Ya hemos visto cómo debe desarrollarse cada apartado de una investigación, y ahora queda lo más difícil: poner un título, hacer un resumen y seleccionar los descriptores más relevantes para nuestra investigación.
A la hora de buscar una investigación sobre el tema que estamos estudiando, introducimos como búsqueda las palabras clave que nos ayudan a encontrar artículos que contengan todas ellas, y que, por tanto, traten exactamente el tema desde nuestra perspectiva de investigación.
Por ello, escribir un buen título es muy importante. Habitualmente el título es lo primero que se escribe al iniciar una investigación, pero debemos tener muy claro que debe ser lo último que se revisa antes de finalizarlo, pues nos permitirá ajustarnos mucho mejor al trabajo que haya resultado finalmente.
El título debe proveer una clave certera del contenido de nuestro artículo, es decir, debe ser un descriptor que permita conocer sobre qué trata la investigación. Hay que distinguir muy bien entre un título que sea descriptivo de la investigación, y un título que sea un resumen de la misma.
Además, un buen título tiene una extensión de entre 8 y 15 palabras, por lo que debemos elegir muy bien cada palabra que añadimos en el título, además del orden de éstas. Elegir un buen orden de las palabras nos evitará incluir palabras redundantes o que no aporten información relevante sobre el tema.
Para ello, debemos tener en cuenta que un título debe contener únicamente la información relevante, la que permita identificar mejor el contenido del mismo. Además, debe ser claro, es decir, que al leer el título sepamos perfectamente sobre qué va a tratar la investigación. Y también debe ser atractivo, ya que cuando un investigador está realizando una búsqueda, elegirá los artículos que más le llamen la atención, y que crea que le van a ser más útiles para incluir información completa y relevante en su marco teórico.
Por eso, para elegir un buen título debemos preguntarnos:
¿Qué palabras utilizaría yo si lo buscase en internet?
Además, podemos tener en cuenta algunas buenas y malas prácticas, que nos orienten y ayuden a seleccionar un título adecuado para nuestra investigación.
Por una parte, como buenas prácticas podemos considerar que:
se deben elegir palabras clave o descriptoras del trabajo, palabras por las que el autor quiere que se identifique su investigación.
se deben elegir únicamente palabras que contribuyan al significado del título, ninguna extra.
se debe entender el tema de la investigación leyendo el título, sin necesitar una explicación adicional.
debe ser claro y breve, además de conciso y preciso.
debe resultar atractivo para los posibles lectores, de cara a que elijan el trabajo como fuente de conocimiento porque detecten que se les va a proporcionar información relevante.
Por otra parte, es muy importante conocer cuáles son las malas prácticas, de forma que las evitemos a toda costa:
ser muy localista, indicando demasiada información sobre cómo se ha llevado a cabo la investigación, por ejemplo, incluyendo el centro educativo donde se realiza el estudio. De esta forma, podría pensarse que el estudio sólo sirve para concluir cómo funciona este centro y que no se puede aplicar a ningún otro. Tampoco hay que caer en ser demasiado genérico, pues intentar generalizar los resultados demasiado no aporta nada, porque no será posible. Por ejemplo, decir que una técnica de innovación funciona con unos alumnos y que por tanto es aplicable a cualquier estudiante, de cualquier edad y aplicado a cualquier área de conocimiento.
ser un resumen del texto no muestra los beneficios de la investigación, es decir, sin incluimos un resumen puede mencionar sólo una parte de nuestra investigación, como la introducción, el método o los resultados. Para considerarlo un buen título, debe interpretarse el trabajo, es decir, qué beneficios pretende aportar al conocimiento científico del tema, por eso se debe elaborar a partir del objetivo de forma descriptiva.
si se incluyen abreviaturas o siglas que no sean muy conocidas, resulta un inconveniente para todos aquellos investigadores que no conozcan dicha abreviatura. Incluso, si la búsqueda que realicen no incluye la abreviatura, afectará en que nuestra investigación aparezca en los primeros resultados de búsqueda.
si el título es demasiado largo se pierde el significado, se dificulta su entendimiento y deja de ser atractivo para el posible lector.
por último, hay que intentar evitar mencionar explícitamente el procedimiento científico, ya que no aporta nada nuevo ni significativo. Por ello, debemos evitar incluir en el título inicios como “Investigación sobre….”, “Estudio sobre...”, “Análisis de resultados sobre...”. Ya se sabe que es un estudio o una investigación, o que se van a analizar resultados, resulta redundante.
El resumen se debe incluir tanto en el idioma de la investigación, en nuestro caso el español, como en inglés, ya que es el idioma común de las investigaciones, y cualquier persona que quiera investigar sobre un tema debe realizar una búsqueda en su lengua nativa y, además, en inglés. Por este motivo, nos aseguramos de que cualquier persona en el mundo puede encontrar nuestra investigación si incluimos el resumen también en inglés.
El resumen en inglés se denomina “Abstract”, y debe ser similar al resumen en español.
La extensión permitida suele encontrarse en un rango entre 200 y 300 palabras, aunque depende del tipo de publicación, ya que en algunas ocasiones nos piden que nuestro resumen no supere las 150 palabras.
El resumen y el abstract deben contener información sobre todo el trabajo, como veremos ahora. Hay que destacar que, aunque se incluyan diferentes partes de la investigación, debe redactarse en un único párrafo, es decir, todo seguido separado con punto y seguido, y nunca con punto y aparte.
Para asegurarnos de que se incluye toda la información relevante y sobre todos los apartados clave de la investigación, se suele seguir el modelo IMRD:
La I corresponde a la introducción de la investigación, es decir, resumir brevemente el tema de la investigación, sus antecedentes. Esta parte suele ser la más corta, con una extensión entre 2 y 3 frases, que plantea el problema de investigación y el objetivo del estudio.
La M corresponde al método de la investigación, con la información suficiente para entender cómo se ha realizado el estudio empírico. Suele incluir la descripción del tipo de investigación, el diseño de investigación, la muestra y el muestreo, y el instrumento y la técnica de investigación utilizada.
La R corresponde a los resultados, siendo ésta la parte más extensa del resumen. Debe describir los resultados, alineados con el objetivo. Para describir los resultados es importante entender que debemos plasmarlos tal cual, y no intentar aludir a ellos sin incluirlos. Por ejemplo, en lugar de poner “los resultados en estrategias de aprendizaje son diferentes en función del género” y quedarnos ahí, tendríamos que poner “los resultados en estrategias de aprendizaje difieren según el género (hombre: 3,5; mujeres: 5,1)”, incluyendo los resultados objetivos para que se compruebe la diferencia.
La D corresponde a la discusión de resultados, aunque a veces en este modelo, se incluye la C para finalizar el resumen con las conclusiones. El objetivo de este cierre, sea discusión o sea conclusión, es que en un par de frases se interpreten los resultados, y se expongan los hallazgos importantes y/o los hallazgos inesperados. Es decir, debe contener la información para comprobar el aporte más relevante de esta investigación a su campo científico. Incluso, se puede terminar aportando una opinión fundamentada en los resultados, o el valor de la investigación para futuras líneas.
Además, a la hora de redactar el resumen, podemos seguir algunas recomendaciones que nos ayudarán a incluir la información clave de forma adecuada:
La claridad se refiere a que debe ayudar a entender la investigación sin necesidad de leerla por completo.
La sencillez se refiere a que cualquier persona, aunque no sea experta en el tema, debería poder entender el resumen por completo, de forma que le sirva para aprender sobre el tema.
La concisión se refiere a que debemos centrarnos en transmitir lo importante, sin intentar adornar el texto. Como ya sabemos los apartados que contiene un resumen, y cómo se debe exponer la información, no es necesario incluir expresiones como “a lo largo de la presente investigación”, o “como principales resultados de este estudio”. Lo único que conseguimos es aumentar el número de palabras, que luego nos hará sacrificar otra información importante sobre nuestros hallazgos.
Usar palabras diferentes a las palabras clave, que ahora veremos, intentando para ello utilizar sinónimos. La idea es que una búsqueda sobre nuestro tema, ofrezca como resultado nuestra investigación. Tanto el resumen como las palabras clave se incluyen como etiquetas y metadatos en las búsquedas. Por tanto, utilizando sinónimos ampliamos nuestras posibilidades de salir en los resultados de búsqueda.
El no incluir citas se refiere precisamente a eso, a que no se incluyan las fuentes de investigación para sustentar las ideas. En el artículo se pueden encontrar todas las ideas en las que se basa nuestra investigación, de forma ampliada, y con todas las citas correspondientes a las fuentes de investigación. Únicamente se deben utilizar citas si se describe una forma de investigación muy concreta o un modelo del que parte toda la investigación realizada, en ese caso sí que debemos citar en qué se basa, ya que será algo principal para entender la investigación.
Se debe redactar de forma impersonal, como el resto del texto del artículo. Sin utilizar la primera persona. Igualmente, intentando que se utilice la pasiva refleja.
Las palabras clave, al igual que el resumen, deben incluirse en el idioma original de la publicación y en inglés, para facilitar la búsqueda del artículo a cualquier investigador. En inglés, las palabras clave se conocen como “keywords”.
Las palabras clave son términos, que pueden consistir en una única palabra, como, por ejemplo, docencia, creatividad, evaluación o comprensión, o también pueden consistir en un lexema o frase corta, como clima escolar, pensamiento computacional, razonamiento espacial o acoso escolar.
Habitualmente, las revistas recomiendan incluir entre 3 y 6 palabras clave, aunque algunas pueden recomendar que se amplíen estas palabras hasta un máximo de 10. Se debe consultar la normativa de cada publicación para atenernos a sus recomendaciones.
Además, para seleccionar las palabras clave se propone su elección desde un Tesauro, como puede ser el Tesauro de la UNESCO, o el Tesauro ERIC, que es el Tesauro Europeo de la Educación. Un tesauro es una lista de términos estructurados y predefinidos para facilitar un análisis de cada tema de estudio, y la búsqueda de publicaciones relacionadas.
El uso de un tesauro permite una mayor objetividad, debido al control que se realiza de los posibles términos dentro de un tema, ya que si las palabras clave se eligen de forma subjetiva, llega un momento en el que es muy difícil encontrar artículos sobre una palabra clave determinada.
Además, los tesauros nos ofrecen la misma palabra clave en diferentes idiomas, por lo que nos ayuda a mantener un contenido similar en el idioma de la investigación y en inglés.
Sin embargo, el uso de un tesauro a veces también nos supone una limitación, en especial a los temas de estudios novedosos, como puede ser el pensamiento computacional. Este término no se encuentra en ningún tesauro de los que se utilizan en educación, por lo que para referirnos a este término, debemos combinar otras palabras clave que acerquen a la búsqueda del tema, como pensamiento, solución de problemas, etc.