Decidir qué queremos investigar orientará el diseño de la investigación. Por ello, es importante tener claro qué aspectos se investigan en educación y saber identificar adecuadamente nuestro foco. Los aspectos que podemos investigar pueden estudiarse aislados, es decir, “funcionan o no funcionan”, o pueden estudiar en comparación a otro, es decir, “uno es mejor que otro para esto en particular.”
A continuación vamos a ver qué podemos investigar.
Lo más habitual es estudiar diferentes aspectos de una persona o un grupo de personas.
Destaca la investigación sobre los alumnos o educandos: los resultados de aprendizaje, el desarrollo de determinadas competencias, etc.
Sin embargo, también se estudian otros grupos de personas como los profesores o educadores, para estudiar estilos de enseñanza, competencias docentes, aspectos de la personalidad que encajan mejor con alumnos,...
O estudiar a alguien de la dirección o al equipo directivo, de los que se puede profundizar en su estilo de liderazgo, pero también sus relaciones, la comunicación existente,...
Incluso podemos investigar sobre las familias a través de sus características sociodemográficas, estilos educativos,... viendo si existe una relación con los resultados de sus hijos.
Otro aspecto que suele ser objeto de investigación es medir la eficacia de aplicación de una técnica concreta.
En este caso destaca el estudio de las técnicas de enseñanza, ya sean para adquirir el conocimiento, es decir, el empleo de, por ejemplo, mapas conceptuales o líneas del tiempo, o sean para aplicar conocimiento, como utilizar resolución de problemas o creación de proyectos.
También se estudia el éxito de técnicas o incluso dinámicas concretas que se incorporan en educación para desarrollar competencias o habilidades en los alumnos.
Sin embargo, el estudio de técnicas no se limita a formas de proceder con nuestros alumnos para mejorar su formación, también pueden evaluarse técnicas para la dirección del centro, técnicas para mejorar la convivencia, etc.
A nivel de aula, es importante investigar sobre la validez de los programas de innovación que queramos implementar con nuestros alumnos.
Destacan los programas didácticos, a diferentes niveles, pudiendo evaluar un programa para un tema, un programa para un curso, un programa interdisciplinar, etc.
También se deben investigar los programas de innovación dirigidos al desarrollo de competencias, ya sea para entrenarlas de forma puntual en un tema concreto o de forma transversal en una asignatura o incluso en un curso concreto, a través de la combinación de dinámicas distintas en diferentes momentos.
En este punto debemos diferenciar entre el estudio de técnicas y el estudio de programas de innovación: mientras que una técnica es un procedimiento concreto que se utiliza en una fase del proceso de aprendizaje, ya establecido, como la técnica de proyectos; el programa de innovación suele consistir en una combinación de varias técnicas, que el docente diseña para completar todas las fases que los alumnos van a llevar a cabo durante su aprendizaje.
Los recursos son medios que ayudan y facilitan la realización de un procedimiento concreto. Resulta adecuado medir si, al introducir un recurso, repercute en la educación de alguna forma.
Los recursos pueden ser materiales, como estudiar si el uso de un ábaco ayuda a los alumnos a comprender raíces cuadradas.
Los recursos también pueden ser tecnológicos, como la inclusión de un dispositivo en el aula como puede ser la pizarra digital interactiva, o dispositivos para los alumnos, como tablets. Al estudiar recursos tecnológicos también nos referimos a programas y software específicos, como puede ser el uso de hojas de cálculo, o herramientas TIC online, como puede ser un programa para gestionar gamificación.
También podemos estudiar recursos económicos, aunque resulta difícil denominarlos de esta forma, porque suelen emplearse para adquirir recursos materiales y/o tecnológicos.
Por último, se puede estudiar cómo influye el uso de recursos institucionales con nuestros alumnos, como puede ser que el servicio de orientación del centro haga reuniones periódicas con los alumnos.
En educación podemos trabajar ampliando los ambientes de enseñanza, de distinta tipología y dirigidos a distintos destinatarios..
Una opción es trabajar con instituciones concretas que ayuden a los alumnos a conocer mejor una realidad concreta, como por ejemplo, cómo se trabaja en la policía o en una empresa dedicada a la gestión de residuos y al reciclaje.
Otra opción es trabajar en contextos ambientales nuevos, como puede ser utilizar una biblioteca para trabajar habitualmente la clase de literatura.
Otro aspecto a estudiar son diferentes factores que pueden estar relacionados o afectar de una forma particular. Estos factores pueden ser:
físicos, como las condiciones de temperatura y humedad del aula
sociales, como las relaciones entre compañeros o con un nuevo alumno
psicológicos, como el estrés que genera la posibilidad de suspender si no hay posibilidad de recuperación
de cualquier otra índole
Si identificamos esos factores, sus relaciones con otros factores o sus consecuencias o efectos en el aprendizaje de nuestros alumnos, podemos tenerlos en cuenta para el futuro diseño de las experiencias educativas.
Los aspectos que hemos visto se combinan para completar cualquier investigación en educación. Habitualmente relacionamos dos de estos aspectos, o incluso más, partiendo de cómo influye uno en otro. Por ejemplo, la inclusión de un recurso puede influir en un grupo de alumnos, o la aplicación de una técnica de dirección de centros influye o no sobre el equipo directivo.
La limitación para relacionar diferentes de estos aspectos dependen de la imaginación del investigador, siempre que partamos de una hipótesis previa fundamentada, como ya veremos.