahora puedo probarlas en el ordenador y seleccionar la mejor de ellas. Entonces, en vez de diez, utilizo una. Pero yo no creo que se puedan dejar de utilizar animales de experimentación porque cuando le vamos a dar un medicamento a un ser humano es muy importante que sea seguro. Para eso no nos queda más remedio que usar animales de experimentación. Lo que sí se han eliminado son algunas aplicaciones. Por ejemplo, antes cualquier producto cosmético, es decir, de la piel y para belleza, se probaba en animales. Hace ya muchos años que en la Unión Europea está prohibido. Los únicos usos para hacer experimentación animal son solo para investigación y para las urgencias, para nada más.
—Si se prohibiera en el futuro la experimentación con animales, ¿cuál sería la mejor alternativa para usted y por qué?
—Yo creo que no hay alternativa a hacer experimentación animal y creo que no la va a haber. De la misma forma que no se puede eliminar la investigación en seres humanos. Porque entonces no avanzaríamos en las enfermedades, y hay enfermedades muy fastidiadas. Hay enfermedades en las que la gente se muere y sufre mucho. Entonces, nosotros tenemos la obligación de seguir desarrollando medicamentos aunque tengamos que usar animales para investigar. Porque hay enfermedades que no tienen solución y, por tanto, hay que investigar en animales y en humanos. Lo que tenemos que hacer es investigar lo más éticamente posible y sin hacer daño a los animales o minimizando ese daño. De la misma forma que en los humanos, ya que el principio es el mismo.
—¿Cómo ve el futuro de la experimentación animal en comunidades autónomas como Valencia y Galicia, y qué deben hacer los gobiernos de estas comunidades autónomas para reducirla o incluso eliminarla?
—La legislación no viene directamente de España, sino que viene de Europa, que es la que pone las normativas de experimentación animal. Cada país tiene que adaptarse a esa normativa. Esto funciona así. A la gente no le gusta votar en las elecciones europeas, porque piensan que no sirve para nada, pero ahí se decide sobre la prevención animal en toda Europa. Por ejemplo, los clínicos también podemos hacer una normativa muy específica en Europa. Entonces, sale una norma de Europa y los países tienen unos 3 años para poner las mismas normas en su país. Una vez la normativa ya es nacional, luego las comunidades autónomas tienen otro tiempo para adaptar sus normas. Pero todas las normas de experimentación animal vienen de la Unión Europea.
Otras regiones del planeta, como Estados Unidos o Japón, son diferentes, pero todas lo que hacen es intentar aplicar desde el principio las tres erres: la reducción, el reemplazo y el refinamiento. Los gobiernos están muy preocupados porque cada vez se utilicen menos animales y porque cada vez los animales sufran menos. Pero no creo que podamos eliminarlo completamente porque todavía tenemos muchos problemas que resolver.