La vida de los astronautas

Si preguntamos a cualquier niño o niña lo que quiere ser de mayor, es un hecho que una gran parte quieren ser astronautas. Su sueño es viajar por el espacio o ver la Tierra desde la Luna. En un primer momento, parece una cosa casi imposible e irrealizable, pero no lo es. Es posible convertirse en un explorador del espacio pero el camino a recorrer para llegar a conseguirlo y lo que lleva consigo, es muy difícil.

En primer lugar, para conseguir ser astronauta es necesario tener un grado en una Universidad valorada de física, matemáticas, ingeniería o química; consideradas entre las carreras más complicadas que existen en la actualidad. Del mismo modo, es muy valorado tener algún máster o doctorado y una experiencia mínima en aeronavegación. Por otro lado, es necesario tener una preparación física muy buena, una estatura comprendida entre el 1.60 y el 1.95, una edad menor a 37 años y mayor a 27, y aunque parezca mentira, se valora tener una excelente visión.

Como se puede ver, no es sencillo convertirse en un astronauta pero sí que es posible si tienes una gran capacidad de trabajo, análisis y devoción por las ciencias exactas sobretodo.

Pues bien, teniendo en cuenta que una persona consigue un puesto de astronauta, será necesario que adopte una vida como tal.

En primer lugar, será necesario que se someta a una cirugía sencilla en la que se le extraerá el apéndice, ya que la apendicitis es una infección que la puede sufrir cualquier persona en cualquier momento, por tanto, si un astronauta sufriera una infección de la apéndice en plena expedición espacial, su vida correría mucho peligro.

En segundo lugar, será necesario llevar una dieta especial, un ejercicio rutinario para mantenerse en una condición física adecuada, así como una constante actualización técnica puesto que en el espacio los errores tienen graves consecuencias.

Y por último, quizá lo más difícil, sea adoptar unos hábitos específicos en el espacio que en la Tierra no los tomamos en cuenta ya que son rutinarios pero que fuera de la Tierra no funciona igual. Por ejemplo, el aseo es un hábito que en el suelo terrestre lo vemos como normal pero que en el espacio tiene ciertas dificultades. En primer lugar porque la nave espacial es capaz de obtener un máximo de 24 litros diarios en total por lo que hay que asearse mediante otras técnicas. El aseo se lleva a cabo mediante, entre otras cosas, pequeñas bolsas de agua y champús que no necesitas ser aclarados. Por otro lado, a la hora de comer, se lleva a cabo una técnica de succión de alimentos para obtener los nutrientes necesarios diarios. Otro hábito rutinario y especial es el de dormir, el cual se realiza habitualmente en posición vertical y cubierto de una capa especial para aumentar la comodidad, Y por último, quizá el más curioso, es el de acudir al inodoro; algo que en la Tierra lo vemos como normal y no le damos importancia pero que en el espacio tiene sus complicaciones puesto que no hay gravedad que haga que los desechos líquidos y sólidos caigan a algún lugar. Esto se lleva a cabo, en el caso de los desechos líquidos, mediante un sistema de succión adoptado para cada uno de los sexos y personalizado por cuestiones de higiene, por el que se succiona la orina y se recicla alrededor del 90% de esta. En el caso de los desechos sólidos, estos se depositan en unas bolsas especiales y son depositadas en un depósito hasta volver a Tierra. No son reciclados.


Estas, entre algunas otras cosas más, son el pan de cada día de un astronauta. Es posible llegar a serlo pero es necesario tener en cuenta todo lo dicho anteriormente.

Espero haber resuelto algunas dudas.

Autor: Miguel Ángel Martín Castillo