Habitualmente se emplean como sinónimos diferentes términos educativos como metodología, métodos, estrategias y técnicas. También se abusa en exceso del término metodología, que no suele ser adecuado en ninguno de los contextos en los que se utiliza.
Existen diferencias entre la terminología clave de las Ciencias de la Educación, por lo que resulta fundamental saber distinguir entre ellos y saber aplicarlos en los momentos oportunos
La metodología hace referencia al estudio o reflexión sobre el método empleado para explicitar los procedimientos que fueron usados. Éste es el concepto más fácil de distinguir, ya que se trata de estudiar el propio método, de investigarlo. Por tanto, no responde a nada concreto que utilicemos en educación, sino a su estudio.
El método son los procedimientos de una serie de acciones que siguen a algún criterio o principio ordenador. Algunas veces aparece con un significado similar al de estrategia, pero estrictamente sólo debería considerarse como los procedimientos que obedecen un criterio concreto, es decir, orientados a un fin.
La estrategia es una guía de acción, un sistema de planificación de un conjunto de procedimientos, orientada a conseguir los objetivos de aprendizaje, y que da sentido y coherencia a todas las pequeñas acciones llevadas a cabo. La estrategia elegida debe fundamentarse en un método, pero es más flexible que éste.
Las técnicas son definidas como procedimientos estructurados, de forma lógica y psicológica, que dirigen el aprendizaje en una fase concreta del estudio de un tema, como serían la presentación, la elaboración, la síntesis o la crítica del mismo. La técnica es el recurso particular de que se vale el docente para llevar a efecto los propósitos planeados desde la estrategia.
Las dinámicas consisten en acciones concretas encaminadas a mejorar aspectos del procedimiento de trabajo. Las dinámicas no tienen objetivos sobre la adquisición ni la aplicación de conocimiento, por tanto, no son parte de la estrategia de enseñanza. Sin embargo, son muy útiles para mejorar algún aspecto blando (soft skills) de nuestros alumnos, como la concentración, la comunicación o la gestión emocional.
Para entender por completo estos términos, se establece la relación entre conceptos a continuación:
Los docentes utilizamos técnicas, procedimientos estructurados para aprender dentro de una fase concreta, como pueden ser, por ejemplo, mapas conceptuales, problemas o proyectos.
Estas técnicas pertenecen a diferentes métodos, en función del criterio o principio que utilicemos para organizarlo. Por ejemplo, si atendemos a las dos fases principales del aprendizaje, tenemos la adquisición del conocimiento y la aplicación del conocimiento, la técnica de mapa conceptual corresponde al método de adquisición del conocimiento, mientras que las técnicas de problemas y proyectos corresponden al método de aplicación del conocimiento.
La estrategia es una combinación de técnicas, que permiten completar el proceso de aprendizaje completo. Por ejemplo, podríamos crear una estrategia general para el aprendizaje del área de física y química a través de una técnica de adquisición como puede ser los mapas conceptuales, y posteriormente una técnica de aplicación como puede ser el uso de problemas. De esta forma, nuestra estrategia general para la asignatura sería el uso de mapas conceptuales + problemas, que sirven para completar el aprendizaje sobre cada uno de los temas de la asignatura.
La metodología me serviría para estudiar si las técnicas utilizadas en mi estrategia son adecuadas. Por ejemplo, si quisiéramos comprobar si para la asignatura de física y química es mejor utilizar la técnica de problemas o la técnica de proyectos, estaríamos empleando una metodología de estudio sobre el uso de técnicas de aplicación.
Además, a menudo encontramos estos términos acompañados de apellidos como de enseñanza, educativo/a, instruccional, didáctica, etc. No existen diferencias significativas en el uso de los diferentes términos de acompañamiento (aunque sí se refieren a diferentes aspectos de la enseñanza), por lo que podemos utilizarlos prácticamente como sinónimos siempre que se refieran a la enseñanza, y no al aprendizaje.
Todos los métodos utilizados en educación (que no metodologías) deben ser activos. Este principio es básico, es decir, los método pasivos no funcionan, por lo que no tiene sentido tratar de "innovar" con el uso de métodos activos, sino que debe tratarse como algo básico en la educación y necesario para el aprendizaje de cualquier persona.
Sin embargo, los métodos activos siguen siendo reclamados en países iberoamericanos. Si nos fijamos en los artículos de investigación que siguen hablando de métodos (empleando mal "metodologías" para la búsqueda) activos, los autores firmantes tienen apellidos españoles o portugueses.
Esta reclamación tardía ocurre principalmente por dos motivos: la escasa formación inicial de los docentes de hace décadas y el tiempo limitado que se le dedican a método activos en la educación formal.
En el caso de España, la formación de docentes durante el franquismo en España puso punto y final a los avances de la República en cuanto a investigación educativa, adoptando una perspectiva nacional y católica (ver más en este artículo de Gutiérrez). El legado que dejó el franquismo en los expertos en educación, hizo que los investigadores de la transición se basaran más en divulgaciones educativas atractivas pero sin fundamento científico, al contrario que en el resto de países desarrollados en los que se fundamentaban en investigaciones empíricas (ver más en este artículo de Flecha). Aunque esto está cambiando en los últimos años, todavía podemos ver cómo en España proliferan diversos edumitos (mitos educativos) que forman parte del sustento de la formación de profesorado en las universidades.
En el punto del tiempo limitado encontramos 3 condiciones que provocan el uso de métodos pasivos, aunque sepamos que no funcionan para el aprendizaje de los alumnos.
En primer lugar, encontramos la gran cantidad de contenidos que se incluyen en las leyes educativas de cada curso escolar.
En segundo lugar, se da el elevado ratio de alumnos al que se enfrenta cada docente en un mismo grupo de clase.
En tercer lugar, está el escaso tiempo que se dedica a cada área educativa en el horario escolar.
Estas tres condiciones provocan que las clases para cada asignatura sean insuficientes para trabajar con métodos activos, ya que requieren la implicación activa de los estudiantes y la supervisión del profesor y el control de la aplicación de los contenidos a situaciones prácticas que quizá no dominen demasiado.
La falta de dominio suele deberse a que el profesor se ve obligado a impartir materias que no son su especialidad (como es el caso de la educación secundaria, en la que, por ejemplo, un profesor experto en historia debe impartir geografía o historia del arte) o materias con las que no se sienta demasiado cómodo (como puede ser el caso de la educación primaria, donde un mismo profesor debe impartir casi todas las asignaturas a un grupo).
Para contextualizar el uso de los métodos activos, éstos se reclamaban ya en la Antigua Grecia, a través del filósofo Sócrates. A lo largo de los siglos, se han dado otras reclamaciones de la necesidad de que el aprendiz sea un agente activo en su aprendizaje, por expertos como Erasmo o Rousseau, ya que la educación medieval asociada a las escuelas de la Iglesia sustituyó con clases pasivas a la educación romana. Volviendo al pasado reciente, fue ya a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que se acrecentó el movimiento por la renovación educativa reclamando una educación centrada en el alumno, que rechaza un aprendizaje memorístico y fomenta el método científico a través del desarrollo del pensamiento crítico ante la observación.
Toda esta información, debe hacernos reflexionar sobre el uso de métodos no activos en la educación, ya que los resultados no se consiguen con métodos pasivos. Por tanto, un resumen de los métodos activos:
Los métodos de enseñanza deben ser activos porque es la única forma de implicar al aprendiz en su aprendizaje, y no se puede hablar de ellos como una innovación porque se lleva siglos demostrando que es la única vía para la enseñanza.
Gracias a la revisión del término metodología y del concepto "metodologías activas", sabemos que el diseño instruccional se basa en la creación de una estrategia de enseñanza concreta, basada en diferentes técnicas didácticas activas que completan el proceso de aprendizaje.
Cada diseño se refiere a diseños educativos diferentes:
El diseño curricular se refiere a la definición y planificación del QUÉ se va a enseñar, es decir, los objetivos, en qué orden, cuánto tiempo por objetivo, la evaluación y las adaptaciones curriculares.
El diseño instruccional se refiere a la estrategia didáctica sobre CÓMO se va a enseñar, es decir, la combinación de técnicas de enseñanza que se van a utilizar para cada objetivo en concreto.
Como se puede deducir a partir de la definición de ambos conceptos, ambos están relacionados, ya que el diseño instruccional (las técnicas didácticas) se realizará en función del diseño curricular creado, en concreto, de la planificación de cuánto tiempo podemos dedicar a cada objetivo.
Para contextualizar mejor esta relación, antes de profundizar en cada tipo de diseño, veamos los apartados principales de una programación didáctica (diseño curricular):
Objetivos
Contenidos
Temporalización
Desarrollo de las unidades didácticas > Diseño instruccional
Adaptaciones curriculares
Evaluación
¿Quieres ver un ejemplo integrado de diseño curricular y diseño instruccional? Aquí puedes acceder a dos páginas web creadas para la asignatura de Tecnología, Programación y Robótica para la Comunidad de Madrid. Incluye la distribución de contenidos y diferentes actividades empezando por la adquisición de conocimientos y terminando con la aplicación de los mismos:
Web profesores:https://sites.google.com/view/tpr1-profesores/inicio
Web alumnos: https://sites.google.com/view/tpr1/inicio