-Parentalidad Positiva y Responsable.
Ejercer la parentalidad responsable, es un tema que podría prestarse a debate puesto que es un concepto subjetivo y su percepción e interpretación dependerá de las historias de vida de cada persona y de los contextos de crianza, social y cultural que los atraviesa.
Las personas podrán tener semejanzas o diferencias en cuanto a su ejercicio o práctica, pero definitivamente lo que no se puede hacer es convertirse en meros espectadores de la crianza de sus hijos.
A continuación algunos aspectos a tener en cuenta con respecto al ejercicio del rol de forma positiva y responsable:
-Comenzar desde temprano y siempre teniendo en cuenta la edad y etapas evolutivas de los hijos, a:
-Habilitar el espacio de crianza que permita a los hijos crecer con responsabilidad. Responsabilidad como sinónimo de toma de conciencia acerca de sus propias decisiones y actos. El saber que cada conducta o actitud tiene un efecto y que siempre existe la posibilidad de reparación en el caso de haber sido éste inconveniente tanto para uno mismo como para los demás.
-Propiciar la toma de decisiones, acompañar, guiar a los hijos en lugar de decidir por ellos.
Enseñar que se pueden cometer errores y que siempre existe la posibilidad de aprendizaje continuo y progresivo. De igual manera señalar que los proyectos o planes pueden plasmarse a veces de forma parcial, o definitivamente no ocurrir, pero que su valía personal no depende de ello.
Educar en la valoración y agradecimiento por los logros obtenidos y esfuerzo realizado.
-Entender, aceptar y respetar los límites y normas, que éstos son necesarios en la medida que no sean arbitrarios o caprichosos.
Ambos introducen la dimensión del derecho y obligación, como así también la aceptación de la existencia de tiempos de espera y desarrollo del sentimiento de tolerancia a la frustración.
Aceptación de esta última no como resignación, sino como posibilidad de replanteo tanto de exigencias, expectativas y significación de realidades.
A la hora de sancionar alguna acción inconveniente, hacerlo desde el diálogo y explicando el sentido de la misma, con palabras acordes a la edad para que puedan tomar conciencia de lo sucedido. No acudir a ningún tipo de castigo físico ni destrato verbal. Se enseña de esta manera que los conflictos pueden resolverse sin violencia.
-Propiciar la gestión adecuada de las emociones, entender y aceptar la propia emocionalidad, alejándose del concepto de vulnerabilidad o debilidad.
Trabajar por la felicidad de los hijos no significa apropiarse ni de sus vidas ni sus sentires. Tampoco es allanarles el camino, resolver por ellos o sobreprotegerlos.
Se trata de acompañar, sostener, contener, más no asfixiar o inhabilitar.
Dejar que hagan su propias experiencias caminando, acompañando, dando espacio para que desplieguen sus recursos y la confianza de saberse contenidos, mirados, escuchados.
Que los momentos de crisis por amenazantes que estos pudieran percibirse, indican la posibilidad de introducir cambios, de encontrar situaciones superadoras y nuevos órdenes de equilibrio. Que no duran por siempre, que no son estrictamente dirigidos a la persona, ni que se expanden a todos sus ámbitos.
Se aleja así la posibilidad de victimización y la parálisis, pasividad o resignación que podría conllevar este estado.
-Trabajar para resaltar la esencia del ser humano, más que por la dimensión de lo material. Habilitar el SER más que el TENER. Y dentro del SER, el SIENDO como concepto, consciente del presente.
Mirar el Pasado para búsqueda de antecedentes y experiencias de aprendizaje, el Presente para tomar conciencia del vivir el aquí y ahora, y el Futuro como motivación constante de superación.
-No suplir demandas de atención con cosas materiales. Tampoco proyectar carencias o necesidades de los padres en los hijos.
Para ello es necesario la observación, la escucha atenta, conocer a los hijos, el pasar tiempo de calidad con ellos, interesarse en que les gusta, más que en “el deber hacer” o “querer que hagan”.
-Propiciar el diálogo positivo, destacando fortalezas, logros, recursos, esfuerzos, trayectos recorridos. Disipar posibles miedos o temores valiéndose de la certeza y la evidencia.
-Habilitar el hábito de la lectura y con ello el pensamiento crítico, la reflexión, distintas miradas y tipos de pensamientos, que les permitirá sacar sus propias conclusiones, evitando así conocimientos y pensamientos dogmáticos e ideologizantes que acoten sus formas de pensar, sentir y actuar.
Enseñar a utilizar las herramientas de la cultura tales como la palabra, el lenguaje como código común compartido, la tecnología, uso de redes, etc., como instrumentos de crecimiento, construcción de vínculos sanos y respeto por uno mismo y los demás.
Desarrollar la capacidad de perdón, entendiendo que el enojo o el resentimiento detienen la evolución y crecimiento personal.
Recordar que para que los hijos estén bien, los padres tienen que estar bien.