Por una biblioteca digital pública

Existen miles de libros gratuitos y libres de derechos de autor en Internet. ¿Por qué la biblioteca pública no los integra en sus catálogos? ¿Por qué no se crea YA una auténtica biblioteca digital única, compartida desde todos los catálogos gracias a los códigos MARC? ¿Perderemos las bibliotecas públicas esta oportunidad histórica de ofrecer una biblioteca universal pública, libre y gratuita a nuestros usuarios?

 

Efectivamente, las bibliotecas tienen una oportunidad única de dar un valor ilimitado a sus servicios. Pasar de tener un solo ejemplar de un documento, que sólo se puede prestar a una persona (y que el resto se ha de esperar un mes para que otro lo pueda obtener), a miles de libros que millones de personas pueden descargar directa y gratuitamente para disfrutar de ellos en los dispositivos que encuentre más adecuados, es algo que sólo la biblioteca pública puede hacer. Las librerías no harán tal esfuerzo sin ningún beneficio económico, y Google Books no está siendo todo lo buena que debería, entre libros digitales sin acceso, con acceso sólo a partes, y demasiadas ediciones de los gratuitos.

 

¿Por qué la biblioteca pública no comienza a almacenar estos miles de documentos, a catalogarlos y a ponerlos a disposición pública?

 

Antes de dar una serie de consejos para ello, quiero hacer una puntualización: hablo aquí de libros sin derechos de autor. Para los otros hay una batalla aparte. Pero esa guerra no puede, ni debe, afectar a esta otra iniciativa, posible y a nuestro alcance.

 

Doy una serie de recomendaciones, o puntos a tener en cuenta, para desarrollar una bibliotecadigital:

 

-Nombres de ficheros: normalizar los nombres de los ficheros digitales. Los bibliotecarios, tan adictos que somos a la normalización de descripciones bibliográficas, deberíamos, hace ya mucho tiempo, haber prestado más atención a este punto. Por experiencia, yo siempre los pongo de la siguiente forma: APELLIDO_Título(sin artículos ni preposiciones)_fecha(inversa). De esta forma, si algún día voy a una carpeta a buscar un documento donde hay 10.000 más, estarán perfectamente ordenados. Si además quisiera hacer una búsqueda por nombre de fichero, sería más sencillo así.

  

-Formato: se ha de mirar al futuro. El formato más adecuado ahora, puede que no sea compatible con los sistemas lectores de mañana. Muchísima información se ha perdido porque una persona tenía la información en un soporte para el cual ahora no hay lectores. El ePub es el mejor, con diferencia, ahora. Pero no está tan extendido de momento, y además no sabemos qué duración podrá tener. Sea cual sea el formato a utilizar, se ha de asegurar la posibilidad de conversión a otros formatos, de forma automática y masiva (si hemos de convertir 10.000 documentos, más vale que sea así).

 

-Libros con derechos de autor / sin derechos de autor:

 ya lo he dicho antes: son dos historias diferentes, y una no ha de ser obstáculo para comenzar YA con la otra. Se ha de tener en cuenta que los derechos de autor afectan también a la traducción, las notas, la introducción, etc., que también tienen vigencia de 70 años. Un factor a tener en cuenta es el vocabulario de la traducción: una traducción de hace 100 años puede resultar chocante en nuestros tiempos.

 

-Descripción bibliográfica:

 se ha de intentar que no haya "reimpresiones" de la misma obra. Es decir, las que no aportan cambios al texto. Como valoramos el texto en sí, y no el soporte, en la mayoría de casos será el mismo. En las traducciones, mi opinión personal es que se ha de escoger una, o como máximo dos; las más adecuadas que nos parezcan:

-por importancia del traductor (si la ha traducido un autor o traductor de prestigio, por ejemplo el "Retrato del artista adolescente" de Joyce, traducido por Dámaso Alonso),

-por actualidad de la traducción (sin saltarnos los 70 años de derechos).

Hemos de tener en cuenta también los propios "metadatos" del documento, en las "Propiedades" del mismo. ¿Se podría hacer algún sistema automático para que la catalogación en el catálogo y en las propiedades se hiciese al mismo tiempo, para no tener que repetirla? Estoy seguro de que sí, pues informáticamente hablando es posible, aunque pueda llevar esfuerzo.

 

-¿Se hace un vínculo al archivo, o se integra directamente el archivo a la base de datos? Según el programa. En un programa que utilizaba yo, se subía el fichero, y el programa lo transformaba en código y lo integraba en la base de datos. El usuario se lo descargaba y el proceso era transparente para él. Parece que así no cargaba tanto el sistema. Personalmente, me gusta más poner todos los ficheros (bien nombrados, como he explicado antes) en una carpeta, y hacer vínculos a ellos desde el catálogo. De esta forma, siempre tendremos los ficheros allí bien localizados.

 

-Búsquedas:

 Considero importantísimo que la biblioteca digital esté absolutamente integrada en el catálogo de la física. Pero para ello hace falta que el catálogo que tengamos permita hacer las búsquedas avanzadas a texto completo requeridas. Siendo documentos electrónicos, ¿los catálogos están preparados para buscar dentro del libro, a texto completo? En todo caso, ¿se podría añadir esta opción en la búsqueda avanzada, por si el usuario lo necesitase?

De todas formas, no podemos olvidar las "propiedades del documento", con sus metadatos propios: s

i se hace el esfuerzo de rellenarlas, ¿le daremos al usuario la opción, en la búsqueda avanzada del catálogo, de buscar también por aquí? O mejor: ¿los buscadores de nuestros catálogos serán capaces no sólo de buscar en las propiedades y en el texto del documento, sino además de darles la relevancia que merecen? 

¿Cómo llevar a cabo este proyecto?:

Lo ideal, por supuesto, sería que este esfuerzo se llevase a cabo liderado por una institución centralizada. Pero si esto no es así, y no hay forma de poner a las diferentes partes de acuerdo, ¡hagámoslo nosotros! Si 1000 bibliotecarios de todo el país (y amplío a nuestros colegas latinoamericanos) nos pusiésemos de acuerdo, y catalogásemos un solo libro digitalal día (15 minutos de tiempo), al cabo de un año habría más de 200.000 libros digitales a disposición de nuestros usuarios.

Con la catalogación por copia (para algo tenemos tanto Marc 21 y Z39.50), y con unas mínimas pautas de ejemplares a catalogar (la no duplicación de documentos, como he mencionado antes), cada red de bibliotecas tendría a su disposición todo este inmenso fondo para compartir.

Únicamente unas pautas:

-Comprobemos siempre que el documento no esté ya en el catálogo. En este caso, y como ya he mencionado antes, las diferentes ediciones son irrelevantes en la mayoría de los casos (si no ofrecen cambios realmente importantes en el texto).

-¡Cataloguemos por copia! (si es necesario catalogar de nuevo, o integrarlo en una red distinta): tampoco es necesario poner el registro de nuestra biblioteca, ya que estaría integrado en la general. Para ello, es necesario establecer un código, de forma que cuando busquemos por una biblioteca concreta, también nos saliesen, en primer lugar, los ejemplares digitales compartidos.

-Adoptemos el compromiso de no cambiar la URL de acceso al documento, o el propio documento de sitio en el alojamiento: así, la biblioteca "copiadora" podrá decidir no copiar el archivo, sino sólo la URL en la ficha catalográfica, sin la inquietud de que algún día se mueva el fichero, y la URL quede inservible, sin aviso.

No es necesario una negociación internacional, la creación de un consorcio, la destinación de millones de euros, ni una cinta para cortar. Sería conveniente, pero no necesario. Es tan simple como que los bibliotecarios nos pongamos de acuerdo, creamos en ello, y empecemos a trabajar en beneficio de nuestros usuarios, minimizando las excusas para posponerlo.

¡Pongámonos a ello ya! El esfuerzo es mínimo, el beneficio es inmenso, la oportunidad histórica. ¡No la dejemos pasar!

Artículo publicado en IWETEL (20/07/2011)