Yemen 2005

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25/03/05 – 03/04/05

25/03/05

6:30 a.m. salimos del aeropuerto de Barcelona hacia Frankfurt. Llegamos allí a las 8:40. En el aeropuerto nos entretenemos mirando tiendas y degustando unos deliciosos bombones Lindt que un cocinero está elaborando allí en dos grandes ollas. A las 13:15 salimos de Frankfurt para hacer escala en el Cairo y partir de allí (¡solos en el avión de 300 plazas!) rumbo a Sanaa, a donde llegamos a las 23:25.

Ali, el conductor, nos espera en el aeropuerto y nos lleva al hotel (Taj Talha) en el casco viejo de Sanaa. La entrada es espectacular. El ambiente mágico de la ciudad nos envuelve nada más llegar.

26/03/05

Salida del sol desde el terrado del hotel. Vistas de toda la ciudad.

Paseo por Sanaa. Me pierdo, con tanto callejón sin salida. Comienzo a notar que no llevo un buen desodorante, pues todas las mujeres (con velo), salen corriendo o se apartan en cuanto me ven. La gente es muy amable. Veo una fila de mujeres con cartillas de racionamiento (creo) ante un militar.

Nos reunimos con Mohammed, el adalid de la agencia, que nos da la bendición para el viaje.

Nos vamos sin más dilaciones a Marib. Por el camino nos paramos para la primera ingesta de Qat (la droga que se meten en el moflete durante toda la tarde para estar contentos). Es todo un mercadillo especializado, con los puestos a un metro del suelo y el puestero dentro de él sentado con las piernas cruzadas. Veo un maravilloso vuelo de pájaros de colores que resulta que son ¡bolsas de plástico! Aquí se juntan dos constantes durante todo el viaje: los tornados (siempre se ven, ¡hasta siete! En lontananza), y las bolsas: campos enteros de bolsas, calles asfaltadas de bolsas. Bolsas y porquería por todas partes (aún así, hay que reconocer que como las bolsas son rosas, aún quedan bonitas…).

En uno de los controles (en cada control damos una fotocopia de un permiso que pidiera la agencia antes de llegar nosotros), se nos monta un soldado para hacernos de escolta por todo el camino hacia Marib.

Bien, y llegamos a Marib. De ahí nos vamos a las presas, antigua (750 a.d.C.) y nueva (1.980). En la nueva me hago unas fotos con unos simpáticos comedores de Qat, que más bien parecen sacados de un video de Al Qaeda. En la presa antigua, compro el sello con la imagen de Salomón, la Reina de Saba y Menelik.

Seguimos el viaje hacia el templo del Sol, o templo de Bilqis. Está todo vallado, así que solo es posible hacer una foto desde lejos por entre las rejas. Bastante decepcionante.

Después vamos al Trono de Bilqis o Templo de la Luna. Aquí podemos entrar. Sorprende que se conserva la escritura por todas partes, aunque no hay guías para explicarlo, lo cual me apena.

Ambos templos dicen que son de la Reina de Saba, pero según la guía son posteriores. El estado de las excavaciones y las preguntas a varios personajes de allí indican que no hay mucho interés en rescatar ese pasado glorioso (a no ser, como en Egipto, por el puro interés de recaudación turística, de momento no presente).

Vamos a Old Marib. Allí encontramos una chiquilla muy hermosa que se presta a hacer fotos, y nuestro compañero soldado se liga a una lugareña.

Vamos a Marib. Cenamos y al Hotel. El hotel es megachupiguay de cinco estrellas y piscina québien.

27/03/05

Recogemos al beduino que nos tiene que guiar por el desierto (otro Ali: aquí son casi todos Ali o Mohammed). Nos vamos con él, aunque antes de internarnos pasamos por unos pozos de petróleo y por una gasolinera Mad Max donde vaciamos las ruedas a los vehículos.

Me voy yo con el beduino, que se encanta con unas dunas y me da un susto haciendo unas cabriolas con el coche por ellas, en plan montaña rusa.

Seguimos. Sonia empieza a conducir, ante la grata sorpresa de los soldados de los controles.

Llegamos a Al Hajjarain, preciosa ciudad en la montaña. Subimos hasta lo alto, acompañados de unos chicos muy simpáticos. Aquí no se pide dinero. En todo caso, fotografías, aunque cuando te las piden las niñas, entras en un juego de sacar la cámara, ellas se esconden, guardas la cámara, salen otra vez, te piden la foto, etc.

De vuelta, pasamos por Shibam, aunque no nos paramos.

Vamos a Seiyun, y paseamos de noche antes de ir al hotel, que es otro megachupiguay, pero donde nuestro chófer tiene que dejar el kalashnikov y la pistola en recepción, pues están prohibidas las armas en ese sitio.

Allí nos enteramos de que el beduino que había venido con nosotros por la mañana ha muerto en accidente con el coche. Charlo con Ali en la piscina del hotel.

28/03/05

Estresamos al camarero del hotel pidiéndole tortillas.

Nos vamos a Tarim, donde visitamos el palacio de Umar Al Ahqaf, o Palacio Ishsha, con sus hermosas ventanas, el minarete de 50 m de la mezquita de Al Muhdar, el más alto del sur de Arabia. Visitamos también la biblioteca Al Ahqaf, preciosa, con gratas antigüedades y una de las más importantes del mundo musulmán.

Visitamos el mercado, sorprendidos por la cantidad de pescado que hay, a tanta distancia de la costa. Encarna se marea.

Vemos también el cementerio, pero por afuera, ya que un celoso guardián vigila la entrada.

De vuelta a Seiyun, nos paramos en la tumba de Ahmed Bin Isa, descendiente directo de Mahoma, y en una fábrica de ladrillos de adobe.

En Seiyun visitamos el Palacio del Sultán (Museo Nacional), lleno de fotos de exploraciones antiguas y buenas vistas. Descubro la biblioteca y paso un rato platicando con el bibliotecario sobre la incongruencia de pensar que Jesucristo era hijo de Dios y no un profeta, como Mahoma.

Me doy un paseo por el casco antiguo de Seiyun. Un policía intenta enviarme al hotel, pero le digo que estoy muy bien paseando y me da carta blanca. Me quedo un rato con un grupo de críos jugando, hasta que aparece el dueño de la casa, que me invita a comer, y me voy hacia el hotel, pues ya es tarde.

Vamos a Shibam. Paseamos. Visitamos una casa típica. Compro las cerraduras, y nos vamos a ver la vista del atardecer desde la colina. Es muy maja, pero no podemos quedarnos a ver la luna llena sobre la ciudad, porque Encarna está enferma.

Volvemos a Seiyun, donde ceno en la piscina un buen plato de atún y un twix caducado, que me cambian por uno nuevo.

29/03/05

A las 3:45 nos levantamos para ir a Sanaa.

Realizamos diversas paradas, para llegar por la tarde, a tiempo de darnos un buen paseo al atardecer, visitando el fantástico zoco, donde compro una jambia por 1000 riales (4 euros, con funda y todo) y una chica que ha estudiado en Cuba se nos acerca para pedirnos un tratamiento para la piel, que derivamos a Sonia. Antes de eso, habíamos paseado por una calle llena de tiendas ¡HORRIBLES! De bodas, llenas de sillones con flores y lucecitas de navidad de colores espantosas. Después paseamos por tiendas de ropa, de colores chillones, que no sabemos cuándo y dónde se los deben poner, ya que hasta ahora sólo las hemos visto vestidas de negro.

Vamos a ver a Mohammed, que tiene el DVD de Bowling for Columbine sobre la mesa y una pelota enorme de qat en el moflete.

Compro las postales y nos vamos a cenar a un local típico yemení, donde comemos un pescado muy bueno que sirven sobre unos diarios encima de la mesa.

Paseamos por el mercado nocturno de frutas de Sanaa.

30/03/05

Valle del Wadi Dhahr: una maravilla para la vista. Desde allí podemos ver Dar Al Hajjar, el Palacio sobre la Roca. Visitamos el Palacio, construido en 1930 por el Imam Yahya como residencia de verano. El paseo por las habitaciones es hermoso, y las vistas desde su terraza extraordinarias.

Desde allí nos vamos a Thula, ciudad muy turística, donde todos los niños saben muchísimas lenguas y ¡castellano! Es extraño que en sitios como Sanaa, que es la capital, no conozcan para nada el castellano, y que aquí, no solo esta lengua, sino también muchas otras, sean oficio de chiquillería. Paseamos por la ciudad, preciosa, con el sabor auténtico de la edad media: la muralla, la visión de la escuela de mujeres, las calles de piedra, con sus amables habitantes… Por primera vez nos encontramos, eso sí, mercadillo de turistas.

Seguimos hasta Hababa, ciudad derruida por la guerra. Recuerda a Leningrado, excepto por la mierda que se acumula sobre los escombros.

Vamos a la otra Shibam, la del norte, donde lo más apetecible son las cuevas prehistóricas sobre la ciudad.

Subimos al mirador de Kawkaban, por una carretera nueva pero empinadísima, y con nuestro glorioso conductor tomando las curvas sin visibilidad por el carril contrario. Acabo mareadísimo, pero la vista desde allí merece muchísimo la pena. A 3000 metros, la llanura extendida ante nuestros ojos es inabastable. Eso sí, la antena de telefonía que están construyendo destroza todo la vista de la ciudad sobre la montaña.

Extraordinario paseo hasta Al Hajjarah, ciudad en la cima de una montaña en medio de otras muchas, verdes como el Macchu Picchu.  Paseamos corriendo por la ciudad, ya que se está haciendo de noche, y subimos a un edificio enfrente, casa de uno de los guías, para verla mejor. Sufro un mareo terrible y me bajo. De vuelta al funduq de Manakah, donde se prepara una fiesta para turistas, me meto en el catre directamente hasta el día siguiente.

31/03/05

Seguimos por la región de Tihama: se nota que es patrimonio de los inmigrantes que han cruzado desde el África: las mujeres van destapadas y con colores, dañinamente para la vista, vivos. Eso sí, son negras y el estilo de vestirse, aparte de los colores y el velo, es muy musulmán. Las casas son también africanas: chozas con techo de paja.

Paramos en un Hamman, o baños, donde no apetece nada bañarse por más calor que haga, y continuamos hasta Zabid: allí comemos tranquilamente en unos divanes, enseño unos juegos a los contertulios (vasallo, verdugo y rey, con una moneda, y descubrir al asesino (que guiña el ojo)) y, mejor que peor, pasamos el rato hasta visitar la ciudad, acompañados de unos críos que se lo pasan bomba hasta que les decimos que no hay pasta. Entramos en algunas casas de la ciudad, que parece bastante colonial, donde vemos que la gente está estirada sobre unas literas de un metro de altura.

Vamos para abajo, hacia la costa: llegamos a Al Khawkha, donde todo sería maravilloso si no fuese por la cantidad de porquería que se acumula en la playa.

Veo la puesta de sol, un ave suspendida en el aire comiéndose el pez que acaba de pescar. Este sitio, aparte, es una gran reserva de aves zancudas. Por la noche me voy a un bote que hay en la marisma y allí tumbado me quedo mirando las estrellas y las bandadas de pájaros blancos y escuchando a las aves hasta las tantas.

1/04/05

Visito a las aves zancudas por la mañana. Para desayunar, tenemos decenas de cuervos mirándonos y unos halcones, uno de los cuales ha arrebatado el pan a Maria Ángeles antes de llegar yo.

De camino a Mokha, paramos en unas atarazanas, donde un niño lava una cabra mientras otros juegan a fútbol, y en un poblado africano, donde estamos un rato con su gente y vemos que las cabañas africanas, por dentro, están decoradas de forma bastante parecida a Zabid, con las literas a un metro de suelo.

Llegamos a Mokha, conocido por el café del mismo nombre. Es un poblado portuario precioso, con un agua verde turquesa extraordinario y una gente extraordinariamente sencilla y amable, con la que da gusto estar. Un arabio-saudiense de visita con su familia se ofrece a hacerse fotos con toda su extensa familia.

Taiz: pedazo de ciudad, grandiosa, aunque con pocos alicientes para el turista ávido del encanto de lo antiguo. Por allí caminamos, veo a la gente salir de la mezquita, visitamos las tiendas del mercado. La gente es amable y hospitalaria.

Por la tarde vamos al castillo, donde unas vistas extraordinarias de la ciudad de noche y el canto de los imanes me hace sentir el hálito de la espiritualidad de esta tierra.

Compro la Jambia que me faltaba (el de la tienda me dice que soy un buen regateador (¡pero si no he hecho nada!).

2/04/05

Jibia: el palacio de la Reina Arwan es precioso (bueno, lo fue, aunque se aprecia todavía su grandeza). Paseamos por allí acompañados de unos niños vestidos de comunión con flores. Se nos deja entrar en la mezquita, donde el Iman nos enseña (desde la puerta) el sepulcro de la Reina. Agradecidos, nos vamos.

Pasamos por Ibb, y volvemos a Sanaa.

Allí descubriré (por pura casualidad) la zona del gremio de los herreros en el zoco, y podré comprar (por fin) la lámpara. Compro también un Corán minúsculo, la funda de la Jambia, y los otros recuerdos.

Me voy a cenar, cambio los dineritos que me quedan, y ya para el aeropuerto.

Alí nos da la benedicción y no hay más contratiempos hasta volver el día

3/04/05

A las 11:50, a Barcelona.

Conclusión:

País maravilloso, con ciudades y gente extraordinaria. Con demasiada porquería y poco cuidado por las construcciones tan grandiosas que en otro tiempo fueron perla de oriente y que hoy, poco a poco, se van desgastando.

Virgen para el turismo, respetuoso, cálido, aunque desorganizado, apático y sucio. Realmente, un descubrimiento para los sentidos. Con un poco más de tiempo, sería conveniente y acertado profundizar en los pueblos de las montañas, en la zona de Kawkaban, y en la costa, donde dicen que simplemente haciendo snorkel divisas miríadas de peces de colores.