Rosario Castellanos - In memorian

A Delfina Tejada de Guerra


La tiniebla no pudo

traspasar los umbrales de su casa.

Se consumió entera

de calor y de luz como una lámpara.


Nadie le vio las manos

vacías o cerradas.

Entregó su tesoro

de actos vivificantes, consolaciones, gracia.


Igual que en un crisol se hacían en su boca

verdaderas y puras las palabras.

No dijo más que amor

y amó hasta el fin "como quien se desangra".


Cuando vino la muerte

buscó su corazón para alancearla

y nos ha herido a ti, a mí, a todos,

donde su corazón se derramaba.