Mongolia 2010 (y 4) - 12/08/2010

(Conclusión)

Todo viaje comienza, para mí, con preguntas: ¿a dónde voy? ¿qué hay ahí? ¿Por qué voy?

Y todas esas preguntas, generan otras nuevas: ¿qué es eso? ¿qué hace ahí? ¿Por qué?

Si lo supiéramos todo, ¿para qué moverse? ¿para qué buscar? No habría motivo.

Las vacas que rumian todo el día tienen todas las respuestas a todas sus preguntas...

Y a menudo terminamos el viaje con más preguntas de con las que empezamos: ¿para qué viajar, entonces?

Es la curiosidad la que empuja al viajero a otear en lo desconocido, a abrir puertas cerradas o entreabiertas, a conocer y a especular, a comprender y a crecer como persona.

Y por eso nos hacemos preguntas, y por eso buscamos respuestas, y unas y otras al final se entremezclan, y podemos entender un poco más el mundo, y a nosotros mismos.

Mi viaje acaba al fin. Ha sido un viaje intenso, duro, incómodo, a veces interesante y enriquecedor.

Estoy muy decepcionado, lo he de decir al comienzo, para que quede claro el tono de la crónica. Ahora abundaré en ello.

Mongolia es un país incómodo para el turista:

-las infraestructuras son pésimas. No hay carreteras, sino que todo son pistas por en medio de los campos, los valles, las montañas, los ríos... y ninguna señalización: despedios de alquilar un coche e ir alegremente por el país.

Parece que, además, el gobierno no pone mucho entusiasmo en ello: hay una carretera fundamental que hace 4 años se empezó, y que de vez en cuando se ve asomar una persona sola trabajando en ella.

-No hay agua corriente ni electricidad en la mayoría del país.

-Hay una delincuencia y un alcoholismo exagerado en cualquier pueblo o ciudad, sin que la policía o el gobierno parezca que hacen algo. Hay una impunidad absoluta. Las calles sucias, la gente miserable material y humanamente... En el medio rural la cosa cambia, pero las ciudades son realmente difíciles.

-No hay unos paisajes espectaculares. Sí: es cierto que es grandioso, la libertad más absoluta... pero tras varias horas dando saltos en un coche por en medio de kilómetros y kilómetros de nada... al final cansa. Los sitios turísticos son realmente pobres y sin infraestructuras, a no ser que pagues 50 euros la noche por tener al menos una ducha y unos servicios con asiento, en lugar de casita con agujero en el suelo.

Digo esto de principio porque la gente que me he encontrado, y yo mismo, coincidimos: es un país decepcionante. Interesante por los nómadas, los adiestradores de águilas y de renos, la música... pero agotador.

Aspectos de Mongolia:

Un rasgo llamativo del carácter mongol es la ocupación: los mongoles son gente ocupada, así que si les molestas, que sea por poco rato. Es interesante esto, a diferencia de otros países de vida más contemplativa.

La mujer se levanta a las 6 para ordeñar los caballos, que ha de repetir cada dos horas, más a las cabras, las vacas y los camellos. Después hacer el te mongol, basado en leche tras un proceso largo y tedioso de escanciado tras escanciado. Y más educar a los niños, hacer la comida, lavar las ropas...

Es una vida dura, sin tiempo para muchas alegrías... pero que les gusta.

Ya dije que el mongol es muy orgulloso de sí mismo y de cómo vive, y no quieren cambiar por nada, a pesar de las antenas parabólicas y los paneles solares para ver la televisión, que ya llega a los gers (tiendas-casas) más alejadas.

Los mongoles viven por y para los animales:

caballos (símbolo absoluto del país), camellos (en el sur, sobre todo), renos (nómadas del norte), y cabras, ovejas, vacas y yaks (vacas con pelo largo).

Tienen poca agricultura, pues ello implica sedentarismo, aunque cada vez está ganando más importancia: patatas, lechugas... pero no arroz, que se importa de China, ni frutas. 

Las casas típicas, como ya dije, son gers (ya veréis fotos): estos funcionan desde la prehistoria, con distintas formas pero básicamente iguales. Orientadas al sur, reciben calor y fresco según las necesidades.

Dentro, hay un protocolo estricto: al fondo lo más importante, y más cercano a la puerta lo más superfluo.

La comida, basada en cordero. Casi todo es cordero, hervido (no frito), queso, leche (te mongol)... Comienzan a introducir verduras, pasta, arroz, y algunas otras especies animales, como el pollo (aunque de momento poco). 

La religión es budista-chamanista a partes iguales. No quiero criticar las creencias budistas, pero me encuentro habitualmente demasiados secretos en ella: la mayoría de las cosas no se pueden contar, sólo los monjes adultos entienden la escritura tibetana, y por lo tanto los únicos intermediarios ante las deidades (los monjes jóvenes, hasta los 14 años, deben leer y releer cada día los sutras, sin entender lo que están leyendo, ya que hasta aquella edad, la escritura es un secreto).

Ya digo que no quiero criticar ninguna creencia, pero en este aspecto no coincido: el privilegio de unos pocos ante un hecho tan fundamental como la religión no suele ser justo. 

La gente suele ser muy amable y hospitalaria en el medio rural, con unos niños maravillosos que se enganchan a ti y juegan y te quieren sin reparos. Los padres, como ya dije, muy amables y hospitalarios, pero con el hándicap que ya dije antes: están ocupados, así que hay que respetarlos.

En las ciudades, hay que ir con mucho cuidado, como dije: los robos son constantes, y la impunidad provoca que cada vez sean más violentos. Salir por la noche no es nada aconsejable, no sólo por los robos, sino por el alcoholismo, que provoca borrachos muy agresivos, con peleas constantes y ataques, en muchos casos a turistas, que no gustan demasiado a los oriundos.

Bueno:

El recorrido que hice por Mongolia fue el siguiente (en resumen):

-desierto de Gobi (sur)

-lago blanco (centro)

-lago Khosvgol (norte)

-monasterio cercano a Ulan Bataar.

Los momentos más interesantes fueron:

-Lavando la ropa en un lago ante una puesta de sol extraordinaria.

-Observando las estrellas y buscando constelaciones con un mapa estelar, desde el tejado del ger.

-Cantando 2 horas ante una cascada, de noche.

-Observando la luna llena desde una colina con un paisaje inacabable.

-Paseando con un camello viejo y comilón hacia las dunas de Gobi. Atardecer en las lunas con arena hasta en el epigastrio.

-Tres personas en un coche, cantando cada uno una cosa distinta. Y un día, karaoke por el camino.

-Recogiendo las cabras con una niña subida a caballito a mi espalda.

-Bajando corriendo por las dunas, cayendo y rodando.

-Jugando a baloncesto en el jardín del vecino.

-Estampida de ¿cabras? ¿Yaks? En la oscuridad de la noche hacia mí, debido a unos fuegos artificiales en la distancia. Suerte que tuvieron más reflejos que yo...

-Toilette en medio de la montaña.

-Vista de lengua inmensa de lava desde la cima de un volcán, con el lago blanco al fondo.

-Cabalgando a caballo bajo la lluvia ante un arco iris de 180º.

-Te en casa de una señora de 87 años.

-Cabalgando a caballo a toda velocidad por la estepa.

-Baño en el río como mi madre me trajo al mundo, ante la mirada impávida de las vacas.

-Amanecer desde la colina sobre el monasterio.

Conclusiones:

Mongolia es un país duro, incómodo, falto de infraestructuras adecuadas, peligrosa en las ciudades, y decepcionante en cuanto a paisajística.

No lo recomiendo, aunque tampoco recomendaría no ir. Queda para cada cual.

Digamos que lo malo son las expectativas, que son demasiado altas para lo que se encuentra.

No obstante, si se va con inquietudes antropológicas, el viaje puede resultar más atractivo: ir a conocer (no sólo a visitar) a los pastores de renos, a los adiestradores de águilas, a los cantores de garganta, o a las familias nómadas de todo el país, puede ser muy enriquecedor, si se está con ellos, viviendo el día a día, durante el tiempo suficiente.

Desgraciadamente, esto lo he aprendido demasiado tarde, cuando ya agotado estoy de kilómetros y más kilómetros de incomodidades.

Podría volver, quién sabe, pero ya con otras perspectivas y objetivos. De aquí a un tiempo largo, por eso...

Toda experiencia, para bien o para mal, es enriquecedora. Ahora necesito un tiempo para descansar y reponerme. Quizás en unos días lo vea todo de forma diferente, con la objetividad y la serenidad que da la distancia...

Bueno: un abrazo a todos y un beso a todas. Como siempre, estoy a vuestra disposición para cualquier duda o ampliación que necesitéis resolver.

Muchísimas gracias por vuestros correos. Realmente me han servido mucho en momentos de agobio, y en algunos de desesperación.

Daniel