Es común la creencia que sólo del dolor se aprende, utilizado éste como sinónimo de sufrimiento.
Por ejemplo, el dolor emocional que origina un fracaso, suele llevar a estimar qué pudo haberlo provocado y hacer algo al respecto, lo que implica un aprendizaje, de lo que es conveniente modificar, o de al menos lo que no hay que repetir. Generalmente, se caracteriza por ser una emoción de corta duración y de intensidad proporcional a aquello que lo originó.
Sufrir por un fracaso, por el contrario, a menudo implica una respuesta cognitivo emocional, en el que se entrelazan emociones y pensamientos que intensifican y extienden la duración del dolor emocional, aún si la causa que lo originó ha sido resuelta.
De esto se desprende que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.
Ahora bien, ¿Se analiza de la misma manera un Fracaso que un Éxito?
Al menos es lo esperable.
Pero generalmente, en el éxito, la satisfacción por el logro obtenido, lleva a su aceptación sin discusión ni análisis. Simplemente se disfruta.
De ahí la creencia que únicamente el dolor/sufrimiento, es una fuente de aprendizaje, cuando en realidad, el aprender es un proceso continuo presente y propiciado por cada una de las experiencias de nuestra historia de vida, sean estas satisfactorias o no.
FELICIDAD
Solemos creer en la falacia de obtener o situar la felicidad en el logro de cosas materiales, o situaciones externas a nosotros., cuando estos son simples mediadores, como tantas otras cosas que permiten la generación y expresión de una de las emociones básicas como lo es la alegría y el sentimiento de felicidad, que surgen de nuestro interior, y se relaciona con nuestros pensamientos y emociones internas.
¿Si es una emoción básica propia de nuestro interior cómo es que ésta pueda depender de acontecimientos externos o bienes materiales?
Otra falacia muy común es la de mostrarnos "siempre felices", y anímicamente estupendos, para no proyectar sensación de vulnerabilidad, tristeza, impotencia o incapacidad, típico de una sociedad demandante que premia al "exitoso", aunque esto solo corresponda a unos minutos de fama.
Recuerda: tú decides que significación le das a tu realidad y sólo tú posees la llave de la felicidad. Sólo tienes que buscar en tu interior.
¿Has pensado alguna vez "me gusta lo que hago", simplemente porque te gusta, sin buscar un motivo o justificación?
Acostumbrados a justificarlo todo, a demostrar grados de eficiencia y adecuación, que a alguien "le vaya bien" en su profesión, desempeño académico o deportivo, o en cualquier ámbito en el que le toque desarrollarse, no necesariamente refleja el estar bien o feliz con ello.
Sin entrar en un positivismo absurdo, habría que poder estar bien sin tener una justificación para ello.
Tampoco habría que saber cómo, simplemente propiciar que el "estar bien", o el "me gusta lo que hago" suceda.
Sin recetas mágistrales.
Rescatar el toque lúdico de "gusta porque gusta"
Estar bien porque me gusta estar bien.
Es una cuestión de actitud.
RESILIENCIA
Ser resiliente es poder desarrollar la capacidad de enfrentarnos y recuperarnos de la adversidad, saliendo de ella más fortalecidos y con visión de futuro.
Todos somos resilientes, aunque a veces se desconoce la latencia de esta habilidad hasta que nos enfrentamos a obstáculos o traumas que afectan el crecimiento personal.
No se trata de ser indiferentes ante el dolor emocional sino su vivencia, tránsito, comprensión y aceptación, poniendo el foco en la posibilidad de resurgir, de recuperación y proyección a futuro, acorde a las posibilidades del momento.
Ama porque te amas, y no por necesidad.