Rosario Castellanos - Las dádivas

La mano que se abrió sobre mis días

es una mano grande como el cielo.

Me dio raíz, memoria, y para respirar

una herida que llaman la rosa de los vientos.


Plenitudes de aljibe que rebalsa

y vacío de túnel que eternizan los ecos.

Luz para ciertas horas

y la hora necesaria de oscuridad sin término.


Horizontes, mirada,

la presencia segura de los cuerpos.

El gozo del hallazgo,

el llanto del adiós en el pañuelo.


La vida. Muchas muertes

-una por cada amor del que es su centro-.

Todo. Y para decirlo

palabras y palabras. Y silencio.