3.3.1 IMAGEN CORPORAL Y ESQUEMA CORPORAL
Tomaremos a Lacan (1936) para mencionar su concepto del Estadio del Espejo, a través del cual mostró de manera figurante que el bebé puede armar su cuerpo a partir del modo en que fue mirado, hablado, mimado o no por sus padres. En cuanto al adolescente, podríamos decir que él retornará, por medio de sus experiencias sobre esas marcas fundantes y desde ahí vivirá los efectos diversos.
Dicho autor, sostiene que el cuerpo no dirige sino al contrario, responde al significante y a sus fluctuaciones e insuficiencias. No podemos hablar del cuerpo sin mencionar los síntomas, los significantes, el amor y la vida que no cesa de producir nuevos rumbos en la existencia y en el cuerpo de un sujeto (Lacan, 1936).
En la década del 60 del siglo XX, Bruch (1962), proponiendo los rasgos psicopatológicos de las pacientes anoréxicas, puso de manifiesto por primera vez la importancia de una alteración de la imagen corporal en dicho trastorno. A partir de ese momento, se adquirió conciencia en el mundo científico de la necesidad de saber qué es la imagen corporal y cuáles podrían ser las técnicas de evaluación para “apresarla”.
Las primeras referencias a imagen corporal, y alteraciones asociadas, se hallan en los trabajos médicos sobre neurología del principio del siglo XX.
Fisher (1990) indica que Bonnier en 1905 acuña el término de “aschemata” para definir la sensación de desaparición del cuerpo por daño cerebral, o que Pick en 1922, para referirse a problemas con la propia orientación corporal utiliza el término de “autotopagnosia”. Señala que cada persona desarrolla una “imagen espacial” del cuerpo, imagen que es una representación interna del propio cuerpo a partir de la información sensorial.
Henry Head, en los años 20, proponía que cada individuo construye un modelo o imagen de sí mismo que constituye un standard con el cual se comparan los movimientos del cuerpo, y empezó a utilizar el término “esquema corporal”.
Las teorías psicoanalíticas dominan en la primera mitad del siglo XX; las explicaciones sobre el cuerpo, la imagen corporal y aspectos psicológicos asociados, ponen especial hincapié en las manifestaciones inconscientes.
Por su parte, Dolto (1938) plantea que no debe confundirse imagen del cuerpo y esquema corporal; para distinguirlos sostiene, que el esquema corporal es aquello que específica al individuo en cuanto representante de la especie, sean cuales fueren el lugar, la época o las condiciones en que vive. Dicho esquema, será el intérprete activo o pasivo de la imagen del cuerpo, en el sentido de que permite la objetivación de una intersubjetividad, de una relación libidinal fundada en el lenguaje, relación con los otros y que, sin él, sin el soporte que éste representa, sería, para siempre, un fantasma no comunicable.
En cambio, sostiene que la imagen corporal, es propia de cada uno, ya que está ligada al sujeto y a su historia. De ello resulta que el esquema corporal es en parte inconsciente, pero también pre-consciente y consciente, mientras que la imagen del cuerpo es inconsciente; puede tornarse en parte pre-consciente y sólo cuando se asocia al lenguaje consciente, el cual utiliza metáforas y metonimias referidas a la imagen del cuerpo, tanto en las mímicas, como en el lenguaje verbal.
La imagen del cuerpo es, a cada momento, memoria inconsciente de toda la vivencia relacional, y al mismo tiempo es actual, viva, se halla en situación dinámica, a la vez narcisística e interrelacional: camuflable o actualizable en la relación aquí y ahora, mediante cualquier expresión fundada en el lenguaje, dibujo, modelado, invención musical, plástica, entre otras (Dolto, 1938).
“La imagen corporal refiere el sujeto del deseo a su gozar, mediatizado por el lenguaje memorizado de la comunicación entre sujetos, ya que puede hacerse independiente del esquema corporal; se articula con él a través del narcisismo, originado en la carnalización del sujeto en la concepción; es siempre inconsciente y está constituida por la articulación dinámica de una imagen de base, una imagen funcional, y una imagen de las zonas erógenas donde se expresa la tensión de las pulsiones” (Dolto, 2007).
Dicha autora concluye diciendo que “el esquema corporal refiere al cuerpo actual en el espacio, a la experiencia inmediata. Puede ser independiente del lenguaje; es inconsciente, preconsciente y consciente; es evolutivo en el tiempo y en el espacio”. (Dolto, 2007).
Por otro lado, Schilder (1950) es pionero en el análisis multidimensional del concepto de imagen corporal. Propone la primera definición que se realiza sin recurrir a aspectos exclusivamente neurológicos. En su definición de imagen corporal se conjugan aportaciones de la fisiología, del psicoanálisis y de la sociología, definiéndola como: “La imagen del cuerpo es la figura de nuestro propio cuerpo que formamos en nuestra mente, es decir, la forma en la cual nuestro cuerpo se nos representa a nosotros mismos. Por lo tanto, la imagen del cuerpo que nos formamos en nuestra mente, es decir, la apariencia física que le atribuimos a nuestro cuerpo”. (Schilder, 1950).
A su vez, Le Boulch (1971) expresa que cuando se tiene el cuerpo mal definido se produce un déficit en la relación que existe entre el sujeto y el mundo exterior influyendo sobre tres aspectos esenciales: Percepción del cuerpo: percibirlo de forma incorrecta ya sea por sobreestimación o por subestimación; Motricidad: no sentirse a gusto con los propios movimientos, y la Relación con el otro: sensación de incomodidad o vergüenza delante de la mirada de los demás.
Consecuentemente, Vayer y Picq (1985) la definieron como "la organización de las sensaciones relativas al propio cuerpo, en relación con los datos del medio exterior".
Por otro lado, Pruzinsky y Cash (1990) proponen que existen varias imágenes corporales interrelacionadas:
- Una imagen perceptual. Referida a aquellos aspectos perceptivos con respecto a nuestro cuerpo, y podría parecerse al concepto de esquema corporal mental, incluiría información sobre tamaño y forma de nuestro cuerpo y sus partes.
- Una imagen cognitiva. Que incluye pensamientos, auto-mensajes, creencias sobre nuestro cuerpo.
- Una imagen emocional. Que incluye nuestros sentimientos sobre el grado de satisfacción con nuestra figura y con las experiencias que nos proporciona nuestro cuerpo.
Para estos autores la imagen corporal que cada individuo tiene es una experiencia fundamentalmente subjetiva, y manifiestan que no tiene por qué haber un buen correlato con la realidad.
Por lo tanto, este concepto amplio de imagen corporal, tiene las siguientes características:
a. Es un concepto multifacético.
b. La imagen corporal está interrelacionada por los sentimientos de autoconciencia:
“Cómo percibimos y experimentamos nuestros cuerpos se relaciona significativamente a cómo nos percibimos a nosotros mismos” (Pruzinsky y Cash, 1990)
c. La imagen corporal está socialmente determinada. Desde que se nace existen influencias sociales que matizan la auto percepción del cuerpo.
d. La imagen corporal no es fija o estática, más bien es un constructo dinámico, que varía a lo largo de la vida en función de las propias experiencias, de las influencias sociales, etc.
e. La imagen corporal influye en el procesamiento de información, la forma de percibir el mundo está influenciada por la forma en que sentimos y pensamos sobre nuestro cuerpo. Está afectada en forma directa por las conductas de consumo ligadas a los modelos estéticos actuales, ya que los cambios posibles son netamente físicos e impacta sobre la percepción interna que tenemos de nosotros, muchas veces generando dificultad de adaptación o trastornos de la imagen corporal, debido a que es un concepto que se sostiene sobre una elaboración que al sujeto le lleva toda la vida, que está en permanente cambio y elaboración, pero con tiempos totalmente distintos a los que maneja el deseo y el consumo.
f. La imagen corporal influye en el comportamiento, y no sólo la imagen corporal consciente, sino también la preconsciente y la inconsciente.
La percepción de la imagen corporal permite la conceptualización del cuerpo como propio y único, diferente de los demás, en dos dimensiones: como sujeto y objeto; “cuerpo objeto con propiedades físicas, y un cuerpo sujeto, revestido de afectos complejos y definitorios” que posibilita la construcción del espacio, las distancias y la conciencia de la permanencia en el tiempo.
Por lo tanto, Pruzinsky y Cash (1990), plantean que dicha percepción será placentera-displacentera según predomine una imagen positiva o negativa tanto en el plano individual como en la interacción con los demás; puede ser positiva cuando la persona tiene su esquema corporal bien integrado, lo percibe de forma adecuada y se siente bien y cómoda con su apariencia. No es necesaria ninguna condición específica en cuanto al físico para tener una imagen positiva de uno mismo sino que lo importante es, sobre todo, sentirse bien con el propio cuerpo independientemente de si coincide con el ideal establecido por la sociedad o no.
A su vez, una visión de la imagen corporal negativa, tiene que ver con que la persona no se siente a gusto consigo misma y su aspecto. Como en el caso de la imagen positiva, no es necesaria ninguna condición específica para estar insatisfecho con uno mismo sino que todo depende de cómo se percibe y se siente uno respecto a su apariencia (Pruzinsky y Cash, 1990).
A su vez, Bruchon-Schweitzer (1992), definieron la imagen corporal como “la configuración global y múltiple, constituidas por representaciones, percepciones, afectos, significados y vínculos que el individuo construye respecto a su cuerpo”.
En la actualidad la definición propuesta por Slade (1994) sería la más completa: “la imagen corporal es una representación mental amplia de la figura corporal, su forma y tamaño, la cual está influenciada por factores históricos, culturales, sociales, individuales y biológicos que varían con el tiempo”.
Podemos decir entonces, que se trata de un concepto teórico multidimensional, de allí la dificultad de obtener una definición cabal y definitiva del mismo, y sólo podemos inferirlo haciendo alusión a los distintos factores implicados en su constitución.
A su vez, Sternbach (2006) sostiene que la noción de un cuerpo se construye en el seno de los vínculos y del campo histórico-social. Define al Cuerpo como biológico, sensorial, erógeno, imaginario y hablado, por lo tanto indisociable tanto del psiquismo como del encuentro incesante con los otros investidos y con el lazo social ampliado. Plantea que el cuerpo, no solo es afectado desde lo biológico sino también que es producto de los discursos sociales, ya que se produce desde una realidad cultural y no solamente natural. Tanto el cuerpo biológico con sus marcas, el cuerpo sensorial que metaboliza en términos de placer-displacer su encuentro con el mundo, el cuerpo erógeno que se va moldeando en el campo relacional, el cuerpo hablado desde los otros y desde el discurso cultural. Todos estos aspectos confluyen de modo múltiple y conflictivo en el proceso adolescente. Por lo tanto, el cuerpo del adolescente es sede conflictiva que responde, a cuestiones que son siempre consecuencias del encuentro con los otros y con el discurso cultural.
3.3.2 Desarrollo de la Imagen Corporal
Con respecto a cómo se desarrolla la imagen corporal, Dolto (1938), expresa que ésta se elabora en la historia misma del sujeto; es necesario especificar de qué manera ésta se construye y se modifica a lo largo del desarrollo del niño. Distingue tres modalidades de una misma imagen del cuerpo: imagen de base, imagen funcional e imagen erógena, constituyendo y asegurando todas ellas juntas, la imagen del cuerpo viviente y el narcisismo del sujeto en cada estadio de su evolución. Estas imágenes se mantienen cohesivas entre sí por la imagen dinámica, designando con ella la metáfora subjetiva de las pulsiones de vida que originadas en el ser biológico son continuamente sustentadas por el deseo del sujeto de comunicarse con otro sujeto.
Define a la imagen de base, como aquella que permite experimentarse al niño en una mismidad del ser, es decir en una continuidad narcisista o en continuidad espacio temporal que permanece y se trama a partir de su nacimiento y de esta mismidad procede la noción de existencia, dando lugar a lo que luego denomino narcisismo primordial. Este narcisismo primordial constituye en cierto modo una intuición vivida del ser-en-el-mundo para el niño in útero. Este significante es el que proporciona el sentido de la identidad social, simbólica; es aquí que toma relevancia el nombre, prueba de cuando el se reconoce en los fonemas de esta palabra, de la dominación de sus pulsiones de vida sobre sus pulsiones de muerte. (Dolto, 1938).
Cuando la imagen de base se ve amenazada aparece un estado fóbico como defensa ante un peligro sentido como persecutorio, y la propia representación de esta persecución fantasmatizada está ligada a la zona erógena actualmente predominante para cada sujeto. Cada estadio modifica las representaciones que el niño puede tener de su imagen de base; hay una imagen de base propia de cada estadio. Aparece después del nacimiento primero una imagen de base respiratorio-olfativa-auditiva, luego una imagen de base oral y por último una imagen de base anal. (Dolto, 1938).
Por otro lado, la imagen funcional es imagen escénica de un sujeto que tiende al cumplimiento de su deseo, es por ella que las pulsiones de vida apuntan tras haberse subjetivado en el deseo, a manifestarse para obtener placer, a objetivarse en la relación con el mundo y con el otro. Por lo tanto la elaboración de la imagen funcional significa un enriquecimiento de las posibilidades relacionales con el otro.
A su vez, dicha autora, propone la imagen erógena, que está asociada a determinada imagen funcional del cuerpo, que es el lugar donde se focaliza el placer o displacer, erótico en la relación con el otro y en donde su representación está referida a círculos, óvalos, concavidades, bolas, rayas y agujeros, imaginados como dotados de intenciones emisoras activas o receptivas pasivas, de una finalidad agradable o desagradable.
Por lo tanto, la imagen dinámica corresponde al deseo de ser y no tiene representación que le sea propia, ella es tensión de intención y se expresa en cada uno de nosotros el siendo, llamando al Advenir: el sujeto con derecho a desear, “en deseancia” (Dolto,1938: 55).
Dicha autora, propone varias imágenes dinámicas, se puede hablar de una imagen dinámica oral, que con respecto a la necesidad, es centrípeta, y con respecto al deseo, a la vez centrípeta y centrífuga; de una imagen dinámica anal, que con respecto a la necesidad centrífuga y con respecto al deseo, centrífuga o centrípeta. La imagen dinámica genital es, en la mujer, es centrípeta, respecto del objeto parcial peniano, y en el hombre, centrífuga. (Dolto, 1938).
Un aspecto que contribuye con la estructuración de la imagen del cuerpo es el nombre, ya que al nacer, éste ya se encuentra ligado al cuerpo y a la presencia de los demás, en este caso de la madre. De tal modo, que como menciona Dolto (1984), la imagen del cuerpo es la huella estructural de la historia emocional de un sujeto. Donde ella es el lugar inconsciente (y presente) en el cual se elabora toda expresión del ser humano, es un lugar de emisión y de recepción de las emociones interhumanas fundadas en el lenguaje.
Dentro del complejo desarrollo infantil, se considera importante analizar la formación de la imagen corporal, ya que, el integrar una realista imagen del sí mismo le permitirá al individuo integrar la imagen objetiva del objeto. La práctica de hacer que el niño vea su propia imagen ante el espejo, le ayudará a sentirse como un ser integral y completo, es decir, en un principio el niño que no ha reflejado su imagen en un espejo, se recibe a sí mismo como fragmentado, ya que, las sensaciones que éste tiene le son aisladas, el hambre en el estomago, la mamila en su boca, etc. El ver su imagen en el espejo, le permite identificar su cuerpo como completo y propio, corroborando de este modo que su cuerpo es un grupo de funciones unidas, ello le ayuda a asociar los movimientos que le son reflejados, con las sensaciones inmediatas del cuerpo. Ante las sensaciones corporales de fragmentación, impotencia y alienación, el estadio del espejo le otorga al niño a través de la percepción de su imagen la ilusión de unificación, omnipotencia y autonomía.
La imagen corporal es una estructura que se desarrolla durante toda la vida, pero su formación básica se realiza en los primeros meses de vida, porque en este periodo se desarrollan las prácticas que se ponen en juego en la diada madre-hijo que permiten esta construcción cultural, base de los sujetos (Aguado, 2004).
A su vez, D’ Alvia (2005), menciona que existen tres niveles representacionales interrelacionados que van a permitir que se constituya la imagen corporal:
a. El primer nivel está relacionado con el esquema corporal, que se encuentra ligado a las representaciones que provienen del mundo de las percepciones externas y que van a estar en constante comunicación con los órganos sensoriales.
b. El segundo nivel está relacionado a las representaciones de las sensaciones y percepciones internas, en donde se encuentra lo referido al sostén, equilibrio, hambre, saciedad, tensión, distensión, frío, calor y dolor y cuando se relacionan con la palabra se le puede dar el nombre de una emoción, por ejemplo alegría, tristeza, etc.
c. El tercer nivel está relacionado con las zonas erógenas, que son las que dan asiento al deseo y que va a dar inicio con la discriminación de la tensión pulsional que se percibe como placer.
De tal forma, a partir de este sistema representacional, se puede estructurar y delimitar la imagen corporal, y se podría decir que si una persona sufrió alteraciones primarias traumáticas y se generaron fallas representacionales, entonces sus afecciones somáticas podrían tomarse como que estarían entrando en el plano de los trastornos psicosomáticos ( D’ Alvia, 2005).
En la adolescencia, con la emergencia de un nuevo cuerpo que se presenta extraño al sujeto, habría una re-edición del estadio del espejo, en el que la mirada propia y la del otro semejante se torna muy importante para la constitución de esa nueva imagen a la que debe adaptarse. Según la forma en que el sujeto fue amado, mirado, hablado, será como se perciba a sí mismo.
En un sentido más amplio la imagen corporal traduce la imagen de si mismo es el sentimiento de existir y ser uno, y que puede ser amado o rechazado. Se forma a lo largo de toda la vida y comprende por un lado las percepciones sensoriales viscerales y propioceptivas, la imagen del cuerpo reflejada en el espejo y la expresión del rostro ante esa visión en el espejo. También comprende el lenguaje en el cual se inserta el sujeto, su historia, la situación familiar, social, la imagen de si mismo devuelta por los otros y todos los acontecimientos que han entretejido su historia vital. Se trata de un cuerpo que no solo detenta una determinada fisonomía, sino que es un cuerpo que también es hablado, visto, amado o rechazado por el propio sujeto y los otros y que en su superficie se inscribe la historia misma del sujeto.
Así el adolescente cuando asiste a los cambios corporales y nuevas sensaciones emergentes lo hace con cierta confusión y extrañeza que serán superadas o no, y aceptadas o rechazadas según como haya sido concebido desde su niñez, ya que el esquema corporal es la imagen interna que maneja de su propio cuerpo. Es una parte importante de la imagen que cada uno tiene de sí mismo, así como un elemento donde se sustenta o expresa la autoestima.
La velocidad de los cambios físicos que se suceden en su cuerpo hace “muy difícil que pueda integrarlos a su propia imagen a través de una sensación de estabilidad y de familiaridad consigo mismo” (Dina Krauskopf, 2007), a la vez que se tornan irregulares y la apariencia física puede aparecer dis-armónica y hasta presentar cierta torpeza en su desempeño, producto del trastorno del esquema físico.
Los adultos, por su parte, depositan una mirada igualmente de confusión y extrañeza conmovidos por la velocidad en que su niño se convierte en adolescente; los pares preocupados por los mismos temas comparten inquietudes y a veces las liberan a través de señalar el defecto en el otro para compensar o disimular su propia inseguridad.
Dependiendo de cómo se desarrolle físicamente el varón podrá asumir tareas reservadas a adultos mayores que podrá desempeñar con eficacia según el grado de madurez. Las mujeres se pueden ver como mujeres atractivas, lo que intensifica sus ansiedades sexuales, en la medida que las precipita a interacciones para las que no están preparadas. Además en su desarrollo pueden pasar por fases en las que su apariencia física no es tan agraciada o femenina.
Aquí la importancia que cobra en la adolescencia lo relacionado a la imagen corporal por los cambios fisiológicos, emocionales, cognitivos y sociales que provocan una creciente preocupación por la apariencia física. Esta preocupación es diferente según el sexo; los varones prefieren una apariencia más relacionada al desarrollo de la musculación, mientras que el ideal de belleza de las mujeres se asocia a la delgadez y en la mayoría de los casos por debajo de una talla saludable (De Gracia; Marcó y Trujano, 2007; Mac Arthur, Holbert y Peña, 2005; Merino, Pombo y Godás, 2001; Neumark-Sztainer, Story, Falkner, Beuhring y Resnik, 1999; Raich, 2004; Raich y Torras, 2002; Ramos, De Eulate, Liberal y Latorre, 2003).
La percepción de la imagen corporal es parte integral del funcionamiento de una persona. El estudio realizado por Bonilla y Martínez, (2001), “evidencia los efectos negativos que la representación que la cultura construye en torno al cuerpo ideal femenino tiene sobre la estima corporal. La presión de los estándares culturales y la internalización de los modelos de género, llevan a ambos sexos, sobre todo a las mujeres, a una posición de inadecuacidad respecto a su cuerpo, que repercute en una percepción y vivencia negativa, focalizando nuevamente su atención y preocupación en la opinión que generan los demás sobre ellas, convirtiéndose así en juezas severas de sí mismas”.
J.D.Nasio (2008), al respecto señala que “el rostro del otro es un espejo móvil que me devuelve mi imagen tal como esa persona se la representa, sin tener conciencia de ello”. Prosigue, “un espejo refleja mi imagen especular, en tanto que el rostro expresivo del otro refleja mi propia imagen interior tal como él la interpreta”. Esa mirada influye en la imagen que tengo de mi mismo; por otra parte está la propia mirada del sujeto que es la integración de todas las miradas de los otros introyectadas a lo largo del tiempo, que puede traducirse como una conciencia moral benévola o severa para con el sujeto. Interna o externa, “la mirada es el principal agente formador de la imagen de uno mismo” (J.D.Nasio, 2008).
De acuerdo a la solidez de la imagen de sí mismo que posea el sujeto, podrá aceptarse tal cual es, y las opiniones de los otros no lo desestabilizarán. De ocurrir lo contrario se podrían originar alteraciones relacionadas con la percepción de la propia imagen, las cuales son detalladas a continuación.
3.3.3 La alteración de la Imagen Corporal.
La imagen corporal y las normas estéticas occidentales afectan al desarrollo psicológico de varones y mujeres, pero sin duda las mujeres, preadolescentes y adolescentes, son las que presentan una mayor tendencia a padecer conflictos en la elaboración de la imagen corporal, en relación al desarrollo de problemas con conductas estéticas (Bonilla & Martínez, 2001). Esto es debido a que los estándares de “belleza y delgadez” son especialmente rígidos para ellas ligado también a los conceptos de ser y pertenecer, sentimientos no poco importante en una etapa tan crítica como la adolescencia para el sujeto (Dolan & Gitzinger, 1995).
Bonilla y Martínez (2001) mencionan que la prevalencia de los TCA han aumentado, no sólo en número de personas que lo padecen, sino que se han extendido a amplios grupos poblacionales existiendo, incluso, bajo algunos comportamientos considerados habituales o deseables, como las dietas restrictivas o el ejercicio excesivo, e inclusive como una alternativa altamente considerada en la actualidad la “Cirugía Plástica”.
McCabe y Ricciardelli (2001), investigaron la naturaleza de la imagen corporal y algunas de las influencias socioculturales sobre ésta. Los investigadores encontraron que los padres juegan un rol importante en trasmitir un mensaje sociocultural relacionado al cuerpo ideal a sus hijos, siendo este mensaje más claro para las adolescentes, ya que el ideal sociocultural de un cuerpo esbelto se ha convertido en la norma aceptada para esta población, y deseada por un gran número de adolescentes femeninos de nuestro siglo. Además, se considera que los medios de comunicación, como revistas, blog de famosas, programas de moda y la misma publicidad de ropa, juegan un papel muy importante en la imagen corporal y trastornos.
Se entiende así que la imagen corporal juega un papel esencial en el desarrollo de la identidad del adolescente. Bonilla y Martínez (2001) indican que, no sólo se ha disminuido la edad en que los desórdenes relacionados a la imagen corporal comienzan, sino que también se ha extendido la edad en que terminan y así también las múltiples formas en las que se manifiesta. Varios grupos son más vulnerables a estos debido a la importancia social y profesional de la apariencia y a la necesidad de mantener en forma el cuerpo que han sido validadas como lo más cercano a lo ideal (azafatas, modelos, deportista, bailarinas), figuras que se han instaurado en todas las clases sociales, sin dejar población alguna inmune a la demanda estética (clases acomodadas, clases menos acomodadas, grupos emigrantes y países no desarrollados) han comenzado a sufrirlos bajo la presión y extensión de la cultura consumista occidental (Bonilla & Martínez, 2001). Dada la importancia que la imagen corporal ha tenido en las últimas décadas en diferentes sociedades alrededor del mundo, y las consecuencias que se han establecido como ligadas a una pobre imagen corporal, sobre todo en adolescentes, es de suma importancia en el desarrollo de estrategias de prevención de estas patologías ligadas a una elaboración negativa de la imagen corporal en adolescentes.
Existe una alteración de la imagen corporal si se comprueba que uno de los factores que interviene en su constitución está de alguna forma alterado.
Como entidad nosológica propia, existe una alteración grave de la imagen corporal que históricamente se denominaba Dismorfofobia, y que actualmente es considerado como Trastorno Dismórfico Corporal y para el cual existen tres criterios diagnósticos (APA, 1994):
a. Preocupación por algún defecto imaginado del aspecto físico. Cuando hay leves anomalías físicas o la preocupación del individuo es excesiva.
b. La preocupación provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
c. La preocupación no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental. (la insatisfacción con el tamaño y la silueta corporales en la anorexia nerviosa).
Encontramos las primeras referencias en este campo a finales del siglo XIX cuando se acuña por Morselli el término de dismorfofobia (miedo a la propia forma; en 1903 Janet se refiere a “la obsesión por la vergüenza del propio cuerpo” (Raich, 2000). Bruch (1962) describía una alteración de la imagen corporal en las anoréxicas y la definía como una desconexión entre la realidad de la forma y estado del cuerpo de las anoréxicas y de cómo ellas se veían, y concretamente como una distorsión en la auto percepción del tamaño del cuerpo.
Garner y Garfinkel (1981) en una revisión sobre sistemas de evaluación de la imagen corporal en anorexia nerviosa, proponen que la alteración puede expresarse a dos niveles:
a. Una alteración perceptual. Que se manifiesta en la incapacidad de las pacientes para estimar con exactitud el tamaño corporal
b. Una alteración cognitivo-afectiva hacia el cuerpo. Que se manifiesta por la presencia de emociones o pensamientos negativos por culpa de la apariencia física.
A partir de este planteamiento clásico, al hablar de alteración de la imagen corporal es necesario especificar, que aspecto de la imagen corporal se considera alterado. Así, el término “distorsión perceptual” podría servir como expresión para denominar la alteración de la imagen corporal en el ámbito de la estimación de tamaño, e “insatisfacción corporal para denominar a la alteración de la imagen consistente en el conjunto de emociones, pensamientos y actitudes negativos hacia el tamaño y forma del cuerpo. Sin embargo, en la literatura se encuentra el uso de estos términos de forma muy libre, por ejemplo algunos autores utilizan el término “insatisfacción corporal” como la discrepancia entre la figura que se considera actual y la que se considera ideal, elegidas entre una serie de siluetas dibujadas (Gardner y Stark, 1999); otros, como la puntuación obtenida en una escala de nueve ítems referidos a diferentes partes del cuerpo, junto a la satisfacción/insatisfacción que suscitan (Garner, 1998) y para Sepúlveda, Botella y León (2001) la presencia de juicios valorativos sobre el cuerpo que no coinciden con las características reales.
(Marini, L., Romero A., Saldías M., (2013). Subjetividad Adolescente y Cirugías Plásticas, Tesis de Licenciatura, Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Córdoba).