Rosario Castellanos
El encerrado

Cara contra los vidrios, fija, estúpida,

mirando sin oír.


Aquí afuera sucede lo que sucede: algo.


Relampaguea una nube, se alza un ventarrón,

sube una marejada

o una llanura queda quieta bajo la luz.


Las especies feroces devoran al cordero.


El látigo del fuerte

chasquea sobre el lomo del miedo y la cadena

del opresor se ciñe a los tobillos

de los que nunca ya podrán danzar.


Uno persigue a otro, lo alcanza, lo asesina.


Y tú presencias todo,

maravillado, ajeno, sin preguntar por qué.