Leoncio de Atenas (s. IV-III a. C.)
Al parecer, según Laercio X, 16, Leoncio sería de Atenas.
También conocida como Leontion, Leoncia o Leontario. Ha sido quien ha gozado de mayor fama dentro de la escuela, pues tanto Cicerón como Plinio nos han dejado dicho que escribió una obra criticando al escolarca Teofrasto, director del Liceo a la muerte de Aristóteles.
Escribió contra Teofrasto pues, Cicerón en De la naturaleza de los dioses, libro I. 33, 93:
“…Dieron osadía a una mujerzuela del arroyo como Leontion a escribir un libro refutando a Teofrasto? Su estilo es sin duda el más primoroso del Atica, pero da lo mismo, tan grande era la licencia que prevalecía en el Jardín de Epicuro.”
Y Plinio en el prefacio a su Historia natural:
“En verdad no sabría cómo decir que una mujer ha escrito contra Teofrasto, hombre tan destacado en elocuencia que ha merecido el nombre de divino, y de esto ha surgido el proverbio de “elegir un árbol para colgarse”.”
Incluso fue pintada por Teodoro en actitud pensante, según nos cuenta Plinio, libro XXXV, cap. XI
De su obra no nos ha quedado nada. ¡Nada tiene de extraño!
Laercio nos dice de ella que fue meretriz y que habitó con Metrodoro. Que tuvo un hijo y una hija. Para Ateneo, esta hija se llamó Danae y ejerció la prostitución como su madre. Sabemos que Leoncio mantuvo correspondencia con Epicuro, del cual conservamos unas líneas en las que alaba con alegría la recepción de una carta suya:
“¡Dioses inmortales, pequeña Leoncio, con cuánta aclamación y aplauso leemos tu carta!.” X, 5.
Y Ateneo, XIII, 597a, la hace amiga de otros más.
En cuanto a su relevancia dentro de la escuela, Hibler. R. hace a Leoncio directora de la escuela por un tiempo, y mantiene, no sin error, que es la primera escuela en la historia que concede una posición de instrucción y liderazgo a la mujer[1].
No conozco fuentes que la hagan dirigiendo la escuela; sí en cambio sabemos que Theano sí la dirigió junto a dos de sus hijos. Arete de Cirene dirigió la escuela Cirenaica tras su padre. Otras directoras ya posteriores fueron Sosipatra e Hipatia. Así pues, Theano y Arete son anteriores.
Fragmentos - Textos:
16. Tuvo muchos y muy sabios discípulos, como Metrodoro (Ateneo, Timócrates y Sandes)(710) Lampsaceno, el cual, desde que lo conoció, jamás se apartó de él, excepto seis meses que estuvo en su casa, y se volvió luego. Fue Metrodoro hombre en todo bueno, como escribe Epicuro en su testamento inserto arriba, y en su Tercer Timócrates. Siendo tal como era, casó a su hermana Batide con Idomeneo, y recibió en concubina a la meretriz Ática Leontio. Era constantísimo de ánimo contra las adversidades y contra la misma muerte, según dice Epicuro en el Primer Metrodoro. Dicen que murió siete años antes que aquél, a los cincuenta y tres de su edad. En efecto, Epicuro mismo, en el testamento puesto arriba, lo supone ya muerto, encargando encarecidamente el cuidado de sus hijos. Tuvo Metrodoro en su compañía a su arriba dicho hermano Timócrates. Los libros que escribió Metrodoro son: A los médicos, tres libros; De los sentidos, a Timócrates; De la magnanimidad; De la enfermedad de Epicuro; Contra (711) los dialécticos; Contra los sofistas, nueve libros; Aparato para la sabiduría; De la transmutación; De la riqueza; Contra Demócrito; De la nobleza.
3. Dicen que andaba con su madre girando por las casucas y habitaciones populares recitando versos lustratorios, y que enseñó las primeras letras con su padre, por un estipendio bajísimo. Que prostituyó a uno de sus hermanos, y que él se servía de la meretriz Leontio. Que se arrogó los escritos de Demócrito acerca de los átomos y los de Aristipo acerca del deleite. Que no fue ingenuo ni legítimo ciudadano, como lo dicen Timócrates y Herodoto en el libro De la pubertad de Epicuro. Que en sus cartas aludió indignamente a Mitres, mayordomo de Lisímaco, llamándolo Apolo y rey. Que ensalzó y aduló a Idomeneo, a Herodoto y a Timócrates, que habían explicado sus dogmas hasta entonces oscuros; y lo mismo hace en las cartas a dicho Leontio, por estas palabras: «¡Oh Apolo rey, amado Leontillo, cuán grande alegría y conmoción llenó mi ánimo leída tu pequeña carta!» Y a Temista, mujer de Leonteo, le dice: «Estoy resuelto a ir corriendo a cualquiera parte que me llaméis vosotros y Temista, caso que vosotros no vengáis a verme.» Que a Pitocles, que era muy hermoso, le dice: «Aquí estaré sentado esperando tu ingreso divino y amable.» Que en otra carta a Temista cree persuadirla, como dice Teodoto en el libro IV Contra Epicuro. Que escribía a otras muchas amigas, singularmente a Leontio, a la cual amaba Metrodoro.
[1] Javier Antolín Sánchez: influencias éticas y sociopolíticas del epicureísmo en el cristianismo antiguo. Tesis de doctorado, Universidad de Valladolid. Hay copia en línea.