De tu cuerpo envuelto en sombras

Has de saber

que a pesar que no te tengo,

aún siento tu piel.

Aún aspiro el olor de tu perfume

en el aire de la noche.

Aún oigo tu voz

en el eco lejano del espigón del puerto

(confundiéndose con la campana del faro).

Aún siento tus dedos

acariciando mis labios

(almohada que tibia fue de mi mejilla).

Y aún veo tus ojos en la inmensidad

del cielo sereno de la noche.

Y aún te echo de menos

(como habrás notado),

y al tirar una piedra al mar,

las ondas me devuelven el recuerdo

punzante inalcanzable de tu pelo.

 

NANA DE ESPERANZA:

No me llores, niña, no me llores,

Como si fueras un sauce regando las flores,

Como si fueras la aurora despidiendo la noche,

No me llores, niña, no me llores.

Sonríe, princesa, con la boca llena,

Como si saboreas deliciosa cereza

Como si saboreas la dulce agua fresca,

Sonríe, princesa, con la boca llena.

Que las estrellas del cielo brillan todas para ti,

Que el día se ha apagado y ahora tienes que dormir,

Que el sueño te espera en su torre de marfil

Para llevarte en volandas a tierras por descubrir,

Donde escucharás los versos de los labios de Apolo,

Donde volando en alfombra te saludará un moro,

Donde el pirata manco te enseñará su tesoro

Y donde el caballo Pegaso te dejará ver su potro.

Y cuando vuelvas de día me contarás tus hazañas,

Peleando a la muerte con su propia guadaña,

Agriando la leche a la bruja más mala

Y matando dragones a mandobles de espada.

No me llores, niña, no me llores,

Cuando amanezca solo habrá soles,

Al ver despertar a la dulce princesa

Que sonríe, como tú, con la boca llena.

 

DESTEMPLANZA

Te cojo las manos y están heladas

¿Qué te pasa?

“Destemplanza”

Tiemblas aterida y arde tu cara

No dices nada

Destemplanza

Destemplanza

Ven aquí, anda

Con mis brazos te hago un nido

Destemplanza

¿De qué? Habla…

“No lo sé. Tápame. Sólo tengo frío”

 

Sabes:

No se si sabes,

No se si no sabes.

En nuestra inconsistencia

Hay inconstancia en el todo

Tú juegas al sencillo juego del complicado

Yo aliento el juego etéreo de lo inane

Hay algo más que la noche triste.

Está la inmensa, misteriosa, dulce atracción

De la luna llena

Estás tú

Y estoy yo.

Y ante la ignota soledad de lo creado

Te contemplo

Te mezo

Te hundo en la mirada

Y a pesar de todo te amo

A pesar de todo te envuelvo

Y entre las campanadas de tu risa

La mía se pierde en aguas varadas

 

Delfín de plata

Sobre la luna dormido,

¿hacia dónde cabalgas

en noche sin luna,

en un mar negro

sin ola ni espuma?

Quizás te enamoraste

De un mascarón de proa

Y sigues su busca,

A pesar del tiempo.

Quizás seas tú esperanza

En un mar de sombras.

Delfín de plata,

Que tu lomo arqueas

En eterna danza,

Sigue en el cielo,

No bajes:

Eres la  única luz

En la noche callada.

 

1

El amor es como un río

que va lamiendo las riberas

del bosque que bebe de su alma

2

El amor es como el Sol cuando amanece

naciente estrella de fuego eterno,

llenando el alma que llora de arco iris.

3

El amor es como un lago

donde nadan las ondinas,

donde la luna se baña,

donde la muchacha de trenzas de oro

lava su cara de nácar.

4

El amor es cada uno de nosotros,

latiendo intenso en cada corazón,

brillante estrella en la niña del ojo,

rompiendo suave en miles de besos

como dulces mariposas

 

Recuerdo una noche entre todas,

Recuerdo el susurro del viento

Recuerdo la luz de la luna

Y estrellas luciendo en su pelo

Recuerdo la arena y las olas

Y una luz guiñando en el puerto

Y recuerdo el tiempo parado

Haciendo un favor pasajero.

Recuerdo tu cara morena

Entre tu pelo de paja

Recuerdo tus dientes de perlas

Entre la luna acostada

Recuerdo los lagos profundos

De enamorada mirada

Y recuerdo también la mano

Que la mía entrelazaba.

Recuerdo asustado y temblando

Los labios del primer beso

Recuerdo una lágrima dulce

De un lago negro cayendo

Recuerdo tu cuerpo mecido

Abrigado entre mi pecho

Y recuerdo una ola furiosa

Salpicándonos por celos.

Recuerdo delfines saltando

Desde la luna hasta el agua

Recuerdo ballenas muriendo

Varadas en una playa

Recuerdo la estrella del Norte

Que entre la bruma buscabas

Y recuerdo la Osa en el cielo

Que nuestro amor cobijaba.

Recuerdo… recuerdo tantas cosas…

De ti, de tu cuerpo entero…

Pero nada recuerdo tanto

Como tu voz al decir: “Te quiero”.

A LA NIÑA QUE ME ARREBATÓ LA MAR

medusas de perlas

claveles marinos

hacedle una cama de algas

a este cariño mío,

Para que cuando del mar

se tumbe en el lecho

sienta correr suave

la calma entre su pecho

Bonitas mantas rayadas

tapar su cuerpo y su frente

que no vaya a tener frío

la dulce hada durmiente

Sirenita, por qué lloras

¿no te gusta la amapola?

Has de saber que en el mar

las lágrimas se tornan olas

que iran a besar los pies

del que allí tanto te añora

Llora, sirenita, llora

pues cuantas más lágrimas corran,

más dulce será el sonido

que brotará de la caracola

cuando aquél que allí te espera

la escuche cuando esté a solas

 

Si cada centímetro de tu piel recorrer pudiera,

en una noche de sombras,

envuelto apenas en niebla,

como camisón de terciopelo,

como una venda de seda

enrollándose a tu cuerpo,

conocer cada rincón de ese mundo

rozarlo con el peso de una pluma apenas.

Recorrer el lecho palpitante

de tu cuerpo amante con el mío.

Conocería cada sima, cada valle, cada túmulo.

En la ardiente complicidad de la noche,

dos gasas de tul se unirían:

Tu cuerpo y el mío:

Dos rayos de luz fundiéndose en uno solo,

para brillar con tanta intensidad

que haría daño a los ojos.

Descubrir el código de entrada,

los resortes secretos,

el lenguaje de los cuerpos

más allá de las palabras,

la dulce comunión de dos lenguas de fuego

que sin quemar abrasan.

¡Oh, Dios! ¡Cuánto deseo encontrar

en tu cuerpo la mañana,

crear un río con mis dedos

en el valle de tu espalda,

que de pecho en pecho

mis labios volaran

encendiendo el furor salvaje

que nuestros cuerpos reclaman,

uniendo nuestras dos bocas,

nuestros dos pechos,

nuestros dos afluentes de vida

hasta estallar con furia de ola

al espolón de la galera,

embistiéndonos, recorriéndonos,

palpándonos con cada poro

de nuestra piel,

engarzando millones de perlas

de sudor de rabia sin hiel,

cabalgar silente el manto

verde del valle de tu Edén.

Penetrar la montaña de vida de ese árbol que cobija,

y estallar el volcán que desde las entrañas palpita,

y cuando la lava ardiente te recorra sin prisas,

en ritmo pausado de paz infinita,

crear un nido de amor en tu regazo

para dormir abrazado a tu sonrisa.

 

Cómo he soñado contigo esta noche

soñaba que como fantasma atravesabas las paredes

y venías a mi cama

y tu camisón de seda

entre luz divina de niebla flotaba.

y tu cabellera sutil

se mecía en el aire, como si fuera

más volátil que el viento.

Cómo he soñado contigo esta noche

En un hipocampo gigante me montabas,

y cabalgábamos entre las estrellas,

golpeándolas con la mano,

con sonido de cascabeles celestiales.

Y en la luna creciente nos parábamos,

y te mecía entre mis brazos

mirando la tierra a lo lejos.

Cómo he soñado contigo esta noche

¿Por qué no has venido?

Bajo la luz de la noche

te estuve esperando

y al llegar la madrugada

triste y solo me ha encontrado

triste, solo y aterido,

solo, aterido y llorando.

 

MUJER EN LA VENTANA

Luz serena entregada a la tarde,

en tu balcón de rejas el cielo te lame.

Las flores moradas alumbran tus ojos

la blanca cal oculta tu talle.

Eran tus amores más libres que el viento,

tras besos robados en promesas de agua

como golondrinas alzaron el vuelo

tornando tus rejas en tétrica jaula.

Pasaron los años tras esa ventana,

y aún recuerdo sorprendido

una estatua que lloraba

en un jardín a sus pies extendido.

 

Cuando salgas a pasear de madrugada

hollando con tus pies la arena tibia

y oigas a lo lejos las campanas

que espantan las gaviotas entre risas

Saluda por mí a la luz del alba,

despide por mí a la luna llena

y entre formas miles de colores

todavía sabré que allí me esperas.

Y el rumor del mar tendrá tu nombre

y la brisa fresca tu olor de chica

y cada estrella desde el cielo,

y el sol que sigue brillando arriba

me traerán tu esencia en la distancia

suspirando por volver a ver tu risa.

Y en la proa de la lejanía y del tiempo,

abrazado a un mascarón sustituto infame

entre tantas madrugadas frías

no podré dejar de amarte.

Llora pues en esa cala, llora,

te prometo pasar los días

buscando tu lágrima entre las olas.

 

Por el camino del alba,

una voz me despertaba:

"Puñales son los que llevo,

puñales son los que ofrezco.

Llevo puñales de plata

clavados dentro del pecho,

que relucen como el sol,

tan helados como el cierzo..."

Y el lago que yo llevaba

sin presa empezó a fluir.

Y la voz que allí cantaba

a poco se acercó a mí.

"Puñales son los que tengo

puñales son los que ofrezco:

si de mí los desclavaras

te quedarías en mi pecho"

Y al ponerse el sol, callados,

nos encontró de la mano,

ella ya sin puñales,

yo ya sin presa ni lago

 

A veces vuelvo a la infancia y recuerdo:

El aire envuelto en risas de niños,

el atardecer que doraba los campos,

la languidez extraña del amor soñado.

He descubierto que todo aquello,

que envolví de rosa en miles de versos,

no murió en la madurez del alma:

Cada amanecer es nuevo,

las risas de los niños siguen sonando,

y los amores, siempre por sorpresa,

siguen pasando…

 

Soledad y sombra en la albada serena

Dos potros dos, al abrigo del camposanto,

beben agua del arroyo

En el cielo dos estrellas, cansadas de velar la luna,

en un momento se duermen.

Qué queda en el camposanto,

quién queda para mirarlo:

sólo dos ojos fríos,

mudos de tanto espanto.

Gallo canta un nuevo día;

en su veleta, su hermano de hierro

apunta al Sur,

adonde van los pájaros que emigran.

Sueño que vence al peso,

traerás fantasías y recuerdos

de aquél amor alado

que dejó vacío mi pecho.

Y en la cumbre de la aurora,

allá por el firmamento,

navega el cometa errante

que se lleva los luceros.

Una noche ya ha pasado,

y la mugre y el cieno se juntan

con un día límpido y nuevo.

La quería, era y todavía es cierto,

y cada noche como esta de muerte

me hace llorar su recuerdo.

El Sur, el Sur.

¿Me seguirá allí el aroma de su pelo?

¿Sus ojos de arcanos de océanos enteros?

¿Su risa de aurora y de brisa fresca en fresno?

El Sur, qué anhelo guardo,

el Sur no está tan lejos:

a la puerta de una choza,

al abrigo de una hojarasca,

en una copa vacía con un rastro de labios.

Cómo quisiera olvidarla,

cómo quisiera, y no puedo,

forma parte de mi vida,

y la vida son recuerdos.

 

Aquí sentado en el parque,

como en todos los parques del mundo,

los pájaros traen migajas de pensamientos.

Pienso en tu risa clara,

fresca y juguetona como

el agua de la cascada.

Recuerdo tus ojos negros,

llenos de estrellas fugaces

y de antiguos pensamientos.

Tu pelo jugaba con el aire,

refulgiendo con el sol

de la enamorada tarde.

Y sentado en el parque,

entre las hojas que vuelan,

vuelan tenues los recuerdos.

El aire tibio me envuelve

y el atardecer se posa

sobre el parque suavemente

La ciudad gris se adormece

y llena de motas de luz

la naciente oscuridad

Casi he olvidado que el amor

alguna vez ha existido

o que es algo para mí.

Sentado en el parque,

mirando hacia el ocaso

todo muere y todo nace

Nace la risa del niño entre el llanto.

Nace la noche al morir el día.

Nace la luna al morir el Sol…

Y la esperanza no es sino

el árbol que perdió

sus hojas caducas, y sigue en pie.

Si me vuelvo a enamorar,

amaré con toda el alma,

como la primera vez.

Aquí sentado en el parque,

como en todos los parques del mundo,

los pájaros traen migajas de pensamientos.

Dame un camino claro, polvoriento y pedregoso,

por el que caminar ora bastón, ora de la mano.

Dame un amanecer cárdeno, que cubra los campos

de un manto sangriento y rasgado.

Dame la luna clara en un cielo estrellado,

dame una brizna de trigo para mirarlo acostado.

Y yo te daré a ti mi naturaleza,

mi fuente de amor y mi vida,

porque soy como tú: una aurora que mana

de un corazón abierto que no tiene heridas.

 

Olvido

Ya no sé quién eres

Ya no existes

Hace tiempo me dejaste,

Y aún me duele el corazón

Pero ya no eres nadie.

Solo una punzada profunda y grande.

Tu voz y tus ojos no me hacen daño.

Y sin embargo…

Lloro de noche porque me falta algo.

¿El aire? Doy bocanadas profundas, ahogado.

Y no obstante no eres nadie.

Cómo cambian las cosas:

Para mí lo fuiste todo

Y yo para ti no era nada.

Y ahora es al revés

O al menos eso creo

Y aunque parezca egoista y vano,

Ayuda

Ayuda el pensar que no recibí

Nada a cambio de lo que dí.

Claro que ayuda. Pero no lo suficiente.

Porque podré olvidar tu cuerpo,

Tu voz, tu aliento, incluso tus rasgos.

Pero no podré olvidar

Que te amé con toda el alma.

Te has ido para siempre

Ya no escuchas mi dolor del alma.

Ya no escucho tu risa en las estrellas.

Porque te has ido para siempre.

Te has ido para siempre.

Y ya no volverás a estar en los naranjos,

en el perfume tibio de las flores,

en el agua cristalina de la helada dársena.

Y mi sombra de amor yacerá exhausta

ronca mi voz de musitar en vano

porque te has ido para siempre.

y nunca más sabrás cuánto te amo

porque al morir en tu recuerdo

mi corazón ha muerto para siempre.

 

Absurda veleta

que al albur del viento giras:

tu libre albedrío

se quedó en la forja

de aquél que te dio la vida.

Veleta de gallo

que al gritar no canta:

las cigüeñas se ríen

de tí entre sones

de eternas campanas

de glorioso bronce.

Veleta que alberga

los cuatro vientos:

ni siquiera el aire

que te empuja

te hará volar

hacia la libertad

del cielo...

 

Y ya la nobleza se acabó en tu nombre

Cuando un remanso de paz se postró apenas

Cuatro lágrimas saladas de madreperla

Se escaparon como el futuro del hombre

La luna misteriosa silueteó tu espalda

El cóndor perenne dibujó una melodía

En el cielo un astro se encendía

Y un amor inmundo enseñó su garra

Lava tu horrísono nombre en la garganta

Siente tu senda latir junto a la mía

Ruge como el león cuando se espanta

La alborada se pierde ya entre los montes

El dragón se postra en duermevela

Y ya la nobleza se acabó en tu nombre

 

Cuando la quietud de la noche,

con prístinos reflejos de luz azulada

entra por la ventana entre

sombras de sueños rotos,

miro hacia mi lado,

y al no ver tu figura

durmiente recostada

silueteada por la luna,

mi brazo, almohada serena

que fue una vez de tu torso,

se encoge, y cierra la mano,

intentando retener un perfume,

que aunque ya se ha ido,

aún sigo aspirando.

Sólo en una cama vacía,

esperando tu voz entre sombras,

esperando tu cuerpo cálido entre mis brazos.

Soñando un sueño compartido

después de estallar en mil pedazos.

confundiendo mis versos dolidos

con cientos de versos robados:

Nido de amor que fue en un día,

lecho que amor a tanto fuego ha dado,

tu cuerpo perderá, no tu cariño,

las cenizas de aquél amor que han quedado

como el Ave Fénix volarán de nuevo

y el manto que cubra nuestra cama

de polvo será, mas de polvo enamorado