Rosario Castellanos - Recordatorio

Obedecí, señores, las consignas.


Hice la reverencia de la entrada,

bailé los bailes de la adolescente

y me senté a aguardar el arribo del príncipe.


Se me acercaron unos con ese gesto astuto

y suficiente, del chalán de feria;

otros me sopesaron

para fijar el monto de mi dote

y alguien se fió del tacto de sus dedos

y así saber la urdimbre de mi entraña.


Hubo un intermediario entre mi cuerpo y yo,

un intérprete -Adán, que me dio el nombre

de mujer, que hoy ostento-

trazando en el espacio la figura

de un delta bifurcándose.


Ah, destino, destino.


He pagado el tributo de mi especie

pues di a la tierra, al mundo, esa criatura

en que se glorifica y se sustenta.


Es tiempo de acercarse a las orillas,

de volver a los patios interiores,

de apagar las antorchas

porque ya la tarea ha sido terminada.


Sin embargo, yo aún permanezco en mi sitio.


Señores, ¿no olvidasteis

dictar la orden de que me retire?