Actitud del observador que interroga la realidad desde el asombro.
Realidad física.
Los fundamentos de la realidad física son intrínsecos a la phýsis y al mismo tiempo la trascienden.
“La filosofía supone un cambio en los esquemas conceptuales del sujeto”.
“La filosofía responde a preguntas trascendentales para proporcionar esquemas conceptuales que hagan posible al hombre orientarse en la realidad y responder a los cambios que se producen en ella”.
“El nacimiento de la filosofía supone el surgimiento de una nueva figura transmisora del conocimiento que tiene una concepción distinta del saber como algo inacabado y abierto, pero que al mismo tiempo lo transmite como sistema, es decir como respuesta unitaria a una serie de interrogantes que permite formarse una visión concreta del mundo o paradigma”.
“El inicio del pensamiento filosófico supone la posibilidad del desarrollo del pensamiento científico, que surge gracias al cambio gnoseológico iniciado por la filosofía, pero también la desacralización o secularización del pensamiento occidental que desembocará en la postmetafísica”.
La posibilidad, tanto desde el punto de vista del contexto histórico, cultural y económico, como desde el punto de vista gnoseológico de que surja un nuevo saber que describa la realidad supone que en el hombre que la observa se ha tenido que producir un profundo cambio en los esquemas conceptuales que permiten describir y analizar esta realidad. Este cambio, según describe Aristóteles en su Metafísica, se debe a una actitud del observador que interroga a la realidad desde el asombro ante los cambios que se producen en la realidad física, sobre los cuales el pensamiento tradicional no ofrece una respuesta convincente y unívoca.
Pese a que Aristóteles describe el saber filosófico como una especie de saber gratuito y con una finalidad ligada a su propia condición, más allá de su propia utilidad, desde el punto de vista pragmático la visión aristotélica del pensamiento filosófico sería discutible, pues la necesidad de responder al porqué de estos cambios no es un simple capricho, sino que está ligada a una respuesta necesaria y trascendental, porque la misma proporciona al hombre las seguridades que hacen posible crearse unos esquemas vitales estables y controlar la naturaleza para poder sobrevivir y progresar, de forma que la pregunta misma está ligada al desarrollo de un saber que haga posible hallar las respuestas que permitan al hombre establecer unos fundamentos objetivos para interpretar la realidad haciendo posible prever los cambios físicos para poder orientarse en la misma y asegurar su progreso como especie. Se trata, por tanto, de una necesidad vital urgente que el hombre de cada época tiene para orientarse en la realidad, que siempre lo sobrepasa, es precisamente por esta razón y no gratuitamente, por lo que el hombre persigue el saber, ante la necesidad acuciante de respuestas.
Precisamente como respuesta a una de las principales preguntas que surgen el en contexto vital del hombre del s. V a.C., nace el pensamiento filosófico. Esta pregunta fue el origen y el fundamento del cambio de los seres físicos y en ella se centra fundamentalmente el pensamiento filosófico presocrático, que responde a esta pregunta desde unos esquemas conceptuales distintos a los religiosos. En este sentido, la filosofía surge como actitud crítica, innovadora, aunque en muchos aspectos también continuista del pensamiento religioso tradicional y la función de la filosofía hoy sigue siendo la misma que hace 2.500 años: someter a crítica los discursos y los agentes que los producen: mass media, redes sociales, cine, publicidad, TV, literatura gráfica, etc.
En este contexto, además de un nuevo saber, también surge la distinción entre sus depositarios, transmisores y compiladores, apareciendo al figura del filósofo, es decir, de aquel que busca el saber consciente de que no lo posee en absoluto, frente al sabio, que hasta ese momento lo atesora y lo transmite. No obstante, el saber filosófico aporta nuevos matices que coexisten hasta la actualidad con los saberes tradicionales, pero que los cuestiona buscando nuevas respuestas ante una actitud de necesidad y búsqueda de soluciones y ante la evidencia del desajuste entre la observación y las respuestas que el pensamiento tradicional proporciona sobre la pregunta fundamental sobre la que se asienta el pensamiento filosófico: los cambios en la realidad física y sus fundamentos últimos. A esta nueva respuesta además de filosofía también se le llamará metafísica, como el libro de Aristóteles, porque explica los cambios de la realidad física a través de principios que se encarnan en esta y la fundamentan, pero que se encuentran, al igual que los antiguos dioses, más allá de ella y que pese a la apariencia de cambio y multiplicidad que se percibe en la realidad, son eternos e inmutables.
Paradójicamente el nacimiento de la filosofía supone sustituir los principios propiamente religiosos, es decir, los dioses, por principios eternos que son los que ahora permiten explicar los cambios de la realidad y darles sentido, empezando por los cambios en la realidad física y tras ella todo el universo. El desarrollo de este pensamiento surge con el nombre de filosofía, pero se llamará más adelante ciencia positiva, siendo sus fundamentos análogos, es decir, explicar la realidad a través de un método que se basa en la observación de unas regularidades en la misma, que la filosofía traduce a fundamento metafísico y la ciencia a fórmula universal, ambos tendrán desde el comienzo una base metodológica y dogmática que tienen en común la aplicación de la matemática a la explicación de los fenómenos naturales desde el pitagorismo a la físico-matemática de Newton, surgiendo con el pensamiento filosófico la posibilidad de cambio conceptual y gnoseológico que hace posible el desarrollo del pensamiento científico y que al mismo tiempo da comienzo a un proceso en la historia de Occidente que se denomina secularización o desacralización que culminará en la postmetafísica.