Los dobles han sido considerados en el dominó de parejas desde siempre como una mala ficha. Esta mala fama que soportan está apoyada en las siguientes consideraciones:
1) Es una ficha con la mitad de posibilidades de colocación que una mixta. Así el 6-5 puede ser colocado por el 6 o por el 5, mientras que 6-6 solo puede colocarse por el 6.
2) Un juego con muchos dobles aumenta las posibilidades de tener fallas. Ejemplo: Jugador A posee 6-5, 4-3, 3-1 con fallas al 0 y 2, el Jugador B posee 3-3, 4-4, 0-0 con fallas al 1, 2, 5, y 6.
3) No pueden ser utilizadas para tapar al contrario. Si el contrario tiene un palo fuerte por ejemplo en el 4, y disponemos del 4-4 poco podemos hacer salvo colocarlo, manteniendo su palo abierto. Sin embargo con cualquier otra ficha mixta de 4, podríamos tapar su juego o incluso iniciar nuestro palo fuerte.
4) No permite cuadrar a un palo. O sea no se puede cuadrar a 3 con el doble 3.
5) Y sin duda la peor desventaja es que se pueden ahorcar. Si se colocan las seis fichas restantes en la mesa de un palo, el doble que queda en poder del jugador ya no podrá ser jugado, quedando en sus manos e impidiendo que domine (por supuesto él no su pareja).
No obstante, siendo justos, podemos encontrar en el doble alguna ventaja:
1) Aunque se ha dicho que no sirve para cuadrar, no es del todo cierto, pues posibilita el cuadre como primera ficha jugada. Efectivamente saliendo del doble estamos cuadrando por ambas puntas, siendo esta la única ocasión que actúa como ficha de ataque.
2) En los casos de estar bien acompañado, y por tanto con casi la seguridad de que no será ahorcado, es una garantía para repetir nuestro juego y tener otra ficha puesta sin problemas. Así a modo de ejemplo si nos quedamos con las tres últimas fichas de un palo (con las otras cuatro puestas en la mesa), en cuanto salga las pintas de acompañamiento tendremos las tres colocadas (ejemplo 5-2, 5-5, 5-3).
3) Es mejor tener un doble que una falla. Es innegable la máxima expuesta por el Tigre de Carayaca, y es que podemos evitar el pase si entre nuestras fichas se encuentra un doble en pelo (sin acompañamiento).
Dicho esto es común establecer como norma general que “los dobles deben ser jugados en la primera oportunidad”, si bien esta regla presenta sus excepciones, ya que tan malo es acostarse siempre (se dice acostar un doble cuando este es colocado, aludiendo metafóricamente a su postura opuesta al resto de fichas), son los llamados “acuestafichas”, como obviar las desventajas de su tenencia entre sus fichas. Por tanto las excepciones para mantenerlos entre nuestras fichas son las siguientes:
1) De salida el doble mayor si no está acompañado. Nos quedaremos este para no empezar con falla y no marcar un juego del que no tenemos juego.
2) Cuando posibilites el cierre de la pareja contraria.
3) Cuando debas cerrar el juego del contrario o repetir ya sea el propio o del compañero, si consideras que no hay un riesgo inminente de que el doble sea ahorcado y no sea un doble alto (del 3-3 hacia abajo).
¿Cuándo corremos el mayor riesgo de que nos ahorquen una doble?. En el caso de que una doble sea la única ficha de ese palo que poseemos, la posibilidad es menor, ya que hay seis fichas de ese palo repartidas en manos de los otros jugadores y es poco probable que nos la ahorquen. El riesgo se incrementa conforme van aumentando las fichas de ese palo que acompañan a la doble, llegando al máximo peligro cuando son tres. A partir de cuatro fichas acompañantes es imposible que los oponentes puedan ahorcar la doble correspondiente (salvo que juguemos rematadamente mal y seamos nosotros los que propiciemos el ahorcamiento con nuestro juego).
En cuanto a las condiciones que se deben dar para perseguir ahorcar el doble contario, nos remitimos a lo dicho por el Doctor Héctor Simosa Alarcón, “Es conveniente saber dos cosas importantes y necesarias para poder ahorcar un doble: En primer lugar, tener la seguridad donde está ubicado el doble; y en segundo lugar, saber que se va a ahorcar. Si no se tienen llenados esos 2 requisitos que considero indispensables para hacerle la guerra a un doble no se deben hacer jugadas tendientes a ello, que además de sostener un concepto erróneo desde la base, contribuye en la mayoría de los casos a hacer perder una dominada, menospreciando de esa manera la posibilidad de llegar a cien primero que el contrario. No se debe olvidar que en Domino gana aquel que primero llegue a cien. En consecuencia, hágasele la guerra a un doble cuando se esté seguro que se va a ahorcar, en caso contrario, désele salida”
Y una vez que hemos hablado de cuando debemos poner nuestras dobles y cuando perseguir la de los contrarios, tenemos que referirnos a una jugada heroica pero que a ningún jugador le hace gracia alguna cuando tiene que realizarla: Ahorcarnos nosotros mismos una ficha doble. A esta situación sólo se debe llegar cuando es absolutamente necesario para que domine nuestro compañero. Casi exclusivamente cuando a nuestro compañero sólo le queda una ficha que sabemos cual es y a nosotros nos quedan las dos últimas de un palo incluida la doble. En uno de los extremos de la cadena está el palo que nosotros dominamos en exclusiva y nuestra ficha mixta de ese palo es la que nuestra pareja necesita para dominar. Sólo en este caso, y si estamos seguros de que va a dominar nuestro compañero, deberemos sacrificar nuestra ficha doble en beneficio de la pareja.