La filosofía como saber específico tiene un origen histórico que se caracteriza por unas condiciones sociales y económicas específicas, un origen psicológico que se fundamenta en un cambio de actitud hacia el conocimiento y otro gnoseológico que es la consecuencia de ese cambio de actitud.
1.4.1. Organicismo de los primeros filósofos griegos
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“Los primeros filósofos griegos conciben la naturaleza como un organismo con un orden intrínseco que tiene un carácter divino. La función del filósofo es dar razón de ese orden, descubrirlo y describirlo”.
“La naturaleza o phýsis se rige por un orden oculto tras la multiplicidad de cambios que el filósofo debe descubrir. Este orden tiene un sentido y una razón de ser no es caprichoso o azaroso (salvo excepciones)”.
En lo que atañe a la filosofía como forma de saber específico, es decir, a su origen como saber, como forma de conocimiento y, por tanto, gnoseológico, la filosofía surge en Grecia en los s. VI-V a.C. con los llamados filósofos presocráticos a los que también se les denomina físicos por su interés en la phýsis o naturaleza y a los cambios que se producen en ella.
Los primeros filósofos griegos conciben la naturaleza como un organismo, como un cosmos, una totalidad ordenada y además con un orden intrínseco, inherente y para ellos tenía un carácter sagrado que hereda de la tradición mítica; por este motivo también son considerados metafísicos o teólogos, porque responden a la pregunta por los fundamentos últimos de ese orden o totalidad a través de uno o varios principios (arkhé) que lo configuran y al mismo tiempo lo trascienden. No obstante, este orden no aparece de forma clara en la mente del sujeto observador que a primera vista lo único que observa en la naturaleza es una sucesión infinita de cambios, pero no el orden o la ley que los explica, que permanece oculto a la razón del sujeto. Este orden oculto que el filósofo debe descubrir y explicar es denominado por algunos filósofos presocráticos lógos de la phýsis.
El animismo era una característica del pensamiento mítico tradicional y de las religiones antiguas en general, pero no el organicismo o el concepto de naturaleza como cosmos o totalidad ordenada y tampoco la consideración de este orden como intrínseco a la phýsis. Esta es una de las características que distingue al pensamiento presocrático de la tradición mítica que explicaremos más adelante con detenimiento.
1.4.2. El nacimiento de la filosofía como cambio de paradigma gnoseológico
“El nacimiento de la filosofía puede ser interpretado como un cambio de paradigma porque produce un cambio profundo en las estructuras de pensamiento desde las que el hombre griego interpreta la realidad”.
“Desde el pensamiento filosófico surgen los esquemas conceptuales que harán posible el pensamiento científico posterior y que caracterizarán a la cultura occidental".
“Tanto en el s. V a.C. como en la actualidad pensamos e interpretamos el mundo desde los esquemas conceptuales generados por el pensamiento filosófico como nuevo paradigma de saber”.
Por este y otros motivos relativos a la novedad del pensamiento presocrático con respecto al tradicional, siguiendo la denominación que hace el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn en su libro La estructura de las revoluciones científicas (1962), el nacimiento de la filosofía puede interpretarse como un cambio de paradigma en la historia del conocimiento humano, puesto que su origen dio lugar a unos nuevos esquemas conceptuales y gnoseológicos desde los que se interpretan la realidad y que en parte antes no existían.
Al mismo tiempo, al igual que algunos conceptos característicos de la tradición mítica como el animismo, siguen estando presentes en el pensamiento filosófico, este fundamentará posteriormente el pensamiento científico y generará la estructura de pensamiento característica de la cultura occidental, de forma que desde el pensamiento filosófico se construyen los esquemas desde los que el hombre occidental piensa e interpreta el mundo en todas las épocas desde el s. V a.C. hasta la actualidad, siendo junto a la religión cristiana uno de los rasgos de identidad de la cultura occidental. Por esa razón, negar o menospreciar el pensamiento filosófico supone el negarse a sí misma de la cultura occidental desconociéndose a sí misma al ignorar uno de sus rasgos más característicos que la diferencia de otras culturas.