Julia Domna, busto de la Glyptotheka de Múnich
Julia Domna es otra de las mujeres importantes ligadas a la filosofía. Mujer inteligente que al menos en dos ocasiones de su vida, desilusionada por el alejamiento de su actividad política, se refugia en la filosofía como una mecenas de filósofos y científicos, entre los que se encontraban el médico Galeno y probablemente Diógenes Laercio, de quien sospecha Rosa María Dávila Iglesias[1], que pudo ser la mujer a quien dedicó sus Vidas….
Nace en 170 de nuestra era, en Siria, pero recibe educación y posee una cultura griega. Azares astrológicos hacen que se case con quien será posteriormente Emperador: Severo. Tiene dos hijos con él: Caracalla y Geta.
Julia Domna, Severo, Caracalla y Geta.
En el ámbito político fue brillante. Es ante todo, una mujer política. Participó activamente con su marido en cuestiones de gobierno, acompañándolo también en sus campañas militares, así como con sus hijos cuando éstos alcanzaron el poder, hasta que al final la tragedia y la ignominia la sitúan coparticipando con Caracalla en el poder.
Fue activa y no se quedó en el papel sumiso de mujer del emperador. Recibió los mayores títulos honoríficos, ligados siempre a lo que la feminidad podía conseguir y fue pionera en vincular su imagen y la de su familia femenina en primer plano, principalmente en monedas y escultura.
FUENTES:
En cuanto a las fuentes, contamos como fuentes directas a Filóstrato y a Dion Casio, quien dice de ella que empezó a filosofar y pasaba los días con los sofistas, Historia Romana, libro LXXV.
Filisco la llama “la filósofa Julia”.
Filóstrato la llama filósofa en la carta 73. Filóstrato fue el encargado de educar a los hijos de Julia Domna y a quien, parece ser, influyó Julia para que escribiese un libro sobre un neopitagórico del siglo I d.C. El libro se tituló Viaje de Apolonio de Tyana; esto hace suponer que Julia Domna tuviese una tendencia pitagórica.
COMO FILÓSOFA:
La encuadramos dentro de las filósofas por su mecenazgo de la filosofía y la ciencia, en general.
APOYO A LA CULTURA ENTRE 202 Y 204. Aunque ella fue principalmente una mujer política, un hecho en el que es acusada de infidelidad hace que se retire entre el 202 y el 204 al estudio y la filosofía; allí se rodeará de un grupo de intelectuales: sofistas, geómetras, poetas, eruditos, médicos como Galeno y astrólogos, que le valdrá la fama de filósofa, como citarán Filóstrato, Dión Casio y Filisco.
Apoyó al filósofo Filisco de Tesalia en la cátedra de filosofía de Atenas durante siete años.
Eligió a Filóstrato de Lemnos como educador de sus hijos.
APOYO A LA CULTURA ENTRE EL 212 Y EL 217. Tras un paréntesis de nuevo, dedicado a la política, en 212 volvió a la filosofía: científicos y filósofos la frecuentaron. Este período es más desconocido aun que el anterior, pero finalizó en 217 cuando decidió su suicidio mediante inanición.
En el discurso de Dión Casio por su muerte, se destacó su inteligencia y su interés por la oratoria sofística y la filosofía.
Hay quien ha querido ver por analogía, en este periplo, algo parecido a los salones franceses de la Ilustración o al contexto de Cristina de Suecia, en la figura de una mecenas que potenciaba la cultura.
CONCLUSIONES:
A pesar de la reserva de los romanos hacia la filosofía, Julia Domna restauró el interés por la filosofía y la investigación. Esta tarea de mecenazgo ha hecho que pase a la historia como “la filósofa”; pero lo cierto es que no se le conoce ningún escrito, aunque a tenor de la historia filosófica de las mujeres, no creo ni tan siquiera que nos hubiese llegado algo.
También es notorio el aprecio y reconocimiento que Filóstrato tiene de ella, ya que para destacar el interés de Julia por la retórica, la compara con Aspasia de Mileto, famosa por sus dotes retóricas y su belleza.
Pero a Filóstrato, aunque la llama filósofa, no se le ocurre ponerla en su selección de filósofos sofistas; el “olvido” no sólo afecta a ella, sino que en su libro Vida de los sofistas, no es capaz de encontrar en la historia de la filosofía a ninguna mujer que hubiese merecido el título de sofista, ni siquiera Aspasia, figura reconocida por su retórica por parte de Filóstrato. De los 53 sofistas censados por Filóstrato en su libro, ninguno es mujer. Bien es cierto que no conocemos hasta el siglo II a muchas mujeres que tuviesen ese perfil, pero sin lugar a dudas, Aspasia de Mileto bien merecía haber sido incluida.
En este friso se ve en la escena central a Severo estrechando la mano de sus hijos Caracalla y Geta. A la izquierda puede verse a la augusta Julia Domna con su característica mata de pelo o peluca.
[1] Rosa María Dávila Iglesias, Julia Domna Oriente en Occidente, pg.225-253, en Mujeres de la Antigüedad, ed, Jesús de la Villa, Edt: Alianza.