Suponiendo que ya hemos adquirido el conocimiento sobre un tema, a nivel de comprenderlo, podemos proseguir aprendiendo sobre tema para lograr su aplicación.
Las técnicas de aplicación del conocimiento comprenden dos de las fases propuestas en la Taxonomía de Marzano y Kendall:
Por una parte, para poder aplicar el tema tenemos que incluir actividades relacionadas con el Análisis del conocimiento, que permitan establecer relaciones con otros conceptos.
Por otra parte, el último paso es la Utilización de dicho conocimiento. Su "utilización" implica usar el conocimiento en otro contexto, diferente al contexto en el que se aprendió.
Al utilizar el conocimiento en cualquier contexto, hablamos de aplicación del conocimiento, el nivel más alto de aprendizaje sobre un contenido.
A continuación podemos ver algunas técnicas para cada una de las fases incluidas dentro de este segundo nivel de aprendizaje. Existen más, pero aquí se exponen algunos ejemplos para que el lector se haga una idea de qué tipo de actividades se pueden utilizar, y le resulte más fácil aplicarlo a su área de conocimiento.
Los mapas conceptuales son esquemas muy básicos, que se limitan a la inclusión de conceptos, sin definiciones ni texto explicativo. Este tipo de esquema pretende la visualización rápida de las relaciones o vinculaciones entre diferentes conceptos pertenecientes a un tema. De esta forma, se puede observar el tema de forma clara y organizada.
Es una herramienta ideal para la relación y clasificación de conceptos propios de la fase de análisis.
Los mapas conceptuales son jerárquicos, es decir, a partir de un concepto principal se relacionan el resto de conceptos a través de diferentes niveles y/o categorías. Además, entre los puntos fuertes de los mapas conceptuales, encontramos la necesaria capacidad de síntesis que simplifique los conceptos más relevantes y su organización.
En este punto, es importante diferenciar entre los mapas conceptuales y los mapas mentales.
Un mapa conceptual siempre tiene una estructura jerárquica, mientras que un mapa mental no tiene una estructura preestablecida, puede ser arbórea (tipo árbol).
Un mapa conceptual se lee de arriba hacia abajo, mientras que un mapa mental se puede leer de cualquier forma y las ramificaciones no siempre son semánticamente correctas.
El objetivo del mapa conceptual es facilitar la comprensión del contenido, mientras que la del mapa mental es únicamente la memorización visual (con dibujos y colores).
Como vemos por las diferencias, los mapas mentales no sirven para el análisis del conocimiento. Para organizar los conceptos se deben utilizar mapas conceptuales.
Los cronogramas o líneas del tiempo son esquemas visuales basados en una línea temporal. Estos esquemas ayudan a estructurar hechos determinados que se entienden mejor como una cadena temporal. Facilitan la comprensión del tiempo, pero además, facilitan la percepción de diferentes hechos como antecedentes y consecuentes de otros hechos.
Por tanto, estos esquemas disponen de un principio y un fin, que corresponden con el primer hecho que se quiere representar y con el último, respectivamente. Se suelen plantear de forma horizontal, de izquierda a derecha, aunque también se pueden encontrar líneas de tiempo verticales, de arriba a abajo.
Son muy útiles en algunas disciplinas, como Historia o Biología. También en disciplinas relacionadas con el arte y la cultura, para estudiar corrientes artísticas o literarias, y situarlas en el periodo histórico correspondiente. Esta contextualización facilita la comprensión de muchos aspectos relacionados, ya que suceden por las condiciones de una época. Incluso pueden ayudar a establecer rutinas o diferenciar pasos de una actividad, por ejemplo, utilizar una línea del tiempo para establecer las fases de calentamiento en Educación Física.
La fase de utilización requiere un trabajo práctico y aplicado del conocimiento. Por tanto, debemos utilizar técnicas que permitan la elaboración de una solución factible ante un contexto concreto, real o ficticio.
Las técnicas de utilización del conocimiento más utilizadas son dos: problemas y proyectos.
Estas técnicas permiten la contextualización de la actividad, con lo que los alumnos pueden trabajar para la propuesta de soluciones. Como ambas técnicas requieren de una aplicación meticulosa en el aula para que cumplan con sus objetivos, y cuentan con varias fases de aplicación que los estudiantes deben realizar, vamos a verlas por separado, profundizando en cada una de ellas.