Rosario Castellanos
El ungido
No querían morir y que sus huesos
rodaran confundidos
ni comer tierra amarga como único sustento.
Así uno entre todos fue preservado, ungido,
y en él siguen viviendo.
Encima de los otros su destino
resplandeció una hora
y se precipitó como un astro caído.
Pero su rostro no ha sido borrado
porque uno entre todos fue testigo.
Se han ido ya. Miramos la espalda de su ausencia
y no es igual que el humo su memoria
y sus hechos no son lo mismo que la niebla.
Habló uno entre todos
y sus palabras quedan.