4.3.4. La escuela pitagórica y el pitagorismo
4.3.4. La escuela pitagórica y el pitagorismo
Ana Minecan
15:00 min
Pitágoras nace hacia el 570 a. C. aproximadamente, en la ciudad de Samos. Durante el mandato del tirano Polícrates se exilia, dirigiéndose a Crotona, ciudad de la Magna Grecia (sur de Italia) donde funda una secta de carácter mistérico y secreto. Se trataba de una comunidad de carácter filosófico, religioso y político, no obstante, de la primitiva comunidad pitagórica se conoce poco ya que en ella regía como principio vital el secreto, el que revelase la doctrina era duramente castigado. Él mismo no escribió nada, lo que dificulta saber lo que realmente es obra suya, ya que, por respeto al maestro, todos los discípulos le atribuían a él sus escritos.
1) Religión: en lo religioso: afirmaron las doctrinas órficas que posteriormente tanta influencia tendría en la filosofía de Platón.
2) Ciencia: en lo científico: cultivaron especialmente la matemática, la música y la astronomía.
3) Política: en lo político: dominarán Crotona y conquistarán varias ciudades en clara actitud antidemocrática.
Reciben influencia de las religiones orientales, principalmente de las doctrinas órficas, se dice que Pitágoras viajó a Persia y entró en contacto con Zoroastro, quien pudo influirle en estas doctrinas. La influencia de estas doctrinas les lleva a defender:
1) Dualismo cuerpo-alma (soma-sema): el alma es inmortal y reside en el cuerpo mortal. El alma transmigra de un cuerpo a otro reencarnándose mientras no se purifica.
2) Ascetismo o necesidad de purificar el alma de lo corpóreo: una forma de purificar el alma es el control del cuerpo, sometiéndolo a las reglas pitagóricas (prohibiciones) y mediante la contemplación y el conocimiento (se ha de investigar el principio de orden manifestado en el universo y hemos de intentar asemejarnos a él).
3) La estructura matemática del cosmos: el universo está “hecho” de números y, por tanto, los principios de los números son los principios de las cosas. Estos principios últimos de los números –y, por tanto, de la realidad- son “lo par” y lo “impar”, que consideraban, respectivamente como “ilimitado” y “limitado”, explicación dualista, basada en dos principios originales.