La información líquida (Parte 2 de 3): La realidad de la información en las empresas

Y aquí mis comentarios y reflexiones, puramente personales:

Estoy plenamente de acuerdo en los pensamientos de Bauman (o más bien en la visión, ya que creo que es más observador que pensador) en que en la sociedad que vivimos se fomenta la novedad y el cambio constante. Que todo es un usar y tirar, desde los electrodomésticos hasta las personas. Los sentimientos son necesarios pero hay que focalizarlos en la distancia (ayudamos a un niño del tercer mundo, comprando agua de una marca determinada, para limpiarnos la conciencia, y no ayudamos al vecino que tiene un problema. Nos preocupamos del fútbol, de los chicos del gran hermano y de la niña Madeleine, pero cuando nos viene un amigo con un problema no sabemos qué hacer). Y esto, que comienza cambiando de móvil cada 6 meses, acaba afectando a todos los ámbitos de la vida.

Entre ellos, la información y el conocimiento.

Entre sus tesis, Bauman incluye la carencia del valor del esfuerzo o de la preocupación: adelgace sin hacer ejercicio, comida prefabricada, todo está muy lejos…

Y aquí vengo yo y la información y el conocimiento en las empresas: ¿realmente vale la pena guardar y organizar todo tan bien en una empresa?

La investigación pertenece al mundo académico, donde ya muchos teóricos comienzan a criticar que es una fábrica de teoría sobre teoría sobre teoría sobre teoría, que ha acabado a una distancia sideral de la realidad, de la sociedad civil y del mundo empresarial, entre otros.

Para realizar todas estas teorías (en muchos casos, meros juegos de palabras sobre lo que había dicho otra persona), es necesaria información, cuanta más mejor, y que esté bien organizada para encontrarla. Y además hay que demostrarlo: he llegado a ver libros que parecían más una bibliografía sobre un tema determinado, que una aportación nueva. Tantas referencias llegaba a hacer el autor.

Pero en el mundo empresarial, esto no es así, y cada vez menos. En el mundo empresarial, se investiga muy poco. Y en un país más de servicios que de productores, donde no se valora lo excelso sino la chapuza rápida, y donde no hay incentivos para la modernización, todavía se investiga menos. La gente quiere cosas baratas y rápidas: ¿para qué vas a hacer algo de calidad, que dure, si en dos días la gente se va a cansar y va a comprar otra? Por un parte, la sociedad tira del “lo quiero rápido”, por encima del “lo quiero para siempre”.

Y por otra, la investigación se está viendo afectada por el líquido: poco esfuerzo, no preocupaciones, si lo haces mal así tendrás trabajo más tiempo…

En las últimas empresas que he trabajado, con decenas de técnicos, los estudios y proyectos se hacían durante una noche, consultando cuatro páginas en internet. ¿Para qué más?: la mitad de las veces no llegaban a ninguna parte (el jefe no se los leía, o no se aprobaban), y el resto de las veces, como el técnico que hace el proyecto no tiene que llevarlos a cabo, que el problema lo tuviese el pobrecito que tuviese que instalar la antena: fuera preocupaciones! Otro caso era que se llevase a cabo, pero con tantos recortes (presupuestarios, de cualificación porque he de contratar a un amiguete, etc), que tampoco valía la pena hacer el proyecto mejor.

Los call center, cuanta menos información tuvieran, mejor: así no metían la pata. Y a las malas, se externaliza, y así ellos reciben las broncas y jamás te llegan a ti.

Y volvemos: ¿para qué va una empresa a gestionar bien su información de proyectos e investigación? (aquí me refiero sólo a ese tipo, no a la contable). Donde estoy ahora, en 14 años no se ha hecho y sí, para mí esto genera: no experiencia acumulada, repetición de errores, duplicidad de trabajo… pero eso significa trabajo para más gente durante más tiempo. ¡Y la organización no se ha hundido!

Cuando un técnico quiere hacer un proyecto nuevo, mira superficialmente la información (poca) que pueda conseguir, y se pone a teclear. En las oficinas diáfanas, o abiertas, no hay espacio para la reflexión, entre la gente que habla por teléfono alrededor tuyo, la que pasa… por no decir que si el jefe te ve “sin hacer nada” (reflexionando), te puede mandar más trabajo.

Tampoco les sirve la información de hace diez años, porque sólo de la información de ultimísima hora, y sin contrastar, podrá ponerse al día de lo que pretenda hacer. Y lo anterior no importa.

En mi organización, cuando me preguntan: sistemas de regadío en poblaciones con malaria. ¿Les doy los libros que hay en nuestra pobre biblioteca de hace 15 años, me voy a la Wikipedia, o me voy a la librería o a la biblioteca especializada más cercana? ¡Si ni siquiera les interesa lo que hizo el técnico anterior hace 3 años! Eso contando con que este guardó su información en una carpeta personal no se sabe dónde, y que tampoco hizo traspaso a un sustituto que no llegó a conocer.

Los programas informáticos que utilizas hoy han de ser actualizados constantemente, no porque sea necesario, sino por el afan de “estar a la última”. Y eso contando con que el nuevo jefe no venga al cabo de 5 años diciendo que aquello ya está desfasado y que ahora se habla de la gestión de la nebulosa mística, y que hay que ponerse a ello.

Y al final acabamos invirtiendo más tiempo y preocupaciones con los últimos cachivaches, que gestionando información.

Continúa en: La información líquida (3 de 3): ¿Qué podemos hacer?

Publicado en RecBib, 03/02/2009