En tiempos de incertidumbre, el temor al cambio o a la toma de decisiones , representa una de las consultas más frecuentes en la práctica clínica psicológica.
Aún en aquellas personas que son conscientes y reflexivas acerca de su realidad y que reconocen la necesidad de hacer algo diferente.
Miedo al fracaso, rigidez de estructuras de pensamiento, no aceptación del error, rumiación, imposibilidad de optar, control excesivo, surgen como causas posibles, entre tantas otras.
Nada es mágico. Decidir cambiar la propia realidad por mínimo que sea, y en el ámbito que sea, implica un trabajo, un proceso. Constancia. Responsabilidad.
Creencias tales como que el tren pasa una sola vez, a lo sumo dos en la vida, sugieren un determinismo e invalidan cualquier posibilidad de innovación y tiempo de acción.
El tren es uno mismo y hay que ponerse en movimiento, no sentarse a esperarlo.
Por su parte la queja o el enojo por falta de oportunidades o imposibilidad de decidir, habilitan pensamientos de no posibilidad que terminan reforzando el temor o causa inicial, constituyéndose en un círculo vicioso que sitúa en la pasividad y a la espera que algo suceda.
Aleja del protagonismo de la propia vida y de la auto realización.
Genera tus oportunidades. ¿Cómo?
-Conociendo y aceptando tus fortalezas y debilidades.
-Gestionando adecuadamente las emociones para pensar con calma y claridad.
-Implementando flexibilidad mental y con ello multiplicidad de opciones o posibilidades.
-Aprendiendo de los éxitos pero sobretodo de los errores.
-Aceptando no querer controlar ni saberlo todo.
-Valorando el proceso más que el resultado.
-Reconociendo cuando pedir ayuda o asesoramiento si es necesario.
El cambio está en uno mismo y es lo más constante que tenemos.
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-El Poder de las Creencias.
Resolución de Conflictos y Toma de Decisiones.
¿Se ha preguntado porqué hace lo que hace?
¿Cuál es el fundamento con el cual decide o actúa?
¿Reconoce que es lo que sustenta la interpretación y definición que realiza de su realidad?
¿Qué es lo que alimenta el proceso de pensamiento y la mayoría de nuestras expresiones?
La respuesta a estas interrogantes son las creencias.
Cada afirmación, negación o sentencia acerca de algo o alguien, está influida por una creencia.
Ellas afectan a nuestro sistema inmunológico y pueden darnos la motivación para emprender una acción, o bien, debilitar y destruir nuestro impulso.
Se basan en generalizaciones que uno va construyendo de acuerdo a las experiencias vividas, las cuales pueden ser motivadoras pero también limitantes.
Por ejemplo, personas que han tenido experiencias significativamente dolorosas en el transcurso de su vida, pueden haber resignificado y aprendido de esas experiencias como forma de tramitar el dolor y alejarse del sufrimiento, pero también pueden desarrollar algún tipo de dificultad en alguno de sus ámbitos de realización personal y sentirse abatidos por ello.
O bien, alguien que haya tenido sucesivas experiencias en las que sus expectativas no se han cumplido tal como esperaba o de plano han sido frustradas, puede alimentar la creencia de que es ineficaz o que ha fracasado y posiblemente deje de intentarlo por el hecho de pensar que no tiene sentido, ya que se considera incapaz de hacer algo bien.
Las creencias hacen la diferencia entre aprender del trauma o quedarse fijado a él, dado que no es el contexto ni las circunstancias las que nos determinan, ni tampoco los que necesariamente deben cambiar para atrevernos a iniciar algo distinto.
Muchas personas depositan la posibilidad de cambio en los demás y el contexto, sin poder introducir nada nuevo en sus vidas, quedando muy a menudo detenidas en situaciones destructivas, y de las que se sienten impotentes de salir.
Es en nuestro interior donde se encuentra la capacidad de transformar las experiencias dolorosas y otorgarles un significado capacitador, posibilitador a partir del dolor.
Ahora bien, todas nuestras decisiones se basan según nuestras creencias, y las mismas están dirigidas a la obtención de placer y evitación del dolor, entonces, ¿por qué sostener situaciones que perpetúan el dolor? ¿Por qué seguir aplicando la misma fórmula una y otra vez para solucionar un problema a pesar de su evidente inefectividad? ¿Cuál es la razón por la que se teme a la noción o concepto de cambio? Si paradójicamente es lo más constante que tenemos en nuestra vida.
Nuestros gustos, intereses, relaciones, vínculos, prioridades, estados de ánimo, apariencia física, etc., cambian constantemente de acuerdo a un proceso evolutivo.
-Querer y no lograr
¿Cuál es la razón por la que se persevera una y otra vez aplicando la misma fórmula o creencia limitante aún constatando su inefectividad?
Existen varios factores y principios que estructuran el modelo de conocimiento cognitivo:
-Pensamiento lineal de causa efecto.
-Principio explicativo unidireccional y simplista.
-Pensamiento binario o polarizado: blanco-negro; bueno-malo; feliz-triste, etc.
-Creencia de una realidad única y objetiva.
-Búsqueda de una única verdad que sostiene el problema.
-Aplicación de estereotipos, entre otros.
El siguiente ejercicio ejemplifica lo señalado:
Consigna: atravesar los nueve puntos sin levantar el lápiz con cuatro líneas rectas.
Mirando los nueve puntos es imposible no ver el cuadrado (ley gestáltica de la proximidad: sucesión de puntos que conforman una línea recta).
Al intentar resolver el problema los intentos quedan circunscriptos al perímetro del cuadrado.
La visión imaginaria del cuadrado obedece a la rigidez conceptual de nuestro modelo de procesar información, de modo que para la solución se necesita un proceso creativo que implica salir de la ilusión de ese perímetro que circunscribe el cuadrado imaginario.
De igual manera, a la hora de afrontar problemas cotidianos, si intentamos las mismas soluciones sin tener en cuenta las condiciones y recursos personales, relacionales, situacionales o contextuales, lo más probable es que lo que comenzó como una dificultad se cronifique y termine convirtiéndose en un problema que incida en la mayoría de nuestros ámbitos de realización.
Para encontrar una solución o salir de la rigidez conceptual se necesita flexibilidad mental, creatividad, voluntad de cambio y tolerancia a la frustración.
-¿Cómo se forman las creencias?
En base a una serie de ideas, obtenidas a través de las distintas experiencias, significaciones, información que obtenemos de otras personas, libros, películas, nuestra imaginación, etc. y a las cuales se les añade intensidad emocional.
Pueden ser reales, imaginarias, ciertas o erróneas , y son la expresión de nuestra subjetividad.
Nos otorgan certeza y seguridad, las tomamos como reales, y no las cuestionamos.
Se trata de una verdad relativa, de pretensión de verdad, dado que la verdad absoluta es inexistente. He aquí la posible respuesta a la resistencia al cambio, en cuanto la idea de cuestionar esa realidad puede resultar inquietante, especialmente para aquellas personas en las que la flexibilidad mental y apertura a posibilidades de pensamientos alternativos se dificulta.
-Conceptos de Opinión, Juicio, Prejuicio, Creencia y Convicción.
Opinión: idea, juicio o concepto que una persona tiene o se forma acerca de algo o alguien.
Concede certeza temporal porque pueden cambiar con facilidad. Dependen del contexto y situación.
(“Juan Ignacio me ayudó a subir las bolsas del super. Fue muy amable”)
Juicio: opinión razonada que alguien se forma sobre una persona o una cosa.
Constantemente formulamos juicios en la interpretación de nuestra realidad. (“No es la primera vez que Juan Ignacio ayuda. Todo indica que es una persona responsable y atenta”)
Prejuicio: juicio u opinión, generalmente negativo, que se forma de antemano sin motivo ni conocimiento suficiente.
(“Vine cargada de paquetes y Juan Ignacio ni se percató. Seguramente no le importa o definitivamente no me quiso ayudar”).
Creencia: interpretaciones o significaciones con las cuales se hacen aproximaciones de la realidad, que otorgan un grado mayor de certeza y seguridad, basadas en pautas amplias de referencia e intensidad emocional. No se cambian con facilidad y son difíciles de cuestionar.
Convicción: es mucho más intensa que una creencia y resistente al cuestionamiento o a la incorporación de nueva información.
Implica alto grado de compromiso y dedicación para con una idea, principio o causa.
Tanto creencia como convicción tienen intensidad emocional y la persona las percibe cercana a su identidad, con lo que se ha identificado a través del tiempo. Se relaciona con la supervivencia de la persona.
La diferencia radica en las acciones que se está dispuesto a emprender en su defensa aun a costa de la posibilidad de ser rechazado.
(Ej.: Se puede tener la creencia que el veganismo es saludable, pero no tomar acción al respecto. O no adherirse estrictamente a ello.
Con la convicción, la persona tiene alta implicación y compromiso y no puede concebir otra forma de alimentación que esa.)
No es contraproducente tener convicciones acerca de algo, de hecho no hay situación más empoderante que la de creer fuertemente en las propias posibilidades y recursos propios como motivación. Lo ideal es que estas se sustenten del refuerzo de información acerca de eso que cree, y reconozca qué sentido tienen en el contexto de su vida, para evitar así adherir a algo solo porque los demás lo hacen.
-Elementos limitantes de las creencias
A la hora de resolver problemas, y toma de decisiones, son tres los elementos a tener en cuenta con respecto al poder limitante de las creencias:
Permanencia, Omnipresencia y Personalismo.
-a)Permanencia: refiere a la tendencia a pensar que los problemas son permanentes, y nada de lo que haga o intente hacer tiene sentido porque permanecerá por siempre.
La realidad es que el tiempo no se detiene y la situación problema pasará como tantas otras, con posibilidad de resolución total o parcial, con o sin tiempo de espera.
Cambiar la idea de no posibilidad por la de “Esto también pasará”, otorgándole alto grado de certeza, hará que su vida posea orientación positiva y confianza en sus posibilidades resolutivas.
-b)Omnipresencia: los problemas son magnificados de tal manera que llegan a dominar todos los aspectos de nuestra vida, percibiendo esta como un caos.
Un ejercicio efectivo para salir de esta percepción es esquematizar los distintos aspectos de realización personal, específicos para cada sujeto, (profesión, economía, salud, amor, relaciones sociales, etc.), y puntuar en una escala de satisfacción, de 0 a 10, su situación actual.
Una puntuación de 0 a 5, indica necesidad de modificación en algún aspecto por mínimo que este sea, pero que indique la existencia de un cambio.
La puntuación de 6 a 10 implica un desempeño satisfactorio y la introducción de modificaciones es opcional.
Como herramienta didáctica puede elaborar un cuadro donde señale el área a modificar, objetivos, estrategia y comprobación de efectividad de lo implementado.
Factor clave: -dilucidar que está bajo mi control para poder modificar y que no.
-contemplar opciones alternativas de cambio.
-flexibilidad mental y creatividad.
-c)Personalismo: la incapacidad de resolución se convierte en un problema personal, atribuyendo el mismo a una característica de nuestra personalidad.
Percibir los problemas como desafíos o limitaciones hace la diferencia.
Concebir la idea de “No puedo”, “No voy a lograrlo” o “Soy un fracaso” “Esto me supera”, “No tiene sentido”, genera sentimiento de desesperanza e inhabilita nuestra capacidad de acción (Incapacidad adquirida).
Una visión optimista no tiene en cuenta las limitaciones, por el contrario, hay una sobrestimación de los recursos propios, que otorgan la confianza y constancia necesaria para el cumplimiento de las metas planteadas.
Descarta pensamientos de no posibilidad y toman el pasado y los obstáculos como fuentes de aprendizaje.
Se caracteriza por lectura clara de la realidad, repertorio de recursos y de posibilidades, flexibilidad mental y creatividad.
-Cómo cambiar una creencia de no posibilidad o limitante.
Según lo señalado anteriormente, hacemos lo que hacemos para evitar un dolor, o por un deseo de obtención de placer.
En primer lugar identificar la creencia errónea sostenida que no le resulta funcional y le provoca dolor, originada en el pasado, presente, o que de seguir así influirá en su futuro.
Pregúntese:
¿Qué certeza o evidencia tengo acerca de esto que creo?
¿Qué costo emocional, físico y económico tendrá el no desprenderme de esto que creo de esta manera?
¿Que pasará a nivel de mis relaciones, familia, amigos si sigo pensando de esta manera?
Reemplazarla por una creencia capacitante, y otorgarle un alto grado de certeza e intensidad emocional suficiente como para que promueva un cambio.
El umbral emocional es lo que uno mismo se dice en momentos críticos (“hasta acá llego”, “este es mi límite”, “no quiero más de esto”, “basta para mi”, “de ahora en más las cosas serán diferente”) y que induce a cambios de actitud.
Seguidamente, permítase dudar acerca de eso que venía sosteniendo, ya sea enfrentándose a nueva información o evidencia que le muestre otra forma de pensar acerca de esa creencia, para poder rebatir o modificar eso que piensa de ser necesario.
Tenga la suficiente amplitud mental como para que si surge un argumento valedero que contrarreste su creencia, pueda cambiar de opinión, o al menos tener la oportunidad de contemplarla desde otro lugar.
¿Cuántas veces ha formado juicio sobre algo o alguien y luego la experiencia le ha demostrado que estaba en un error?
¿Cuantas creencias tiene acerca de cómo deben ser las personas, las cosas, la pareja, las capacidades de sus hijos, sus padres, las suyas propias?.
¿Cuántas veces ha opinado sobre las capacidades de alguien, o que deberían hacer en una situación determinada?.
Ejemplos de este tipo abundan en las redes a través de los diferentes comentarios en los que se expresa “la verdad” de lo que es o debiera ser.
A veces cuando las creencias erróneas están fuertemente arraigadas, es difícil aceptar nuevas evidencias, y las personas tienden a interpretarlas a conveniencia para validar y justificar su sostenimiento, aún teniendo información contraria, pero que de esa manera evitan el dolor que les provoca enfrentarse a esa nueva certeza.
Examine qué puede modificar según sus posibilidades y recursos personales y contextuales actuales que represente un cambio de actitud.
No hacen falta grandes cambios, el tema es perder ese temor. Salir de nuestra zona de confort.
Tampoco significa relatividad extrema de pensamiento. Esa creencia errónea al fin y al cabo le otorgaba seguridad sobre algo, y su cuestionamiento puede crear incertidumbre. No tema, tómelo como fuente de crecimiento y apertura a nuevas posibilidades que le permitirán acrecentar su aprendizaje personal. Ganará mayor flexibilidad mental, creatividad y seguridad.
A veces el cuestionamiento del propio pensamiento puede originar culpa o arrepentimiento sobre lo actuado u omitido. En la medida que no haya significado un daño consciente o intencional por el que se haya dañado a sí mismo o a alguien más, olvide ese sentimiento.
Son decisiones que se tomaron en algún momento y según las circunstancias de ese momento en particular. De nada vale culparse o castigarse.
Sí puede responsabilizarse y hacer algo para cambiar. Responsabilidad no es sinónimo de culpa; implica reconocimiento de los efectos del propio accionar u omisión, y hacerse cargo de la parte que corresponde a cada quién en una situación, relación o vínculo, y obrar al respecto. Es una expresión de madurez personal.
No puede modificar su pasado pero si su presente y prevenir su futuro.
No conoce qué es lo que viene, pero sí sabe lo que ya no quiere más.
Es a partir de ahí que introducimos los cambios.
Es así cómo se genera el placer de poder introducir posibilidades de ser y hacer. Eso empodera.
Observe y busque motivación en personas constituidas en referentes o que hayan estado en situaciones similares.
Compare posibilidades, investigue cuáles fueron sus pensamientos y motivaciones que lo llevaron a actuar de una determinada manera.
Compare posibilidades y actitudes para aprender, no para castigarse o posicionarse en inferioridad de condiciones.
Optimice su calidad de vida, promueva la creencia de expansión y crecimiento personal constante.
Pregúntese:
¿Cómo puedo mejorar mis criterios de calidad de vida?
¿Que hice hoy para optimizar mi realidad?
¿Qué haré hoy para estar/sentirme mejor?
¿Cómo puedo introducir mejoras en los distintos ámbitos de mi vida?
¿Qué he aprendido hoy?
¿De que he disfrutado?
La actitud de mejora y crecimiento constante empodera, proporciona sensación de certidumbre de estar dando siempre lo mejor de sí mismo, posibilita el aprendizaje continuo, y no solo mejora la relación que se tiene con uno mismo, sino también con los demás.
Clave: Constancia
Alto grado de certidumbre de logro.
Aprender y aprehender su realidad según la mirada de los niños, mire sin prejuzgar. Los niños no juzgan a los demás por sus diferencias. Son los adultos quienes lo hacen. Si un niño prejuzga seguramente ha sido influenciado por sus mayores.
Recuerde que las creencias tienen el inmenso potencial de crear o destruir. Trabaje cada día para ser su mejor versión.
“Somos lo que pensamos.
Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos.
Con nuestros pensamientos hacemos nuestro mundo”
BUDA